Arlet
Cuando cerré la puerta, corrí por el pasillo, hacia los ascensores. Sabía que Ezra y su pareja ocupaban la suite presidencial, se lo había oído mencionar en la recepción a un botones, así que esperaba pillarlo antes de que comenzaran los preparativos para la gala a la que asistiría. Si Sofía se enteraba de que estaba haciendo justo lo que me dijo que no hiciera me asesinaría. Presioné el botón en cuanto pisé el ascensor y traté de calmar mis manos temblorosas y mis emociones a punto de explotar mientras subía. Tal vez había mal interpretado sus intenciones al llamar a mi amiga y era posible que simplemente desease saber como me encontraba genuinamente. Cuando las puertas se abrieron, estaba preparada para correr por el pasillo, pero me recibió un botones vestido de blanco y con cara de pocos amigos. —Buenas noches, señorita; ¿en qué puedo ayudarla?—Necesito ver a Ezra Goltman.—¿Tiene permiso para acceder a esta planta?—No… <Arlet«Puedes hacerlo… Puedes hacerlo…Finge ser valiente…Finge ser valiente».Cerré el lipstick y lo metí en el bolso. Me aparté del espejo para girar sobre mí misma mirando el vestido; se trataba del vestido color rojo que había elegido Sofía en la tienda del hotel mientras yo dormía, agotada por el desastre que había sido mi intento de acercarme a él durante el día.Esperaba que, al usarlo esa noche, fuera consciente de mi existencia. Deseaba poder hablar con él, aunque no sabía si su nueva novia se lo permitiría.Desde que había subido a su habitación, Adrienne había solicitado que redoblaran la seguridad e incluso un grupo de monos los acompañaban. Lo vi en una salidas privada cuando baje a la tienda por unos artículos personales antes de comenzar a prepararme e intente
ArletEscuché que la multitud contenía el aliento de forma colectiva, y vi por el rabillo del ojo que Adrienne nos miraba boquiabierta y furiosa, pero me dio igual. Pronto escuché los flashes de las cámaras de los periodistas presentes y como comenzaban a sonar los teléfonos.Cerré los ojos y pegué mis labios a los de él, apretándome contra su pecho al tiempo que intentaba separarle los labios con la lengua. No fue hasta que entreabrí los ojos que me di cuenta de que no me devolvía el beso. Estaba completamente petrificado.Bajé los brazos y retrocedí, notando que Ezra continuaba mirándome con la ceja arqueada, presa de la confusión sin saber que decir. Cambié la vista hacia la muchedumbre silenciosa, notando que toda mi piel se ponía roja mientras las mujeres comenzaban a susurrar. Todos me miraban y ahora caía en la cuenta de que esto era por mucho el bochorno más grande de mi vida.—Esto… Lo siento mucho… —tartamudeé—. Pensaba que querías qu
Arlet—Buenas tardes, Arlet —me susurró contra el cuello, poniéndome a cien.—Mmm, Hola. —Dije y entrecerré los ojos sospechando de sus intenciones.Escondió las llaves en la mano y abrió la puerta trasera.—Después de ti…Al entrar, me deslicé hasta la ventana. Él se me acercó en cuanto cerró la puerta.Miré hacia otro lado un poco avergonzada, pero Ezra me cogió la barbilla para que lo mirara, me gustaba su forma intensa de desnudarme con la mirada y no importaba que solo hacia unas horas habíamos estado juntos en su apartamento. Podría decirse que yo temblaba, literalmente, de anticipación, preguntándome cuándo comenzaría a desnudarme nuevamente.En cambio, me miró a los ojos y me trazó la línea de la mandíbula y los labios con los dedos. S
ArletLas semanas pasaron como si fueran segundos, y me hicieron empezar a desear no haber enviado aquel correo electrónico donde decía que aceptaba comenzar en febrero. Me había sentido tan contenta en el momento, tan feliz de que mi sueño de estudiar lo que me apasionaba se pudiera hacer realidad que no pensé en lo que podría significar para nosotros.Habían sido las semanas más maravillosas que había vivido, por lo que «nosotros», cobraba un significado completamente nuevo. No sabía cómo iba a hacer para soportar la distancia.Pasamos juntos todos los momentos de vigilia durante los últimos días. Me ayudó a comprar y conseguir todo lo que necesitaba para el viaje, incluso me regaló una maleta nueva y se ofreció a enviarme lo que no cupiera. Uno de sus empleados se encargo de encontrar un departamento que me quedara cerca de la universidad y mi trabajo para que no debiese trasladarme más de lo necesario.Nos deleitamos en el cuerpo del
ArletPermanecí en la cocina de casa de mis abuelos, marinando pollo en la salsa, mientras mi bobe preparaba las ensaladas.—Ezra me cae muy bien y tu abuelo adora a Marcus, se llevan muy bien. —aseguró, sonriente.Al ver a Ezra con mi abuelo colocando las sillas al tiempo que Marcus y Noha colocaban la mesa me sentí afortunada.—A mí también. —Miré por la ventana al patio trasero, donde se encontraban. Ezra llevaba una sudadera con capucha y solo se le veía una parte del rostro. Me parecía tan mono que deseaba correr a besarlo —. Sinceramente, es perfecto.—¿En serio? Parece un buen chico y sus padres son muy agradables.Lo era y me apenaba no haberlo visto mucho tiempo antes. Ezra era todo lo que había soñado y mucho más, ahora que vivíamos una relación sin complicaciones era
ArletEzra me guiaba en la pista de baile con la misma gracia que lo hacía siempre.«Muy bien, Art. Dos pasos adelante, uno para atrás… Muy bien…».Ezra me soltó y se separó con rapidez. Luego me giró, tomándome entre sus brazos.—Eres una bailarina estupenda ¿Has recibido clases o es un don natural?—He aprendido… Con un profesor excelente.—Bueno, quienquiera que te enseñara fue muy buen maestro. Estoy impresionado. Deberías recompensarlo, no debe ser muy fácil cuando su alumna tiene poco sentido de la orientación. —Me puso las manos alrededor de la cintura y me apoyé en su pecho sonriendo.Mientras recorríamos la pista de baile, comencé a preguntarme como había hecho para vivir sin él durante tanto tiempo. Ezra me hacía muy feliz. Ya habían pasado seis meses desde que me propuso mudarse conmigo a Nueva York y cada día era mejor que el anterior.Estaba atento siempre a todas mis necesidades, salimos a comer ca
Hola, Matty...Son demasiadas cosas para contarte y no se muy bien por donde comenzar. Ya te imagino poniendo los ojos en blanco y pidiéndome que deje de dar tantas vueltas.Tengo que decir que Nueva York es la ciudad más hermosa del mundo.La echo de menos cuando estoy lejos unos días para visitar a mis abuelos o mis amigos, y cada vez que veo desde el avión el horizonte de Manhattan, sé que es allí donde pertenezco.Los fines de semana, desde nuestro piso, en Park Avenue, veo cómo flotan sobre el río Hudson todas la risa de la gente que pasea despreocupada y me preguntó si son tan felices como lo soy yo. Sigo escribiendo y pensando en todo lo que ha ocurrido, solo que esta vez no tengo que preguntarme si alcanzaré mi propio éxito.Ya tengo todo lo que quería.Estoy sentada en la terraza de una librería, preparándome para
ArletEstaba segura de que el destino se reía de forma histérica a mi costa, como un cruel villano. La fiesta a la que Carola me había llevado no era en uno de los salones de los edificios Meyer como la que se había realizado anteriormente, sino en la del edificio Goltman en Park Avenue, y aunque se suponía que no podían asistir los residentes, estar allí me hacía pensar únicamente en que era probable que Ezra o su nueva novia estuvieran ocupando la suite, eso me estresaba muchísimo a pesar de que habíamos terminado en buenos términos y que el divorcio era pacífico por el bien de las niñas.Cada veinte minutos, Carola se acercaba para presentarme a un tipo distinto, alguien que según ella era el hombre ideal para quitarme el estrés post traumático luego de casi un año de abstinencia, pero por el que yo nunca me sentía atra