Carmen
La manada Luna de Sangre había ido una guerra y había perdido, nuestro futuro Alfa, Pablo había muerto y ahora, su hermano menor Aníbal iba a ser el alfa. Todos estaban preocupados por el futuro.
En cambio, yo seguía preocupada por el presente, porque no importa lo que sucediera, mi vida aquí no iba a mejorar. Y cuando los vi venir, a los hijos de los poderosos de la manada, a mi pequeña choza, supe que hoy iba a ser un día malo, muy malo.
—¡Aléjate humana! ¿No te da vergüenza, no servir para nada?— me gritaban.
—Al menos la dejaron vivir lejos, en esta pocilga, lejos de nosotros. Casualmente, el área que sería de más fácil ataque para nuestro territorio. De todos modos, si algo le sucede a nadie le va a importar— mencionaba un chico pequeño y todos vitoreaban.
Por supuesto, yo no era adversaria para un rogue, u otro enemigo. Pero desde hace un tiempo me preocupaba mucho menos los rogue, y más mis maltratadores.
—¿Estás seguro de que no sirve para nada? Mira que es una mujer y las mujeres sirven solo para una cosa...— decía Augusto. Eran unos chicos mayores que yo y que les gustaba pegarme.
—S-solo d-déjenme— decía yo tartamudeando del miedo. Todos se echaban a reír hasta casi rodar en el piso.
Todos se reían de mí, pero nadie se reía tanto como mi hermano. Gerardo era menor que yo, y me odiaba como toda mi familia. Mis padres se decepcionaron de mí cuando yo nací y vieron que tenía un problema en el corazón, se escuchaba lento y diferente, y sin lobo.
Ellos eran los Beta de la manada, y mi nacimiento había sido una vergüenza. Me habían sacado de la familia, y Gerardo me maltrataba y se burlaba de mí siempre que podía.
Gerardo se acercaba a empujándome de tal manera que yo caía de espaldas. Todo se reían aún más fuerte.
—La tonta sin lobo, ni siquiera puede hablar bien— era algo que yo escuchaba todo el tiempo.
Me escondieron… me dejaron vivir en una cabaña lejos, y solo mi amiga Paola, se compadecía de mí y me traía comida y me enseñó algunas cosas. Especialmente me enseñó la música.
—Estoy seguro de que cuando Aníbal sea el alfa, te va a echar a pedazos— decía uno de los chicos de la manada acercándose a mí y viéndome con asco.
—Quizás deberíamos entregarla a los rogues para que se la coman para darle la bienvenida… tu sabes que se diviertan con ella— dice otro y yo siento que se me va el aire de los pulmones.
Antes eran todos los niños, pero la mayoría fue creciendo y olvidándose de que yo existía, todos, excepto ellos, y lamentablemente a veces se unía Aníbal especialmente.
El hijo del Alpha… siempre había sido un chico lindo, de cabello castaño, ojos marrones claros, y como todas las chicas de la manada… yo soñaba con él.
Por supuesto que no con ser su Luna, pero imaginaba lo que sería que un hombre como él me viera, me viera de verdad. Aunque venía de una familia terrible. La familia alfa no era buena y mucho menos conmigo. Nadie era bueno conmigo.
—Estoy seguro de que ni siquiera sirve para divertirse, ¡No tiene absolutamente nada que parezca una mujer, estoy casi seguro de que es un alien! ¡Miren que fea!— dice otro señalando mi cuerpo y estallan más risas.
—Al fin y al cabo… ella nunca tendría un mate. Y si por alguna razón la Diosa le diera uno… la rechazaría al instante… ¿Quién quisiera una humana débil, fea, con cicatrices?— decía otro. Cicatrices de heridas que ellos mismos me habían hecho.
Había veces que me habían tirado por un barranco, también habían dañado mi jardín, golpeado, burlado… todos me odiaban. Ahora me tenían en el suelo y me empujaban. Yo esperaba lo peor.
—La muy tonta ni puede hablar. A ver… — me decía Gerardo y yo intentaba pegarle, pero él lo esquivaba y me tiraba contra el suelo. Sentí mi labio romperse y sangrar.
—S-suéltenme…d-déjenme… no les he hecho n-nada— decía temblando, parecía un pez fuera del agua y me veía aún peor.
Aníbal había vuelto… se había ido a la universidad, pero volvía para tomar el cargo de Alfa. Él ya debería tener más de 25 años y no tenía mate.
—¿Qué sucede aquí?— escucho una voz sonora y sentía que se me helaba la sangre.
Él.
El futuro Alfa lucía muy atractivo, mucho más de lo que yo alguna vez imaginé. El tiempo le había favorecido, lucía increíblemente musculoso, alto y fuerte. Era un sueño de hombre.
Sus amigos le bromeaban y lo abrazaban, pero él se quedó estático viéndome como si algo en mí le impresionara e hizo una expresión de desagrado al sentir mi olor, mi olor apestoso, una chica sin lobo.
—Carmen… la fea— dijo de repente.
—Aníbal... te queríamos dar una sorpresa… la chica más lindas de toda la manada… solo para ti— decía otro y todos volvían a reírse, él me miraba con una expresión sorprendida.
El hijo del Alfa en varias oportunidades contribuyó a quemar mi cabaña y todas las cosas adentro, se quedaba viendo mientras sus amigos me pegaban, me empujaba si yo pasaba por un costado. La maldad reinaba en esta manada.
—¿También te huele mal verdad? Lo que sucede es que Carmen no se baña— decía Gerardo.
—¿Qué podemos hacer?— decía otro.
—Yo creo que... ¡Hay que bañarla!—, decía Carl y de repente sentí que me levantaban del suelo y me cargaban hasta el río mientras se reían. Sentía como rasgaban mis ropas mientras nos aproximábamos al agua, y me lanzaron como si yo fuera una piedra.
—Chicos, ella no sabe nadar...— decía Aníbal.
Yo le tenía miedo a este río, ellos solían lanzar mis cosas aquí para que yo no fuera a buscarlas. Pero nunca habían hecho esto.
—¡Llévala hasta el fondo!— gritaban y me empujaban a las profundidades.
Cuándo salí a la superficie, los tenía a mi lado de nuevo y me empujaban mientras yo pataleaba. Yo luchaba desesperadamente por respirar.
— Ya…suficiente— decía Aníbal.
Pero ellos seguían muy entusiasmados con su juego de torturarme, y de repente me hundieron tan profundamente, que ya sin fuerza… dejé de patalear. Me sentí… en paz, por fin iba a dejar de sufrir.
Perdí levemente el conocimiento y solo sentí que me sacaban, y como si todo mi cuerpo estuviera lleno de agua.
—Creo que está muerta— decía Gerardo.
—La matamos—
— ¡De todos modos nadie extrañaría a Carmen la fea!—
—¡Vamos! ¡Vamos! ¡Vamos! ¡Respira!— escucho una voz más de cerca, y cuando tomé una bocanada de aire vi que Aníbal estaba prácticamente sobre mí, haciéndome reanimación y suspiraba aliviado cuando yo abría los ojos.
Escupía agua mientras todos los demás parecían decepcionados de que seguía viva.
—Vámonos.. no es bueno que nos vean con ella— dijo él mientras me miraba fijamente.
—Debiste haberte muerto… así serías un problema menos— me susurro mi hermano.
Me dejó ahí mientras yo temblaba del frío y volvía a mi cabaña. Me arropé con todo lo que tenía y encendí el fuego. Ya ni lloraba. ¿Para qué?
Pero a la mañana siguiente, cuando intentaba arreglar mi jardín, me tropecé con Aníbal.
Carmen—A-Alfa...— dije yo inclinando mi cabeza.—Solo quería saber si estabas bien— me dice y me sorprendo mucho.Cuando quemó mi cosecha, y se robó mi leña en invierno, no me pidió disculpas. Cuando inventó que yo me robaba comida en la casa de la manada y me castigaron, tampoco cuando lanzó al río a mi pequeño conejito de peluche al río, sabía que no me iba a meter al río. Era el único regalo que había recibido en mi vida… y lo había perdido.—E-estoy bien… — digo y él coloca su mano en mi barbilla levantando mi cara para verme, su tacto me… hace sentir cosas. Lo escucho como si se quedará sin aire.—Carmen... ¿Tú sientes que yo tenga algún olor?— me pregunta.—Sí alfa——¿Cuál es mi olor para ti?— me pregunta interesado y clava sus ojos claros en mí.—Huele a… a madera …— le confieso.—¿Y te gusta ese olor?——Es el material de m-mi violín...— digo, era el instrumento que me enseñó a tocar Paola, mi amiga. Ella decía que yo tenía talento. Se queda pensando por un momento y toma una
Carmen—Generalmente, venden a los humanos, a vampiros, o a quienes lo deseen. Pero estás en muy mal estado... y tu corazón es débil… quizás te podríamos mantener escondida...por cierto, me llamo Mari —decía. Veía que tenía par de pulseras y una cadena que guindaba atrás. Como una esclava y temblé de terror. Si esta mujer fuerte estaba presa aquí... ¿Qué sería de mí? Me preguntaba aterrada. —Y-yo tenía algunas cosas... — pensaba en mi violín, mis pocas pertenencias, mis libros, uno que otro recuerdo.—Esa no es la preocupación más importante en este momento, decía ella. Tenes que mantenerte lejos de estos hombres, que nadie te vea, no llames la atención—Mari me ayudaba, me mantenía escondida hasta que apareció un hombre flaco y sucio que me miró con malicia, un hombre lobo.—¿Creías que te ibas a escapar…muchachita?——Señor… ella está débil y…— decía Mari. —Y-yo… solo…— intenté decir y él me vio y se rio de mí. —¿Eres imbécil o qué? ¡La humana tonta que ni puede hablar! Pagué muy
Xavier—¿Todo bien Xavier?— Me preguntaba mi Beta, Bruno. —No lo sé…estoy un poco ansioso desde que llegamos a este lugar— mi lobo Apolo estaba más nervioso que nunca. Yo sabía que desde hace algún tiempo él se había convertido en una bestia insaciable. La necesidad de sangre de matar a los traidores y a los que eran nuestros enemigos era lo único que lo mantenía con vida. Solo se calmaría cuando encontráramos a nuestra mate... y parecía ser que nunca iba a suceder. Era difícil controlarlo, y a veces… yo sabía que era como un toro fuera de control. Pero ahora estaba nervioso y eso era fuera de lo común. Sabía lo que se decía de mí, que yo era una insaciable, cruel y despiadado. Y no podía decir que fuera mentira. Había muchos problemas en las manadas, y uno de ellos era que muchos alfas no aceptaban a los humanos, y si es posible querían acabar con ellos. —Quizás es porque estamos cerca de la manada Luna de Sangre... —decía Bruno y yo gruñía.—El estúpido de Aníbal…— decía y solo
AníbalLa diosa luna realmente se había equivocado. No había forma de que esa chica fuera mi Luna. Mi hermano había muerto; él era el verdadero heredero y yo nunca fui criado para esto. Y por cosas del destino, ahora ese iba a ser mi rol, un alfa… y había encontrado a mi mate destinada.Podría aparecer para cualquiera que era una bendición encontrar a mi mate verdadera, pero no lo era. Parecía ser un castigo. ¿Y entre todas las mujeres que había en la manada... tenía que ser ella? ¿Ella?No solo Carmen no tenía lobo, que era lo más grave que podía haber en nuestra cultura, sino que era una mujer fea, desgarbada, llena de cicatrices, peor que una basura. Su corazón se sentía débil y siempre pensamos que no iba a sobrevivir mucho. Era la chica que golpeábamos, de quien nos reíamos, que la hacíamos limpiar nuestros desastres. El eslabón más débil, el miembro más frágil y endeble de todos los lobos. Y era mi mate, tenía que ser un chiste. ¡Tanto esperar para esto!Con todo y eso sentí u
Capítulo 6: Lo que es míoAníbal—Adriana... ¿Qué haces aquí?—Ella era la chica más linda de la manada, al menos para mí. Si no fuera porque era malcriada y terca, fácilmente podría haber sido elegida como la Luna de mi hermano, pero por su actitud había sido relegada a ser la novia de... mi futuro Beta, y mejor amigo, Gerardo.Claro que ella estaba loca por mí y me la había llevado a la cama escondida varias veces; habíamos tenido algo en secreto desde hace un tiempo.—Aníbal... mi amor... no puedes tener otra mujer que no sea yo. ¡No pueden emparejarte con una desconocida!—decía ella chillando, y me doy cuenta de
Xavier Si este maldito Alfa cree que va a quitarme a mi mate, la mujer que estuve esperando toda mi vida, la causa de mi mayor felicidad, justo en este preciso momento que la he encontrado y que la he prácticamente salvado de una vida de abusos y miserias... realmente ha perdido el poco cerebro que le quedaba. —¿Cómo te atreves a pedir lo que es mío? Ella es mi mate, ¿cómo se te ocurre decir una barbaridad así? —pregunté enloquecido. Por mi mente aparecían los recuerdos de aquellos momentos en la guerra pasada, cuando a mi amigo Alfa Sebastián... le querían quitar a su mate. Yo no iba a dejar que pasara algo así. Sin embargo, podía reconocer que Aníbal se veía muy serio... este imbécil viene con la idea de quitármela. —¡Ella es mía! ¡Mi mate destinada! ¡Nunca será tuya! ¡Jamás! ¡Quita tus garras asquerosas de ella!—gritaba él en una clara amenaza y podía sentir cómo Fabrizio se colocaba cerca. A nuestro alrededor solo había muerte y sangre, mi amigo vampiro se había encargado
Carmen Me levanto con la cabeza palpitando, completamente mareada, estoy en lo que parece ser una pequeña cama en una habitación desconocida.No recuerdo qué sucedió. Puedo ver que encima tengo una camisa grande que huele deliciosamente. Veo que tengo todavía la pulsera de metal en mi muñeca... pero mis anteriores heridas están cuidadas.Me levanto con mucho cuidado y me acerco a la puerta, y cuando escucho su voz… recuerdo absolutamente todo lo que sucedió.Me habían vendido y me había comprado un Alfa grande y aterrador.Yo era suya. Él había matado a varios a sangre fría. La voz de ese hombre era fuerte y resonante, y ahora estaba sin duda molesto.—La chica es humana, tiene heridas que parecen ser de hace muchos años, unas tras otras... muchas no fueron ni siquiera curadas de forma adecuada. Hay rastros de quemaduras de hace algunos días. Necesitaría mayores exámenes… pero creo que ella ha sufrido bastante. No descartaría contusiones e incluso fracturas anteriores. Jamás había v
Fabrizio —El rey nos ha llamado... Se enteró de todo el alboroto en el bar y quiere respuestas —le digo a mi amigo.—Luna de Sangre va a arder ¡Talas acciones están prohibidas! ¿Crees que condene a Aníbal? —pregunta el furioso.—¡Si es que aparece! ¿Cómo podría mostrar su cara luego de lo que ha ocurrido a poca distancia cerca de su manada? Ese bar era la perdición, una vergüenza… ohhh me encantaría verlo hecho pedazos…¿Me dejas ayudarte Xavier? —decía Bruno, ahora encantado. Era un Beta agradable y siempre tenía algo que decir.—Nadie va a hacer nada de eso…— decía yo cansado. Estos lobos lo que hacían era pelear y pelear… y teníamos varios problemas graves entre manos.Xavier gruñía como ya desde hace un tiempo venía haciendo, su corazón palpitaba desbocado, las venas en su frente empezaban a sobresalir y mostraba los dientes, parecía que el haber encontrado a su mate no le había ayudado en nada.—Lo que le hizo a mi mate no va a quedar así como así…— dice molesto. —Sea lo que sea