Escena V

CUADRO IV

Andén de abordaje.

Al igual que en el primer cuadro de la pieza, algunas personas cruzan el espacio en todas direcciones. En determinado momento, la muchedumbre desaparece y deja ver una columna de personas ordenadas en el fondo del escenario: Estas esperan el abordaje del próximo autobús que los llevará hasta la capital. Entra el viajero y se ubica en el lateral izquierdo, viene hecho una fiera. Detrás de él vienen el fiscal y el vigilante; estos se ubican en el lateral derecho. El viajero al darse cuenta de la presencia del fiscal y el vigilante, les lanza una mirada llena de cólera.

FISCAL:        Solo vinimos a darle ánimos…

VIAJERO:     ¡Cínicos! ¡Ya verán de lo que soy capaz! (A las personas que están en la cola) ¡Señores, he venido a informales algo de suma importancia! (Nadie le presta atención) Señoras y señores, necesito que me presten atención por un momento (Nadie responde)Creo que no hablé con suficiente fuerza…

FISCAL:        (Irónico) Su voz está en perfectas condiciones, cariño…  Los que están averiados son ellos.

VIAJERO:     ¡Cállese, bandido! (Insiste) ¡Señores y señores, necesito que me atiendan por un momento! (Nadie responde) ¡He venido a abrirle los ojos!

FISCAL:        (Le hace señas al vigilante. Este último le avienta el silbato). Úselo, es la única forma de que atiendan.

(El viajero usa el silbato de mala gana. inmediatamente todos los presentes voltean a verlo. luego le avienta el silbato al vigilante).

VIAJERO:     Gracias por atender, señores. Antes que nada, quisiera presentarme…  (Pausa) Bueno, creo que decir mi nombre en este momento no tiene importancia. Lo que realmente importa es el papel que yo represento aquí y los motivos que me trajeron hasta este punto. Yo soy de la capital. Hace menos de una semana llegué a Nueva Ovejuna y les confieso que estoy maravillado. Sus veredas largas y silenciosas, sus fachadas coloridas, sus persistentes flores: todo aquí invita a la contemplación y al descanso. Es la primera vez que vengo a este pueblo y ya me siento parte de él. Ahora comprendo la insistencia de mi amada esposa por regresar a este sitio. Hace quince años me casé con una mujer maravillosa: Eurídice. Ella nació aquí, en Nueva Ovejuna. Pero por dificultades económicas tuvo que abandonarlo todo e irse a la ciudad a probar suerte. Ciertamente, gracias a su perseverancia y a su espíritu aguerrido pudo conquistar su vida. No obstante, jamás se acostumbró a la ciudad. Y los recuerdos de su infancia de alguna manera la mantuvieron unida a su pueblo.  Fueron quince años de relación esplendida, con sus altas y bajas, claro, pero una relación basada en el amor y el respeto. No se imaginan lo honrada y bondadosa que era esa mujer. ¡Mi justiciera!

(Vigilante asiente. Las personas se lamentan y gruñen).

FISCAL:        ¡Magnifico! ¡Todo un orador, un retórico!

VIAJERO:     El año pasado un vil delincuente la asesinó para quitarle esto… (Enseña el reloj)Este fue el último regalo de aniversario que recibí de su parte. Cuando cayó al suelo sus manecillas se detuvieron, pero aun así no me lo quito. (Mirando al reloj) Siempre marcando las seis y media de la tarde; la hora de su muerte. Aun no supero su pérdida. ¡No imaginan cuánto la extraño! La vida se me ha hecho amarga desde que murió. Hoy estuviéramos cumpliendo dieciséis años de matrimonio. Visitar Nueva Ovejuna sería mi regalo de aniversario. Por esa razón viajé hasta aquí, para alejarme del sitio que me la arrebató, y como una forma de consumar el regalo que nunca pude darle. Esto días fueron reveladores. Sentí presente a Eurídice en todas partes, cercana, viva. Entonces ayer, mientras dormía, soñé con ella. En el sueño ella lucía radiante. Me dijo: “No estoy muerta”. Entonces me beso y se acostó a mi lado. A la mañana siguiente me dije: “¿Por qué no quedarme en Nueva Ovejuna?”Así que tomé la decisión de hacerlo. Igual, ya nada me ata a la ciudad. Aquí mantendré viva la memoria de Eurídice a través de mis acciones, siendo ejemplo de virtud como ella siempre lo fue. Así que esta mañana decidí regresar a la ciudad para poner mis cosas en orden y así venirme cuanto antes. Y fue entonces, señoras y señores, cuando el mal se interpuso en mi camino.

(El vigilante asiente. Las demás personas gruñen).

FISCAL:        Hermoso… ¡Simplemente hermoso y conmovedor!(Transición) Esta es la parte donde aparecemos nosotros.

MENDIGO:              

Y mientras el locuaz viajero narraba sus penas,

irrumpió en el lugar un vendedor ambulante,

para robarse el show en esta absurda escena,

y para matar el antojo de los que tenían hambre.

(Aparece ESO. Viene con un cesto grande entre las manos, el cual está lleno de chucherías, medicamentos y cuanta baratija exista).

ESO:              (Haciendo las veces de vendedor ambulante) ¡Platanitos! ¡Lleve sus platanitos! ¡No pierda la oportunidad, mire que están recién hechos! ¡Platanízate, y mata ese antojo de una vez! ¡Platanitos, platanitos, lleve sus platanitos! También tenemos agua bien fría, chupetas, galletas y todo lo que se le ocurra: desde medicamentos vencidos, hasta credenciales, pasaportes y títulos universitarios.

FISCAL:        Qué oportuno… ¡Por aquí, cariño!

ESO:              ¡Mande, jefe! ¿Qué es lo que quiere, mi rey? Tenemos pepitos, papitas, pepitas, pepotas, chupis, chupetas, chupotas y hasta compotas… También tengo títulos nobiliarios y pastillas de lo quieras: para la tensión, para la diabetes, para la osteoporosis, para el cáncer, para la esperanza, para la depresión, para la ansiedad, para el estrés, para perder la noción del tiempo, (Haciendo ademanes sexuales) para perder la vida y hasta para levantar a los muertos. ¡Usted pida por esa boquita! ¡Ah, y lo mejor de la casa: platanitos! ¡Aproveche! Mire que están frescos. ¡Recién sacados del aceite!

FISCAL:        Sí, y yo nací ayer. Dame unas papitas… (Al vigilante)¿Quieres una, bombón?

VIGILANTE: Sí, jefe. Pero yo si quiero un platanito

ESO:              ¿Cómo va a pagar? Tengo punto de venta. Pero si paga en efectivo, lo cancela en un cincuenta por ciento menos del costo estipulado por mí. ¡Aceptamos dólares, pesetas, pesos, euros, liras esterlinas, y hasta pepitas de oro, digo, como están de moda…!

FISCAL:        Moneda local, cariño…  (Le entrega unos billetes).

ESO:              (Decepcionado) Bueno, ya veré en qué los uso. ¡Ah, ya! Tengo un amigo que hace cintillos con billetes que le quedan espectaculares. ¡Es un genio! ¡Nila Victoria Secret, papá! Le diré que me haga algunos y luego los vendo aquí en el terminal.

FISCAL:        Un buen negocio, sin duda. Muchas, gracias, querido.

ESO:              ¡De nada, compinche! ¡Siempre a la orden!(Sale de escena, no sin antes repetir su oferta) ¡Platanitos! ¡Lleve sus platanitos! ¡No pierda la oportunidad, mire que están recién hechos! ¡Platanízate, y mata ese antojo de una vez! ¡Platanitos, platanitos, lleve sus platanitos! También tenemos agua bien fría, chupetas, galletas y todo lo que se le ocurra: desde medicamentos vencidos, hasta credenciales, pasaportes y títulos universitarios. ¡Platanitos! ¡Lleve sus platanitos! (Desaparece de escena).

(El viajero continúa con su discurso). 

VIAJERO:     Entonces, cuando estaba a punto de abordar al andén, aquel sujeto que está allá… (Señala al vigilante) me impidió el paso, porque, según debía cancelar una tasa, aun cuando ninguno de los demás viajeros que lograron pasar la pagaron. Obviamente peleé por mis derechos. Pero el sinvergüenza no dio su brazo a torcer, y me vi forzado a hacer lo que haría cualquier persona consciente de su ciudadanía: denunciar el caso con una autoridad superior y dejar en evidencia el ultraje que se cometía en contra de mi persona. Pero no contaba yo con que ese ultraje era solo el principio de toda una retahíla de crímenes y bajezas. Porque después de tener una conversación bastante siniestra con aquel mequetrefe que está allá…(Señala al fiscal), descubrí que nos están robando desde hace mucho tiempo. (Se escuchan gruñidos y lamentos) ¡Así, como lo oyen! ¡Nos están robando con el precio de los pasajes! ¡Resulta que, para viajar desde la capital hasta aquí, tuve que cancelar dos pasajes, cuando el precio estipulado en la gaceta oficial es de tan solo un pasaje! Aquí en esta carpeta tengo los papeles que prueban lo que digo. Quien guste puede acercarse y revisarla para que corrobore, al igual que yo, que hemos estado siendo estafados desde quién sabe cuándo. ¿No les parece esto un descaro, una falta de respeto, un abuso, un ataque a nuestros bolsillos, un atentado al buen vivir?

(El vigilante asiente. las personas se lamentan y gruñen).

FISCAL:        ¡Terrible! ¡Imperdonable! (A viajero) ¡Vamos, siga, aun no es suficiente!

VIAJERO:     Señoras y señores, por favor, yo los invito a que me acompañen a la comisaría más cercana para que juntos denunciemos el caso. Si juntamos nuestras voces, tendrán que oírnos, aunque no quieran. ¡No podemos permitir que este tipo de actos sucedan en Nueva Ovejuna! Hay que actuar ahora antes de que las cosas se salgan de control y el vicio termine engullendo a este pueblo. Eurídice siempre me decía que lo que amaba de este lugar era su gente, porque nunca callaban ante la injustica. Bueno, yo apelo a ese espíritu guerreo para enfrentarnos a estos lobos.

(Se escuchan gruñidos más fuertes).

FISCAL:        ¡Más alto, no te oyen!

VIAJERO:     ¿Pero por qué no dicen nada? ¡Por qué solo gruñen! ¡Vamos, hay que actuar rápido! Yo vengo de la ciudad, y sé lo que les digo. Allá el cáncer de la delincuencia mantiene en la completa zozobra a sus habitantes. A diario se reportan toda clase de crímenes. ¡Yo perdí a Eurídice por culpa de un desgraciado que salió impune de su delito! ¡Nadie hizo nada para ayudarme, para hacer justicia! ¡Nadie vio nada! ¡A plena luz del día! ¡Nadie vio nada! ¡¿Cómo eso puede ser posible!? Yo les hablo en nombre de la razón y de la consciencia y les ofrezco la posibilidad de hacer justicia. ¿Por qué callan? ¡Vamos, acompáñenme y démosle una lección a estos sinvergüenzas! ¿Dejarán que este sujeto se salga con la suya y que la inmoralidad extienda sus pútridas raíces en Nueva Ovejuna? Por qué no hacen nada para defenderse. Por qué no se conmueven y permanecen insensibles. ¡Yo tengo la razón!

FISCAL:        ¡Pero no el poder! Vamos, ¡más alto! ¡Más alto!

VIAJERO:     ¿Pero qué les pasa? ¡Respondan al menos! No deben temer. Los superamos en número y fuerza. ¡Vamos, digan algo, hagan algo! O es que piensan dejar que estos infelices se salgan con la suya. Esto es algo que solo podemos corregir nosotros: “Por la libertad, así como por la honra, se puede y debe aventurar la vida” (Cervantes. Don Quijote, II, cap.58). Han sido incontables los pueblos que se han librado de sus opresores gracias a la unión de sus voluntades. ¡Es que no les duele!

FISCAL:        Para sentir dolor hay que tener identidad. 

VIGILANTE: Eso dolió, jefe. 

FISCAL:        ¡Cállate!

VIAJERO:     ¡¿Porque no actúan conforme a ese odio enérgico que debe causar el vicio a los hombres virtuosos?! ¡Por qué solo gruñen y no se defienden! Oh, Eurídice… ¡Este ya no es tu pueblo! (Solo se escuchan gruñidos. Transición) Ya comprado… Ya sé por qué no hacen nada. Pues saben una cosa… No seguiré aventándole piedras a ese par de delincuentes, después de todo, tarde o temprano, todo cae por su propio peso. En algún momento ellos tendrán su merecido. En realidad, no son ellos los que constituyen el mayor peligro a las fuerzas de la vida. No son ellos los enemigos de Nueva Ovejuna, de la razón ni de la libertad. (Furioso) ¡Los verdaderos enemigos son ustedes, masa indolente y estúpida, que permite que estos sinvergüenzas hagan y deshagan a sus anchas!¡Son ustedes los artífices de este mal! ¡Son ustedes lo que han escupido el templo de mi amada Eurídice! Son ustedes los verdaderos corruptos.

(A partir de este momento, entre gruñido cada vez más eufóricos, las demás personas empiezan a cercar al viajero).

FISCAL:        (Haciendo ademanes sexuales) ¡Eso es! ¡Así! ¡Continúa!

VIAJERO:     (Evocativo) “Qué es más digno para el espíritu, soportar los golpes y dardos de la inclemente fortuna, o tomar las armas contra el pliégalo de las calamidades, y haciéndoles frente, darles fin. ¿Por qué soportamos los ultrajes y desdenes del mundo, los agravios del opresor, las afrentas del soberbio, los tormentos del amor desairado, la tardanza de la ley, las insolencias del poder, y los desdenes que el paciente mérito recibe del hombre indigno, cuando uno mismo podría liberarse de ellos con un simple puñal?”(De Hamlet). ¿Por qué solo gruñen…? (Se arrodilla) ¡No tengan miedo!¡Seamos el puñal que hiera de muerte a estos detractores! (Grita) ¡Hombres sin alma! ¡Plebeyos morales! ¡Ovejas!

FISCAL:        (Operático) ¡Ya casi, ya casi!

(En este punto la gente ya tiene rodeado al viajero. Entre todos lo levantan del suelo. el cuadro simula una crucifixión. El viajero recita con los brazos abiertos y mirando al cielo). 

VIAJERO:     (Recita extasiado).

Dame, llama invisible, espada fría,

tu persistente cólera,

para acabar con todo,

oh, mundo seco,

oh, mundo desangrado,

para acabar con todo.

Arde, sombrío, arde sin llamas,

apagado y ardiente,

ceniza y piedra viva,

desierto sin orillas.

Arde en el vasto cielo, laja y nube,

bajo la ciega luz que se desploma

entre estériles peñas.

Arde en la soledad que nos deshace,

tierra de piedra ardiente,

de raíces heladas y sedientas.

Arde, furor oculto,

ceniza que enloquece,

arde invisible, arde

como el mar impotente engendra nubes,

olas como el rencor y espumas pétreas.

Entre mis huesos delirantes, arde;

arde dentro del aire hueco,

horno invisible y puro;

arde como arde el tiempo,

como camina el tiempo entre la muerte,

con sus mismas pisadas y su aliento;

arde como la soledad que te devora,

arde en ti mismo, ardor sin llama,

soledad sin imagen, sed sin labios.

Para acabar con todo,

oh, mundo seco,

para acabar con todo…

(Acabar con todo – Octavio Paz).

Al terminar de recitar, una multitud de dientes se abalanza contra él. Viajero queda oculto a los ojos del público. Se escuchan sus gritos, en voz en off, profiriendo: “¡Eurídice…! ¡Eurídice…!”. Mientras esto sucede, Fiscal repite sin cesar, extasiado y entre carcajadas: “¡Hasta la saciedad! ¡Hasta la saciedad!”. Un vaivén de vísceras y sangre profana el escenario. Viajero aprovecha esta acción para cambiarse de vestuario. Fiscal le hace señas al vigilante para que termine con el festín. Este último se vale de su silbato y su garrote para espantar a los comensales. Viajero desaparece entre la multitud que poco a poco se aleja del lugar para regresar a la columna del fondo. En el lugar donde fue devorado, solo quedan manchas de sangre, retazos de ropa, la carpeta, la maleta y el reloj que llevaba puesto.

FISCAL:        (Detallando el lugar donde devoraron al viajero) Esta vez dejaron muy poco… (Al vigilante) Ve a ver qué encuentras.

VIGILANTE: (Revisa la maleta) Aquí solo hay ropa y fotos de él y de su esposa.

FISCAL:        Conserva la ropa si quieres. Yo me quedare con las fotografías. Las guardaré en mi álbum. Será un lindo recuerdo, ¿no crees?

VIGIALNTE: También dejaron su reloj.

FISCAL:        Dámelo también. (El vigilante entrega el reloj. Detallándolo) Sus manillas están detenidas. Marca las seis y media. Voy a ajustarlas. (Mira su propio reloj para saber qué hora es y poder ajustar el del viajero) Vaya casualidad…

VIGILANTE: ¿Qué sucede?

FISCAL:        Son las seis y media de la tarde. Dime algo, ¿crees en las casualidades?

VIGILANTE: Yo creo en lo que usted crea, jefecito.

FISCAL:        (Observando las fotos) Este me agradaba… Era tan distinto a la gente que vive aquí. (Transición) En fin, quién lo manda a estar agitando al rebaño. (Espantado) ¡Pero mira nada más como tengo las uñas! ¡Qué horribles! Vamos, tengo que barnizarme! ¡Es urgente!

(Ambos salen de escena. Arriba un autobús. Aparece ESO, esta vez haciendo las veces de un colector).

COLECTOR:(Tosco) Bueno, mi gente, les voy a hablar claro. Para viajar hasta la capital son tres pasajes. (Los viajantes comienzan a gemir y gruñir) ¡Ah, no! ¡No quiero dramas! Si se ponen comiquitas no vamos para ningún lado. Ustedes deciden. ¡Mira que no estoy de humor para estar calándome a nadie! Tres pasajes y punto. Si no, váyanse a pie hasta la capital. ¡Ustedes deciden!(Los demás gruñen, el colector asume esto como una afirmación) Bueno, saquen los billetes. El bus esta por allá.(Señala fuera a un lugar fuera de la escena) Eso es pagando y volando para la capital. ¡Rápido pues, que no tengo todo el día! ¡Muevan esas manos! ¡Qué tan difícil puede ser sacar unos billetes! ¡Ah, y nada de sencillo ¡Solo acepto billetes grandes y bonitos! Y nada de pasajes preferenciales, así que usted señora, no se haga la loca: o paga completo, u olvídese de viajar. ¡Rápido, que no tengo todo el día!

(La cola empieza a avanzar entre gruñidos y lamentaciones. Poco a poco los pasajeros desaparecen de escena. Las luces descienden lentamente hasta llegar a oscuro).

CUADRO I

Interior de la caseta de peaje

Todo luce exactamente como en el primer cuadro. En escena están las mismas personas haciendo la fila. Aparece una mujer por el lateral que apunta al torniquete, y se ubica al final de esta. Está algo ansiosa. Lleva un bolso de viaje consigo.

MUJER:        (Cordial. A la persona que está delante de ella) Buenas… (No recibe respuesta. Insiste) Disculpe, amigo, ¿lleva mucho tiempo haciendo esta cola…? (La persona que tiene adelante voltea, mira detenidamente con interés y sonríe).

(Oscuro súbito. Voz en off del mendigo)

MENDIGO:              

Y así concluye esta disparatada historia:

con un banquete de lo más inusitado,

cuyos comensales eran unas ovejas locas,

y plato principal, un justiciero enamorado.

           

Tal vez nuestro mártir se hubiera salvado,

de haber dejado a la manada tranquila,

pero por mala suerte no estaba enterado,

que la oveja negra es la primera en ser comida.

Y para terminar…

Muchas gracias por la atención brindada,

y por presenciar a los hechos aquí narrados,

espero que este cuento les haya gustado, 

y si no, recomiéndelo, igual no cuenta nada.

FIN.

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