Capítulo 4. M*****a mujer.

Después de pensarlo durante unos minutos Romina le llama a Aranza su amiga y confidente, un tono, dos, tres, sin respuesta.

Comenzaba a desesperarse pero por mientras que esperaba para volverla a llamar, decidió salir en la camioneta del jardín frontal de los Osuna, suficiente había tenido con que su propio esposo la hubiera corrido frente a Mary, como para permitir que la corriera con la seguridad del lugar.

En una calle a unas cuadras de la mansión, volvió a llamar en varias ocasiones a Aranza, pero seguía sin responder, antes de darse por vencida después de la décima llamada mejor le dejó un correo de voz.

“Amiga imagino que estás ocupada — sollozos eran el sonido de fondo entre cada palabra que Romina pronunciaba— en cuanto escuches este audio, por favor, por favor comunícate, te necesito más que nunca”

Romina colgó y se fue directamente a casa de su padre, esperaba poder quedarse ahí solo un tiempo para pensar cómo hacer comprender a Gabriel que todo había sido un malentendido.

Al llegar a la casa de su padre y entrar, fue recibida por Rebeca.

- Dios mío que horrible estás, ¿Qué te pasó?

Preguntó al mismo tiempo que se acercaba a ella.

- Rebeca, sólo necesito saber si está mi papá, necesito hablar con él.

- Niña parece que te acaban de aventar de un barranco, porque luces tan deplorable. — Rebeca la ignoraba intencionalmente, siempre le había molestado la autoridad que esa mocosa creía tener sobre su esposo.

- Rebeca…

Romina no terminó la frase cuando el sonido de un vaso de cristal estrellándose contra la pared se escuchó al fondo del pasillo, donde estaba la oficina de su padre.

Sin preguntar nada Romina corrió en dirección del sonido, debía estar bastante mal, ya que su padre jamás había sido de lanzar cosas a nada ni nadie, pero al entrar lo que se encontró fue totalmente distinto a lo que esperaba.

En el fondo de la oficina estaba su hermano con el teléfono en una mano y con la otra había golpeado la pared, respiraba pesadamente como si acabara de correr un maratón, cosa imposible ya que la condición de Axel era todo menos buena.

-  ¡Hijo!— se escuchó el grito de Rebeca quien iba llegando detrás de ella.

Para acercarse a su hijo empujo a Romina a un lado, pero gracias a los reflejos de ésta alcanzó a agarrarse de la puerta antes de caer.

- ¿Qué tienes hijo de mi alma?— Rebeca sonaba sinceramente preocupada y alterada también por el estado en que se encontraba su hijo.

- ¡Maldita mujer!— fue todo lo que dijo Axel antes de darse media vuelta y encontrarse con el motivo de tal desesperación.

- ¿Quién?— Rebeca aún estaba confundida.

- ¡Una cosa Romina! — gritó furioso Axel— Sólo una cosa te tocaba hacer por la familia, pero eres tan estúpida que no pudiste ni con eso.

Romina se puso blanca, pero a pesar del terror que le provocaban los ojos endemoniados de su hermano se envaró cual alta era su metro cincuenta y cinco de alta.

- No hice nada. — declaró firme.

- No, no hiciste nada y ese es el problema, ¿sabes con quién estaba hablando hace un momento? — no esperó respuesta porque continuó— por lo visto con tu futuro ex esposo.

Una exclamación de sorpresa y comprensión se escuchó en la dirección de Rebeca, quien al escuchar lo último se había llevado las manos a la boca de la impresión.

- M*****a inútil, todo lo tenías, absolutamente todo, pero aun así lo echaste a perder, ¿cómo te atreviste a engañar con alguien más a Gabriel? Pedazo de basura.

No era extraño que se refiriera a ella de  esa manera, desde que tenía uso de razón ella había recibido toda clase de calificativos que conforme su hermano menor iba creciendo se hacían más humillantes, pero igual de faltos de creatividad, tan básicos como él.

 - Sabes lo que acabas de provocar, Gabriel me acaba de cancelar todos los pedidos de suministros para las próximas tres construcciones que la constructora Osuna tiene programadas y confirmadas iniciar el próximo mes, nosotros ya compramos el material, ya lo tenemos en bodegas incluso, ¿Qué vas a hacer con todo lo que vamos a perder?

Romina no había  pensado que Gabriel se moviera tan de prisa, incluso solo quería dejarlo que se calmara y al día siguiente volverlo a intentar, volver a intentar hacerse escuchar, por lo visto no le daría ni esa oportunidad.

- Yo lo arreglaré. — no sabía cómo pero tenía la esperanza de recuperar su matrimonio.

- Claro que lo arreglarás. — Ordenó Rebeca— no podemos darnos el lujo de perder la constructora como cliente.

Rebeca no sabía nada de negocios, menos de la Empresa de materiales de su esposo, pero era consiente que el ochenta por ciento si no más de las utilidades se las daban Construcciones Osuna.

Sin ellos toda la familia se quedaría en serios aprietos económicos, Rebeca no podía tolerar la frustración de ver peligrar su estilo de vida, así que sin detenerse un poco se fue sobre Romina para estamparle una cachetada desde lo más profundo de su ser.

Romina no se esperaba el golpe así que esta vez sí se dio de lleno con la cabeza en la puerta, y le dio con el filo, así que se abrió una pequeña herida y dejó de ver bien, estaba mareada.

Pero nada de eso consiguió detener que escuchara como Rebeca le gritaba.

- No sabes ni con quien acostarte m*****a, por tu culpa vamos a perder todo.

Romina mareada como estaba y deteniéndose con una mano la herida en la cabeza que comenzaba a sangrar, no pudo defenderse y Axel la sacó a tirones de la casa con total facilidad, para cerrarle la puerta en la cara.

A como pudo Romina se subió en su camioneta, pero al intentar encenderla, no pudo, lo intentó varias veces hasta que apareció un candado en el tablero, estaba bloqueada.

Se recostó en el respaldo entendiendo lo que estaba sucediendo Gabriel la había reportado robada y así se había bloqueado, recordó sus palabras “Así como viniste así te vas, con una mano delante y otra detrás”

Dejó la llave electrónica en la camioneta de nada le serviría ya, y comenzó a caminar  a la salida para ver en dónde podría atenderse  la herida de la cabeza.

Treinta minutos después, se encontró con una farmacia, entró a pedir unas gasas, alcohol y una cinta, necesitaba poner algo en la herida ya que no dejaba de sangrar.

- Muchacha aquí tienes.

La encargada le entrego las cosas y la cuenta, Romina le dio su tarjeta, luego de dos intentos y no pasar la encargada de la farmacia se la regresó.

- Muchacha la tarjeta no pasa, un intento más y te la bloquean. — Romina suspiró resignada, así que también había bloqueado las tarjetas.

Sin darle importancia comenzó a buscar efectivo en su bolso, pero no completaba el monto.

—Sabes qué le dijo la encargada no te preocupes— La veía cansada y muy desgastada.

No lo pensó dos veces y la tomó de la mano para sentarla en una silla cercana y curarla ella misma.

- Pero no tengo para pagar. — Romina no quería meter en aprietos a la amable mujer.

- No te preocupes todas necesitamos ayuda de vez en cuando.

La curó sin pedirle nada y le deseó suerte, al despedirse le dijo.

- Muchacha, aquí estoy y todos los días si necesitas algo puedes venir.

Romina llena de gratitud y vergüenza asintió saliendo de ahí un poco menos dolorida de la frente y del corazón.

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