Aidan había enfrentado uno de sus miedos más grandes cuando, al día siguiente de su enlace, Brianna entró en celo. Su pequeña esposa había estado tan juguetona y traviesa esos días que él no notó mucho la diferencia en un inicio, claro, no podía olerla, se basaba únicamente en su comportamiento hasta que fue la misma Brianna quien se lo dijo.

Él estaba muy nervioso, los dos hablaron antes de que Brianna perdiera la razón al ser dominada por su loba y ella le prometió que no iba a rechazarlo, que disfrutaría lo que él pudiera darle y en lo demás iban a encontrar maneras creativas de hacerlo, aún si el combustible de su virilidad se agotaba y no podía anudarla más, todavía le quedaban manos y boca, seguramente algo se podría hacer, ella iba a ser comprensiva.

Gracias a todos los dioses, Declan tuvo razón y con su compañera todo fue diferente. Al parecer, el lazo también agregaba combustible extra y, aunque sí se sintió realmente agotado, Aidan pudo cumplir con los tres días de sexo int