Capítulo 3

CAPITULO 3

Alexander

La vida era injusta.

Era irónico como era un hombre que figuraba cada año en la revista Fortune 500 y a mis ​casi ​treinta años había logrado el éxito que cualquier hombre de negocios soñaba.

Sin embargo, para lograr lo que deseaba realmente necesitaba una esposa.

¡Una esposa!

Cerré mi puño conteniendo el enojo mientras leía los papeles que tenía en frente. Era el testamento de mi padre en dónde dejaba específicamente que debía de casarme para poder heredar la empresa familiar.

Maldito Constantine ojalá se estuviese revolcando en su tumba.

En la única cosa que creía en todos mi vida era en las inversiones.​

Pero no creía en el matrimonio.

Pero, la parece mi difunto padre entendía que esa era una buena enseñanza que dejarle a su hijo del cuál nunca se ocupó.

Di una palmada en el escritorio en gesto de frustración.

Necesitaba calmarme. Pensar con la cabeza fría.

Me serví un trago de whiskey y coloqué un poco de música de imaginé Dragons.

Me gustaba mucho la música y me ayudaba a relajarme.

Mi padre había sido un hijo de puta descomunal. Un mujeriego de primera categoría que le había Sido infiel a mi madre, pero se había casado hace siete años y había dicho que "el matrimonio lo habi regenerado"

¡Basura!

Según el no quería que siguiera sus pasos y su gran idea fue poner una cláusula de matrimonio para poder acceder a mi herencia.

El muy estúpido no entendía que no me interesaba casarme, ni formar una familia.

Por suerte, y no mentía con esto, el cancer se lo había llevado y pensé que al fin sería libre y podría hacerme con el control de todo.

Pero, vaya sorpresa me lleve cuando se leyó el testamento junto a su viuda y la prima que más odiaba en este mundo.

Obviamente iba a ser el heredero oficial de todo, pero si me casaba.

Si no cumplía con la cláusula, heredaría solo un diez por ciento. Ava, otro diez y Ivana la prima que odiaba, pero que mi padre idolatraba se quedará con el setenta por ciento, el diez por ciento restante sería de la ex esposa de papá.

Yo me convertiría en nada, el sabía que me había agarrado de las pelotas con ese contrato.

Está empresa era mi vida, lo único a lo que me habia aferrado ante la vida miserable que tuve.

No podría seguir viajando por el mundo en busca de hoteles de lujo y agregarlos a mi compañía.

Observé mi oficina y los recuerdos llegaron a mi mente. Cuando mi mamá estaba tan borracha que no podía levantarse y nos golpeaba venía aquí.

Recorría los pasillos y me sumergía en papeleos tratando de aprender todo lo necesario acerca del negocio. Cuando tuve edad suficiente entonces fui directo a los viajes.

Viajando descubrí mi pasión por esto. Ir por el mundo conociendo diferentes paraísos y poder comprarlos me causaba un gran placer.

Era mi vida.

No podía renunciar a eso y si tenía que casarme para conservarlo, lo haría.

Encontrar una esposa.

Era eso, o Ivana se quedaría con todo y no lo iba a permitir.

No pensaba perder más tiempo revolcándome en mi miseria sobre la injusticia que eso suponía. Pero, ¿Quién podría ser la esposa adecuada?

La puerta de mi despacho se abrió y supe de inmediato que era Ava, mi hermana. Era la única que entraba a mi oficina sin pedir permiso.

—¡Hola Alex! —exclamó acercándose.

Me puse de pie y le di un fuerte abrazo. Ava era la luz de mis ojos. La única persona que apreciaba realmente en mi vida.

Siempre nos habíamos tenido el uno al otro.

—¿Cómo estás? —pregunté— ¿que te trae por aquí?

Ella tomo asiendo en frente de mí. Ava era mi hermana melliza y a veces me sorprendía lo tanto que se parecía físicamente a mi. Más éramos opuestos en personalidad.

—Ire directo al grano —dijo cruzándose de brazos y tomé asiento en mi sillón— ¿Has encontrado esposa ya?

—Todavia, ¿por qué lo preguntas?

—Pues, porque creo que he encontrado a una candita.

La mire y fruncí el ceño.

—¿Quien? —pregunté curioso.

Se mordió el labio inferior y retorció sus manos.

La conocía bastante bien como para saber que estaba dudando. De inmediato supe que no me iba a gustar quien fuera que iba a nombrar.

—Es una persona de confiar. Podrás hacer cualquier acuerdo con ella y estoy segura que será discreta.

—Habla ya, por favor.

—Es... Valentina.

Me quedé de piedra al escuchar ese nombre, Valentina era todo lo que no quería.

Valentina era todo lo contrario a lo que yo necesitaba o quería en una mujer, así que esto no iba a funcionar.

—De ninguna manera —respondí y ella lucía indignada.

—¡Por qué no! —exclamó.

—¿La haz visto? —respondí—. Siempre va vestida como chico y a parte, no es mi tipo.

Se cruzó de brazos

—Se supone que no te interesa el físico, solo que sea tu esposa y... —soltó un bufido— ese comentario ha Sido muy misógino de tu parte. Valentina es hermosa, solo no es como Gina, o las otras con las que sales.

Cierto.

Gina era hermosa, una supermodelo y dueña de su propia empresa de cosméticos.

Pero, quería algo más.

Así que estaba descartada.

Fruncí el ceño mientras analizaba la idea.

Valentina no era fea, pero era más que ovbio que le daba igual esmerarse en su aspecto. Y me iban a llamar superficial.

Para mí era muy importante que la mujer con quien me casara fuera atractiva, en este mundo la apariencia lo era todo.

Si se preguntaban porque ponía que fuera atractiva, pero que no quisiera acostarme con ella, para mi tenía sentido.

No iba a salir con alguien que luciera como un mendigo o como un chico. Eso era algo que no estaba dispuesto a negociar.

La imagen lo era todo.

Además, según las cosas que habia escuchado de ella por Ava, era una romantica que aún conservaba su virginidad esperando el amor eterno.

Y eso, era algo a lo que huia.

Necesitaba una mujer que viera el matrimonio como un negocio con beneficioso. Tal vez alguien que necesitara dinero en abundancia.

Con Valentina se corría el riesgo de que se enamorara.

—Tienes razón, pero ¿Y si ella se enamora? Es muy ingenua y antes de que digas algo son palabras tuyas, no mías.

—Ella necesita ayuda y tú necesitas una esposa, Alex, por favor.

Levanté la vista interesado, quizás no fuera tan mala idea. Si ella estaba dispuesta a sacrificar sus principios del amor por dinero, puede que fuera una buena candidata.

—Lo consideraré —dije y la cara de Ava se iluminó.

—Necesito tu palabra es un si o un no.

—No me presiones.

—Realmente ella lo necesita —fijo triste— es mi única amiga, Alex, hazlo por mi.

Y justo ahí, supe que estaba perdido.

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