El gruñido de Luis me saca de mis pensamientos, Fran lo tiene por los huevos y por el rojo chillón de su cara y el “Ufff” que sueltan nuestros amigos en compasión por él, lo tienen bien agarrado.

―¿Crees que puedes venir y besarme cuando, como y donde quieras? ―Luis, quien no puede ni siquiera respirar, la mira con ojos rojos y las venas del cuello sopladas. ―Te lo dije, jamás volverás a tenerme, así que, por tu bien, déjame en paz o no podrás tener hijos. ―Luis pasa saliva con dificultad, me llama la atención como se queda ahí y no hace el intento de huir.

―No digas eso. ―La voz le sale gruesa y forzada. ―Debemos tener tres bebés, es lo que quiero. ―Fran demostrando que es un insufrible, lo suelta y empuja. ―Podrás matarme a golpes, pero jamás voy a desistir de ti, tenlo presente. ―Cuando ya no le queda valentía, inicia a quejarse y a gritar del dolor mientras los demás reímos por su estupidez. Yo jamás me dejaría agarrar a si de los huevos y mucho menos me quedaría como si nada hubi