Amor a primera vista

Como casi todas las mañanas, iba a mi cafetería favorita para desayunar. Me gustaba ir en bicicleta porque quedaba a sólo unas calles de mi casa y el clima de ese día estaba precioso.

Estaba a punto de llegar, podía ver el local a lo lejos, bajé un poco la velocidad cuando noté que más adelante estaban descargando un camión de mudanzas.

Ese día, cómo si fuera obra del destino...lo vi por primera vez.

Sentí algo tan extraño que hasta el día de hoy no tengo explicación, mi corazón comenzó a latir muy rápido mientras todo a mi alrededor se congeló.

Un segundo, tardé sólo un segundo en enamorarme de él.

Nuestras miradas se cruzaron y la mantuvimos fija en el otro, sin pestañear, sin esquivarnos. Su ceño se frunció ligeramente y me siguió con la mirada.

Hasta que me estrellé contra un arbol.

—Niña...¿Estás bien?.—una señora se acercó a mi rescate y me sujetó del brazo para ayudarme a levantar del suelo.

—Sí-sí...gracias.—le respondí con una sonrisa mientras me sacudía la ropa.

Iba a poca velocidad y por eso el golpe no fue tan doloroso aunque me sentía muy avergonzada. Me di la vuelta para volver a ver al chico pero ya no estaba.

Me sentí bastante aturdida por el golpe y decidí terminar el recorrido a pie, llevando mi bicicleta, la aparqué en donde solía hacerlo siempre, me quité el casco y antes de entrar a la cafetería eché otro vistazo para intentar encontrar al chico de nuevo.

Ese fue el día en que me perdí en su mirada.

La segunda vez que nos vimos fue menos aparatoso, estaba en la fila del supermercado, esperando que la señora Patsy terminara de contar todos los cupones que llevaba en su cartera para pagar sus víveres.

Alguien me había chocado el trasero con un carrito del super y cuando me giré para reclamarle quedé petrificada. De cerca era incluso más atractivo y al verlo a los ojos volví a entrar de nuevo en esa especie de trance donde el tiempo parecía detenerse.

—Lo siento mucho...

Ni siquiera pude responderle. Claro que quería decirle algo pero las palabras se quedaban atravesadas en mi garganta. Me sentía como una idiota, mi única respuesta fue asentir con la cabeza y volví a darle la espalda.

Esperé unos minutos y miré disimuladamente por encima de mi hombro, él seguía mirándome y apretó los labios regalándome una sonrisa. Le sonreí también y ese fue todo el contacto que tuvimos ese día.

Después de eso, no volví a toparme con él en todo el mes y era raro pero sentía que lo extrañaba, como si me hiciera falta verlo para continuar con mi vida normal. Cuando iba al supermercado o pasaba por la calle en donde lo había visto por primera vez, prestaba más atención a mi alrededor con la esperanza de encontrármelo.

Estaba decidida a hablarle, me sentí una tonta ese día en el super cuando ni siquiera pude abrir la boca para decir algo. Seguramente él ya creía que era rara.

La tercera fue la vencida.

Fue en una fiesta de Halloween que organizó el novio de mi mejor amiga, era algo benéfico, el dinero que recolectarían con el costo de la entrada lo donaría al refugio de animales y a las instituciones de cuidados ambientales que se encargaban de reducir el calentamiento global y ese tipo de cosas.

Me pareció divertido disfrazarme de Morticia Addams, ademas de que era la excusa perfecta para vestirme gótica sin sentirme juzgada.

La fiesta estaba repleta de gente, con disfraces que iban de lo divertido hasta lo cliché. Como siempre estaba sola, en una esquina, bebiendo ponche mientras observaba como todos los demás se divertían.

No me gustaba mucho venir a fiestas y sólo vine a esta porque Chloe me insistió, ademas era una buena causa.

—Eres la única Morticia Addams y eso te convierte en la chica más original de la fiesta.

No podía creer que era él, estaba disfrazado de vampiro, el vampiro más precioso que había visto en mi vida.

—Mucho gusto, me llamo Asher—extendió su mano para saludarme.

Tomé su mano para estrecharla mientras su nombre sonaba en mi cabeza como una de esas melodías pegajosas que se te quedaban dando vueltas todo el día.

—Morticia, mucho gusto.—quise ser graciosa y había conseguido sacarle una sonrisa, nuestras manos encajaron como dos engranajes. Incluso hasta después de un rato seguían unidas. Ninguno de los dos quería soltar la mano del otro.

De hecho fue él quien entrelazó nuestros dedos y yo no hice protesta alguna, sonreí al ver nuestras manos juntas y lo tersa que era su piel al tacto.

—¿No me dirás como te llamas?.—preguntó en tono divertido.

—Si te lo digo se perdería la magia de la noche, ¿no crees?.—comenzó a mordisquearse el labio.

Estaba impresionada conmigo misma, había logrado decir más que una sola palabra, sin titubear, sin ponerme nerviosa, incluso le estaba coqueteando, no sabía de donde me había salido esa personalidad tan elocuente.

—Bailemos...—asentí con la cabeza y me terminé el vaso de ponche.

Bailamos casi toda la noche, me sentía tan cómoda con él, no me gustaba bailar en publico, pero con él, todo se daba tan natural, no sabría explicar realmente como Asher me hacia sentir.

¿Magia?, no podría afirmarlo, pero si tendría que escoger una palabra para describirlo, sería esa, magia. Fue una conexión tan instantánea, que daba un poco de miedo.

Quizás piensen que estoy exagerando, que simplemente estaba deslumbrada con su atractivo físico. No era de esas chicas enamoradizas, ni siquiera estaba buscando salir con alguien, mucho menos enamorarme.

Mi lista de novios era corta, apenas había tenido una relación seria en toda mi vida y eso había sido en la preparatoria. La conexión que tuve con Asher iba más allá de cualquier cosa, no era algo pasajero, me di cuenta de ello cuando al momento que nuestras manos se tocaron por primera vez un cosquilleo me recorrió todo el cuerpo.

Una sensación que nunca había sentido. 

—Me causó mucha curiosidad que estuvieras sola.

—¿Quien dice que estoy sola?.—bebí de mi vaso mientras lo observaba.

—Llevo rato viéndote y ningún Homero Addams se te ha acercado.—solté una carcajada cubriendo mi boca con una mano.

Estábamos en el balcón observando lo hermosa que se veía la ciudad esa noche, quisimos apartarnos de la música para hablar un rato, fue idea de él por cierto, lo que me tenía feliz porque eso significaba que le gustaba mi compañía y que mis raros pasos de baile no lo habían espantado.

—Creo que te causó más curiosidad ver que era la única chica con ropa.

—También.—asintió mientras se reía.—No entiendo ese afán de convertir cualquier cosa en algo "sexy", se supone que es halloween, hace rato vi a una chica disfrazada de zanahoria sexy...sólo era un vestido corto naranja y un tocado verde.

—¡Lo sé!, se supone que debe dar miedo.

Nos quedamos en silencio por un momento, mirándonos y reglándonos sonrisas. Era un silencio cómodo lo cual era inusual tomando en cuenta de que eramos dos completos extraños, había algo entre nosotros que se sentía como si nos conociéramos de toda la vida.

—Siento que te he visto en otra parte.—comentó rompiendo el agradable silencio.

—Es un vecindario pequeño, pudiste haberme visto en cualquier lugar...

—No lo creo, me acabo de mudar apenas.—apoyó los codos del balcón y se inclinó sólo un poco mientras contemplaba la vista.

—Yo tengo seis años viviendo aquí.—agregué adoptando la misma posición que él.—Vivo con mi mejor amiga... es la que organizó esta fiesta.

—¿Eres amiga de Chloe?.—asentí mirando hacia su dirección.

—¿La conoces?.

—En realidad conozco a su novio, somos amigos de la infancia.—sonrió mirándome también.—Ya sé otra cosa sobre ti, Morticia.—reí bajando la mirada.—¿A que te dedicas? aparte de cuidar tu feo jardín y cortarle los tallos a las rosas.—reí apretando los labios y él sonrió.

—Soy parte de la orquesta sinfónica.—abrió sus ojos por completo totalmente sorprendido.—Toco el cello y también soy profesora de música.

—Oficialmente eres la chica más cool de la fiesta...al menos para mi lo eres.—me guiñó el ojo haciéndome sonrojar por completo.

—No soy cool pero me basta con que tú lo creas.

—¡Ya sé en donde te había visto!.—dijo entusiasmado apuntándome con el dedo.—Eres la chica que se hizo viral por tocar varios instrumentos al mismo tiempo, m****a es mi video favorito...te reconocí por tu cabello lavanda ese día que ibas en tu bicicleta y te estrellaste...—hizo una mueca.—¿por cierto estás bien?.

—No puedo creer que me hayas reconocido.—negué cubriéndome la cara mientras lo escuchaba reír.—Me pegué fuerte, gracias por ayudarme.—dije sarcástica.

Su risa era demasiado hermosa y no pude evitar contagiarme con su humor, terminé riéndome de mi misma junto a él.

—Lo siento.—sujetó mis manos entrelazándolas con las de él.—¿Quieres ir a otra parte?.

—¿Me vas a compensar por no haberme ayudado ese día?.—di un paso hacia él acortando nuestras distancias.

—No hay nada que la pizza no arregle.

—De hecho, ese es un buen lema de vida.

—De hecho, ese es un buen lema de vida

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