Capítulo 7: "Algo tan obvio".

Rafael: Emily.

Insiste, retomando su tono preocupado.

Rafael: ¿Qué te pasa?

Emily: Nada.

Rafael: ¿Querés salir afuera o algo?

Me ahorro la respuesta cuando una muchacha de baja estatura se aproxima a la mesa con un pequeño anotador en mano y una bandeja negra bajo el brazo. Escucho a Rafael hablando con ella, pero no presto atención. Cuando levanto la vista y no visualizo más a la joven desconocida, supongo que él habrá pedido algo por los dos.

Rafael: Veo que se te fueron los nervios.

Emily: No estaba nerviosa.

Rafael (ríe): Si, claro.

Levanto las cejas.

Rafael: Cuando estás nerviosa te ponés pálida y no podés hablar.

Exclama sin mirarme, mientras toquetea los sobres de azúcar que se encuentran en un pequeño canasto de paja sobre la mesa, como si lo que dijera fuese un poema estudiado de memoria. Levanta la vista y su mirada choca con la mía, la cual en ningún momento dejó de apuntar su perfecto rostro.

Rafael: Te conozco más de lo que pensás, aunque no lo creas (dice orgulloso de sí mismo).

Emily: No creo en cosas absurdas.

Rafael: Yo no podría decir lo mismo después de que mandaras un guardia para echarme de tu cuarto cuando habías pasado la noche conmigo.

Comenta con total tranquilidad, sin entender que sus palabras me duelen más a mí que a él mismo.

Rafael: Y la palidez volvió.

Emily: Vine a explicarte eso, no me la hagas más difícil de lo que ya es.

Rafael: Si y hace media que no...

Emily (lo interrumpo, harta de su tono irónico): ¡Rafael!

Rafael: Está bien, te escucho. Hablá.

Trago saliva, recapitulando en mi cabeza lo ocurrido hace un par de semanas.

Emily: Esa mañana cuando llegué a casa me crucé con...

El hecho de finalmente haber tenido el coraje de estar frente a él, dispuesta a confesarle todo y que mi estúpido celular en ese preciso momento comience a sonar provoca que alcance el mayor grado de indignación de toda mi vida.

Opto por no prestarle atención y seguir, pero...

Rafael: ¿No vas a contestar?

Emily: No creo que sea importante.

Rafael: Pero podría.

"No la compliques más, idiota", digo en mi mente pero me ahorro las palabras.

Rafael: Atendé, estoy libre hasta las 10, tengo tiempo para escucharte.

Suspiro, sacando el celular de alguna parte de la mochila y suelto un bufido al escuchar que deja de sonar cuando ya lo tengo en mis manos. Decido apagarlo y seguir con mi confesión pero la notificación de un mensaje reciente aparece en la pantalla. Samira.

"No sé por qué se te dio por faltar justo hoy pero Agustín se desmayó en el medio de la clase y lo tuvimos que llevar al hospital. Lo más seguro es que sea por haberse golpeado la cabeza ayer cuando Rafael lo agarró. Lo peor es que los padres viajaron a la noche después de la fiesta y no hay nadie acá. Venite cuando puedas. Yo tengo parcial en un rato".

Emily: Me tengo que ir.

Anuncio mientras mis dedos buscan rápidamente el número del chofer.

Rafael: ¿Qué pasó?

Emily: Vos pasaste.

Rafael: ¿Eh?

Emily: Agustín está grave.

Rafael (suelta una risita): ¿Ni una piña se bancaba?

Emily: Es en serio estúpido. Está internado.

Rafael: Auch.

Encuentro el contacto y apoyo el teléfono en mi mejilla.

Rafael: ¿A quién llamás?

Emily: Al chofer.

Rafael: Te llevo yo.

Emily: No hace falta.

Rafael: A mí me hace falta. Por mi culpa él está así.

Dejo el celular en la mesa y lo miro.

Emily: ¿Hablás en serio?

Creo que ya leí más de veinte veces el cartel que se encuentra en la pared delantera de mi asiento: "10 razones por las cuales hacer deporte es saludable para los niños". No cabe duda alguna de que el aburrimiento me está consumiendo y la vaciedad de este pasillo no me ayuda en absoluto.

Hace media hora Rafael entró por esa puerta blanca y todavía no hay rastros de él. Samira corrió a la facultad apenas llegamos y ya debe estar en examen. Luego de que se fuera, apareció el doctor de Agustín y comentó lo grave que este se encontraba, mencionando también que necesitaba sangre.

Rafael, por su parte, todo ese rato permanecía mudo, con una expresión indescifrable y cuando el médico terminó de hablar, rompió el breve silencio generado diciendo que él daría la sangre necesaria. Me quedé perpleja, mientras que él no movió ni un músculo y solo pidió que lo esperara.

Desde ese momento aquella puerta no volvió a abrirse y nadie ingresó ni salió por ella. Quizás esa sea la razón de que cuando veo como la manija se mueve hasta apuntar hacia abajo, pienso que esa imagen debe ser parte de mi imaginación y no abandono el asiento hasta que la puerta se abre por completo y Rafael cruza su marco.

Me hace señas, indicándome que me siente y se acerca, ocupando un lugar a mi derecha.

Emily: ¿Ya está?

Asiente en silencio y apoya su cabeza en la pared, frotándose los ojos.

Rafael: Me siento como débil.

Emily: Es normal. Hasta podrías estar peor si es tu primera donación.

Me observa extrañado, frunciendo el ceño.

Emily: Estudio medicina por si te olvidaste.

Rueda los ojos y desvía la mirada.

Emily: Sos el chico más bipolar que conocí en mi vida.

Rafael: Se me parte la cabeza, no empieces (se acomoda en el asiento). Encima estoy faltando al trabajo por el pendejo este que...

Emily (lo interrumpo): ¿Y por qué faltás? (Me mira). ¿Por qué hiciste lo de recién si no es nadie tuyo?

Mis últimas palabras le transforman la cara y al ver que noté el cambio desvía la mirada.

Rafael: Ojalá no lo fuera (dice soltando un suspiro).

Emily: ¿Qué?

Rafael: Ye te dije que hay cosas...

Emily:...que yo no sé (termino su oración y entrecierra los ojos). ¿No te cansás de repetir lo mismo 80 veces?

Rafael: Pensé que te darías cuenta antes y resultaste lenta.

Emily: ¿Y cómo se supone que me tengo que dar cuenta?

Rafael (me mira harto): Porque ya te conté la historia, solo que no dije quién era él o como se llamaba.

Emily: ¿Y quién es "él"?

Pregunto en un tono de burla, siguiéndole el juego y haciendo un gesto con las manos como si "él" estuviera en un cartel flotante.

Rafael: Es el hijo de la mujer por la que mi viejo nos dejó y se fue.

Emily: Osea que Agustín es...

Rafael:...mi hermano.

Pronuncia esa última palabra dejando a la vista el dolor que se refleja en sus ojos y me pregunto cómo fui tan estúpida para no descubrir antes algo tan obvio.

Capítulos gratis disponibles en la App >

Capítulos relacionados

Último capítulo