Las historias siempre inician con un suceso en lo general fatídico o de aparente felicidad o de total felicidad. ¿Por qué no? Pero para mí suerte iniciará fatídico y esto de aparente no tiene nada.
Me encuentro en la sala de espera del hospital Punta Pacífico a la espera de cualquier información que me saque de este estado de desesperación y angustia en el que me encuentro. Mi madre, la única persona que tengo en el mundo, la única que cuida de mí, está en estado crítico y estoy a nada de perderla, ella me enseñó a ser fuerte ¿Pero cómo mantenerme en pie, si todo está a punto de tornarse peor?
—Familiares de la señora Cook. —Escuchar esa voz gruesa que me hacen temblar más de lo que lo hago, por algún motivo me dan algo de repelús, temerosa por lo que pueda decirme me levanto y aparentando fuerzas me acerco al doctor chaparrito y gordito que demanda mi presencia.
—Yo soy su hija y único familiar. —Le aclaro al verlo buscar a mis espaldas, mi apariencia de una niña poco me ayuda.
—Tranquilo tengo la mayoría de edad, puede decirme lo que sea lo voy a soportar. —Mi seguridad y la contundencia con la que hablo esconden mis verdaderos temores.
—Acompáñeme. —Pide el hombre no muy convencido, sin decir nada más le sigo a su oficina, sentados uno frente al otro separados por su escritorio nos miramos, mi seriedad es imperturbable y su angustia es palpable, el que parezca una niña sé que lo hacen dudar.
—Señorita ¿está segura que no hay alguien más que la acompañe? —Niego con la cabeza y frunzo el ceño. La realidad es que si tengo quien pueda acompañarme, pero en estos momentos es imposible que vengan a hacerme compañía.
—Créame doctor no hay nadie más, puede decirme todo lo que tenga para decir, no se deje llevar por mi apariencia. —El doctor suspira y apoyando sus codos en la mesa, asiente.
—Su madre tiene un soplo en el corazón, esos soplos por lo general no son de preocuparse, pero desafortunadamente el soplo de su madre le abarca una vena importante del corazón.
—sus palabras son como agua fría cayendo por todo mi cuerpo. —Tiene que ser operada cuanto antes. —Escuchar eso me hace cerrar los ojos. ¿Cómo haré yo para pagar aquello?
—¿Cuan... cuánto es la operación? —Le miro a los ojos, su mirada vacilante me hacen saber que se trata de mucho.
—Treinta mil...
—¡Carajos! —musito incrédula.
—Tranquila la cuidaremos bien, la cuenta la puede pagar después. —Resoplo. ¿Qué coño haré ahora?
—Se lo agradezco. ¿Puedo verla? —Pregunto levantándome.
—Por supuesto, está dormida pero no hay inconveniente con que usted se quede a cuidarla. —El doctor me guía por todo el lugar hasta llegar a una habitación donde tienen a mamá canalizada, se ve tan tranquila, su respiración serena me pone el vello de punta, jamás la había visto tan serena, ni cuando duerme. —Las dejaré solas, cualquier cosa puede llamarme.
—Se lo agradezco doctor, es usted muy amable. —Con una bonita sonrisa le despido.
—Dios mamá. —Susurro acariciando su cabello. —¿Por qué todo nos tiene que pasar a nosotras? —Pregunto cómo si ella pudiese contestarme. No tengo idea de cómo obtendré ese dinero pero he de encontrar la manera, tirada en el sofá mi cabeza inicia a maquinar en todas las opciones que tengo. —¡Genial... Robaré un banco! —Digo frustrada. —Estamos bien jodidas esta vez mamá, bien jodidas...
—Puedes dejar de hablar sola como una loca. —Su débil voz me hacen reír, me levanto del sofá y me acerco a ella.
—Está visto señora Cook que a usted le gusta hacerlo todo a lo grande. —Bromeo.
—¿Había muchas personas? —Pregunta cerrando los ojos horror.
—Estábamos en el centro comercial. ¿Qué esperabas? —Sonrío al verla quejarse. —Oye tranquila, me has dado un susto. —Beso su cabeza.
—¿Qué me sucedió? —Su pregunta me deja seria en el acto <<¿debería contarle la verdad a riesgo de que se preocupe y eso le haga más daño?>> finalmente decido ser cautelosa. —No es nada grave mamá, solo será una operación y...
—¡¿Una operación has dicho?! Marilí ¿De dónde sacaremos para eso? ¡No estamos aseguradas! —Se lleva las manos a la cabeza, mi madre siempre se preocupa por las cosas equivocadas, pasa de su enfermedad para pensar en el dinero.
—Mamá tranquila, no puedes alterarte o empeorarás, yo hablaré con mi jefe o con quien sea, lo haré si es la única manera de conseguir lo que necesitamos. Ahora quiero que te relajes, te calmes y vuelvas a descansar, lo necesitas. —No puedo decirle la verdad, eso sería muy riesgoso.
—¿Cuándo y cuánto es la operación? —No digo nada, no puedo más que mirarle a sus preocupados ojos oscuros. —¿Qué cuánto es la operación? —Pregunta más alto.
—Cinco mil dólares. —Digo en un susurro.
—¡¿Cinco mil dólares?! —Grita incrédula.
—¿Qué es lo que me pasa? Quizás pueda pasar de todo este drama, se está alterando y mi preocupación va en aumento.
—Señora Cook. —Escucho la voz del doctor. —No debería alterarse o tendré que sedarla. —Se acerca a ella y la revisa.
—Se quedará de visita por un tiempo. —bromea— y no creo que pueda pasar de esta operación, de eso depende su vida. —Le sonríe.
—¡¿Qué?! —Pregunta mi madre de mal humor. Esa italiana tiene un carácter bastante difícil, creo que por eso ha podido salir adelante siempre.
—Tengo que trabajar para ayudar a mi hija. —Le mira amenazante.
—No puedo quedarme aquí, yo me siento bien y no creo que mi vida esté en riesgo, si así fuera estuviera convaleciendo y no lo estoy. —Miente, el tono débil de su voz la delata. Mamá es una mujer guerrera, luchadora y arriesgada, ella jamás puede quedarse tranquila en un solo lado, le gusta estar activa y le gusta vivir su vida, por eso le encanta el arte.
—Mamá tranquila. —Le pido— Yo trabajaré para las dos, ya no soy una niña, además sabes que mi trabajo me permite pagar la renta y mantener la alacena llena, también podré pagar el hospital. —le sonrío— De algo está sirviendo la beca de la universidad. —Le guiño, pero ella no deja de gruñir y maldecir en italiano.
—Debería hacerle caso a su hija, su corazón no podrá soportarlo más. —Le insiste el doctor— Tiene usted una hija muy responsable. —le sonríe, me causa gracia ver cómo aquel doctor mira a mi madre. Ella es de tez blanca, su cabello azabache y unos ojos enormes, oscuros y saltones, la vitalidad que tiene contagia a cualquiera, pero su carácter aleja a cuantos puede.
—Está bien, pero ni crea que me mantendrá en cama las 24 horas. ¿Entendido? —el doctor divertido le muestra las palmas de las manos.
—Mamma. —Protesto para que deje su mal humor. —Lo lamento doctor, ella por lo regular es dulce. —Miento para salir del apuro.
—Espero conocer esa dulzura, —asegura—. Las dejaré solas, todo está bien por ahora señora Cook, cualquier malestar me lo hace saber. —Dicho esto sale de la habitación.
—Mamá deberías portarte bien. —Le recrimino por su manera de ser. —aquí nadie es tu enemigo.
—¡Que se jodan todos! —bufa y yo pongo los ojos en blancos.
Tras hablar con mamá y calmarla para que me deje lo del dinero a mí y forzarla a que durmiera me pongo a mis deberes, es tal el cansancio que no me doy cuenta cuando me duermo.
—Joder, joder, joder. —murmuro una y otra vez— mamá debo irme, se me hace tarde para ir al campus, vendré después del trabajo. ¿Vale? —Mi madre me da un beso en la nariz.
—Cuídate mi niña y por el amor de Dios come algo. —Me grita, no me quedé a escucharla. A toda pista corro al ascensor, una vez llego a planta baja voy a la estación del metro y por supuesto está lleno como siempre, no sé que estaba pensando mi madre cuando decidió mudarse a Panamá, en Italia todo estaría mucho mejor o, por lo menos, así lo creo yo.Al llegar al campus y con ello a mi salón de clases, ya están dando inicio. Estudio arte contemporáneo, como digna hija de mi madre, me gusta todo lo que tiene que ver con el arte y la creación.
—Señorita Cook, estas no son horas. —Me reprende Santiago Gómez mi profesor de dibujo.
—Si no fuera tan buena como lo es, la dejaría fuera de mi clase. —Le disgusta que lleguemos tarde.
—Lo lamento profesor Gómez, no volverá a pasar.
—Claro que no volverá a pasar. —Afirma, maldiciendo mentalmente voy a mi puesto.
—Flaca que mala pintas traes. —Dice mi amiga cuchicheándome el oído.
—Si supieras que no me he bañado y he venido con la misma ropa de ayer... ¡Que vergüenza! —Bufo.
—¿Cómo está tu madre?— se preocupa.
—Por ahora bien, te cuento al receso. —Ella asiente y centramos nuestra atención a la clase o nos echan a las dos.
Tras terminar la clase, que se me hizo de lo más aburrida, algo muy raro en mí, pues todo lo que tiene que ver con crear me fascina, salimos del salón rumbo al patio del campus.
—Hola cariño. —La voz de Ian llega a mis oídos y sonrío, al voltear ahí está mi novio. Es el chico más romántico, comprensible, bueno y cariñoso que he conocido en mi vida, su piel morena y su cabello negro largo y rizado me encantan.
—¿Cómo está mi flaco? —Le miro a la cara, es mucho más alto que yo, aunque su cuerpo es delgado. Ian está un año más arriba.
—Perfectamente. —Se sienta a mi lado y deposita un beso en mi cabeza. —Estás preciosa como las vistas de Ancón. —Me guiña.
—Por Dios... Odio a los tíos que estudian literatura inglesa ¿Siempre tienen que ser tan pendejos y románticos? —Pregunta Carla casi con asco, la empujo por mal hablada.
—Tú eres una amargada. —responde mi novio— Me gustaría quedarme a pelear contigo pero debo irme. —Besa mis labios esta vez.
—¿Todo bien con tú madre? —Su gesto de preocupación se me hace tremendamente adorable.
—Todo bien cariño. —Él asiente y una vez que se despide, se marcha con sus amigos quienes demandaban su presencia.
—¿Ahora sí me contarás? —Suspiro profundo y pesadamente para centrarme en mi amiga.
—Mamá tiene un soplo en el corazón y este le abarca una importante vena, deben operarla cuanto antes y la m*****a operación cuesta 30 mil dólares, no le he podido decir la verdad. Si se la digo ella se alterará y eso puede acabar mal, le he dicho que yo me haría cargo del dinero y mi única opción es el asqueroso de mi jefe. ¿Pero sabes tú todo lo que me hará hacer? ¡Me volvería su esclava! ¿Me has escuchado siquiera?—pregunto al verla prendida a su móvil.
—Si te escuche y tengo la solución. —Frunzo el ceño con desconfianza.
—Vende tu virginidad. —Al escuchar eso me atraganto con mi propia saliva.
—Estás mal de la cabeza Carla, en serio en ocasiones me cuestiono el que estés bien mentalmente. —Mi amiga, sin inmutarse y al contrario de enojarse, me sonríe.
—He visto que una chica la vendió por un millón, piénsalo Marilí, eres bonita, atractiva y cojible. —Carcajea pero yo le miro muy seria. <<¿Qué coño le pasa?>> pienso incrédula.
—Tengo novio y eso sería una locura, estamos en Panamá ¿Crees tú que alguien pagará por algo que se da por amor al arte? —Resoplo. —Carla que tengo novio y eso se ve mal. —Mi amiga haciendo un globo con su chicle lo hace explotar y poco después lo mastica por unos segundos sin dejar de mirarme.
—Si tú preocupación es por qué tienes novio, pues piénsalo fríamente, le entregas tu pureza a Ian, quedan juntos algunos años, se dejan, quedas follada, sin virginidad, sola, sin dinero y quizás con tu madre muerta. ¿No es mejor, ganar dinero y salvar a tu madre? Le das tu virginidad a un tío que no conoces por una fuerte suma de dinero, no lo vuelves a ver y no te dolerá, le haces la operación a tu madre y nos podemos ir a Italia. —Me guiña, estoy atónita por todo lo que ella dice.
—¿Cómo puedes pensar así de algo tan significativo? —Le veo rodar los ojos con exasperación.
—Por Dios flaca... Despierta, estamos en un mundo de m****a que solo follas por amor y eso no te hace ganar nada más que sufrimiento ¿Acaso crees que entregarle tu virginidad a Ian te ayudarán en algo? No seas estúpida. —Su móvil pita. —Ya hay un interesado. —Me lo muestra.
—¡Estás loca! —En el móvil se aprecia una foto de un hombre mayor vestido de saco y corbata.
—No se ve nada mal, ofrece un millón, pero por su edad esto será un favor así pues subamos medio millón más para que eso sea para mí. —Descolocada le veo escribir, su cejo fruncido y la manera rápida en la que teclea me hace saber que esto es serio. Más que ofendida me levanto para alejarme de esa loca.
—Sádica— gruño antes de alejarme.
—Joder Marilí. —Le siento a mi espalda. —Accedió al millón y medio... Lo sé está viejo y hasta algo de asco da, pero piénsalo ¿Cuánto puede durar ese viejo? Es más, cuidado y su pito flácido no se pone siquiera la mitad de duro que debería. — Me toma por el brazo y me detiene.
—Piénsalo Flaca, si yo no hubiera perdido mi virginidad con el imbécil de Sedrick, sin duda hubiera hecho esto sin pensarlo, mírame a mí... Entregué mi pureza por amor. ¿Y cómo he quedado? hecha una m****a y con el corazón roto, vamos esta es tu oportunidad para salir de la miseria en la que vives, no tendrás que soportar a tu jefe, tu madre podrá volver a Italia y poner su galería de fotos y esculturas que siempre a querido, tendrán una vida pacífica. —Escuchar a mi amiga me hace dudar un poco, pero tomando control de mis pensamientos y mi sensatez niego con la cabeza y soltándome le señalo con mi dedo índice.
—Lo tuyo es grave, no quiero escuchar más de esa estúpida propuesta que tienes y dile al viejo ojete ese, que se comporte como el hombre maduro que es, borra la foto de mi cuerpo que por cierto has tomado sin permiso. —Dejando a mi amiga con gesto osco me alejo de ella ¡Está loca!
Molesta con mi amiga y ella conmigo damos el resto de las clases separadas una de la otra, al terminar solo cruzamos una mirada y cada una va por su lado.
—Has llegado chiquilla. —Dice mi jefe. —Vamos hay muchas mesas por atender, hoy debemos atender el doble, así que saca de aquí tu precioso culo y atrae a más clientes. —Resoplo, detesto a ese hombre, pero he de quedarme callada esta vez, él es mi única solución para poder hacerle la operación a mi madre. Trabajo en el mercado de marisco, es un lugar nada pijo pero donde los extranjeros les gusta mucho venir, frente a los locales que son muchos hay una bahía. El lugar es completo, hay parques de diversión y tiene un largo tramo en el cual, puedes caminar y desplazarte por los distintos lugares, desde la Cinta Costera hasta el casco antiguo y más allá.
La jornada de trabajo fue pesada, hoy h**o más competencia que de costumbre, es una desventaja que los restaurantes estén pegados uno del otro, hay que pelearse a los clientes prácticamente.
—Jefe. ¿Puedo hablar con usted? —El hombre gordo, calvo y de dientes amarillos me mira. —Sé que esto no es nada profesional de mi parte y solo llevo trabajando un par de meses con usted, pero en serio estoy desesperada y mi madre está en el hospital, necesita una operación urgente. —Le miro directo a los ojos, creo que en ocasiones soy muy directa—. La operación me sale por 30 mil dólares, le juro que se lo pagaré todo, hasta el último centavo, pero por favor, ayúdeme. —Le pido sin llegar a los ruegos, le veo acercarse a mí, yo retrocedo con cierto grado de cautela hasta que la mesa me detiene.
—Eres muy bonita. —Acaricia mi mejilla y se va acercando más a mí—. Tu cuerpo me gusta mucho. —Baja su mano por mi cuello y la guía por mis brazos. —Si tan solo fuera mío. —Me mira con deseo y eso me provoca un asco tremendo, al sentir como baja la mano y la guía a mi sexo, sin pensarlo dos veces, saco mi pierna y con todas mis fuerzas le doy en los bajos con la rodilla.
—Es un viejo asqueroso, no debería siquiera pensar en las cochinadas que piensa, por eso ninguna chica dura trabajando aquí, da asco. —Quitándome el mandil se lo tiro a la cara y me largo de ahí.
Molesta y más preocupada de lo que estaba antes, me apresuro a tomar el metrobús de mi ruta. —¡Genial! Ahora sin dinero y sin trabajo. ¡Maldita sea! —Maldigo en voz alta llamando la atención de algunas personas, pero no me interesa tengo problemas mucho más grande que estar pensando en mi educación.
Al pasar por la casa de mi mejor amiga me detengo frente a ésta, esa idea es bastante descabellada, pero si el asqueroso de mi jefe me quería follar por 30 mil ¿Por qué no follarme a otro viejo por un millón y medio? Tomando mi móvil que está a punto de morir le envío un whats.
¿Puedes salir? estoy arrepentida y mi cola un poco más me desvirga.
No pasa ni un minuto cuando veo a mi amiga salir de su casa.
—Ya puedes sacar la cola de entre las patas. —Me suelta en tono serio. —¿Te has venido a disculpar o a contarme tus penas? —Haciendo un puchero le miro.
—Ese maldito quería acostarse conmigo...— hipo y mi amiga como no soporta verme así me abraza. Sentadas en la vereda viendo los coches pasar susurro.
—Lo haré. —Mi amiga me mira y una sonrisa se le dibuja en los labios.
—Esa es mi amiga. —chilla emocionada. —Veras que esa es la mejor decisión que pudiste tomar. —Sacando su móvil me lo muestra.
—Y cómo te conozco tan bien y sé lo inteligente que eres concerté una cita para mañana después de la U, el viejo tiene su empresa en Punta Pacífica, es cerca del hospital, podrás ver a tu madre en el proceso. —Asiento no muy convencida, todo está mal. <<¿Acaso me estoy volviendo loca? ¿En serio esta es mi única posibilidad?>> Tratando de olvidar todos mis miedos sonrío.
—Solo espero que no me ponga a chupársela. —carcajeo junto a mi amiga.
—La paga lo vale todo cariño, solo quiero que estés bien y tengas una mejor vida y por supuesto me lleves a Italia contigo. —Abrazando a mi Zaza beso su cabeza.
—Eres lo más loco que he conocido, pero algo debo reconocer y es que en todo lo descabellado que siempre piensas, siempre hay algo bueno en ello. Ahora venga, debo ir a ducharme, apesto y debo ir a ver a mi madre. —Nos levantamos del piso.
—Hablamos mañana en el campus, trata de descansar cariño. —dándole un beso en la mejilla le prometo hacer el intento.
Al llegar al hospital, ya me tienen quejas de mi madre, al entrar a la habitación le veo parada viendo por la ventanilla.
—¿Qué haces de pie? —pregunto y solo recibo una mirada furiosa. —Mamá nadie tiene la culpa que estés aquí. —Le recuerdo.
—Lo sé hija ¿Pero acaso no me pudieron llevar a un hospital menos caro? Solo en la estadía se nos van nuestros ahorros — se gira y me mira de frente.
—¿Has podido conseguir el dinero? —sonriendo feliz asiento, no debería dar nada por hecho pero quiero que se relajé, ya le contaré una vez esté fuera de peligro.
—Si mamá, todo está listo, ya he hablado con el doctor y para la semana que viene estarás operada. —mi madre se acerca a mí y me abraza.
—No sé que haría yo sin ti mi niña. —Besa mi cabeza. —Dios me ha dado un ángel como hija— sonrío.
—Un ángel que tú has vuelto demonio. —Me mofo.
—Es que cariño sabes que la vida es muy jodida y no quiero que sufras por las malas personas, recuerda debes ser inteligente e ingeniosa siempre. —Dándole un beso en la frente la guio a la cama.
—Tranquila que me has enseñado bien, debes descansar ¿Vale? Yo iré a comer algo. —Mi madre sin rechistar se va a la cama y yo salgo a comer, escuchar mi móvil pitar me recuerda que no lo he cargado, al sacarlo es un mensaje de mi amiga.
Debes sacar una cuenta bancaria y una vez la obtengas enviar el número de cuenta a este móvil.
Anexa el número, no puedo creer que verdaderamente haré algo tan loco y poco usual, pero será algo fácil ¿No?
Esta vez desperté mucho más temprano, no pienso irme sin bañar nuevamente. —Debo irme mamá, por favor por todo lo que más quieras y por la paz mundial... Pórtate bien ¿Capisci? —Le imploro. —Vale... Lo haré hija, estaré bien, con la explicación que me han dado ahora sé que corro peligro y no puedo desobedecer, no quiero dejarte sola. —Le sonrío con cariño, acercándome a ella le doy un abrazo y un beso.
Flaca vamos debemos irnos. —escucho que grita mi amiga, tomando mi bolso me apresuro a salir de casa, aseguro todo y al girarme le veo un poco más allá. Han pasado tres días desde que conocí al señor Hamann, hoy debemos ir a lo de las pruebas y eso me tiene un tanto nerviosa. Mamá está desesperada, quiere salir del hospital y no me extrañaría que los doctores y enfermeros quieran lo mismo ¡La señora es difícil! —Ya estoy aquí vamos. —Sin perder más tiempo nos dirigimos a tomar el autobús.
Despertar después de una noche de juerga es lo peor del mundo, el apestoso olor a alcohol se percibe en el ambiente, el dolor de cabeza es considerable pero nada de que preocuparse, poniendo mi mejor cara me miro al espejo y sonrío, estoy fatal. Lista y desayunada espero a mi amiga en mi casa, hoy es el gran día, el señor Hamann pondrá más que sus manos sobre mí, hoy me desvirgan por un millón y medio de dólares, si... por un millón y medio de dólares, es increíble mi locura.
El agua cayendo sobre mi cuerpo solo aportan más al deseo irracional que ese hombre me hace sentir, sus caricias son como pequeños tirones en mi piel, tirones deliciosos y placenteros, sus besos son ese afrodisíaco que me hacen perder la cordura y elevar mi libido. —Cada rincón de tu cuerpo me recordará —dice con voz tremendamente bronca. —Tus labios tendrán la sensación de los míos sin posibilidad de que puedan olvidarlo. —Lleva sus manos a mis caderas y me presiona más a él, su gigantesca erección se hunde en mi vientre y con cada respiración agitada que doy se hunde un poco. —Seré dueño de tu piel, de tus besos, de tus gemidos y de tu cuerpo— nos miramos a los ojos. —Serás mía— mis manos recorren cada línea de sus músculos, estos se contraen ante mi contacto. —Seré el primer hombre en tu cama, seré el dueño de tu primera vez— me besa con pasión, con esa pasión que me hacen desearlo más. —Eso me dan esperanzas de que su cuerpo y sus sensaciones también serán míos.
—Lo lamento mucho —me disculpo al verlo con el ceño fruncido, echando mano de los consejos de mi amiga le obligo a acostarse, ahora soy yo quien le dará placer. —Es justo que me gane tu perdón por el cortazo que nos dio mi madre. —Me monto sobre él y me siento sobre su erección sin que esta se hunda en mí, muevo mis caderas y siento como se tensa, beso sus labios y sus manos no tardan en recorren mi pequeño y delgado cuerpo, voy bajando mis besos por su cuello y su olor natural es demasiado delicioso, es un encantador de mujeres. Beso sus pectorales y mordisqueo sus tetillas hasta dejarlas duras, al llegar a esa tableta de chocolate de buena calidad paso mi lengua y doy algunos besos, me lo voy grabando. Al llegar a la mata de vello dónde sobresale su gigantesca erección trago con algo de dificultad, sin titubear lo tomo entre mi mano lo presiono e inicio a moverlo. —No lo presiones tanto. —Le escucho decir, el tono se me sube al rostro. —Tranquila lo estás haciendo bien per
—Está bien. —Le miro seria y aún sofocada por el esfuerzo que hicimos. —La próxima vez que me golpees te dejo sin bolas —le amenazo sin juegos. —Te ha gustado. —Besa mi cuello, tiene razón, pero no estoy dispuesta a entrar a ese juego. —No pude decir nada por lo salvaje que me estabas penetrando. —Frunzo el ceño. —Deja el mal genio. —Me pide sin dejar de acariciar mi cuerpo. —Entonces no me hagas enojar. —Cuando siento que mis piernas pueden sostenerme me alejo de él para terminar mi sándwich, mi sexo duele, no debí provocarlo de esa manera. Al terminar mi sándwich y obligarlo a que comiera conmigo nos dirigimos a la habitación donde me hace el amor como un loco, jamás creí que ese hombre a su m*****a edad podría tener esa resistencia, está haciendo que me trague mis palabras. —Joder —jadea con voz entre cortada, los dos estamos cansados y sudorosos.— Te mueves demasiado bien —sonrío por lo que dice— te pondré arriba más seguido. Una c
Han pasado exactamente cuatro días desde que el señor Hamann me folló, no he sabido nada de él y aunque mi sexo me lo recuerda cada vez que veo su maldito dibujo en la pared de mi habitación, paso de eso, he de olvidarme de lo que pasó y centrarme en que puedo disfrutar con mi novio, ese que vino con la cola entre las patas a pedirme perdón. Mi madre salió del hospital y ahora se encuentra en recuperación, me pregunta una y otra vez de dónde saque el dinero, como buena madre, se dio cuenta que mi antiguo jefe no me lo presto y por supuesto se enteró que ya no tenía un trabajo, no le he querido contar nada. ¿Para qué? No quiero que se ponga loca y su operación corra riesgos. —¿En serio no piensas en él? —Ahí está mi amiga, ella se encarga de hacer que no me olvide del señor Hamann, no hay un puto día que no me pregunte lo mismo. —Que no mujer, deja de fastidiar, no me cabrees la p**a vida. —Le ladro, prácticamente le escupo la cara.
—Esto es serio Marilí. —Al escuchar eso, contra todo pronóstico, la ira me invade. —Ese maldito desgraciado me compró —grito sin importarme que los compañeros estén también en el autobús— me las va a pagar... Juro que se va a lamentar cada palabra que ordenó escribieran en este contrato. —El dolor por el engaño de mi novio y la impotencia por haber sido tan descuidada me superan. —Si quieres llorar, llora. —Dice mi amiga en un susurro. —No voy a llorar, no tengo por qué hacerlo, no puedo culpar a Ian, él solo buscó lo que yo no le di y te recuerdo que también hice lo mismo —trato de no gritar— también lo engañé, pero por supuesto me tiene que escuchar y ya no quiero hablar más del tema, necesito pensar. —Mi amiga asiente. Por fin el profesor llega y salimos de aquel lugar. —Préstame tu móvil. —Ella me lo pasa, escribo un mensaje y me lo envío a mi misma, regresándoselo cambio su nombre en mi móvil. —¿Qué haces? —pregunta mi amiga confu