CAPÍTULO 2

Cuando Liesel llegó al coche estaba temblando, la emoción al verlo de nuevo fue tan fuerte que su respiración aún no se había tranquilizado. Dio un par de grandes y profundas bocanadas de aire para poder manejar a casa. Y cuando llego lo único que quiso fue dormir, y entonces ella comenzó a soñar.

Liesel nunca se imaginó que ese día su vida cambiaría para siempre. A su corta edad ella casi se hizo a la idea de que el amor le estaba negado.

«Yo no nací para amar».

Era el mantra que se repetía cada día, y con eso no solo lograba engañar a su mente, sino también a su corazón.

Estaba a pocos meses de cumplir diecisiete años y nunca se había enamorado. Cómo enamorarse cuando te pasas las horas pensando en que tal vez mañana sea el principio del fin de tus días

Esa noche tenía una cena en casa del nuevo socio de su padre, la familia Von Steiger. Era el cumpleaños número veintitrés del hijo mayor. Ella había alzado una ceja cuando fue informada. 

«Qué chico tan raro». Pensó. Cuando ella cumpliera la mayoría de edad, estaría festejando en un club, hasta muy entrada la noche, para nada sería con una aburrida cena formal. Se río.

Liesel, ¿ya estás lista? preguntó su madre desde la puerta.

—Eso creo. —Hizo una mueca y mordió la parte interna de su mejilla.

Liesel nunca se sintió hermosa y mucho menos atraída por la moda como las jovencitas de su edad. Le daba lo mismo ponerse lo que fuera, pero ese día su madre, que se obsesionaba con que ella siempre estuviera presentable, había escogido su guardarropa.

Liesel no se sentía muy cómoda con el vestido, ella prefería los jeans y las camisetas, pero era una cena formal y como tal debería ir vestida.

Su madre eligió un vestido color crema, sin mangas y corte a la cintura en la que descansaba un listón negro que daba elegancia al vestido. En sí era muy sencillo por lo que era perfecto para ella. El cabello recogido en un moño apretado. Supo que, al finalizar la cena, tendría dolor de cabeza. Liesel siempre usaba el cabello suelto, su melena ondulada era libre todo el tiempo.

Mamá, seguro que me veo bien.

Estas bellísima Liesel, serás la chica más linda de esta noche.

Lo dudo. Pensó, pero se limitó a sonreír agradecida con su madre por siempre darle ánimos.

La casa de los Steiger era enorme, pero lo que llamó la atención de Liesel era que estaba rodeada de hermosos jardines, a primera vista le gusto.

En la entrada fueron recibidos por los señores Von Steiger y una joven que fue presentada como Tatiana Von Steiger. Pronto las chicas se hicieron amigas, eran las únicas que coincidían en edad.

Los chicos que se encontraban en la “fiesta” eran un poco mayores que ellas y para nada giraban sus cabezas hacia un par de chicas delgaduchas cuando frente a ellos, hermosas mujeres de su edad coqueteaban abiertamente.

Liesel no hallaba la hora de irse, se sentía extrañamente nerviosa. Ese ambiente le asfixiaba, no se sentía a gusto y al parecer nunca lo haría. Rodeada de tanta gente estirada que al mirarla se extrañaba al ver que no heredó la belleza de su madre o la seguridad de su padre, más bien parecía la hija adoptada de los Dunham.

Tatiana voy a salir un rato al jardín, necesito un poco de aire.

Estás bien.

Tanto como puedo estarlo.

Qué quieres decir.

Nada, solo que estas fiestas me abruman. Para nada me siento cómoda.

Te acompaño entonces.

No. Tú debes permanecer aquí por si alguien te busca.

Y si a ti te buscan.

No tardaré, te lo prometo.

Liesel salió al jardín, era realmente hermoso. Le encantaba el aroma que emanaba de ese lugar. El sonido del viento, el canto de las aves nocturnas y la luz de luna. Esa noche había luna llena e iluminada gran parte del jardín.

Comenzó a caminar hasta una fuente que capto su atención, pero los tacones se hundían en el césped y decidió quitárselos. La fuente era de un solo nivel, pero en el medio había un montículo de piedra y sobre él, los cuerpos de lo que parecían animales, pero que de lejos no logro distinguir. Qué cosa era lo que adornaba la fuente que ocupaba gran espacio del hermoso jardín. Leones tal vez, pero no podía decir a ciencia cierta, así que siguió caminando.

El asombro le golpeó en la cara cuando al llegar vio que un par de hermosos lobos aullaban a la luna, y de entre sus cuerpos salía un chorro de agua tan blanca que parecía irreal. En las orillas, pequeños cachorros de lobo jugaban alrededor de la pareja. Sin pensarlo mucho Liesel decidió que eran un macho y una hembra y los cachorros eran los críos nacidos de su amor.

El romanticismo no te llevara a nada bueno Liesel. —Se recordó en voz alta para detener el hilo de sus pensamientos.

Se sentó en una banca cerca de la fuente y la contempló. Al principio los cachorros te hacían pensar que era una escena feliz, pero si te detienes un poco a mirar, los ojos del lobo más grande estaban cerrados y en su gesto había dolor, además aullaba a la luna. Los lobos solo aullaban cuando sufrían, entonces que era lo que adolece a esta hermosa escultura, quiso tocarla, pero detuvo de inmediato ese pensamiento cuando se recordó que estaba en mitad de una cena elegante y vestía de largo, de seguro que se mojaba el bajo del vestido si se zambullían en la fuente.

«Después», pensó.

Estaba admirando el conjunto de esculturas que adornaban la fuente frente a ella cuando de pronto una nube tapó gran parte de la luna y el jardín cayó preso de los velos de la noche. Liesel sintió calosfríos y a estos se sumó la angustia cuando del otro lado, una figura emergió de la oscuridad. El corazón comenzó a latir a toda velocidad.

«Acaso sería un ladrón que logró burlar la seguridad o un acosador». 

Casi río ante este pensamiento, quién estaría tan loco como para acosarla, sobre todo a ella. 

El hombre salió de entre las sombras, pero aun así no lograba ver su rostro, la caprichosa naturaleza se había confabulado con esta criatura para aterrarla aún más. Liesel no aparto la mirada de ese hombre, aunque no lograba verle el rostro y para colmo vestía completamente de negro.

«Si, definitivamente era una criatura de la noche que se mezclaba como otra pieza más del hermoso jardín nocturno». 

Lentamente se fue poniendo de pie sin dejar de mirarlo, no podía apartar los ojos de él. La nube que ocultaba la luna decidió seguir su curso y de nuevo brilló con todo su esplendor. El hombre frente a ella quedó al descubierto en ese momento, pero Liesel lo sintió igual de aterrador.  

La penetrante mirada la mantuvo clavada en la tierra cuando el hombre comenzó a acercarse, ya no era ella quien decidía si salir corriendo o quedarse hasta poder tocarlo. El aire nocturno se hizo presente en ese momento erizando su piel y haciendo volar la tela de su vestido.

Liesel se quedó ahí mismo, de pie frente a la gran fuente. No sabía a bien lo que acababa de suceder. Ese hombre, esa hermosa criatura de la noche, la había mirado y por un momento ella sintió una fuerte conexión. Su corazón, primero latió a un ritmo irregular, y luego durante un segundo se detuvo para después volver a latir, a latir por él. Por ese desconocido que se apoderó de su voluntad, de su miedo y a partir de esa noche del latido de su corazón.

Liesel regreso a la fiesta momentos más tarde. Era tan extraño lo que acababa de ocurrirle. Nada más entrar en el salón, se encontró buscándolo, buscando esos ojos negros que no la abandonaban, que invadieron su mente sin darle tregua.

—Liesel – la llamó su mamá – donde te habías metido, ven quiero presentarte al hijo de los señores Von Steiger.

Liesel se dejó llevar por su madre hasta el centro del salón, rodeado de varias personas se encontraba él chico del cumpleaños, porque con veintitrés años aun estas en edad de cometer locuras, se dijo.

Llegaron hasta el grupo de personas en el que estaba su padre, este le sonrió al verla acercarse. Los señores Steiger y Tatiana, también se encontraban ahí, y ella sintió alivio. Alivio que desapareció en el mismo instante en que sus ojos se posaron sobre otro par de ojos negros, unos que tenía gravados con fuego en su corazón y que sabía no podría olvidar jamás.

—Derek, esta es Liesel. La hija de los señores Dunham.

—Vamos Liesel, felicita a mi hermano por su cumpleaños.

Liesel se le quedó mirando, aun con luz su mirada le causó calosfríos, no de miedo se dijo inmediatamente, era una sensación diferente, que se manifestaba con fuerza y pasión…

La urgencia de sus emociones la embriagaron y cuando se vio caminando en dirección a Derek se sintió mareada. La respiración le hacía subir y bajar los pechos que se habían puesto duros contra la tela del vestido. La mirada de él la mantenía atrapada, presa de su presencia y ella no podía, no quería hacer nada más que entregarse a él.

Felicidades señor Von Steiger.

«Muy bien Liesel, fría e impersonal». Se felicitó.

Eso no es una verdadera felicitación de cumpleaños, abrázalo Liesel.

Antes de terminar la oración Tatiana ya estaba empujando a su nueva amiga hacia los brazos de su hermano.

Liesel tropezó con sus pies y cayó directamente en los brazos de Derek, golpeándose la barbilla contra su pecho.

—Auch.

No pudo evitar quejarse.

— ¿Te encuentras bien?

El susurro de su voz contra su mejilla, causo en ella un estremecimiento.

Para Liesel estar entre los brazos de Derek fue la sensación más maravillosa que experimentó jamás. Su corazón cantaba de felicidad por este hombre, era una sensación tan tormentosamente placentera, pero aun así no quería que terminase nunca. Los ojos de él la mantenían hipnotizada de una manera que la hacía perder la noción de todo lo que no fuera Derek Von Steiger. 

De pronto ya no estaba entre sus brazos y esa emoción se fue convirtiendo lentamente en ansiedad, un anhelo por lo que acababa de tener y perder tan pronto. Sus brazos incómodos porque querían seguir alrededor de ese hombre fuerte y cálido que tranquilizaba su alma y la hizo añorar un futuro que tal vez nunca tendría.

Habría sido mejor no conocer a Derek. Por lo menos antes era más fácil negar estos sentimientos. 

Lágrimas se abultaron detrás de sus ojos y rápidamente se puso la máscara de «no pasa nada, yo estoy muy bien»

Liesel se lo quedó mirando sin saber qué hacer, esperando una reacción de su parte, pero nada paso.

Una chica rubia se acercó hasta Derek llevándoselo del grupo.

—Patricia, nadie importante —susurró Tatiana a su lado —se creé la novia de mi hermano.

¿Y no lo es? —soltó la pregunta antes de poder detenerse

—¡Claro que no! Derek tiene mejor gusto que eso.

Es muy bonita.

Sí, pero es muy presumida, además se rumora que ha estado con todo su grupo de amigos. ¿Si sabes a qué me refiero? —Tatiana levantó la ceja esperando a que su nueva amiga hiciera un comentario.

No deberías decir ese tipo de cosas.

Yo solo repito lo que escuche.

Aun así.

Liesel encogió los hombros. No soportaba la idea de que Derek tuviera novia. Ahora estaría fuera de su alcance para siempre, si es que él se dignaba alguna vez a volver a mirarla, ella nunca podría competir con una chica como Patricia.

Momentos más tarde Liesel no soportó el malestar que le producía ver a Derek abrazado a la cintura de su “novia”, el nerviosismo se apoderó de su cuerpo y pronto estaba comiéndose las uñas.

Por favor mamá, vámonos —pidió un tanto alterada.

¿Te sientes bien, Liesel?

La verdad es que no, necesito descansar.

Liesel se despidió de su amiga y sus padres de los señores Steiger, y por más que busco no pudo encontrar a Derek antes de irse. Quería verlo una vez más, asegurarse de que él era real y no solo un producto de su muy activa imaginación, pero no tuvo suerte.

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