Capítulo 3|Aunque sea unos segundos

NATALIE

No, el pasado no podía volver, no podía permitirlo. ¿Pero cómo se suponía que lo aleje de nuevo de nosotros?

—Mami —la dulce voz de mi hijo me hace reaccionar para apartarme del hombre que se encontraba a lado mío.

Sin decir una sola palabra, tomo de nuevo la mano de mi hijo para alejarnos de ahí. No era el momento de indagar en el pasado y mucho menos ahora que había despejado todas las dudas de la cabeza de mi hijo.

— ¿Él es un amigo tuyo? Mami —no, no ahora por favor —Tu me haz enseñado a qué debemos saludar y despedirnos de las personas, sean conocidos o no, por educación.

Mi pequeño hombrecito, era mucho más inteligente de lo que podía pensar. Nunca olvidaba mis enseñanzas, pero ahora no me alegraba por ello.

—No hay tiempo cariño, debemos ir a ver a tu abuelo.

— Pero mamá... No le agradeciste que me halla llevado contigo. Te dije que él era mi nuevo amigo.

Al llegar al auto me detengo y lo tomo de los hombros para verlo a los ojos. 

— ¡Es suficiente Dorian! — elevó la voz, aprieto los ojos tratando de calmarme —He dicho que no hay tiempo, el abuelo nos espera. 

— ¿Estás molesta conmigo por qué me aleje de ti?

—No mi amor, jamás podría molestarme contigo —niego, y es que así era. Él era la única persona con la que no me podía enojarme —Perdón por levantar la voz, es solo que... —suspire —Ha sido un día largo y agotador, y se nos está haciendo tarde para ir a ver al abuelo.

Dorian no protesta y no agrega nada más, solo asiente y se sube al auto antes de que se lo pida. Mi hijo siempre había sido un niño obediente y tranquilo, jamás me ha provocado un coraje o algo que pueda inquietarme. Y con esto se que ya no va a insistir con lo mismo, quizás ya mañana olvide lo que pasó.

***

Llegamos a casa de mi padre, Dorian baja y sale corriendo directo al interior de la vivienda. Le encantaba venir a visitar a su abuelo, y mi padre amaba tenerlo aquí.

Al pasar por la puerta después de haber sido recibidos por Mali, me voy en dirección al despacho de mi padre. Allí estaba esperándome.

Después de llamar a la puerta entro en cuanto mi padre me autoriza. Está sentado frente al ordenador que está en el escritorio, se que se le sigue complicado usarlo, es por eso que refunfuña en voz baja con el ceño fruncido.

— ¡Maldita porquería! —insulta al ordenador mientras le da un golpe a la pantalla.

—Harás que deje de funcionar si sigues golpeando el apartado de esa manera —no puedo contener la risa.

Ver a mi padre peleando con un ordenador era lo más gracioso del mundo. Mi familia me hacía olvidar mis problemas y mis preocupaciones, aunque sea por unos segundos.

—De todas maneras no funciona —se queja —Mira — señala la pantalla —Esta porquería no quiere encender, lleva horas así. La única manera que encenderá será cuando le prenda fuego.

Y sin poderlo evitar suelto una risa.

—Papá calma —me acercó para darle un beso en la mejilla.

—¡Ah! Te burlas de tu padre. Lo que me faltaba.

—Por supuesto que no padre, solo que todo esto me da un poco de gracia. Tú y el ordenador peleando —volvo a reírme.

Él bufa frustrado. Pero después de verme a los ojos, su entrecejo se suaviza dejando solo sus arrugas a la vista.

Me acercó a la pantalla y me doy cuenta que estaba apagado el interruptor. Estoy por soltar una carcajada pero tapo mi boca con mi mano antes de hacerlo.

— ¡Listo! —exclamo —Asunto arreglado —anuncio. 

— ¿Cómo es que lo hiciste? Llevo más de dos horas intentando que encienda está cosa y nada que funcionaba.

—Magia —bromeo, sonrió —Simplemente fue magia, papá. 

Las cejas de mi padre se fruncen de nuevo y amplio la sonrisa.

—Tienes el don de tranquilizarme solo con esa sonrisa. Eres idéntica a tu madre —sus palabras sonaban afligidas.

Se que todavía la extrañaba, era algo que nunca iba a dejar de hacer, pues había sido el amor de su vida. Yo también la extrañaba demasiado, pero el dolor no era el mismo, yo había pedido a mi madre, mientras que él había perdido a la única mujer que ha amado.

—Ella era mucho más hermosa —murmuro.

—Lo era, pero tú también lo eres. Heredas te su belleza y ese espíritu de mujer fuerte.

En eso tenía mucha razón, en eso me parecía mucho a mi madre, al igual que yo siempre lucho por sus sueños y hacía todo lo que quiera. Padre nunca le negó nada, nunca la ató como lo hizo algunas veces conmigo, pero aún así me dejó que continuará, como ella también lo hizo. Él solo no quería que yo sufriera.

Pero el mismo me había mandado a la hoguera ese día que me llevo a esa casa y conocí a los Kirgyakos. Se que no podía culparle en todo, ese hombre ya lo había conocido antes de que mi padre me lo presentará, y yo misma fui la que acepto ese estúpido acuerdo, papá jamás me obligó a nada, su único error fue haberme llevado a ese lugar después de haberme contado sus problemas financieros.

Ahora nada de eso importaba, todo eso había quedado en el pasado. Bueno eso creía antes, hasta que volví a ver al hijo más joven de la familia Kirgyakos, Ayron. 

Ayron era muy diferente a todos ellos, pero después de verme y escuchar a mi hijo llamarme "mami" su rostro mostró asombró y confusión.

No podía temer, había ido de allí sin decirle ni una sola palabra. Milán era una ciudad grande como para que me lo volviera a encontrar. ¿Pero cómo era posible que estuviera aquí y en ese mismo parque? El destino no podía ser tan cruel conmigo y volverlo a poner en mi camino.

— ¿Hay algo que te preocupe? —indaga papá.

Niego con rapidez. No podía decirle a mi padre lo que había pasado, a quién me había encontrado en ese parque y mucho menos que ha estaba enterado de la existencia de Dorian.

No podía preocuparle, esto podría ocasionarle una recaída.

— No. Todo está bien.

Mi padre me conocía perfectamente, para él era como un libro abierto, sin quererlo ser.

—Si es por lo de los inversionistas no te preocupes, ya lo tengo todo solucionado. 

—Eso es lo de menos, padre.

—¿Entonces es por lo que sucedió en el colegio de Dorian?

—¿Cómo te enteraste? —inquirí preocupada.

No quería que papá se enterará, para él mi hijo era su todo y lo que le pasará a mi bebé le afectaba a él también.

—Eso no importa. No te preocupes hija, se que mi valiente nieto estará bien. 

Quería pensar lo mismo. Mi hijo era muy pequeño para pasar por todo esto, para saber la verdad de las cosas y la crueldad de esa familia.

—Eso quisiera cree padre, eso quisiera...

Una vez que me dejó caer en el asiento que esta frente a mi padre, me doy un ligero masaje en la cabeza. Este dolor volvía, como todas las otras veces cuando pensaba en este asunto.

—¿De nuevo ese dolor? —asentí —Debes ir al médico a qué te hagan un chequeo médico. Esos dolores ya se hicieron muy constantes.

—No hay nada mejor que una pastilla para el dolor de cabeza para ayudar con este dolor —fijo mis ojos en los suyos —Tranquilo papá, estaré bien. Sabes que tu hija es muy fuerte y un simple dolor de cabeza no me derrotará.

Claro no estaba en mi mente de decirle lo de mi mareo después de haber mirando a Ayron en ese parque. Últimamente cualquier inquietud o sorpresa preocupante me debilitaban físicamente, y no sabía el porque.

Quizás debía ir al médico a una revisión, como decía mi padre. Si lo haré, pero ahora tenía que ayudar a mi padre a resolver el asunto de la asociación.

—Haz dicho que ya tienes todo resuelto ¿Que quisiste decir con eso?

—Si, ya no hay de que preocuparse por eso. La compañía D&W aceptado firmar con nosotros, pero tienen una petición.

—¿Has dicho D&W?

—Así es.

—¿Cuál es su petición?

—Que asistas a su desfile que están organizando y que presentes tu línea de ropa más reciente.

No esperaba que insistieron con lo mismo, en realidad no sabía que la compañía D&W fuera la responsable de ese desfile. Ahora no quedaba de otra más que aceptar, de todas maneras nos vendría beneficiando.

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