—Está bien. —Le miro seria y aún sofocada por el esfuerzo que hicimos. —La próxima vez que me golpees te dejo sin bolas —le amenazo sin juegos.
—Te ha gustado. —Besa mi cuello, tiene razón, pero no estoy dispuesta a entrar a ese juego.
—No pude decir nada por lo salvaje que me estabas penetrando. —Frunzo el ceño.
—Deja el mal genio. —Me pide sin dejar de acariciar mi cuerpo.
—Entonces no me hagas enojar. —Cuando siento que mis piernas pueden sostenerme me alejo de él para terminar mi sándwich, mi sexo duele, no debí provocarlo de esa manera.
Al terminar mi sándwich y obligarlo a que comiera conmigo nos dirigimos a la habitación donde me hace el amor como un loco, jamás creí que ese hombre a su m*****a edad podría tener esa resistencia, está haciendo que me trague mis palabras.
—Joder —jadea con voz entre cortada, los dos estamos cansados y sudorosos.— Te mueves demasiado bien —sonrío por lo que dice— te pondré arriba más seguido. Una c
Han pasado exactamente cuatro días desde que el señor Hamann me folló, no he sabido nada de él y aunque mi sexo me lo recuerda cada vez que veo su maldito dibujo en la pared de mi habitación, paso de eso, he de olvidarme de lo que pasó y centrarme en que puedo disfrutar con mi novio, ese que vino con la cola entre las patas a pedirme perdón. Mi madre salió del hospital y ahora se encuentra en recuperación, me pregunta una y otra vez de dónde saque el dinero, como buena madre, se dio cuenta que mi antiguo jefe no me lo presto y por supuesto se enteró que ya no tenía un trabajo, no le he querido contar nada. ¿Para qué? No quiero que se ponga loca y su operación corra riesgos. —¿En serio no piensas en él? —Ahí está mi amiga, ella se encarga de hacer que no me olvide del señor Hamann, no hay un puto día que no me pregunte lo mismo. —Que no mujer, deja de fastidiar, no me cabrees la p**a vida. —Le ladro, prácticamente le escupo la cara.
—Esto es serio Marilí. —Al escuchar eso, contra todo pronóstico, la ira me invade. —Ese maldito desgraciado me compró —grito sin importarme que los compañeros estén también en el autobús— me las va a pagar... Juro que se va a lamentar cada palabra que ordenó escribieran en este contrato. —El dolor por el engaño de mi novio y la impotencia por haber sido tan descuidada me superan. —Si quieres llorar, llora. —Dice mi amiga en un susurro. —No voy a llorar, no tengo por qué hacerlo, no puedo culpar a Ian, él solo buscó lo que yo no le di y te recuerdo que también hice lo mismo —trato de no gritar— también lo engañé, pero por supuesto me tiene que escuchar y ya no quiero hablar más del tema, necesito pensar. —Mi amiga asiente. Por fin el profesor llega y salimos de aquel lugar. —Préstame tu móvil. —Ella me lo pasa, escribo un mensaje y me lo envío a mi misma, regresándoselo cambio su nombre en mi móvil. —¿Qué haces? —pregunta mi amiga confu
—Mamá ya debo irme. —Grito apresurada, se me ha hecho tarde para ir al campus, no sé porque, la verdad no he dormido nada. —Hija espera. —me pide mi madre, freno en seco ante la puerta — ¿Hoy irás con ese hombre que te compró? —su pregunta me agota aún más, no quería pensar en eso. —Si mamá, pero eso será en la noche —me volteo y le miro— vendré antes a casa. —Ella frunce el ceño. —No estoy de acuerdo con eso, si ese hombre fue capaz de hacerte algo así ¿Qué más no puede hacer? —Su preocupación me hace sonreír, Kahin Hamann no sería capaz de lastimarme eso lo sé. —Tranquila mamá, él jamás me lastimaría. —Mi madre se acerca más a mí. — ¿Cómo estás tú tan segura de eso? ¿Acaso lo conoces desde ya hace un tiempo? —Resoplo cansada, cuando mi madre crea una desconfianza nadie se la quita. —No, no lo conozco, pero sé que él no me lastimaría mamá, debes confiar en mí. —me acerco a ella y le doy un beso en la mejilla—. Nos vemos
—Bien señoritas, hemos llegado. —Malcolm nos abre la puerta. —Joder... Qué gigantesca está. —Grita mi amiga alucinada y con emoción. —Cuando veas el interior se te va a quitar todo encanto. —Me encojo de hombros cuando me mira. —Siempre tienes algo que decir. —Me gruñe Kahin, le miro despreocupada. —Puedes recorrerla Carla, yo debo hablar con Marilí. —Mi amiga sin prestar demasiada atención se va. Siento la mano de Kahin en la mía y no tardo en apartarla. —Me sé el camino. —Subo directo a la habitación, él tras de mí, tras un silencio algo incómodo le miro. —Lo primero, quiero que me compres ropa para mí aparte y... —Marilí toda esa ropa es tuya. —Me interrumpe dejándome pasmada. —Todo lo que ves en ese closet es tuyo, ya te lo había dicho, ninguna mujer ha venido a mi casa. —Descolocada asiento. —Bien... No quiero pasar todos los fines de semanas aquí encerrada, porque de algo si estoy segura y es que no me vas a tocar n
—Tú cállate y pásame los Nuggets y ayúdame a cortar los vegetales. —Mi amiga, no muy convencida, hace lo que le pido. Al ver todo lo que tengo a mi disposición para la salsa, me apresuro a prepararla, la limonada me ha quedado deliciosa. — ¿Qué has hecho? —vuelve a preguntar mi amiga— tú no eres capaz de dejar pasar el tono con el que ese hombre te habló. —miro a mi amiga. —No hice nada, por lo menos no lo haré, será él quien se lo lleve a la boca ¿No? —sonrío con inocencia—. Vamos quita esa cara, no lo voy a envenenar. —Ruedo los ojos y entramos. —Aquí tiene su majestad, Nuggets de pollo frito, una salsa exquisita, vegetales perfectamente picados, mi madre es chef. —Sonrío tras mi mentira. —Su limonada al punto y con mucho hielo. —Le dejo la bandeja frente a él y me aparto. —Loan no lo comas. —Le advierte Kahin, al ver que se va a levantar prácticamente me le tiro a las piernas. —Cálmate. —Le miro a lo
Tras llegar a la villa todos nos disponemos a buscar nuestras habitaciones, cómo era de esperarse, el lugar es enorme y muy bonito, tiene unas cinco habitaciones gigantescas, cada una con aire acondicionado y su propio baño, una sala de estar con unos bonitos sofás y una enorme pantalla plana, la cocina es un gusto verla, espaciosa y muy limpia, ni que decir de la vista al mar ¡Es preciosa! Kahin se niega a dormir conmigo y no lo esconde, lo dice abiertamente y eso me hace sentir mal, no me importa que no duerma conmigo, pero la sensibilidad y el dolor que siento hacen que eso me afecte. Al ver que la habitación que me tocó, sonrío, tiene un pequeño porche, salgo y me siento en el piso para apreciar el mar, está atardeciendo y se ve maravilloso. —Hola flaca —saluda mi amiga sentándose a mi lado y abrazándome—. ¿Quieres hablarlo? —Niego con la cabeza. —Estoy bien, no hay nada de qué hablar. —Suspiro y sonrío para tran
—¿En serio Kahin no duerme contigo? —pregunta mi amiga sin poder creerlo. —Te lo juro, dice que si duermo con él me voy a enamorar. —Carcajeo. —Por favor... Me quitó la virginidad y aun así no me enamoré de él. ¿Por qué me voy a enamorar solo por dormir abrazados? —Mi amiga alza las cejas. —Bueno... En tu cama hay un oso tamaño real con el que duermes abrazada, cuando yo duermo contigo igual me abrazas, creo que llevas razón, no te enamorarías de él solo por dormir junto. —Asiento. —O sea, puedo hasta darle un par de mimos entre sueños ¿Pero enamorarme de él solo por dormir? Que no me joda. —Chillo. —Buenas noches. —le escucho y de inmediato dejo de reír. —Carla puedes dormir en cualquier habitación que desees. —Le miro con la boca abierta. &nbs
Al llegar al punto de partida para nuestro recorrido miro para todos lados, estoy tan emocionada que no sé por dónde iniciar. —¿Están segura de que aguantarán toda esta caminata? — pregunta Loan. —Le miro con la ceja enarcada. —Por supuesto que si. —afirmo segurísima de mí—. Vamos iniciemos, primero recorramos el sendero natural de árboles cuadrados, seguimos con el Mariposario, Cascada Chorro El Macho, el Centro de Orquídeas, el Jardín Zoológico, Observación de aves, escalamos la India Dormida y por último pasamos al museo. —Mi amiga igual de emocionada que yo, aplaude. Los chicos se miran entre sí y asienten. —¿Qué sucede con el serpentario? ¿Por qué no lo has mencionado? —pregunta Loan, cruzo una mirada con mi amiga y hago un gesto que es gracioso lo sé, ellos ríen. —No me gusta. —respondo despreocupada. —No voy a cargar a nadie. —Bufa Kahin. —Con tu amargura basta guapo. —Loan carcajea cuando lo escucha protestar. Iniciamos n