Apolo
-No Lucius, no puede estar pasando esto. ¿¡Por qué nadie en este jodido hospital me dice cómo está mi mujer!?- grito desesperado caminando de un lado a otro por el pasillo de la sala de espera mientras Lucius permanece sentado con los codos en las rodillas y la cabeza entre las manos claramente llorando por el temblor que veo en sus hombros.
-Señor, necesito que se calme y me deje curar la herida de su cabeza..- Una enfermera se me acerca e intenta ponerme una mano encima pero me alejo de un movimiento brusco.
-No… ¡No me toque, no necesito nada. Y me voy a calmar cuando me digan cómo está mi mujer!- le digo con mi cara más furiosa porque sinceramente creo que estoy a punto de perder el control y volverme loco de ira para c
Diana La oscuridad me rodea por completo, me envuelve en sus brazos y por más que lo intento o me quiero zafar parece que me sostuviera con más fuerza que antes. Miro a mis alrededores y no encuentro una salida, sé que no puedo quedarme aquí, siento una angustia en mi alma que no me deja descansar en paz aunque estoy un poco cansada de luchar, de constantemente remar contra la corriente, si me pongo a repasar lo que ha sido mi vida desde que tengo memoria nada parece tener sentido. He luchado tanto para permanecer siempre de pie que en este momento en brazos de la oscuridad no parece tan mal sitio para quedarme a descansar… Pero hay algo que no me deja, hay algo en mi alma que me dice que no puedo rendirme ahora, es una sensación extraña que insiste en que necesito mantenerme aferrada a la vida.
Había pasado solo un mes desde aquella noche llena de emociones para ambos y aún seguían recorriendo el mundo en familia, solo ellos tres en un yate que les regaló el Sr. Lucca De Rossi y su esposa. El hombre quedó tan conmovido por la historia de amor que les contó la pareja que sin pensarlo mandó a prepararles un yate en ese mismo momento y les dijo que a partir de la mañana siguiente se aventurarían a recorrer el mundo en barco para poder disfrutar del amor que se profesaban con solo mirarse a los ojos. Al principio tanto Diana como Apolo se negaron ya que no querían abusar de un nuevo socio por más que éste tuviera una compañía de cruceros también alegaron que no sabían navegar pero nada de eso fué excusa aceptable para el terco Italiano que les dijo que pondría a
-¡¡DIANA levántate antes de que eche un vaso de agua en tu cara. No volverás a faltar un solo día más al colegio así estés volando de fiebre!! ¿Crees que es gratis pagar la fortuna que nos cobran por el colegio privado al que te mandamos? Niña desagradecida…- -Mamaa ¿Podrías dejar de gritarme en el oído?- gemí intentando abrir mis ojos mientras quita las mantas de mi cuerpo y abre las cortinas para que entre claridad. -No me enfermo nunca, ¿no podría solo permanecer un día más en la cama?- intenté darle un poquito de pena pero sé que es inútil, no creo que exista alguien con un corazón tan duro como el de mis padres. -Te levantas ahora mismo y te vas al colegio si no quieres que llame a tu padre.- “Perfecto, la amenaza que siempre le funciona para sembrar el terror en mi el cuerpo” Aún sintiendo la frente un poco caliente me levanto de la cama arrastrando mis pies hasta la ducha que aunque veo el vapor salir de esta, en mi cuerpo la siento helada y debe ser por la
-¿Nerviosa?- susurra a centímetros de mi oído haciendo que instintivamente me aleje para no oler su perfume tan cerca. No le respondo, pero no respondo porque cuando giro mi rostro para pedirle que no me dirija la palabra, siento la intensidad de su mirada directo en mis ojos haciendo que las palabras se queden atoradas en mi garganta. No puedo creer como la fuerza de su penetrante mirada hace que no pueda quitar mis ojos de los suyos, es como si estuviera absorbiendo mi energía y mi completa atención hasta que sus ojos se desvían a mis labios. Una media sonrisa comienza a dibujarse en su boca justo antes de que algo cerca nuestro llame su atención y vuelva a alejarse con gestos de estar realmente molesto para no volver a mirarme por el resto de la clase. “Eso fue… raro” pienso. Y lo mejor sería que no volviera a pasar, nunca en mi vida había sentido algo parecido a lo que provocó que me mirase de esa manera. Termina la clase y lo primero que hago es ir a habla
-Srta. Swits, necesito que me acompañe a mi oficina.- dice la Sra. Heck haciendo que los dos hombres frente a mí desvíen su atención hacia ella y reaccionen volviendo cada uno a lo suyo, Polo a su asiento y el profesor a su escritorio. Sin perder tiempo y con tal de salir de este lugar comienzo a caminar a paso acelerado hacia la oficina de la Sra. Heck. No sé por qué motivo me llamará, bueno en realidad me hago una idea, seguramente me va a regañar por haber golpeado uno de los casilleros o por agredir a Alisson, o por no traer el uniforme completo… o por todo junto… -¿Srta. Swits, sabe por qué motivo la he citado en mi despacho?- dice haciéndome señas que tome asiento delante suyo. -Emm… ¿Puede ser…?- digo fingiendo inocencia. -No juegue conmigo Srta. sabe perfectamente por qué la he citado. ¿No trae puestas las medias del uniforme, está intentando seducir a algún profesor?- pregunta seria. -¡NO! ¿Cómo cree? sería incapaz de hacer una cosa como esa.- dig
El camino hasta su casa parece ser eterno, no sé si está molesto o si siempre es tan cerrado y cortante. Por el rabillo del ojo pude notar que aprieta con más fuerza de la normal el volante y temo que sea por tener que soportar mi presencia a su lado. No puedo creer cómo es que cada vez que estoy cerca siento que no soy yo misma, esa chica rebelde que no se deja intimidar y que dice cuanta cosa se le cruza por la cabeza, me quedo completamente sumisa bajo su presencia. Sinceramente me desconozco, es como si temiera abrirme a él. -¿Vas a estar muda todo el camino?- pregunta sacándome de mis pensamientos. -¿Qué tipo de proyecto piensas que podríamos presentar?- le pregunto para saber si tiene alguna idea en mente, aunque dudo que piense en algo que no sean mujeres. -Aaahh… No empieces tan temprano con la taladrada de cabeza, tenemos toda la tarde para pensar en eso.- se queja como un niño cuando lo mandan a ducharse. -Bueno, entonces dime... ¿Cómo conseguiste mi
-¿¡QUÉ HIZO QUÉ!?- la voz de mi amigo casi me deja sorda si no fuera porque estoy tan agitada que siento mi sangre latir en mis oídos. -Que me besó, Lucius, Apolo me besó en la biblioteca de su casa.- gemí intentando respirar. -Tranquila cariño, ven aquí, siéntate y respira conmigo. Inhala… exhala... - dice con una voz tranquila haciéndome sentar en un banco de la plaza donde nos encontramos luego de llamarlo completamente desesperada pidiéndole que viniera a recogerme. Unos minutos después ya me encuentro mejor entonces me aprieta las manos en señal de que empiece a contarle lo que sucedió. -Estábamos en su casa para comenzar a trabajar en el proyecto de historia cuando aparecieron sus padres, no creerás lo hermosos que son los dos, su madre es una diosa y su padre… “Santísimo Zeus padre de los dioses del mismísimo olimpo…” Ese hombre es un monumento a la perfección.- digo perdida en mis pensamientos. -Hey, amiga, concéntrate... ¡Aquí, vuelve a la tierra!- mi
No sé en qué momento mi cerebro se desconectó del mundo que me rodea, solo reaccioné al término de la clase porque Polo me sujeta de la mano cuando intento levantarme para salir del salón de clases. -¿A dónde crees que vas? Te dije que tenía que hablar contigo.- me dice serio. -Eee… No creo que sea el lugar correcto para hablar. Podría venir Alisson y encontrarnos.- digo nerviosa. -Hum… No sabía que de repente le tuvieras tanto miedo a ella.- dice en un tono burlón. -No… yo no le tengo miedo.- me defiendo molesta. -Claro. ¿Entonces por qué te pone tan nerviosa que nos vea juntos? Si tenemos un trabajo que hacer como pareja.- dice casi en un susurro. -No me tomes el pelo, sabes a qué me refiero. No te equivoques conmigo, lo que pasó el otro día no debería haber sucedido.- alcancé a decir justo antes de que la puerta del salón se abriera de un golpe. -Cielo… Con que aquí estabas, te busqué por todos lados, ya estoy lista. ¿Nos vamos?- la voz de Alisson no