Capítulo 2

—No tienes que ponerte de mal humor o molestarte con la única persona que se asegura que estés bien —dice tomando mi brazo.

¿Qué no tengo que ponerme de mal humor? Este hombre no sabe lo humillante que me siento, ya que al parecer todo lo que me sucede le divierte.

Krystle, tienes que ser fuerte y demostrarle a este engreído que puedes ser peor que él y que cualquiera que quiera destrozarte.

—Oh, no me digas que eres el buen samaritano —hablé sin quitar la mirada de sus ojos.

—Si te vas es como darles la razón a mis padres de lo que mi hermano dice cuando se refiere a novias chillonas.

¿Qué es lo que dijo? ¿Novias?

Esto no me está gustando, puede que este estúpido me esté haciendo una mala jugada, pero también tengo esa espina temerosa de que sea cierto. Ay, no, cada vez siento que me decepciono de Hunter.

—¿Y eso te importa? —de un solo jalón quito mi brazo de su mano.

—No, al contrario, me das pesar —dice el estúpido llevando su mano hacia su barbilla.

Aaahhh… no sé si odiar a los Carrington o hacerlos pagar por esta humillación, ¿quién dijo que no podría ser una perra como mi madre? Ella dice: “da el postre, pero no el corazón”.

Mi madre se convirtió en una mujer poderosa, famosa y sobre todo quiere ser joven ante el mundo entero. Donde ella va siempre verás a un hombre babear, no sé si por el dinero o por su belleza, ya que las cirugías hablan por sí solas.

—No tengas lástima por una persona que no conoces —bramo.

Lo último que quiero es que él sienta lástima, no me conoce y menos yo deseo conocerlo.

—Solo te lo digo porque mi hermano lo hace con todas sus novias —dice contando cada uno de sus dedos.

Oh, no… esto no se queda así porque yo no soy “todas”, yo soy Krystle y el que se joderá aquí es Hunter Carrington.

—Y eso te hace el héroe o el salvador de las zorras de tu hermano —hablé con ironía.

—No hay razón para que te describas así —dice con tono divertido tras enarcar una ceja.

—¿Crees que me afecta que me describa como una zorra o una puta? —llevo mi mano a mi pecho imitando ser la indignada—, ay, por favor, no te imaginas la delicia que una mujer puede hacerle a un hombre—jadeo tras morder mi labio inferior.

Doy dos pasos hacia delante y como el tiempo estuviese a mi favor, poso mi mano en ese pechito, Hmm… ¡Está duro!, puedo sentir cómo su cuerpo se tensa y ese corazón empieza a latir a mil por hora.

—No me digas que te estás ofreciendo —dice bruscamente, pero sin quitar su mirada de la mía.

¡Eso es más ni menos que nerviosismo! Aja, ya encontré tu punto débil.

—¿No me digas que eres gay? —hablé entre risas.

Es inevitable no reírse, aunque sería una lástima que fuese una de las mismas porque no negaré que el muchacho esta que sé come solo. Muerdo mi labio inferior y de una vez me deleito de todo ese cuerpo y rápidamente lo desnudo con la mirada.

Hunter es una cosa, pero el hermano es otra.

—¡Estás loca! —con rapidez tomó mi mano y la estrujó fuertemente hasta hacerme gemir de dolor—. Eres la novia de mi hermano—protestó.

Aaayyy… Ahora si soy la novia de su hermano y no el número diez. Estoy dispuesta a desafiarlo y salirme con la mía, ya que él me ha provocado.

—¿Y? —esas fueron mis únicas palabras que pudieron salir.

No comprendo por qué se enoja, puesto que si es gay no hay problema que lo toquetee y manosee ese cuerpazo que quisiera explorar, pero al parecer no puede salir del closet y como yo soy una buena samaritana ¡lo ayudaré!

Lo primero que desearía tocar y ver por mis propios ojos es el tamaño de su pepino.

Sin esperar me abalanzo sobre él y como puedo lo empujo contra la pared. Uno mis labios con los suyos. Profundizo el beso antes de que me empuje o me rechace. Él permite que mi lengua recorra la suya, para luego responder en la manera que lo deseaba. Jadeo.

¡Wao…!

Este hombre me sorprende, besa rico, hasta mejor que su hermano, es que sabe cómo hacer que una mujer jadee o quiera algo más que un beso.

—Estás loca si crees que traicionaría a mi hermano —en un abrir y cerrar de ojos se aparta de mí. 

Trato de recuperar el aliento, mi corazón late a toda prisa. Quiero inclinarme y sujetarme en rodillas, pero eso sería demasiado, puesto que él me observa detenidamente.

¡Mierda! ¿Qué es lo que acaba de pasar?

Es obvio que no es gay…

—Así que no eres gay —sonrío emocionada, pero luego se esfuma al ser rechazada, ¿será que nací el día de los defectos o de los rechazos?

Aaahh… nadie me toma en serio.

—No entraré a tu jueguito y mejor toma tu cartera y vámonos —habla seriamente.

Wao… El chico es una monedita de oro.

Lo malo es que él no es el que decide quién entra y quién no.

Le lanzo la última mirada para luego dar media vuelta y encaminarme hacia la mesa que mi dizque novio reservó. Como una perra muevo mis caderas de un lado a otro como si estuviera modelando en una pasarela, y el resultado es que el que está detrás de mí vea mis posaderas saludarlos y decirle lo que se perdió.

¿Mi cartera? Na-ah, que la traiga el santo que no le gusta romper las reglas y menos traicionar al imbécil de su hermano, lo bueno de todo es que no es gay o eso es lo que sus labios me dieron a entender.

Llegando a la mesa me encuentro con la sorpresa que Hunter no está, pero sus padres ¡sí!

Respiro profundamente y sacudo todo pensamiento macabro porque en el fondo de mi ser quiere matar a Hunter; ese maldito me las pagará.

—Buenas noches —aclaro un poco mi garganta para llamar la atención de los padres de Hunter—, ustedes son los padres de Hunter—pregunto con una pizca de timidez.

Respira, ellos no tienen la culpa, no puedes desquitarte con ellos lo que su hijo provoca en mí. Esto es lo que quería, tener a sus padres frente a mis ojos, pero jamás esperé que estuvieran sin su hijo.

Ambos somos novios, porque me deja sola.

—Oh, tú debes ser la niña de los ojos de mi hijo —se levanta la señora Carrington, para correr tras mis brazos.

Me quedé como una estatua sin saber qué hacer o cómo reaccionar a este gesto.

Ay, la señora es tan linda que no puedo decirles que me tengo que ir porque su hijo no está aquí.

—Déjala madre, si sigues así la chica saldrá corriendo —escucho esa voz que hoy por hoy está guardada en mi reconocimiento de voces.

El gay, esbozo una enorme sonrisa al escucharlo, el latido de mi corazón se acelera y de una vez transformo mi momento gris a uno divertido.

—Disculpa —se separa de mí y me regala una sonrisa—. Ah, te presentaré a mi esposo Benjamín Carrington, mi hijo Elliott y yo soy Amelia de Carrington.

¡Así que el guapo se llama Elliott!

—Mucho gusto señora Carrington —mi voz se transforma en un dulce y mi cara como un ángel.

Soy ángel y diablo, solo mi madre sabe mi verdadero rostro, cuando soy buena, soy una diosa, pero cuando alguien me engaña me transformo en diablo.

—Tomen asiento —dice el señor Carrington.

Asiento y no tardo en preguntarme ¿dónde está Hunter?, con una sonrisa fingida me siento para luego ver el rostro del chico que acabo de besar.

—Aquí tienes tu cartera y disculpa por entrometerme, pero tu móvil no ha dejado de sonar —el chico de ojos azules me pasa mi cartera y yo la acepto con un “gracias”.

Krystle, eres una hipócrita.

—Así que ustedes ya se conocen —dice el señor Carrington con un poco de curiosidad.

Uuuhhh… Y no sabe cómo, su hijo puede que sea gay, pero besa rico.

—Sí, padre, es que mi hermano me dijo que no la dejara sola —dice tranquilamente, ignorando todo lo que acabo de hacer.

Maldito mentiroso, eres el tapadero de tu hermano, el que limpia la m****a de él.

—¿Puedo saber dónde está Hunter? —pregunto, en visto que nadie me dice lo que quiero saber, ya que sería extremadamente raro que esté sola sin el novio ¿qué sentido tiene que esté con los padres de mi novio si no está mi novio?

—En un momento viene, pero por el momento pediremos algo de comida, eso si no te molesta —dice la señora Carrington con un poco de nerviosismo.

—No, para nada —¡claro que me molesta!

—Disimula un poco —susurra cerca de mi oído.

Aaahh… Este chico es mi conciencia, hasta siento como me vigila.

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