Las huellas en la arena fueron borradas rápidamente por las olas que comenzaban a llegar más y más lejos cada vez, Rose seguía caminando de un lado a otro esperando a que los Smith llegarán, pidiendo que al menos esta vez pudieran hacer las paces y ya no volver a pelear, sabía que no podían volver a como eran antes, pero podía intentar.

La noche caía poco a poco, midió la distancia del sol y el horizonte con los dedos para calcular cuántas horas de luz le quedaban, y al notar que aún tenía tiempo decidió sentarse y esperar un rato más.

Poco después perdió la noción del tiempo, sumida en sus pensamiento ni siquiera noto cuando dos apuestas chicos se sentaron a su lado.

— ¿Entonces para que nos llamó? — Alzó la voz el mayor cuando el menor le hizo una señal.

Rose dio un pequeño salto por el susto y luego les golpeó los hombros a ambos — ¿Les falla la cabeza o qué? ¿Por qué no avisan que llegaron?

— Te estamos avisando ahora — Contesto el mayor — ¿Para qué querías vernos?

Rose suspiro