XXV. Un corazón destrozado

Lucia se mantenía en silencio con la mirada perdida.

El sol se posaba en lo más alto de los cielos mientras que una suave brisa cantaba con tristeza.

La mañana había llegado con tristeza para ella y solo podía quedarse en reposo ante las palabras firmes de Javiera. Pero su corazón dolía. Por inercia toco suavemente sus labios recordando cómo entre sueños sintió una suave caricia, lágrimas empezaron a surcar sus mejillas y suaves sollozos escaparon de sus temblorosos labios. Se abrazó a sí misma sintiendo un vacío en su corazón.

Solo sabía que el joven rey había partido el día anterior y las ganas de volver a verlo se impregnaban en la piel de la joven humana. Mientras Javiera observaba entusiasmada esperando que aquella gran puerta pronto se abriera dando paso a la llegada de la princesa.

Después de tantos días anhelando su llegada hoy por fin podría abrazarla y observar aquella mirada dulce de la loba, pero había alguien que lucía más perturbada.

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