Capítulo 2 Viajes

La mañana estaba fría, hojas secas caían por las ventanas

de su casa, una majestuosa residencia, varias habitaciones,

salones y baños. Antiguamente aquella casa pertenecía a los

miembros de la nobleza francesa, pero ellos deshacían de la

casa, para poder vivir en el campo, donde el aire era más

puro y la ciudad no quedaba tan cerca.

El día en el calendario estaba marcado en rojo,

gran día, veintitrés de mayo de dos mil y catorce. En la

simbología ocultista los números me decían mucho, y ese día

todo estaba favorable para el partido. Eliot miró por la

ventana y a lo lejos, avistó los coches de otros tripulantes de

la expedición. Dos de ellos siempre fueron sus amigos, pero

los otros dos apenas fingían, pues anhelaban el poder para

derribar a los líderes y así dominar la Orden.

Los cinco se encontraron inmediatamente en la sala

de té, donde el café fue servido para todos por el mayordomo

de la familia. Las tazas de porcelana, con dibujos chinos, una

mesa extensa, con cinco lados, fue puesta y varios alimentos

eran saboreados por los cinco, las cinco puntas de una

estrella.

- ¡Veo que ya se están preparando! - dijo el señor Byron.

- Sí padre, estamos tomando nuestro desayuno para así

proseguir con esa misión, que nos la haregalado.

- habla Eliot apuntando a la comida.

- Muy bien mis jóvenes guerreros, espero que vuelvan

pronto. El misterio mejor guardado de la historia está en

manos de ustedes.

- ¡Sabemos muy bien, maestro! ¿No quiere unirse a nosotros

en un hermoso café? - preguntó uno de los integrantes.

- Cuando hice ese salón, mi verdadera motivación era la de

formar cinco lados, los lados del pentágono, pero,

desgraciadamente, el arquitecto dijo que quedaría extraño y

que no podía ocupar los cantos, entonces mandé hacer es su

mesa especial. Y siempre, cuando tenemos cinco lados, el

sexto queda fuera. ¿Sabes muy bien el por qué, no es incluso

Alfred?

-Yo sé maestro, sólo sugerí que no se quedara de pie. - dijo

el muchacho.

- Sé que no lo hizo por mal, pero tenga cuidado, todas las

acciones son vistas. - habla el señor Byron, con una

expresión seria.

El desayuno prosiguió y luego se encerró entonces los

miembros de la expedición fueron a la biblioteca, lugar

donde los últimos preparativos serían realizados, para que

todo fuera perfecto en la misión.

La biblioteca estaba abarrotada de libros antiguos y

nuevos, las estanterías eran de madera, con escaleras que

llevaban hasta el lugar donde el libro se encontraba. Tres

pisos de libros y sobre sus cabezas, un fresco de Mi Ángel el

encuentro del Hombre, uno de los más famosos en todo el

mundo. Los libros estaban muy bien organizados en fecha,

asuntos y editora. Todos los que abordaban sobre el

ocultismo estaban en un lugar secreto, detrás de un paso

secreto, accionado por una gárgola de un pájaro.

Los miembros cogieron los libros y encaminaron para su

viaje. Eliot se despidió de su padre, diciendo que cuando

volviese a casa el secreto se solucionaría, y que él lo haría

por la madre y por el bien del mundo moderno, todos

merecen saber la verdad.

El padre hizo el saludo de la Orden a los tres, que se

dirigieron al aeropuerto. El vuelo saldría pronto. Primero

harían una parada en Alemania y luego arribar a la Tierra

Santa, donde la misión alcanzaría su ápice.

En Francia, el señor Byron se colocó pensativo en

su oficina, en la Orden, recordando a la mujer que moría años

atrás, causando mucho dolor. Y la motivación para entrar en

la Orden fue justamente esa: tratar de traer a la amada de

vuelta, pero, en una noche fría del invierno francés, descubrió

cuánto era imposible, pues los muertos no regresan.

Su mente, por segundos, lo remitió al pasado, en un

día, duran el invierno europeo, cuando una hermosa mujer de

cabellos rubios estaba a su lado, junto a un hermoso chico.

Era su familia cuando aún sonríe. Eliot tenía diez años de

edad y Sophie ya estaba con sus cuarenta, pero su bella

apasionante parecía haber sido tallada a mano.

Sophie jugaba con el hijo, poniendo la mano

sobre sus ojos y haciendo cosquillas en su cuerpo, en vez de

pararse para dar besos en el espejo.

El banquero, señor Byron, ya era más viejo que la

mujer. Él tenía casi cincuenta años y también participaba en

las bromas. La esposa, sin embargo, enfermó.

Sentado en la silla, el señor Byron sintió la lágrima

bajar por su cara. Eliot era muy pequeño cuando todo esto

ocurrió. La madre y la esposa los dejó en un día de verano

cuando jugaba en la plaza con su hijo. Ella tuvo un mal

repentino y se fue al hospital, de donde no salió.

El señor Byron había recibido la invitación para

conocer la Orden y había ido. Al salir su teléfono sonó. Eran

los médicos diciendo que Sophie estaba mal y que debía ir

inmediatamente. Dicen que cuando estamos cerca de

conseguir algo que anhelamos, perdemos algo de igual valor.

Y fue justamente lo que ocurrió, él había perdido su gran

amor, aun haciendo todo lo que era permitido por la Orden,

incluso invocando seres de las tinieblas, que no consiguieron

prolongar la vida de su esposa, que murió en sus brazos.

Antes de partir, la compañera recomendó que él

cuidara bien de Eliot, pues el chico sería la clave para el

misterio. El niño era el elegido para realizar grandes hechos,

el futuro de sus expectativas estaría con él.

Así, pasados algunos meses, se convirtió en líder de la

Orden Nemo Vitae, donde hizo su fortuna aumentar. Su

interés por Judas comenzó ese mismo tiempo. ¿Por qué un

apóstol que sabía de casi todo, que tuvo el secreto de los

cielos revelado, se mataría? Incluso sabiendo que el suicidio

es el único pecado que no es absuelto por Dios. Él entonces

comenzó esa búsqueda que fue interrumpida varias veces, por

problemas de salud. Y ahora, años más tarde, su hijo

descubre el lugar exacto y parte en un viaje donde nada será

más excitado que el descubrimiento de los secretos de Judas.

¿Qué descubrirá? ¿Qué será revelado al mundo?

El salón de la Orden estaba lleno de papeles,

aunque sólo los invitaban a entrar. Algunos, sin embargo, no

podían convertirse en líderes y salir a sus expediciones. El

señor Byron coordinaba todo dentro de la Orden, y a pesar de

haber entrado más viejo, su conocimiento pronto lo llevó al

título máximo.

Las calles de París mostraban romanticismo y toda

su fuerza económica, pero dentro de la Orden, los miembros

estaban controlando casi todos los gobiernos para realizar

algo mayor. Siempre existirán las teorías de conspiración,

pero no todas están ciertas.

- París no siempre fue llamada ciudad de luz, sólo

después del iluminismo que esa ciudad y capital comenzó a

ser llamada así. No es por la luminosidad de nuestra ciudad

por la noche, sino por los antiguos iluministas, señores de la

filosofía, matemáticas y arquitectura. La torre Eiffel, símbolo

de nuestro país, no es más que un obelisco egipcio.

-preguntó el maestro dando clases a los más jóvenes,

contando un poco sobre los secretos.

En la puerta, el señor Byron miraba atento al futuro

de la Orden. Todo lo que él había cambiado en su gestión

estaba dando frutos, algunos especiales como Eliot y otros

chicos que, con poca edad, ya conseguían hacer invocaciones

perfectas.

El señor Byron no podía desviar la mirada de un chico

especial, iba a suceder a Eliot. Un chico de quince años,

cabellos negros y mirada intensa, del mismo color. El pelo

rizado mostraba una personalidad fuerte, una vez que la

Orden aprecia las buenas costumbres y los cabellos bien

recortados. En la mirada del niño el señor Byron encontraba

fuerza y mucha energía. Una energía tan fuerte que

equiparaba a su propia energía, o incluso la de Eliot.

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