25 de agosto del 2010
—¿Tienes cosquillas? —le pregunté a Beth mientras dejaba resbalar mi lengua por su cuello.
—Sí, pero por favor no… —hizo un ruido extraño y apreté mi erección contra ella.
Había esperado toda la semana este día. El reverendo estaba de viaje con su esposa y el hermano pequeño de Beth, por lo que teníamos la casa para nosotros solos durante toda la noche.
—No te preocupes —la besé nuevamente en los labios —¿Estás segura de que no vendrá nadie no?
Arlet—¿Mi abuela te tiene en el marcado rápido? —Me sonrió con su perfecta y cálida sonrisa de niño travieso que tanto me había gustado.—Algo así —se sentó a mi lado y me dio un tierno abrazo al que le correspondí.Era extraño. Él era probablemente la persona que más me había lastimado durante mi adolescencia y ahora se sentía extrañamente reconfortante que estuviese allí conmigo.Noha y yo fuimos el cliché más viejo del mundo. Él era el chico malo que dejaba a todas dando suspiros por los pasillos con su actitud rebelde e increíble atracti
ArletNo podía creer que estaba haciendo eso. Creí que sería menos doloroso y por un momento me sentí lo suficientemente fuerte para ir a recoger el resto de mis cosas sola, pero en cuanto me encontré allí entre tantos recuerdos vi que no era así. Entré directamente a mi vieja habitación y saqué un par de maletas del armario. Era extraño pensar que mi vida completa podía entrar cómodamente en dos maletas y una caja.«Es el fin de una era». Me lo había repetido cientos de veces. Como miles de veces me pregunté si podría irme lejos de él o si podría convivir con alguien que no fuese Matheus. Cuando nos mudamos a una residencia universitaria sabía que el cambio sería horrible, pero podría soportarlo porque estaba con él. Ahora me
ArletMe desabrochó los vaqueros y comenzó a bajarlos. Yo también deseaba que me los quitara tanto como lo necesitaba él. Me besó con rudeza jalandome del pelo y me cogió entre sus brazos para llevarme hasta la cama donde me dejó con delicadeza. Matt me observó con la mirada oscura logrando que mi pulso se acelerara y la sangre se agitara en mis venas.La luz del sol aún entraba por las ventanas y me dejaba ver el apetito en su mirada, el deseo incontrolable que su cuerpo emanaba y me arrastraba contra toda razón.Parpadeé y dejé que me quitase la blusa muy despacio. Tiró la tela sedosa al piso y me desabrochó el sujetador con mano
ArletAl día siguiente me desperté cuando Matheus se removió a mi lado. Debí apañármelas para desenredar nuestras piernas sin despertarlo y quitar su cuerpo de encima del mío. Aún era de madrugada y me sentía terrible por lo que había ocurrido. Me asustaba dejarlo solo y no podía ignorar el sentimiento de culpa que revoloteaba en mi pecho. No podía estar cerca de él sin sentir deseos de tocarlo, de besarlo, de sentirlo. Su respiración era acompasada, su rostro se veía tranquilo y hermoso. Cogí mi ropa y las maletas en la oscuridad para salir de la h
Cuatro semanas después…MatheusDesde fuera era simple decir que nuestra historia era como cualquier otra que fue escrita y vivido mil de veces antes de nosotros. Era la historia de esa chica llena de complejos, frágil y asustadiza que conoció a un joven apuesto e inteligente aunque repleto de convenciones que se sentía tan solo y perdido como ella. El cariño entre ambos creció aunque él no sabía que ella lo amaba en secreto hasta que un día la pasión que crecía se hizo incontenible y estaban tan atrapados en el callejón sin salida de sus impulsos que no se dieron cuenta de que se transformaban poco a poco en cenizas.Ya lo había dicho, podía parecer la
Cuando entré a la habitación todavía flotaba sobre nubes. Hubiera deseado decirle que si quería quedarme a dormir con él, pero era demasiado pronto para eso y no estaba preparada en lo absoluto. Me tumbé sobre la cama complacida por el maravilloso día que habíamos tenido. Ezra diferente a Matheus, pero eso me gustaba.—¿Estás son las horas de llegar? —dijo Tara dándose la vuelta y borrando mi sonrisa de un plumazo.—¡Tara! ¡Me asustaste!—Y tú a nosotras —me contestó —Sofía estuvo esperando por horas. Creí que volverías para cenar. Pedimos comida china y Sofi me contó que Alex le propuso que se vayan a vivir juntos.
ArletMe desperté con el suave ronquido de Ezra. Tenía sus labios junto a mi oreja, mi espalda estaba pegada a su pecho y sus brazos rodeaban mi cintura. Los recuerdos de la noche me hicieron sonreír antes de entrar en pánico al recordar la vergüenza de su rechazo y que luego de esa embarazosa situación estábamos viendo algo en la televisión cuando me quedé profundamente dormida en el sillón. Levanté la manta un poco y comprobé que estaba completamente vestida, solo me había quitado las zapatillas y los calcetines. Aún así me moría de vergüenza. ¿Qué iba a pensar de mí? ¿Y Tara? Debía estar la mar de preocupada. Todavía era muy temprano para llamarla, todavía no despuntaba el sol y se sentían a lo lejos los ruidos de una ciudad que apenas comenzaba a despertar.Me di la vuelta lentamente, para observar sus
Arlet—¡Despierta ya! —gritó Tara.Abrí los ojos para encontrarme con una Tara completamente descontrolada que corría de un lado hacia otro. Llevaba una plancha de pelo en una mano y un zapato de tacón en la otra.Mi teléfono no dejaba de sonar y me pregunté cuántas veces ya me había sonado la alarma para que estuviese tan frenética. Me escocían los ojos por la falta de sueño. La noche anterior Sofí había ido a cenar para discutir su reciente propuesta y nos habíamos quedado hasta tarde.—Adivina tonta del culo —apago el celular de un manotazo —. ¡Estás llegando tarde! Por qué la gente se mole