El pasado…
Los días normales son los más peligrosos, esos en los que todo está tranquilo, el sol brilla en el cielo, la suave brisa acaricia la piel y todo parece estar perfectamente bien.
Son esos días en los que no se está preparado para que ocurra una tragedia, los que terminan marcando un antes y después en la vida. Esos días que se vuelven inolvidables y no precisamente por una celebración especial, sino porque son un tatuaje grabado a fuego en la memoria, el día en que todo cambio.
Aidan lo sabe bien, por eso odia los días normales y recuerda, como si hubiera ocurrido ayer y no hace diez años, el día en que su mundo se vino abajo.
Era un maldito día normal, él se despertó como todos los días en el mismo cuarto con sus hermanos, cada uno tenía el suyo, pero sus hermanos menores: Liam y Nessa, siempre insistían en dormir con él y se colaban en las noches a su habitación invadiendo su cama y, aunque él siempre refunfuñaba, la verdad era que a Aidan le encantaba que ellos hicieran eso. Su deber como el hermano mayor era cuidarlos y qué mejor manera de hacerlo que dormir todos calientitos hechos un nudo de piernas y brazos.
Luego de su rutina típica de bañarse, vestirse, peinar su rebelde cabello y cepillar su dientes perfectos, Aidan bajó a desayunar, peleando con sus hermanos por la silla a la diestra de su padre, era suya por derecho, él era el primogénito, pero sus hermanos amaban molestarlo y, a veces, cuando Liam lograba ganarle, usurpaban su lugar con la complicidad de sus padres. Era absurdo, era ridículo, pero era una especie de tradición familiar, la tenían desde que eran más pequeños, ya que, sin las risas que su batalla generaba, no se podía empezar el día.
Ir a la escuela también fue algo rutinario y sin ninguna complicación, Aidan era un jovencito de quince años un poco más pequeño de lo que se esperaba a su edad, incluso su amigo Colin era más alto que él, aunque eso no le afectaba mucho, después de todo, su padre era el Alfa de la manada, su lobo era fuerte y poderoso, el mejor en batallas y cacería, y él tampoco era el más grande de todos en su forma humana, pero su lobo era feroz e invencible. Aidan creía que sería igual, ese era su destino, suceder a su padre y hacerse cargo de la manada cuando fuera adulto.
Los Sullivan siempre habían liderado y eso no iba a cambiar, él sería el mejor Alfa de todos, se esforzaba cada día en aprender más, en fortalecerse más, y estaba muy orgulloso de ser superior en todas las pruebas físicas y de rastreo, sus maestros siempre decían que sería un excelente Alfa algún día. Solo tenía que continuar de esa manera, ser cada vez mejor, enlazarse con la mujer que la Madre Luna le hubiera destinado y tener muchos cachorros. Ese era el plan de su vida a esa tierna e inocente edad.
Su mamá le hablaba todo el tiempo del lazo entre parejas destinadas y lo hermoso que sería. Sus padres se conocieron desde bebés, fueron buenos amigos siempre y, cuando descubrieron que eran destinados, fueron los más felices del mundo, ellos habían tenido una vida tranquila y feliz, eso era lo que él anhelaba para sí mismo más que nada.
Por eso, secretamente pedía que su buena amiga Brianna, esa niña pequeñita de cabello rubia despeinado y mejillas redondas, fuera su pareja, no solo era muy bonita, también era tierna, dulce y divertida, siempre lo hacía reír con sus bromas; los dos se contaban todo y se entendían tan bien que Aidan estaba seguro de que ellos serían una buena pareja en el futuro.
Si no era Brianna, tal vez pudieran ser Moira o Caitlin, ellas también eran chicas hermosas y muy buenas amigas suyas.
Cuando el reloj marcó las cinco de la tarde, sonó la campana que anunciaba el fin de las clases y todos los niños y jóvenes de la manada salieron alegremente; el atardecer empezaba a bañar de tonos anaranjados el cielo y su paisaje rural se veía simplemente hermoso, esa era una preciosa, perfecta y normal tarde de otoño.
Ellos iban jugando y charlando, su grupo de amigos siempre caminaba juntos a casa, todos vivían cerca porque sus padres eran amigos también y, además, ocupaban los cargos más importantes de la manada, así que, cuando algunos estaban ocupados, todos los niños se quedaban en una casa haciendo sus deberes y jugando, especialmente esto último.
Todo era cotidiano, hasta que una ráfaga fuerte de viento vino arremolinando las hojas caídas en el suelo, las niñas empezaron a saltar y jugar intentando atraparlas en el aire, pero los tres chicos se pusieron en alerta, ellos percibieron un aroma que no era propio de su manada y eso no era normal, a excepción de las festividades típicas, era muy poco común que llegara algún visitante, y más, sin ser anunciado previamente.
Los lobos eran demasiado territoriales, sería un riesgo muy grande para cualquiera que se adentrara en el terreno de una manada sin ser esperado y, sobre todo, sin autorización.
El olor no pertenecía a un solo lobo, los niños pronto percibieron a varios y Aidan le ordenó al pequeño Liam de quince años que corriera a informarle a su padre, su lobo pequeño era sumamente veloz y su pelaje oscuro le permitía camuflarse fácilmente. Así lo hizo Liam y se convirtió dejando sus ropas atrás, corrió tan veloz que los demás lo perdieron de vista en un instante.
Colin gruñó cuando se dio cuenta de que todos los aromas percibidos eran de machos adultos y que eran muchos, ellos tenían que esconderse, porque ni siquiera todos juntos podrían pelear contra un lobo adulto.
Nessa y Moira recogieron todas las pertenencias del grupo y treparon a un árbol para ocultarlas, convertidos en su forma animal podían defenderse mejor y, al ser aún jóvenes, sus aromas podrían pasar desapercibidos entre los árboles. Desde su escondite los vieron, eran al menos una docena de lobos grandes, enormes, más que cualquiera de su aldea, más que cualquiera que ellos hubieran visto antes, y en ese momento empezaron a temer, ellos aún no podían percibir las feromonas, pero estaban seguros de que esos lobos desconocidos olían a violencia y maldad.
Nessa era la más pequeña de todos, ella solo tenía nueve años, por eso, no pudo controlar sus emociones y empezó a lloriquear por el miedo; Brianna se echó a su lado y la dejó ocultar el hocico en su cuello, lo más parecido a un abrazo lobuno para consolarla mientras los dos jóvenes machos se prepararon para todo, aunque también estaban muertos de miedo, si los atrapaban los matarían de un solo mordisco, no era momento de pretender ser valientes, lo más sensato era esconderse y rogar para que no los vieran.
Pero los niños no sabían que aquellos hombres estaban en su manada precisamente buscándolos a ellos, específicamente, a tres de ellos. Los intrusos pertenecían a una manada rival con la que habían tenido enfrentamiento algunos años atrás, se suponía que ya tenían una tregua firmada que establecía que ninguno de ellos podía acercarse al territorio del otro; pero, evidentemente, la estaban violando.
Su misión secreta era encontrar a los tres hijos del Alfa y asesinarlos antes de que los patrulleros pudieran reaccionar, sin herederos, la manada sería vulnerable y los enemigos estaban seguros de que el Alfa estaría tan devastado por la pérdida de sus hijos que sería fácil de derrotar, incluso podría matarse él mismo por la terrible pena.
Los lobos se dispersaron y cuando los niños dejaron de verlos, creyeron que era el momento de correr, así que lo hicieron; corrieron tan rápido como podían, aunque Colin y Aidan debían reducir su paso para no dejar atrás a las pequeñas hembras que, por naturaleza, eran más pequeñas. Todos avanzaban en grupo hasta que Nessa se tropezó y cayó lastimándose una pata, ella era una cachorrita todavía, casi la mitad del tamaño del lobo de Aidan y este le ordenó a los demás que siguieran adelante y él se regresó por ella, la cargó en su lomo como pudo y trató de avanzar, pero los quejidos de su hermanita habían sido escuchados por los enemigos y un grupo de cuatro hombres rápidamente los rodeó.
No hubo nada que Aidan pudiera hacer, él no era rival ni para uno solo de ellos, mucho menos para cuatro. Se acorraló a sí mismo contra un gran tronco escondiendo a su hermanita en su espalda y rezando para que Liam ya hubiera encontrado a los adultos y la ayuda llegara rápido, antes de que los destrozaran. Uno de los hombres se convirtió a su forma humana y era un tipo grande de mediana edad, mayor que su padre, con una fea cicatriz en la cara y una sonrisa siniestra.—Cambien, quiero sus nombres. —ordenó con una voz gruesa y potente que hizo estremecer a los dos pequeños.Aidan negó con la cabeza, estaba muerto de miedo y en su forma humana sería aún más débil y vulnerable, no podía hacerlo, él debía proteger a la niña.—No me gusta repetir, cambien ahora o lo harán siendo cadáveres.Los lloriqueos de Nessa se convirtieron en gañidos de terror y luego en sollozos descontrolados cuando estuvo en su forma humana y Aidan no tuvo más remedio que cambiar también.—Sus nombres.—No le dir
El ruido molesto de pasos, voces y cosas moviéndose lo despertó. Aidan abrió los ojos con parsimonia mirando su entorno con cautela para saber dónde había amanecido esta vez. Reconoció las paredes, los muebles, el desorden. Bien, era su propio cuarto, así que el ruido se estaba produciendo en su apartamento y eso hizo un click en su cabeza, se suponía que él vivía solo ¿Quién diablos estaba en su casa?Se levantó rápidamente y comprendió su error cuando su cabeza punzó y un mareo lo atacó haciendo que todo girara a su alrededor. Debió beber realmente demasiado para tener resaca, a un cambiaforma como él no debería afectarle casi el alcohol. Se vistió con un pantalón de chándal y salió de su habitación con cautela, poco antes de llegar a la sala, reconoció las voces y maldijo mentalmente.—¡Aidan! —Una alta y delgada mujer se acercó a abrazarlo y él correspondió de inmediato—. Apestas, cariño.La mujer arrugó la nariz y lo miró con reproche al mismo tiempo que él rodaba los ojos.—Hola
«Luego de la tragedia, toda la aldea estaba de luto, habían muerto padres, esposos, hijos, hermanos y amigos. Todo había cambiado desde ese día, los adultos estaban en alerta, los niños no podían estar solos en ningún momento, un grupo de hombres siempre los llevaba y traía de clases, incluso empezaron a construir una nueva escuela en el borde de la aldea, no tan alejada como la anterior.Aunque el sol brillara en el cielo, los días eran sombríos para todos, especialmente para Aidan. Él sufría demasiado y se preguntaba por qué no había muerto, hubiera sido mejor para él. En uno de sus días malos se fue hacia el río, le tenía mucho miedo al bosque, cuando necesitaba estar solo prefería recorrer las bonitas praderas cercanas al río y distraerse un rato intentando pescar.Estaba distraído y no notó la presencia de su amiga acercándose, solo cuando la chica posó la mano en su hombro y el susto fue tal, que su reacción inmediata fue empujarla y lanzarse sobre ella, haciéndola caer en el pa
Siendo aún muy joven, Aidan se obligó a sí mismo a endurecerse, él no quería seguir siendo ese niño llorón que llegó a vivir con sus tíos. Tara era exageradamente cariñosa y comprensiva con él, jamás lo regañaba ni cuando se portaba mal, siempre venía, lo acariciaba, le peinaba el cabello con los dedos y le decía que todo iba a estar bien, que él era amado y que, aunque ella fuera una mujer, no iba a permitir que nada malo le sucediera jamás.Incluso bromeaba sobre patear traseros de hombres y su habilidad en artes marciales y así lo hacía sentir mejor.Cuánto hubiera querido Aidan escuchar esas palabras de su madre. Antes de que todo sucediera, Adara era buena con él, pero siempre le estaba diciendo que él tenía que darle buen ejemplo a sus hermanos, que tenía que cuidarlos y, como sus padres siempre estaba ocupado en mil cosas de la manada, él realmente no había sido mimado, al menos no de la forma en que lo hacía su tía. Tara lo conocía demasiado, una mirada y ella sabría si estaba
Aidan no reconoció a la persona que vino a recogerlos en la carretera, era un hombre un poco más bajo que él, de piel bronceada y músculos marcados con un rostro bastante atractivo de facciones gruesas y una sonrisa juguetona. Tan pronto como el hombre bajó de su carreta con un brinco casi acrobático, Aidan notó el asombro en su rostro mientras lo recorría de pies a cabeza una y otra vez como si no se pudiera creer que él estuviera ahí.—Vaya, la ciudad te sentó muy bien, Aidy, ¡mira lo grandote que estás!—¿Te conozco? —Aidan arrugo su frente confundido, no encontraba absolutamente nada familiar en ese chico frente a él y el apodo cariñoso le resultó muy incómodo.—Evidentemente no, que tristeza, pensé que te alegrarías mucho de verme, cuando tu padre me dijo que vendrías pedí ser yo quién te recogiera, aunque este no sea mi trabajo habitual, quería ser el primero en verte. Alguna vez fuimos los mejores amigos, me rompe el corazón que me hayas olvidado.El joven hombre hizo un gesto
Brianna había escuchado a escondidas, con su hermana Moira, a sus padres y otros lobos de la manada hablando de eso, cuando su padre atendía heridos de la batalla y ellos relataban lo difícil que había sido combatir a esos lobos tan poderosos y agresivos, eran enormes y sumamente fuertes. Incluso para los adultos había sido una lucha salvaje, algunos murieron y muchos quedaron heridos y, sin embargo, ese chico había logrado matar a uno de los más grandes él solo.Todos estaban admirados y decían que, cuando creciera, Aidan sería el hombre más poderoso que había tenido esa aldea, hablaban con orgullo de su futuro líder y por eso Brianna nunca entendió por qué, después de su partida, ya nadie lo mencionaba, como si lo hubieran borrado de la historia de la aldea, no se hablaba jamás de ese día ni de Aidan, incluso si cada año hacían una celebración para conmemorar a las víctimas, nadie mencionaba a su amigo y eso le dolía mucho.Su madre, Deidre, le dijo un día que Aidan se había marchad
—¿De qué hablas?—Ya deja de fingir, siempre he sabido que estás loca por Aidan, tú y Caitlin no son muy discretas que digamos, he tenido que hacer muchas cosas para que papá no se enterara de tu enamoramiento.—Moira… Yo… Yo no… —tartamudeó la rubia muy sorprendida por la revelación.—Déjalo, él vuelve hoy, sé que ha sido una larga espera y que te estás muriendo de nervios, pero debes recomponerte o todos lo van a notar, estás temblando.—Gracias, Moira. Te amo.—Yo más, eres mi pequeña hermanita. —La mujer embarazada la abrazó lo más fuerte que pudo, sabía que era un día especial para su hermana.—Soy más alta que tú.—Un par de milímetros no cuentan.—Amo tu olor a leche, me produce tanta paz.—Aprovéchalo, queda poco tiempo.—¿El bebé será un varoncito? Huele mucho a sándalo y anís, no es un olor muy común. Mmmh, es delicioso, me encanta.—Bri… ¿Estas oliendo algo?—Estoy pegada a tu barriga ¿cómo no voy a olerlo?—Bri —la mujer separó a Brianna lentamente de su cuerpo con los ojo
—Creciste mucho, eres demasiado alto. —dijo Liam con la voz afectada y una sonrisa temblorosa.—Sí, tú también estás muy grande, me alegra ver que creciste tan bien y que sigues siendo un chico guapo. —Aidan le dio suaves palmaditas en la mejilla, de una manera cariñosa que los llenó de nostalgia a los dos.—Me hace muy feliz verte de nuevo, hermano, te extrañé mucho.—Yo igual. —La mirada del alto se tornó melancólica, ver la que fue su casa y abrazar a Liam después de tanto tiempo le recordó que había una personita a la que nunca volvería a ver y su corazón se empañó.—Gracias por venir a mi ceremonia, hermano, te va a hacer muy feliz conocer a mi pareja, bueno, ya la conoces bien —Liam señaló hacia donde estaban las tres mujeres de pie junto a la puerta—. Es la mujer más hermosa del mundo.Aidan volteó a verlas por fin, había estado haciendo un esfuerzo consciente por ignorarlas porque estaba seguro de que su autocontrol se rompería cuando sus ojos reconocieran a esa personita en p