Capítulo cuarenta y tres.

Seis meses después…

La vida te entrega las cosas como una gran masa de arcilla, nosotros nos encargamos de darle forma y ajustarla a nuestro antojo es decir; como nos parezca o como nos acomode tal como diría la única mujer que he amado en mi vida: Martha André ¡sí, una despampanante morena! De ascendencia Colombiana y con una personalidad que sacaría de quicio a cualquier hombre que se apreciara de cuerdo. Yo caí en sus redes y puedo decir que morí de rabia y desesperación al igual que de deseos y excitación gracias al temperamento y tozudez de esa preciosa mujer. 

— ¡Hola Rogers! ¿se puede? – giro sin despegar las manos del barandal que enreja el balcón de la habitación principal en la Mansión donde vivimos en el 515 Park Ave, New York, Ny 10022.

— ¡Hola mini Nena,

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