—Marina... — me susurró Henry con expresión aterrada. —Tenemos que alertarles... — —Tenemos que irnos cuanto antes— le decía a Henry y poco a poco salíamos de ahí, veíamos cada vez más emoción e intentábamos pasar desapercibidos, cuando éramos interrumpidos. —¿Quiénes son ustedes? ¿A dónde van?
Xavier —Te estaba buscando, necesitaba tanto verte cariño… — le decía. Sentía que habían pasado muchos días desde que habíamos estado juntos. Se suponía que yo había ganado el desafío, pero con todo y eso, Aníbal se había salido con la suya, de una manera u otra. Él tenía a mi mate a su lado, y
— Es el vínculo... cariño... el vínculo nos gobierna, nos hace hacer cosas, no pensamos. No deseo estar un segundo sin ti…juro que quería entrar a la enfermería y tirar las paredes. No podía pasar un segundo más sin verte— digo, sus manos van a mi pecho desnudo, tocando, presionando, por mis hombros
Carmen Yo había sido la chica escondida, excluida del mundo. Alejada de todos, que sufría maltratos y en el mejor de los casos, la gente ni sabía que existía. Y ahora, estaba aquí, casi desnuda, en los brazos de este poderoso Alfa, mientras gemía sin poder evitarlo y él me tocaba y tomaba como n
En segundos me había empujado y golpeé contra la pared cayendo, estaba en el suelo y el cuerpo me dolía. El vampiro tomaba el arma del suelo y la rompía en dos pedazos. Me observaba de pies a cabeza. —Tranquila, no vamos a hacerte daño…— decía él y temía que intentara encantarme y me tapé la cara,
Xavier — ¡Están por todas partes!— gritaba mi mate asustada. — No sé cómo han podido entrar al castillo. Son tantos que parece una fuerza incontenible. — — Es por el rey…— decía Bruno inquieto. — También… creo que vienen por Carmen— decía Marina. Esto cada vez me asustaba más. — Si… dij
— Es segura por el momento. ¿Cómo entraron? Ya había varios enemigos dentro del Castillo antes de que viéramos las hordas en la entrada principal— comenta ella. — ¿Qué?— pregunta Fabrizio asombrado. ¿Cómo lograron entrar? Pero no nos da chance a más. Cuando de repente aparecieron rogues que salta
Fabrizio — ¡El rey! ¡Protéjanlo! — grité. Nuestros enemigos lo querían ver herido, que todos lo presenciaran débil y caído. Había subestimado este ataque, a pesar de haber escuchado a esos hombres. Horas antes había acabado con batallones mientras me acercaba al castillo, pero, a pesar de eso, u