Capítulo 0005

Aníbal

La diosa luna realmente se había equivocado. No había forma de que esa chica fuera mi Luna. Mi hermano había muerto; él era el verdadero heredero y yo nunca fui criado para esto. Y por cosas del destino, ahora ese iba a ser mi rol, un alfa… y había encontrado a mi mate destinada.

Podría aparecer para cualquiera que era una bendición encontrar a mi mate verdadera, pero no lo era. Parecía ser un castigo.

¿Y entre todas las mujeres que había en la manada... tenía que ser ella? ¿Ella?

No solo Carmen no tenía lobo, que era lo más grave que podía haber en nuestra cultura, sino que era una mujer fea, desgarbada, llena de cicatrices, peor que una basura. Su corazón se sentía débil y siempre pensamos que no iba a sobrevivir mucho.

Era la chica que golpeábamos, de quien nos reíamos, que la hacíamos limpiar nuestros desastres. El eslabón más débil, el miembro más frágil y endeble de todos los lobos. Y era mi mate, tenía que ser un chiste. ¡Tanto esperar para esto!

Con todo y eso sentí un dolor tremendo cuando la rechacé. Mi lobo había llorado en silencio y jamás lo había sentido así. Por las noches recordaba la mirada de Carmen, su tristeza, el cómo estaba casi muerta en mis brazos... y a veces pensar en ella era lo único que me hacía dormir.

Pero nadie podía enterarse de esto; de que la chica fea sin lobo era mi mate… me moriría de vergüenza.

—Ella es hermosa... nunca debimos rechazarla—decía mi lobo, Axel, quien seguía adolorido con mi decisión.

Rugía todo el tiempo y me rogaba volver de nuevo al bosque a buscarla, temía por la seguridad de ella, aunque yo ahora mantenía a los demás chicos alejados de ella. Carmen había sobrevivido por años a maltratos y penurias… estaba acostumbrada.

—¿Estás escuchando lo que tengo que decir, muchacho? ¿O tengo que estarte repitiendo todo? Desde hace días tienes la cabeza en las nubes… ¡Bueno para nada!—me preguntaba mi padre.

Volver a casa era difícil, especialmente cuando había vuelto el hijo que él menos apreciaba. No era un secreto para nadie, que él prefería que yo hubiese muerto en vez de su querido Pablo, el verdadero alfa.

—Estoy atento, padre... me estabas hablando de los siguientes pasos para que yo sea presentado como Alfa...—

—Así es... no esperes una gran ceremonia... no hay nada qué celebrar—decía, molesto, mientras yo intentaba aguantar su maltrato.

—Como digas…—le dije suspirando.

—También tenemos que buscarte una Luna... con tu hermano llegamos solo a algunas negociaciones y ahora tenemos que comenzarlas de nuevo, puesto que... los alfas seguramente lo pensarán dos veces antes de darle sus hijas a un alfa segundón...—

—Pero yo soy un Alfa... ¡Tengo sangre de Alfa!—dije.

Mi padre, Alfa Ares, nunca fue un hombre amable ni considerado, mucho menos conmigo. Ahora, si era posible, estaba peor. Él me toma por el cuello de mi camisa y casi me levanta.

—Tú solo eres un Alfa de recambio, un sustituto, no el original, ni el más fuerte. Te toca demostrar mucho para que alguien en esta manada te crea y te siga. Ahora me toca convencer a los alfas de que me den una mujer loba medianamente buena para ti. Ya ha pasado el suficiente tiempo como para que encontraras a tu mate destinada... muy pocos lo logran...—dijo él, soltándome con un empujón.

¿Qué pasaría si le digo que la encontré? Creo que sería mi fin.

—Yo quiero poder elegir a mi Luna... no una mujer que no haya visto. Quiero saber si me gusta y...—

—¡Harás lo que yo diga! ¿Quién te crees que eres? ¿Alguien muy especial? Desde hace años, los alfas han hecho acuerdos para tener a sus Lunas, haciendo alianzas, haciéndose más fuertes—respondió, furioso.

—Pero, ¿cómo me voy a comprometer con alguien que no conozco? ¿Qué sucede si no es la adecuada? ¿Si es fea o...?—le dije, y él me golpeó de tal manera que caí al suelo.

—¿Es que acaso no lo entiendes? ¡Estamos en guerra! ¡Tu hermano fue asesinado por una bestia! Ese alfa Xavier no tendría por qué haberlo matado... quería herirnos, debilitarnos. ¿Piensas que el Rey se ha olvidado de nosotros? ¿Que de repente nos va a dejar estar en paz? Nosotros apoyamos a Marco, quien quería derrocarlo... ¡Estamos en peligro!—dijo gritándome.

Respiré, y me limpié la sangre que salía de mi labio, y me reincorpore con esfuerzo.

—Pero no... al señorito solo le preocupa que la chica sea linda. Tienes que confiar en que tu padre y los Alfas elegirán la mejor Luna para ti, una que sepa comportarse y cumpla su deber sin dar muchos problemas... eso es todo lo que necesitas. Es lo que Luna de Sangre necesita, ser más fuertes para continuar con el trabajo—decía él.

Con todo lo que había pasado, él no había terminado de entender que enfrentar al Rey era una locura. Muchas manadas fuertes y poderosas estaban de su lado. Estábamos del lado perdedor, pero ya me había ganado varias heridas por abrir mi boca, así que no dije nada más.

—Solo nos queda rezarle a la luna que nos ayude... y ojalá nos cayera la profecía de Luna de Sangre—decía él en voz baja y se quedaba ahí sentado, afligido, pensando, supongo, en su querido hijo muerto.

La profecía era una tonta idea. Pensar que nuestra manada tendría un poder superior. Ahora éramos nada y nos tocaba simplemente sobrevivir, ser mejor que otros. Mi padre era un viejo tonto que creía que éramos mejores que otras manadas.

Y cuando voy a mi habitación, me encuentro de repente con que me jalan del brazo y termino en uno de los baños de la manada.

Siento un olor conocido y mi corazón late rápidamente, siento una piel suave y un murmullo de una voz femenina.

—¿Qué demonios?—pregunto en la oscuridad cuando siento que unos brazos me abrazan, unas manos me tocan y unos labios me besan. Me separo bruscamente y enciendo la luz para ver quién rayos es.

Hola a todos!

Gracias por leer mi historia. Esta es la continuación de "Una curvy para el Alfa" donde se introducen algunos de estos personajes. De todos modos, esta historia puede leerse por separado sin ningún problema.

Pueden encontrar Una Curvy para el Alfa, ya terminada aquí en Buenovela :)

Bso

Kika

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