Capítulo 1

CAPITULO 1

Valentina

Dos semanas antes de la boda…

Todo iba mal.

Me estaba volviendo loca porque se me había ocurrido una terrible idea.

Necesitaba un novio.

Uno al que le sobraran quinientos mil dólares, para ser más específicos.

Caminaba por mi pequeño departamento mientras me comía las uñas pensando en cómo iba a resolver esto o deseando en el fondo que no fuera cierto.

Pero, no me estaba volviendo loca.

El papel que tenía en la mano era una prueba de que no.

Mis padres estaban en banca rota e iban a perder el hotel familiar. Uno que era más valioso para nuestra familia que cualquier patrimonio nacional para un país.

Y yo me encontraba a miles de kilómetros de distancia de ellos, solo tenía doscientos dólares en mi cuenta bancaria y debía dos meses de renta.

Quizás, cualquier persona diría que había más opciones para mí, pero no era así.

Volví a mirar el papel en mi mano y me pregunté, otra vez, si esto realmente funcionaria.

Era una ciudadana italiana que había emigrado desde Portofino, un pueblo costero ubicado en la costa Riviera italiana hasta EE. UU en busca de un mejor futuro.

La segunda hija del matrimonio de mis padres y me tocó comprobar por mí misma eso de que «El síndrome del hijo de en medio», era cien por ciento verdadero.

No éramos la familia perfecta, pero nos teníamos los unos a los otros en los momentos importantes.

Y no podía dejar que mis padres perdieran el hotel. Era su única fuente de ingresos y muy valiosa, había pasado de generación en generación por la familia Armani y que era lo más importante para mi padre.

Estaba segura de que, si mi padre perdía el passione, moriría.

Y yo les ayudaría así tuviese que poner todos mis sueños en pausa.

Siempre soñé con tener mi propio restaurante. Sonaba loco, pero era lo que quería.

Estudiar con los mejores. Estar entre los mejores.

Por eso decidí emigrar y aunque mis padres no estuvieron muy contestos con mi decisión, me apoyaron.

Si continuaba viviendo en esa casa, iba a ser una persona infeliz.

Obviamente esto les sentó mal ya que yo era su mayor ayuda en el negocio, pero con el tiempo lo aceptaron o diría que se resignaron a que no volvería a Portofino.

Desde entonces solo viajaba para los festejos en la época de navidad.

Y aquí me encontraba…

Mirando un papel con unas indicaciones que me había leído en internet. Según un usuario, si hacías esta p esta plegaria a unos dioses pidiendo un hombre y milagrosamente lo había conseguido.

¿Ya ven por qué digo que me estaba volviendo loca?

Hacía tres días que había regresado de estar con ellos y resulta que me llevé la peor noticia.

Mis padres estaban en banca rota.

No es que fuesen ricos anteriormente, pero habían pedido tantos préstamos a los bancos y el turismo había descendido trágicamente en el pueblo en que vivía mi familia.

Mi padre en un intento de salvar el negocio había solicitado una cantidad descomunal para hacer remodelaciones en el edificio y así atraer más clientes, pero no funcionó.

Solo tenían un mes para pagar la hipoteca o irían a la calle.

Por esto necesitaba un hombre. Sonaba descabellado, pero era la única manera. Si pudiese encontrar alguien rico que le sobrará el dinero lo suficiente para ayudarme…

Ok, sí que me estaba volviendo loca.

Yo creía en el amor y en el felices para siempre, no me veía cansándome con alguien por interés.

«Pero, tua mamma era ammalata e triste».

Susurró mi perra conciencia en italiano.

Sí, mi madre estaba enferma y triste. Era totalmente cierto.

Ella, que normalmente era feliz, regordeta y entusiasta. Lucia demacrada y con ojeras por la falta de sueño. Papá trataba de hacerse el fuerte por ella, pero también lucia más delgado y demacrado.

Mordí mi uña mientras pensaba en que podía hacer.

Bueno, estaba decidido.

Leí las indicaciones nuevamente y traté de seguir todo al pie de la letra. Según una usuaria en el internet debía de hacer está oración y se me concedería lo que tanto anhelaba.

Pensé detenidamente en esas cosas y realmente no era muy exigente.

Solo quería a alguien que me amará y que le gustase tener una familia. Yo era una romántica, cómo buena italiana creía en el amor, pero también necesitaba algo de última hora.

Que fuese millonario y no le importará darme la suma de quinientos mil dólares, en nuestra primera semana como novios.

No era mucho pedir, ¿no?

Necesitaba buscar alguien, pero, ¿Quién?

No tenía forma para conseguir ese dinero. Era más pobre que la misma pobreza.

No tenía nada a mi edad y debía dos meses de renta.

Me la pasaba leyendo novelas románticas y me compraba ropa en shein, cuando hacían descuentos.

Era empleada de un pequeño restaurante pequeño en el estado de nueva york. Vivía en un diminuto departamento y como dijo mi madre en mi más reciente y última visita a casa:

— ¿Viajaste a América para qué? Aun no te veo con los bolsillos llenos de dólares.

Por eso, porque no había conseguido nada es que necesitaba casarme.

Era eso o vender un órgano, ¿Un riñón, tal vez?

Era cierto, no había hecho nada. No había conseguido nada.

Mis padres estaban decepcionados de mí, porque no era la hija profesional, como Renata, mi hermana mayor. Tampoco un prodigio del baile, como mi hermana pequeña Giullia.

Y perdía ocasionalmente mí tiempo en cosas estúpidas. Como, por ejemplo, rezarle a la Madre Tierra para que me enviara al hombre perfecto.

Como si eso me fuera a funcionar; cerré mis ojos e inicie la oración tal como había leído.

Querida Madre tierra, hoy tu hija viene a ti a rendirte homenaje. dioses del olimpo, buda, Zeus cualquiera que me escuche… Todos los dioses en general, por favor ayúdenme a conseguir un hombre millonario, se advertido y de preferencia que se enamore de mí, bueno… esto último no es estrictamente necesario, pero sería un plus que agradecería en el alma.

Sin más que agregar, tu hija, extensión de tus raíces y flor de tu rama.

Amen.

Oficialmente, estaba loca de remate, pero había que intentar todo.

Mi corazón se aceleró y no era una persona muy creyente. Tenía mis raíces católicas como buena italiana, pero no era una mujer de mucha fe.

¡Mente positiva!

Me repetí, muchas personas habían dejado sus comentarios en el internet contando que les había resultado, así que no podía perder la fe.

Seguí rezando internamente para que todo se solucionara.

Era todo lo que tenía mi familia.

Mi madre, aunque era muy buena conmigo se sentiría muy mal si perdía el hotel y mi padre caería en un fuerte depresión solo alejaban de su cocina.

Reflexioné sobre el dilema mientras cogía una botella de vino tinto que había traído del restaurante. No tenía dinero y tenía que ayudar a mis padres, porque, aunque no fueron los mejores, eran mis padres y mucho o poco me amaban.

No quería fallarles está vez, ya suficiente tenían con que no fuera la hija de sus sueños.

Sentí que mi corazón se encogía al pensar en eso. El solo hecho de que sacaran a mis padres de su hogar, mi padre de su cocina y mi madre de su hermoso jardín junto a la playa.

Esto tenía que funcionar. Sino estaba perdida.

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