V.

AMALIA.

Veo al rey con una mezcla de miedo, sorpresa, confusión y nervios, mientras él solo me ve con una leve sonrisa -que parece falsa- en su rostro.

Me sobresalto un poco y vuelvo a la realidad cuando de repente todos los que nos rodean empiezan a aplaudir haciendo que vea todo nerviosa.

¿¡Por qué aplauden!?

Busco a mis primos con la mirada y cuando doy con ellos los veo aplaudir al igual que los demás, solo que Ami alza los hombros y Pato me sonríe con una expresión de "no sé qué decirte".

Siento como el monarca me acerca aún más a él, lo que provoca que lo voltee a ver y él se inclina un poco para cuestionarme en el oído seriamente y en voz baja:

—¿Quiénes son ellos?

Mi piel se eriza y con muchos nervios le contesto:

—M-M-Mis pr-primos.

Él solo murmura un "bien" antes de alejarse y, para mi alivio, dejar de apretarme a su cuerpo.

Suspiro aliviada y llevo una mano en mi pecho para sentir como mi pobre corazón late como loco.

No sé como es que todavía sigo viva.

—VUELVAN A SUS ASUNTOS —doy un mini salto ante el grito inesperado del rey—. Y QUE SIGA LA FIESTA.

Lo veo chasquear los dedos hacia la orquesta, los cuales empiezan a tocar mientras los consortes aún sin pareja hacen la reverencia de despedida antes de moverse para hacer las dos filas correspondientes mientras yo los veo nerviosa y puede que con un poco de envidia, ya que ellos estarán por lo menos un año más sin ser el objeto de alguien más.

Escucho como alguien se aclara la garganta y cuando volteo, miro al rey tenderme la mano.

Lo veo nerviosa y del mismo modo acepto su mano.

El rey aprieta mi mano y me acerca a él para pasar un brazo por mi cintura y hacer que caminemos hacia... un lugar.

Pasamos por donde están Pato y Ami y yo los veo nerviosa mientras ellos me miran con lástima.

Llegamos a una puerta y cruzamos por ella para encontrarnos con unas escaleras, las cuales empezamos a subir para llegar al balón principal en donde vemos todo el salón.

—Siéntate ahí.

Asiento con la cabeza y obedezco al rey, el cual toma asiento a mi lado y chasquea los dedos para que todos los seres empiecen a hablar, bailar o hacer cualquier otra cosa que no sea quedarse callados y mirarnos

Juego con mis manos nerviosamente mientras siento la mirada fija del hombre a mi lado.

—¿Cómo te llamas?

Intento verlo a la cara, pero mis nervios me ganan y termino viendo mis manos al contestarle:

—A-Amalia.

—Con que A-Amalia —lo escucho murmurar mi nombre como si lo estuviera probando y burlándose al mismo tiempo—. Me encanta tu nombre.

Asiento sin saber qué decir o como reaccionar.

—No te pongas nerviosa —me dice—. No te voy a morder o a comer, bueno, no al menos que tú quieras, claro.

Me sorprendo y avergüenzo por sus palabras, hasta que recuerdo que hay habitaciones en este edificio para los que encontraron a su pareja y normalmente ahí ellos... eh, bueno, se conocen más.

Y con eso me refiero a que estudian de una manera muy profunda la anatomía del otro.

—Supongo que tienes 21 años o vas a cumplirlos, ¿no? —habla el rey—. Porque de lo contrario te habría detectado en las otras fiestas.

—A-Así es, rey.

Lo escucho reír en un tono muy bajo.

—Eres mi alma gemela, mi chocolatina —me comenta—. No tienes que hablarme con títulos, en vez de eso, me puedes decir amor, cariño, osito de peluche, lobito, amor de mi vida, mi media naranja, novio, pastelito, regalito, caramelito, chocolatito, tesoro, bebé, bizcochito, honey, osito bubu —empiezo a sentir como me pongo roja—. O simplemente me puedes hablar por mi nombre.

Asiento con la cabeza sin decir nada.

—Eres muy callada —me dice— ¿Normalmente eres así?

No.

Asiento con la cabeza sin voltear a verlo.

—Que lastima, tienes una voz muy hermosa para no hablar mucho.

Trago saliva antes de murmurar:

—G-Gracias.

—No hay de que —me dice—. Después de todo, solo digo las cosas como son.

Ambos nos quedamos en silencio y solo vemos a las personas socializar, ya sea con sus parejas o con otros seres.

—¿Tienes sed?

Niego.

Doy un mini brinco en mi asiento cuando siento como el rey me agarra de una mano y posteriormente, levanta mi barbilla para verlo a la cara, pero a pesar de eso evito mirarlo a los ojos.

—Vamos a bailar.

Se levanta de su asiento y yo copio su acción.

Solo quiero que este día acabe.

🍋🍋🍋🍋🍋

Agg, maldición.

Sigo bailando a pesar del dolor de mis piernas por estar usando mucho tiempo tacones.

Lo malo y bueno a la vez de ser una "joya", es que los tacones que utilizamos son diseñados a la medida para cada una y no nos hacen heridas de ningún modo, pero eso no evita el hecho de que nos cansemos por usarlos.

Muevo mi cara y la recuesto mejor en el pecho del rey.

Creo que lo único que me gusta de este baile es que no tengo que mirarlo a los ojos o ver como los demás nos observan.

Sí, nosotros somos el bicho raro de aquí y por eso todos nos ven raro, aunque traten de disimularlo.

Por otro lado, lo que no me gusta es estar tan cerca de él, ya que me pone muy incómoda.

—¿Estás cansada?

Niego contra su pecho.

Seguimos bailando hasta que dan el anuncio de que es hora de que todos regresen a sus mesas para cenar.

El rey se separa de mí y pasa un brazo por mi cintura para hacernos caminar hacia nuestros asientos, en donde ya está una mesa con dos platos.

Nos sentamos y empezamos a comer al igual que todos mientras la orquesta sigue tocando y algunas personas hablan.

Volteo a ver discretamente al rey para poder ver la hora en el reloj que trae en su muñeca.

Veo como gira su cabeza en mi dirección, así que rápidamente vuelvo a mirar la comida para fingir que no ha pasado nada.

Hago una mueca cuando por estar fingiendo que no voltee a ver al rey me llevo un pedazo de jamón de pimiento a la boca.

Que asco.

Veo como el rey agarra mi plato y se sirve mi jamón de pimiento en el suyo antes de poner un par de sus verduras en mi plato y ponerlo delante de mí.

Lo veo un poco confundida, pero decido no tomarle importancia y volver a comer.

Se me quita el hambre más rápido de lo esperado y solo muevo la comida con el cubierto mientras los demás siguen cenando hasta que unas personas del servicio empiezan a recoger todos los platos.

—¿Te gusto la comida?

Asiento sin voltear a verlo.

Ninguno de los dos vuelve a decir nada y solo nos dedicamos a ver a los demás seres, los cuales empiezan a ser cada vez menos, ya que la mayoría se está yendo a las habitaciones a... "hablar de finanzas".

Muevo mis pies intentando encontrar una posición cómoda, porque todavía los sigo sintiendo cansados.

Malditos tacones.

—Vámonos.

Asiento y ambos nos levantamos de los asientos.

Sigo al rey, el cual camina delante de mí, hasta que salimos del gran salón, y eso me pone un poco alerta y nerviosa, por el hecho de que no hace falta decir a donde vamos y que vamos a hacer.

—Espera aquí.

Asiento y me siento en una silla mientras el rey se acerca a una mujer que está detrás de una mesa.

—Quédate aquí.

Levanto la mirada y veo a la pareja de mi primo decirle eso, antes de que él se siente a mi lado y ella haga fila detrás del rey.

—Hola —me dice Pato.

—Hola —le digo sin ánimos.

Ninguno de los dos vuelve a hablar.

Estar así con Pato me recuerda mucho a como era todo antes de que nos volviéramos cercanos.

El rey se acerca y se pone delante mío.

—Vámonos.

Asiento sin verlo a la cara y me levanto de la silla.

Le digo a Pato –bye– con la mano antes de irme de ahí.

Sigo al hombre delante mío hasta que él se detiene y con una llave abre una puerta.

—Entra.

Acato su orden y entro a la habitación.

No. Puede. Ser.

Veo la habitación sorprendida, ya que está se encuentra con una decoración muy... ¿romántica?

Escucho como la puerta es cerrada con llave antes de ver la silueta del rey pasar a mi lado.

—Siéntate en la cama.

Lo obedezco y después veo como él pone delante de mí y se arrodilla.

—Levanta un poco la falda del vestido.

—Está bien.

Levanto la falda de mi vestido dejando al descubierto mis piernas y pies.

El rey me agarra el pie derecho y observo como le quita el seguro al tacón dorado que tengo puesto para después quitármelo y dejarlo a un lado antes de hacer lo mismo con el otro pie

—Listo.

Se levanta y yo suelto la falda.

Ok, eso no me lo esperaba.

Veo al rey –el cual está de espaldas– y miro como se quita el antifaz antes de empezar a hacer lo mismo con el saco y la camisa que trae puestos.

¿Dato curioso? Parece ser muy musculoso y tiene muchos tatuajes.

Se da la vuelta y yo veo hacia otro lado.

Confirmado, es muy musculoso.

Siento como se pone delante de mí y yo sigo viendo la pared, ya que no lo quiero ver así, lo cual es irónico tomando en cuenta a que venimos a hacer a esta habitación.

—Toma.

Me tiende su camisa y saco y yo los agarro un poco insegura.

—Puedes usarlos para dormir —lo veo sorprendida, pero desvío la mirada rápidamente—. Puedes cambiarte en el baño o aquí, solo dime en donde prefieres hacerlo para darte privacidad.

Me quedo callada pensado en sus palabras.

¿Él no me va a tocar?

—Chocolatina, necesito tu respuesta.

—Ah... sí... yo... —hablo nerviosa—. Eh... ¿Aquí?

—¿Segura?

Niego con la cabeza.

—Bueno, en ese caso, yo me quedo aquí y tú vas a cambiarte al baño —se sienta a mi lado y yo me sobresalto un poco por eso— ¿Quieres que te ayude con los lazos del vestido?

Asiento con la cabeza.

Siento como el rey toca mi espalda y como va a desatando el vestido, ya que la parte de arriba es un corset.

—Listo, ya terminé —me dice—. Ten cuidado al levantarte, se te puede caer el vestido.

—Está bien, gracias.

Sujeto bien la parte de arriba del corset y me levanto de la cama con dirección al baño.

🍋🍋🍋🍋🍋

¡Tú puedes, tú puedes, tú puedes!

Suspiro y agarro el pomo de la puerta después de darme ánimos (o intentar hacerlo) para salir.

Abro la puerta decidida, pero eso cambia cuando veo al hombre sentado en la cama ver en mi dirección.

Veo hacia otro lado y cierro la puerta después de salir.

—¿Estás bien?

Asiento con la cabeza mientras veo mis pies desnudos.

—Supongo que debes de estar cansada y tener sueño —habla el rey—. Tú duerme en la cama, yo voy a dormir en el sofá.

¿Qué?

Veo como se levanta de la cama y se acuesta en el sofá antes de que yo vaya a la cama a acostarme.

—Buenas noches, mi chocolatina.

—B-Buenas n-noches.

Veo en su dirección antes de darme la vuelta y abrazar una almohada para dormir, lo cual termino haciendo después de mucho tiempo.

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