capitulo 6

La lista de la nueva política, no era larga, pero no había nada de lo que le dijo a Katty sobre su atuendo. Las demás chicas vestían ropas, donde mostraban más de su cuerpo. 

Katty no, ella siempre vestía elegante pero, presentable en todo.

Al caer la noche, como dijo Jack, su chofer traería una maleta. Así fue Katty no sabía lo que contenía esa maleta, pero su pospuso que nada sería algo decente.

Sonó el teléfono de su apartamento, era la recepción.

_ ¡Señorita, alguien lo busca, dice que se llama Alejandro, lo envía el presidente Jack!

_ ¡De acuerdo, dile que suba!

Colgó el teléfono, y se sentó en el sofá, esperando al invitado.

Su timbre sonó, ella abrió la puerta.

_ ¡Buenas noches, señorita Katty, esa maleta la envió el presidente! ¡No pude dejarla en la recepción porque él, me pidió entregarla personalmente!.

_ ¡Está bien, dejará aquí!

_ ¡Buenas noches, señorita!

_ ¡Buenas noches, Alejandro!

El chofer se sonrojó al escuchar esas palabras, para él, eran músicas románticas en sus oídos.

Ella procedió a abril la maleta, cuando la abrió estaba sorprendida y enojada a la vez.

_ ¡Maldito, desgraciado, te dije que yo no tenía ropa que ponerme! 

Su teléfono sonó al mismo tiempo, Era Jack.

_ ¡Alejandro, me dijo que ya te entrego la maleta, te gustan las ropas!

Katty respondió moletas.

_ ¡Señor, creo que me está faltando el respeto, yo nunca mencione que no tengo ropa que ponerme, es una ofensa para mí lo que acaba de hacer!

_ ¡Tomalo con calma, Katty es un regalo de mi parte! Espero verte vestida con uno de ellos mañana.

_ Gracias, señor, pero no pienso vestirme con esos pedazos de marca que me envió. Para lucir sexy como usted me pidió. ¡Tengo muchas ropas en mi armario!!

_ ¿Qué? No te vestirás con ellos. No me subestimes Katty, mañana a primera hora quiero que estés esperando frente a la cafetería esmeralda te recojo ahí, a las ocho de la mañana ni un minuto más. Entendido.

_ ¡No, soy sorda, estoy escuchando, si no tiene nada más que decir, adiós!

Ella puso el celular en la mesa, sin colgar, y empezó a maldecir. 

"Maldito desgraciado", "Como se atreve a enviarme ropa”   .”Hay como quisiera estrellar todo sobre ti" . “Maldito” , “maldito”. "Me las pagarás desgraciado”

Toda esa maldición lo estaba escuchando, Jack se enfureció, pero esas palabras escuchado al otro lado, lo activo, su cuerpo empezó a sentir calentura y excitación. En su cara había una sonrisa de deseo alterado. Y él colgó con la intención de volver a llamar y decirle que es chuco todo, se detuvo y empezó a cuestionarse.

_ ¿Qué carajo me pasa? ¿Cómo que sus palabras me provoquen excitación? ¿Cómo se atreve a evitarme? Maldición Katty estás jugando con fuego, no te sobre pases, no te atrevas.

Él tenía la manera de pasar uno de sus caprichos cuando se calentaba. Llamo a una chica, la que sería su víctima esta noche, ya que no puede poseer a Katty, justo en este momento para hacerle pagar por su pecado de excitarle. 

Cuando la chica llego, era una belleza europea, piel clara, ojos marrones.

_ ¡Ven aquí, esta noche serás mi sumisa y sin objeciones!

_ ¡Mm, claro seré tu sumisa, siempre la he sido!

_ ¡Así me gusta, obediente, ve cámbiate en la habitación y vuelve aquí! 

La chica fue a la habitación a cambiarse como de costumbre. Este chico tenía todo tipo de juguetes sexuales. Para dar placer a cada mujer que él llevó a su cama, era imposible que estuviera con una y que no quiera volver a ser poseída por él.

La chica estaba vestida de secretaria, pero en braguetas muy sexy, una faldita muy diminuta que solo cubrían la parte delantera, sus nalgas estaban afuera. Una corbata y ante ojos todo el look de una secretaria pero, para una noche de pleno placer.

_ ¡Ven aquí, ven donde tu rey!

Ella Lucia sexy y muy excitante. En la mente de Jack postraba la imagen de Katty.

Empezó a besar la chica. Salvajemente. Con besos muy fogoso. La movía como él quisiera en el sofá. 

El sofá era grande, había cómo postrarla, dominarla a su antojo. La chica sabia como mover todo su cuerpo y dejar que Jack la postrara de todas las forma del kamasutra.

Los deseos se avivaron entre los dos, él la amarraba y la latigaba con fuerza. Dejando su carne blanda y roja media morada, gemía de placer y dolor a la vez. Tanto que todo dolor que sentía se convirtieron en placer, ella pedía más, y más de él.

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