Los presentes se mantenían en silencio mientras su rey caminaba alrededor de la joven bruja.
Tocaba con descaro los cabellos de la princesa y relamía sus labios con lujuria, podía sentir el aroma virginal y puro que emanaba de ella. Pero aun así sentía tanto odio hacia ella y Xavier. En su mente se formó la imagen del rey brujo arrodillado frente al felino pidiendo clemencia mientras en el suelo yacía el cuerpo inerte de la princesa.
Quería verlo sufrir.
Lía se mantenía firme, con las manos sobre su vientre plano y fértil. Su mirada irradiaba enojo puro dejando que sus labios formaran una perfecta línea.
—Desprendes un aroma muy dulce princesa —susurro lujuriosamente Augusto
—Deja de tocarme —contesto entre dientes Lía
—¿Qué?, —el felino soltó una carcajada dejando que esta resonara en la estancia— ¿me convertirás en un conejo? —no h**o respuesta, solo un gran silencio de parte de todos. Enojado y frustrado Augusto se paró frente a Lía
Xavier había estado inconsciente perdido en sus crueles pesadillas. Movía su rostro desesperado dejando que el sudor cubriera su piel. Recién al día siguiente cuando la mañana llego sus guardias quienes lo habían perseguido sin poder detenerlo lo custodiaban desesperados y entristecidos. —Despierte, su majestad —susurro uno de ellos para luego agachar la cabeza nuevamente El aire triste y melancólico se podía sentir. Entre sueños Xavier podía escuchar los gritos desesperados de su amada Lía. Voces tristes. Rostros que se formaban en la fría neblina. Yacía en medio de la oscuridad rodeado de neblina, los gritos y sollozos se escuchaban alrededor. Se abrazó con fuerza al sentirse totalmente débil. —¡Xavier! —una voz conocida impacto en el corazón del brujo— Ayúdame —se escuchó aquel susurro suave y lejano —¿Liliana? —pregunto mientras avanzaba algunos pasos El silencio reino en tan solo unos segundos. Luego una luz emano formando de a po
AÑOS ATRÁS Sonrió tristemente cuando su amado beso su frente con delicadeza. —Liliana todo estará bien, huye y quédate a salvo con nuestras hijas —la mujer sollozo mientras agachaba su cabeza Un pequeño llanto resonó en la alcoba. Ambos giraron sus rostros para observar la cama, ahí en medio yacía una pequeña niña de cabellos negros sujetando entre sus manos con inocencia el cuerpo de un bebe envuelta en telas rosadas. —Mi pequeña hija ¿estas cuidando de tu hermana? —la niña con una sonrisa asintió Se acercó hasta sus hijas para luego tomar entre sus brazos al pequeño bebe y besar sus mejillas rosadas. —Papi —la niña de cabellos negros bajo de la cama apresurada mientras se acercaba a su padre envolviendo sus pequeños brazos en las piernas de su progenitor Xavier al observar aquello con una sonrisa se colocó de cuclillas observando fijamente a su hija. —¿Me puedes prometer algo? —la niña
Beso la frente de la joven humana sintiendo como su corazón palpitaba suavemente. Acomodo la colcha sobre el cuerpo de Lucia abrigándola del frio que había ese día y se encargó de observarla por unos minutos antes de partir rumbo al reino de los felinos en busca de la princesa Lía y así poder frenar a Augusto. Porque los felinos eran crueles enemigos de los lobos y no quería morir sin resolver aquel asunto dejándole un reino prospero a la joven princesa Mariana. Javiera observo aquella escena entristecida. —Mi pequeño ¿estás seguro de esto? —susurro desesperada— No debes luchar, deja que Xavier se encargue de todo y solo vive con tranquilidad tu amor junto a Lucia Kant negó lentamente. —De todas formas, voy a morir y en mi mente solo está la idea de dejarle una vida cómoda y plena a Lucia. —acaricio la mejilla de la joven humana, aquel roce provoco que ella sonriera entre sueños sintiendo la calidez que desprendía del joven rey— Su amo
Lucia se mantenía en silencio con la mirada perdida. El sol se posaba en lo más alto de los cielos mientras que una suave brisa cantaba con tristeza. La mañana había llegado con tristeza para ella y solo podía quedarse en reposo ante las palabras firmes de Javiera. Pero su corazón dolía. Por inercia toco suavemente sus labios recordando cómo entre sueños sintió una suave caricia, lágrimas empezaron a surcar sus mejillas y suaves sollozos escaparon de sus temblorosos labios. Se abrazó a sí misma sintiendo un vacío en su corazón. Solo sabía que el joven rey había partido el día anterior y las ganas de volver a verlo se impregnaban en la piel de la joven humana. Mientras Javiera observaba entusiasmada esperando que aquella gran puerta pronto se abriera dando paso a la llegada de la princesa. Después de tantos días anhelando su llegada hoy por fin podría abrazarla y observar aquella mirada dulce de la loba, pero había alguien que lucía más perturbada.
Cayo de rodillas bruscamente. Sus cabellos enmarañados y sucios cubrían su rostro que relucía de suciedad. En su mejilla pequeñas gotas de sangre permanecían secas mientras que su labio superior lucía con un pequeño corte. Agacho la cabeza sintiendo el dolor consumir todo su cuerpo. —Cobarde —siseo Lía entre dientes Augusto soltó una corta carcajada que resonó en la estancia. —No soy cobarde, princesa. —Augusto se cruzó de brazos mientras caminaba fingiendo ofensa, observo con detenimiento a la mujer quien yacía en el suelo con las manos agarradas, sintió una mirada pesada que recorría su cuerpo con nerviosismo— ¿Qué quieres decir ahora, Santiago? El segundo príncipe alzo el rostro para observar fijamente a su hermano. —Esta no es la manera, ella es una princesa y no está acostumbrada a esos trabajos. Mírala bien Augusto, parece como si hubiera sido golpeada —los penetrantes ojos del felino observaron a su joven hermano, Santiago solo
Se detuvo bruscamente cuando sintió aquel aroma tan cerca. —¿Qué quieres? —pregunto apretando sus puños— Ya tienes a tu hija. ¡Ahora largo! Siguió su camino ignorando aquella presencia. Xavier observo al felino tomar asiento, la mirada de Augusto yacía perdida mientras en su pecho un inmenso dolor se impregnaba. Por primera sintió una extraña sensación consumir su cuerpo. Sintió vergüenza y tristeza. Ni siquiera tuvo el valor de observar a su joven hermano. ¿Qué iba a decirle? Augusto prefería guardar silencio. Seguía sintiendo una mirada sobre él, cerro sus ojos y soltó un suspiro recostándose sobre su trono. —Si piensas que iniciare alguna guerra estas equivocado —susurro con voz ronca y casi débil —Sé que no harías eso —contesto el brujo —Entonces ¿por qué sigues aquí? —los labios de Xavier formaron una perfecta línea mientras que sus manos se mantenían entrelazadas en su espalda —¿Alguna vez te dije que Liliana siempre te v
Magnolia agacho la cabeza mientras sentía aquella mirada triste. —Sé que no merezco tu perdón y no sabes cuánto lo siento —susurro con voz débil y triste Sus cabellos yacían enmarañados, sus labios resecos quemaban y su cuerpo entero temblaba ante el frio que emanaba del suelo. —¿Por qué no me dijiste la verdad? —los labios temblorosos de Mariana eran mojados por lágrimas saladas, se abrazaba a sí misma llena de temor y miedo —Porque sabía que terminarías odiándome. —el silencio se hizo presente, la joven princesa rozo con sus dedos los fríos barrotes mientras su corazón latía con fuerza — Fue difícil convertirme en la mejor cazadora de mi aldea, al principio era débil e inepta, pero mi madre siempre me observaba con alegría cuando yo alzaba la espada sin temor y seguía luchando. Demostré mucho Mariana, ya nadie se burlaba solo halagaban, —Magnolia agacho su cabeza soltando un suspiro — días antes de terminar aquí encarcelada mi madre murió y el coraz
El joven rey sintió una suave brisa acariciar su piel. Cerro sus ojos y nuevamente aquellas palabras resonaron. Hay alguien que en la oscuridad yace presente. Ese alguien no tiene buenas intenciones, es el mal encarnado. —Xavier había susurrado aquello después de que aquellos gritos y esa voz resonaran El misterio ahora era: ¿Quién era? Tan pronto el silencio volvió se encargaron de volver al reino de los lobos, dejaron perplejo y en silencio al felino quien solo asintió mientras observaba sus manos. La culpa recorría su cuerpo mientras su hermano lo abrazaba mostrándole consuelo. Algo se escondía en la oscuridad, arrastraba en su capa negra recuerdos y un odio que consumía un corazón corrompido. Sonreía sin importarle nada. Había regresado. Al fin obtendría lo que tanto deseo, al fin podría sentirse en paz. ¿Paz? Para ese alguien la paz seria encontrada cuando la muerte ronde aquellas razas. Uno a uno caerían derramando su sangre y d