Capítulo 2. Cedric, la llegada.

Llegar al viejo pueblo de Puente Celest me ha hecho recordar muchas cosas de años pasados. Crecí aquí, aunque ya no luce como hace cincuenta años, que fue la última vez que estuve aquí.

Nacer y crecer, desarrollarse, ir a la escuela, tener amigos, todas esas tonterías de los humanos comunes no las pude hacer debido a quien soy. Un vampiro. Nunca necesite dichas cosas, ya que mi metabolismo y condiciones físicas eran muy diferentes a los demás niños, por lo cual debí estudiar mis primeros años de vida en casa hasta poder adaptarme a la realidad que a partir de mi nacimiento me esperaba; ocultar mi identidad ante los humanos. Le temen a lo desconocido.

Mi nombre es Cedric Rotter. Hijo del gran soldado Lucius Rotter; el favorito guerrero del rey, pero ese es otro tema. Tengo 180 años, aunque realmente aparento de 20 años, así que esa es la edad que decidí tener por el resto de la inmortalidad.

Mi padre cometió el grave error de enamorarse de una humana, la idea de formar una familia con una humana es la máxima prueba de deshonra para los vampiros viejos del reino.

Mantuvo en secreto su historia de amor con mi madre hasta que ella acabó por embarazarse.

No dichosa su fortuna, mi madre casi muere teniéndome, fue cuando mi padre decidió colocar sus finos colmillos en su cuello para poder salvarle la vida... Transformándola en una bestia salvaje con piel tan blanca y fría como la nieve, ojos azules claros, con una visión perfecta a larga distancia. Velocidad, supe fuerza y por supuesto, realzo toda la belleza que tenía de humana, convirtiéndola en una poderosa vampira.

En fin... Mi madre sobrellevó los primeros años como vampira novicia (nueva) con total dificultad, era de esperarse (según me cuenta mi padre) que hasta acabó con la vida de varios de sus amigos vecinos debido al hambre.

Mi padre decidió encargarse de mi cuidado mientras que entrenaba al mismo tiempo a mi madre para alimentarse correctamente. Todo se le dificultó más de lo que pensó, un niño pequeño más una mujer sedienta de sangre no son una buena combinación.

Todo esto pasaba en el pueblo Celest. Ocurrió una tragedia horrible. Mi madre acabó con la vida de muchos pobladores, en luna llena, su sed crece muchísimo más... La sed de todos los vampiros de hecho.

Su humanidad se fue apagando con cada gota de sangre que bebía de los que alguna vez fueron sus vecinos.

Fue justo así cuando mi madre cayó en una completa depresión por quien se había convertido, no culpó a mi padre porque solo la quería junto a él sin importar las consecuencias, pero no le gustaba para nada quien era. Sus vecinos fallecidos, los familiares llorando sus pérdidas hicieron que mi madre no quisiera estar de nuevo en este pueblo.

Mi padre tomó la decisión de llevarnos lejos de Puente Celest y mudarnos a Alaska, en esos pueblos remotos con pocos habitantes para así entrenar a mi madre y hacerla calmar su odio contra ella misma.

Años después, mi madre; Rubí Rotter decidió que es hora de regresar y enfrentar su pasado con una nueva versión de ella misma.

Decidimos hacer el viaje como personas ''normales'', en nuestro jet privado, luego en nuestro auto deportivo para actuar como uno más de la multitud.

Mi padre es el más preocupado por la estabilidad mental de mi madre que cualquiera.

— ¿Estas segura de esto? —preguntó, sujetándole la mano a mi madre quien se encontraba a su lado en el asiento de copiloto.

—Por supuesto que sí, no puedo vivir toda la inmortalidad huyendo de algo. Estoy lista.

La seguridad en la voz de mi madre se hacía notar, sin embargo, los nervios de mi padre también.

—Es bueno regresar algo conocido, la soledad de Alaska estaba enloqueciéndonos a todos— dije yo. Sentado en la parte de atrás.

Mi padre asintió, mirando al frente de la carretera mientras manejaba.

—La casa debe estar hecha un desastre...— comenta mi madre— Hace décadas que no pisamos ese lugar.

—No, yo pague por un servicio de limpieza ayer en la madrugada.

—Wow, Lucius, lo planeaste todo muy bien. —felicita mi madre, mientras yo contengo la risa. — Tú no te rías mucho, jovencito, debes cooperar con la limpieza para que se mantenga. No me importa que tan guerrero, fuerte, importante y grandioso seas para el Rey, para mi sigues siendo mi niño pequeño con tareas en el hogar.

Eso fue suficiente para parar mi burla y empezar la de mi padre.

El viaje de seguro fuese una tortura para los humanos, no sé cuántas horas llevamos sentados, solo me distrae ver los alrededores, mientras cae la puesta de sol al fondo tras las montañas.

Llegamos a nuestro antiguo vecindario, me sorprendió ver la similitud entre el vecindario que recuerdo y el de ahora.

—No cambio nada— confiesa mi mama.

—Me quitaste la frase de la boca. —confirma mi padre.

—Bueno, Puente Celest no es sinónimo de avance, este pueblo parece jamás evolucionar. —comente yo, mirando a mi alrededor.

—También significa que el hogar siempre se verá como un hogar. —dice mi madre, saliendo del auto rápidamente para entrar a la casa.

Procedimos a entrar todos a la casa, confirmando lo que mi padre nos mencionó horas atrás, está totalmente limpia.

— ¡Ah!— exclamó mi madre con profunda nostalgia— como extrañaba este lugar...

Observé a mí alrededor, las cosas estaban tal como las recuerdo con excepción a ese nuevo olor de canela y lavanda, supongo que el servicio de limpieza se encargó de dejar que todo oliera de esa forma.

—Sí, bueno, supongo que contratar a un servicio de limpieza fue la mejor idea—dijo mi padre.

—Me parece increíble que nadie la compró durante tanto tiempo— respondió mi madre mientras subía por las escaleras hasta el segundo piso.

—me encargué de ello. Les dejé claro a mis contactos de inmobiliaria de confianza que no vendieran este lugar.

— ¿Qué tiene de especial este pueblo? Pensé que jamás vendríamos aquí— comenté yo caminando por la sala.

—Jamás dejaría de venir a este lugar, antes como humana lo adoraba, ahora como vampira siento que es el verdadero paraíso.— Dejó salir una sonrisa llena de calma mientras observaba por el ventanal enorme de la sala, el cielo estrellado de la noche.

Yo guardé silencio, tenía razón, habíamos estado demasiado tiempo en Alaska, la nieve es muy escurridiza cuando no tienes cuidado.

—Bueno, saldré a caminar un rato para reconocer el pueblo, de nuevo— sugerí yo.

—No estamos aquí para socializar...— refutó mi padre mientras tomaba asiento en el viejo sofá, yo mantuve mi mirada hacia el rostro de mi madre, ya estaba cambiando su gesto de alegría por uno de desagrado.

—Cedric ya no es un niño, Lucius. — Frunció el ceño— sale a duras guerras y batallas contra salvajes y violentos cuando está contigo en Blackstone, ¿lo vas a limitar justo aquí?

Mi padre se quedó en silencio, mi madre es la única que logra hacerlo callar durante una discusión, si fuese conmigo está "pelea" ya hubiéramos gritado por horas.

—Entonces ya me voy...— mi madre me toma por el brazo.

—Recuerda actuar normal.

De la nada comenzamos a oír algunos ruidos que venían de afuera, varias personas que salían de las casas con bebidas y música desde unos parlantes.

—Al parecer llegamos justo el día del festival. —menciona mi madre mientras observa por el ventanal de la casa.

—Cómo olvidarlo, fue en uno de esos festivales donde tú y yo... —confiesa mi padre a mi madre.

—Ay no, no quiero saber nada de eso. —interrumpo, mientras me cubro los oídos, subiendo a al segundo piso.

Me marché a mi habitación para acomodar las cosas que traje de mi viaje. Mi habitación estaba exactamente como la dejé la última vez; mi cama de dos plazas, mi juego de sabana azul celeste, mi alfombra negra, todo.

Me cambié de ropa, me puse más cómodo. Salí de mi habitación y grité desde la sala antes de cerrar la puerta.

— ¡ya me voy!

— ¡Cuídate!— de parte de mi madre.

No estaba acostumbrado a caminar a velocidad normal, como lo hacen todos, debí esperar a que fuese más de noche para poder pasear a mi estilo. Corriendo tan rápido como pueda. Llegaría a cualquier sitio en cuestión de segundos.

Debido a mi lenta caminata, tardaba al menos una hora en recorrer las calles, todo se veía normal, algunos locales nuevos de ropa y comida, puedo decir que los cincuenta años si pasaron en vano. Los rostros nuevos, el clima frío, las nubes grises, todo marchaba perfecto.

Llegué a la plaza y me sorprendió ver a tantas personas disfrazadas de lo que suponen "es un vampiro", ¿En serio?, ¿Colmillos falsos, ojos dorados, capas negras y vestimentas exageradas? Esto es una burla directa para lo que soy.

Mírenme, estoy justo enfrente a ustedes y no uso nada de eso y mis colmillos son disimulados. No uso esas porquerías que todos llevan.

Una mujer apestosa a alcohol me intercepta, tropieza conmigo y derrama algo de su bebida en mis zapatos.

— ¡Ay, lo siento!— lleva su mirada a la mía y se endereza de forma automática, cambiando su gesto de alegría a una de seriedad.

Es demasiado temprano para estar ebria, de seguro algo cambio en este pueblo, es la generación de ahora que no tiene límites, al parecer.

—Aléjate— murmuré.

Ella obedeció en estado robótico. Usar mis poderes no está tan mal cuando solo son un puñado de débiles humanos.

Continúe caminando para alejarme de la multitud que solo saltaba, bailaba y bebía de forma descontrolada.

« ¿Qué se supone que están celebrando? ¿El día del Vampiro?» pensé.

Me senté en un tronco grande de un árbol caído, estaba algo retirado de la multitud, pero aun así podía escuchar claramente las molestas voces de todos. Estoy muy arrepentido de venir a explorar justo en la plaza.

De un momento a otro un aroma diferente me distrajo, un aroma que jamás había sentido. Miré a un lado y me encontré con una chica pelirroja de espaldas. Giró en un momento y dio un brinco haciendo que su bebida caiga al suelo derramándose por completo.

— ¡Dios!— su voz... Es muy dulce. — que susto me diste. Pensé que estaría solo este lugar.

Está vestida con uno de esos disfraces patéticos a los que acabo de lanzar todo mi desapruebo, un vestido negro hasta las rodillas, con un corsé y un par de colmillos falsos. Su melena roja es algo llamativa.

Yo intenté no respirar por esos breves segundos hasta que me di cuenta de que su sangre no era tan apetitosa, no me provocó ningún tipo de sed. Es llamativa, pero no de ese modo que haría que perdiera mi control y quisiera lanzarme sobre ella para saborearla. Es la primera humana que tiene está sangre poco común. Me da mucha curiosidad.

Mantuve mi mirada fija en sus ojos verdes.

—Se derramó tu bebida. — le dije.

—Ah, sí. — pateó con su pie el vaso de plástico alejándolo de ella.

—te puedo conseguir otro... Si quieres— sugerí.

Ella dejó salir una sonrisa, y se acercó a mí un poco más. Yo volví a contener la respiración.

—Oh no, no es necesario. En realidad no bebo.

— ¿Y qué hace una persona que no bebé aquí?— pregunté intentando analizar su aroma, aún estaba pensando en la razón por la cual no me causa ningún tipo de sed.

« ¿Y si está enferma?, la sangre de las personas enfermas terminales tiene diferente olor. Puede ser eso. »

Mantuve mi mirada fija en ella.

—No es necesario beber en un festival, por ejemplo, a ti no te veo bebiendo.

— ¿Esto es un festival?— pregunté mirando a mi alrededor. — eso tiene sentido, ¿pero por qué de vampiros?

—Bueno— soltó una pequeña sonrisa— ¿eres nuevo en el pueblo?

Se acercó unos pasos más para detallar mi rostro. Yo asentí.

—me mudé hace unas horas.

—Pues bienvenido— acercó su mano hasta la mía para presentarse.

Yo estuve a punto de sujetar su mano para presentarnos oficialmente, pero en eso sentí unos pasos que venían hasta nuestra dirección, acompañado de un aroma que se me hacía familiar, no quería que otro vampiro me encontrara aquí, así que tomé el descuido de aquella chica que giró a su espalda para ver quién había llamado a su nombre y me marché a una gran velocidad, que no dejó ni siquiera una brisa de mi partida.

«Así que Venus... Ese es su nombre» pensé, es un extraño nombre, sin embargo le queda muy bien.

Me alejé de esa plaza, a máxima velocidad directo al bosque, me aseguré de que nadie me viera. Gracias al estado de ebriedad de todos fue muy sencillo.

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