Capítulo 3

Media hora después, Valentino estuvo en casa, para llevar a su hermosa esposa a una velada de ensueño. Se despide de sus suegros y de sus hijos como todo un padre amoroso.

Salen de casa del brazo como cualquier familia feliz.

—¿A dónde iremos?

—Es una sorpresa. Sé que va a gustarte la idea. —le abre la puerta del coche —Te ves perfecta

Cierra la puerta y se apresura a subir.

—No estoy acostumbrada a usar esta lencería, es muy incómoda.

—Lo sé, pero hay que estar dispuestos a probar de todo. Ya verás porque lo hice.

Sonríe de una manera pícara, pues la inocente chica no tiene idea de lo que lleva puesto. Encendiendo el auto se pone en marcha sin dejar su sonrisa boba. No pasa mucho para que ambos lleguen a uno de los restaurantes más lujosos de la ciudad. Eso no le dio buena espina a Mayra, pues sabía que cada vez que pasaba eso, uno o dos socios estarían presentes y no se equivocaba, cuando el mesero los conduce a la mesa, reconoce al doctor Philips y… esa chica que lo acompañaba no era precisamente su esposa, ni su hija. Tenía entendido que seguía casado y lo más probable era que Valentino le sabía sus canitas al aire.

“¡Viejo pervertido!” se dijo estremeciéndose al saludarlo.

En silencio ocupa un lugar en la mesa sintiéndose muy incómoda, pues la chica que acompaña al doctor Philips se ve como demasiado complaciente, más bien parecía ser una dama de compañía, pues dejaba que las manos del doctor subieran demasiado y esos gestos no eran normales. De vez en cuando parecía retorcerse, “¿será una especia de tic nervioso o quiere ir al baño?” Piensa la inocente Mayra, en tanto su incomodidad crece.

—Preparada para la sorpresa— susurra valentino acercándose a su oído, dejando un pequeño mordisco en el lóbulo de su oreja.

Eso fue muy incómodo, su calentura subió a la cara volviéndola un tomate.

—¡Por favor! —susurra ella —No aquí.

—Deja de preocuparte por el resto del mundo, no ves cómo se divierten ellos —hablando de su amigo y la atractiva chica, que cada vez reía más descontrolada. —Solo disfruta el momento—sonríe y mete su mano al bolsillo guiñando un ojo.

Mayra intenta no prestarle atención y levanta la copa de agua para beber un trago, cuando siente una especie de corriente eléctrica en su entrepierna, que la hizo ahogar, provocando una terrible aceleración de su corazón.

La mirada de la chica y el doctor Philips se posan en ella e intentando disimular, sonríe ignorando el maldito incidente. Pero la risa burlona de Valentino lo delataba, lleva la mirada hacia él, que muy divertido vuelve a meter la mano a su bolsillo haciendo que su cuerpo se tense al sentir ese exquisito cosquilleo tan placentero.

No sabía cómo mirarlo, después de que su amigo y su acompañante soltaran la carcajada.

—¿Por qué lo haces? —dice muy enojada —Te divierte.

—Es lo que hacíamos en la universidad. —se excusa aún con media sonrisa en la cara.

—No recuerdo el ayer y si lo hacíamos, quizás no lo hacíamos en medio de un restaurante y frente a tus amigos y amantes. —elevando el tono de voz.

Valentino un poco que se puso serio, desliza la mirada a su amigo que seguro ya la habían escuchado.

—Creí que eso ayudaría a tener una gran velada, ¿Por qué no podemos ser como antes?

—Desde el accidente dejé de ser yo misma. Solo estoy viendo mi presente, llena de temores y miles de preguntas que no tienen respuesta. No sé lo que hice, no recuerdo lo que me gustaba. Así que te pediré que antes de hacer otra cosa como esta, me lo consultes primero. —Intenta levantarse y él la detiene, sujetando fuerte su muñeca.

—¿A dónde crees que vas? —gruñe entre dientes, pues ya el mesero estaba colocando los platillos en la mesa.

—Me voy a casa y más te vale no detenerme, porque te juro que te hago un escándalo que nunca en la vida podrás olvidar.

—No te atrevas a dejarme solo, Mayra.

—Me dejas ir o me llevas, decide de una vez valentino, porque no pienso pasar un segundo más aquí.

Quiera o no se levanta excusándose con su amigo y de un fuerte tirón intenta llevársela fuera.

—Su vuelves a empujarme te vas a arrepentir. —Quita su brazo y camina separada de él. No le interesa si la miran, solo camina lento y segura sin intimidarse con los murmullos de los presentes.

Pero al llegar al auto, Valentino explota estrellando un puñete en vehículo.

—¿En qué diablos pensabas al humillarme de esta manera? Tienes idea de lo que acabo de perder con el doctor Philips por tu culpa. —Grita.

—Me vale m****a —dice ella desafiante, dejándolo callado —Ya estoy harta de tus tonterías, no soy la misma chiquilla de ayer a la que le gustaba lanzarse un risco a un rico, no soy esa adolescente atrevida que le gustaba experimentar cosas extraordinarias contigo, la mujer que conociste que gustaba de juguetes sexuales y poses extrovertidas ya no existe ¡No soy la misma, entiende! Odio todo lo que vivo.

—Pues no eres la única inconforme en esta relación.

—Entonces déjame libre, divorciémonos.

—¡Eso nunca!

—¿Por qué no?

—Porque te amo, Porque eres mi vida, mi todo, jamás podría existir sin ti. Porque sigo terco en enseñarte a armarme, porque nunca me rendiré hasta que me recuerdes. ¡Entiéndelo, maldita sea! Quiero que antes de morir me veas como lo hacías antes. ¿Es mucho pedir?

—Lo siento Valentino, esto no va a funcionar. —se aleja del auto—Por diez años he sido paciente, esperando que los recuerdos aparezcan. No puedo seguir aguardando que el tiempo me consuma sin poder traerte de vuelta. ¿Sabes por qué? Porque he sido muy infeliz los últimos diez años.

—Cómo puedes decir eso, cuanto te lo he dado todo para que seas feliz.

—La felicidad no puede comprarse, ya no puedo seguir fingiendo lo que no siento. No puedo amarte.

—No puedo creer que seas tan cruel conmigo. —dice con voz quebrada llevándose las manos a la cabeza —Después de todos estos años… ¡Está bien! Si esto no tiene avance, dejaré que seas libre sin importar que mis sentimientos se pulvericen, lo que yo sienta a partir de ahora ya no tiene que importarte, si muero de pena y en el dolor más grande tampoco…

—¡Por favor! Deja de hacerme sentir culpable.

—¿Por qué vas a sentirte culpable? Si tu corazón sigue necio en olvidarme, si tu alma sigue vacía, negándose a reconocerme. No puedes sentir dolor por mí, porque solo soy un monstruo que está atormentándote día y noche con un amor bendito. —grita —no puedes sentirte culpable porque muera entre las llantas de un coche o me pegue un tiro en la cabeza por no poder vivir sin ti.

—¡Basta! —grita ella cansada del dolor que le produce ese amor. —No te das cuenta de que nos hacemos daño, no podemos seguir juntos.

—yo solo veo amor. Quizás siga ciego amándote con toda mi alma, pero no voy a seguir rogándote para que vuelvas a amarme. Después del viaje, firmaré los papales del divorcio.

—Es lo mejor.

—Pero con ciertas condiciones.

—¿Cuáles?

—Te las diré durante el viaje.

Su manera de hablar la hizo temblar, había algo en su mirada que la sumergían en un miedo profundo. Después de tantos años, simplemente aceptaba el divorcio sin tanto lloriqueo ¿Qué es lo que tramaba?

—Sube, está haciendo frío y debemos ir a casa temprano. —le dice abriendo la puerta.

Mayra se sube un poco temerosa, su corazón está muy agitado y todo su cuerpo tiembla, jamás pensó tener tanto valor para decir lo que pensaba sin sentir que podría morir de un golpe, si todo sale perfecto, lamentara el no haberlo dicho antes. Pero hasta que no esté libre de Valentino, no puede sacar conclusiones.

Capítulos gratis disponibles en la App >

Capítulos relacionados

Último capítulo