Capítulo 5 No hay como el hogar

 

Aeropuerto de Maiquetía.

  

   Pablo Larsson llegaba de París, apenas podía disimular su entusiasmo al volver a su tierra natal Venezuela, la ansiedad de saber que llegaba a encarar el proyecto que siendo sinceros, su pequeña empresa no hubiera conseguido si no se tratara de un proyecto Larsson; era su deber dar la talla y a su vez era el trampolín para él y su socio, la presión era mucha, pero estaba entusiasmado y seguro de poder conseguir el éxito esperado, sus facciones eran muy marcadas Larsson, también había heredado facciones de su madre, no era rubio y sus ojos también diferente a los otros Larsson, no eran azul brillante, eran grises como una tormenta, muy ancho de espalda y de caderas finas, sus trajes no necesitaban relleno, siempre fue un deportista, era orgulloso, en un principio no creyó tener la experiencia de tomar este gran proyecto y no lo hizo, siempre se empeñó en valerse por mérito propio comenzando desde abajo cómo lo hicieran su padre y su tío, ahora era el momento de tomar la oferta y demostrar que su pequeña empresa se merecía un proyecto tan grande, ya su equipo tenían una semana demoliendo la anterior estructura ahora él había llegado primero para reunirse con su tío y preparar todo con su empresa de Caracas antes de ir a Margarita.

   — No hay como el hogar — le dijo a Dante su mejor amigo y socio que lo esperaba sentado en una fila de asientos, Dante Martino había llegado una semana antes para poner en orden la oficina de Caracas y abordar el enorme proyecto del Hotel Larsson Margarita.

   — Pues sólo espera, yo apenas tengo una semana aquí y ya extraño Francia, será que ese es mi hogar.

   — “Ja” dije hogar no harén —Dante sonrió, su sonrisa ladeada que hacía temblar a las chicas, con su cabello negro azabache e ingenio burlón y cruel, le sobraban las mujeres que eran atraídas por sus encanto y misteriosos ojos ámbar, Pablo y él cuándo llegaban a una fiesta eran recibidos y mimados por todas las chicas que querían divertirse con este par de galanes.

   — Para mí eso representa el mejor hogar, aquí la incansable cháchara de mi mamá y mi hermana ya me tienen hasta la coronilla.

   Pablo se puso serio a la mención de la hermana de Dante. Él estuvo comprometido con Donna Martino, la había tratado como a una muñequita de cristal, era una chica muy dulce e inocente, cuándo se fugó con un instructor de Yoga 4 días antes de su boda, demostró que no era la niña inocente que aparentaba ser, Pablo se fue a Paris con Dante que era el padrino de la boda y se la pasaron borrachos y con cuantas mujeres encontraran, bien lejos de caras dulces y chicas inocentes.

   — Esquivaste una bala amigo, esa hermana mía es una malcriada —Era lo único que Dante había dicho en contra de su hermana y porque estaba muy borracho, del resto jamás hablaron de Donna, ni para bien ni para mal.

   — No te preocupes Dante, estoy seguro que rápidamente encontrarás cómo entretenerte lejos de tu familia.

   — Eso sí, tan pronto llegué descubrí que tenía algunas amigas contentas de verme, sabes que Dinorah se casó con un vejete, podrido en billete claro.

  — Me imaginó que está dispuesta a proporcionarte buena distracción.

   — Oh sí, y ahora tienes que verla esta buenísima y muy aburrida, pobrecita, así que como verás es una labor social colaborar a la felicidad de su matrimonio.

   — Está muy claro, solo que trata que no te entretenga tanto, ya que el trabajo que nos espera aquí va a ser más que suficiente para mantenernos célibes.

   — ¡Que! cállate y no atraigas la mala suerte, esa palabra es prohibida, no te preocupes algún tiempito sale. ¿Quedó todo resuelto en la oficina de París?

   — Sí claro, la oficina al ser tan pequeña, está muy bien administrada con poco trabajo, al menos no es una preocupación por el momento.

   Llegaron hasta un Hummer negro.

   — ¿A dónde te llevo Pablo?

   — Vaya que sutil, solo una semana y ya conseguiste un Hummer.

   — Y a un muy buen precio, ya estoy haciéndole unas modificaciones, quedará más exagerado ya verás.

   — Cuidado no vayas a dar la impresión que quieres compensar alguna deficiencia con un vehículo tan exagerado.

   — Epa, epa, ya veo por donde vas, a mis chicas las complazco con todo exagerado.

   Pablo se echó a reír, era muy fácil molestar a Dante, si cuestionaban su virilidad de alguna manera.

   — Llévame al hotel Larsson, en mi casa no hay nadie en este momento, mis padres están en un crucero con mi hermana, y será mejor que me ponga en contacto con mi tío.

  

  — Pablo, pero no me avisaste que llegabas hoy, te hubiera mandado a buscar —Bernhard estaba en su oficina del hotel Larsson Caracas.

   — Tío qué gusto verte, ya pasó tiempo —Pablo se acercó a Bernhard y lo abrazó dándole unas palmadas en la espalda—, no te preocupes, Dante me buscó en Maiquetía.

   — Pero hijo, acabas de llegar, debes tomar una pausa, qué lástima que no está Sebasthian, así tendría aquí a mis muchachos conmigo, como antes, pero Sebasthian está en Estados Unidos, ya tiene varios meses por allá, tiene novia y parece que le echaron el lazo.

   Sebasthian era menor que Pablo solo por 7 meses, así que se habían criado muy unidos como hermanos, mientras eran pequeños más con los padres de Pablo, pero al crecer estaban con el soltero Bernhard. Con él aprendían de negocios, a trabajar duro y de como tratar a las mujeres, Pablo adoraba a su tío y a Sebasthian más que primo, era su hermano.

   — Debo decirte, gracias tío por este proyecto.

   — Mi muchacho estoy muy feliz de tenerte aquí y no le confiaría el proyecto de Margarita a otro arquitecto.

   — Conseguiste la excusa perfecta para traerme.

   — Vamos almorcemos en el Välsmakande, es ahora mejor de cómo lo recuerdas, mi socia para el restaurante de Margarita lo gerencia y lo convirtió en un éxito rotundo.

   — Una socia, sí que han cambiado las cosas desde que me fui.

   — Yo también llegué hoy a Caracas, ya sabes una escapadita que me di por Curazao, así que mejor compartimos por lo menos la comida, antes de tener que atender los negocios.

   — Querida Elena eres toda una visión —Bernhard saludó con cariño a Elena, le tomó las manos y llevó su mano derecha hasta sus labios dándole un breve beso—. Tan bella como siempre dijo mirándola a los ojos.

   — Berni cariño, que bueno que volviste, ya se te nota que no te has estado alimentando como se debe.

   — Ya sabía yo que no podía librarme del sermón, te presento a mi sobrino Pablo Larsson, es el arquitecto para Margarita.

   — Encantado señorita —saludó educadamente Pablo.

   Elena prestó atención en el compañero de Bernhard y casi se le van las rodillas, era un hombre blanco y alto más que Bernhard el cual tenía al menos 1,80m de estatura vestía un traje azul marino, seguro marca Armani con camisa blanca y corbata en varios tonos de azul, le extendió la mano a Elena, está la tomó en un breve gesto profesional. 

   — Un placer —dijo y su voz salió un poco entrecortada.

   Elena se aclaró la garganta y miró a la cara de Pablo, allí entendió su aturdimiento, Elena no había visto hombre más guapo, al menos no recordaba ninguno que le hubiese aflojado las rodillas, una comisura de la boca se levantó un poco en un gesto bastante favorecedor en una boca de labios carnosos y bien delineados, nariz perfilada y unos ojos de un azul grisáceo que la miraban con picardía, como si compartieran un secreto y encima de estos una bellas cejas gruesas y recta rasgo que Elena se dio cuenta compartía con Bernhard y su hijo Sebasthian, pero eran esos ojos más claros casi hipnóticos, o eso le pareció a Elena.

   — Bienvenidos al Välsmakande, pasen por favor, los llevo a su mesa.

   Bernhard estiró el brazo en gesto hacia Elena para que siguiera adelante, Pablo observó a conciencia, largas piernas en un vestido negro, llegaba justo por encima de la rodilla un fino cinturón dorado enmarcaba la estrecha cintura, sandalias de plataforma y tacón de aguja doradas, era un vestido de falda plisada y con mangas cortas así que, aunque mostraban bastante pierna no era vulgar, era elegante.

   — Vaya tío, como siempre mimado por mujeres hermosas —dijo en un susurro.

   — Muy hermosa, no hay hombre que no note lo encantadora que es Elena —respondió Bernhard para solo oídos de su sobrino.

   Elena hizo un gesto hacía la mesa y los caballeros se sentaron.

   — Supongo querrán tomar algo mientras esperan la comida —¿Le ofrezco la carta Pablo?

   — Lo que toma mi tío, estará bien para mí también —dijo con voz suave mirándola de arriba abajo con picardía.

   Elena notó el doble sentido a sus palabras y de inmediato se ruborizó, ya Pablo pensaba que era una conquista de Bernhard, sintiendo cómo le subía el calor a la cara, rogó que la iluminación del restaurante no les permitiera notarlo, una mirada a Bernhard y supo que su rubor era evidente, al instante se recuperó.

   — Claro que sí —dirigió una seña discreta a un atento Mozo y enseguida se acercó con una botella de THE MACALLAN 1975 ESTATE RECERVE el mozo sirvió un trago a Bernhard.

   Elena pensó “a este juego podemos jugar dos”, —dijo con malicia— tomará el whisky como Berni, es especial para él, quizás no tenga el paladar para disfrutarlo.

   Ahora con una sonrisa completa Pablo la miró directamente a los ojos

   — Touché…, quizás no tenga la experiencia de mi tío, pero persevero.

   Bernhard a este punto reía a carcajadas.

   — Caballeros los dejó, esperó disfruten —con una mirada dio instrucciones silenciosas al mozo y se perdió de vista.

   — Una mujer con garra, se ve que maneja este lugar con puño de hierro, viste cómo con sólo miradas dirige el personal.

   — ¿Por qué crees que es mi socia?

   — Y a ti, ¿También te tiene con puño de hierro?—comentó Pablo con ironía.

   — Hijo, perro viejo late echado.

   Con ese enigmático refrán dejó más interrogantes que respuestas en Pablo, aunque parecía bastante obvio, las mujeres bellas en la vida de Bernhard Larsson eran sus amantes, sin embargo, esta era nada más y nada menos que su socia, que tendrá de especial esta mujer, de y de dónde había nacido su curiosidad, quién sabe, pero esa mujer le despertaba intriga, “pues claro está buenísima” pensó.

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