Capítulo dos - "Duraznos"

Welcome peachie

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Se desilusionaba mientras investigaba sobre los Alfas que había de poder en el lugar, el único que vivía o se alojaba en aquella casa principal era aquel hombre que salvo. Cada historia que leía de él mientras bajaba más y más en la página web sobre la historia de ese felino era desbastadora, era alguien sin piedad alguna.

Un ser que parecía no tener calidez en su entorno y fuera más oscuridad que otra cosa, temblaba mientras veía fotos de él, no creía que en serio aquel hombre le estuviera gustando. Parecía ser un alma sin pena mientras ella intentaba alejarse de personas crueles como ese sujeto, cerro por un momento sus ojos queriendo no creer en las imágenes.

Era tan diferente a ella, todo denotaba a alguien malo, pero era algo que la estaba atrayendo a descubrir si aquella fachada era cierta. Mordió su labio desesperada hasta el punto de sangrar, lamió la sangre que caía por su labio, siendo algo que acostumbra a hacer.

Se distrajo al escuchar un ruido, miro hacia el sitio en donde se escuchó ese sonido y camino para saber que era aquello que provoco ruido en su casa, ya que ella estaba sola en ese momento, por lo que temía aún más lo que podría ocurrir. El aroma de aquel hombre la mareo por un momento hasta sentir una presencia detrás de ella.

Se congeló al punto de con sus propias manos sentir aquel cuerpo que estaba detrás del suyo, giro su rostro y grito antes de que ese Alfa tapara su boca con sus manos, la sostuvo mientras Olivia seguía gritando por el gran pánico que sentía. Pensar que ella sería la siguiente le asustaba hasta el punto de llorar en silencio, ¿él acabaría con ella?

— ¿Me estás investigando, coneja? —negó asustada mirando la pantalla de su laptop, observando la foto de él mientras despedaza a alguien —. Te soltaré, pero si intentas hacer algo que no digas terminaras como la persona de esa imagen.

Asintió desesperada.

— ¿Q-q-qué quieres...? —. Cayó tartamudeando al ser soltada.

— ¿Qué?, ¿no puedo ver a mi ángel guardián? —. Sonrió asustándola.

Quería correr de aquel lugar, él solo se burlaba de ella en ese momento donde más pedía por su vida, Olivia trago con dureza aquel nudo mientras Dmitry la miraba sin apartar su mirada rojiza de ella. En ese momento donde se miraban, ambos ella juró que aquello para él era lo más encantador en su vida, sin preocuparle que fuera descubierto por otros mientras intentaba divertirse un poco.

Quería jugar con esa conejita hasta agotar cada falsedad que ella mostraba con su actitud dura, cuando era una máscara para esconder lo frágil que es ella.

— Y... yo no soy ningún ángel g... guardián —. Trastabilló cuando él se acercó a ella poniendo una de sus manos en su rostro, sus lágrimas salieron pensando que era su fin.

Ni siquiera asistió a la cita que tenía agendada con él en aquella casa principal, en donde sabía que él sería su cliente, cerro sus ojos temblando por el tacto de él sobre ella. Dmitry solamente repasaba su pulgar por la mejilla cálida de su víctima, siendo algo que lo llenaba de una sensación nueva, era su nuevo placer sentir el miedo de ella.

Se podría decir que era la primera vez que alguien le hacía sentir esa extraña sensación al saber que él causaba ese miedo, era más que satisfacción. Era indescriptible que ni siquiera Olivia entendía el porqué él hacia lo que hacía con ella en ese momento, mientras la acorralaba en la pared sin tener salida a aquel imponente hombre.

— ¿Lo olvidas? —ríe sarcásticamente —. Tú me salvaste la vida, ángel.

— Suéltame —murmuro firme —. No he hecho nada malo, por favor Alfa.

El rugido del felino hizo que Olivia se agachará intentando protegerse de aquel peligro que Dmitry representaba, no entendía que era lo mal que había hecho, parecía que todo siempre estaba en su contra y su vida nunca parecía mejorar.

Él la estaba exprimiendo sin fuerza alguna, estaba logrando que aquellas sensaciones que más temía expresar salieran a la luz. Quería llorar desconsolada en la oscuridad de su habitación, algo que no había hecho en tanto tiempo después de lo que le ocurrió.

— No me vuelvas a llamar Alfa, soy Dmitry — se cruzó de brazos con una mirada fría —. Y claro que has hecho algo malo ¿O no recuerdas tu cita de hoy?

Olivia comenzó a llorar mientras seguía bajando hasta estar hecha bola en el suelo, era su única defensa ante aquel felino que podía despedazarla en solo un segundo, pero al ver como Dmitry se sentaba en el sillón de su sala, su cuerpo se petrificó al instante.

— Lo siento, lo siento mucho.

Decía sin alzar su mirada mirando hacia el suelo, sus manos temblaban y su mirada nada más se volvía borrosa por las lágrimas, estaba llena de pánico y apretó con fuerza su blusa para controlar el temblor de sus manos. Dmitry ladeo su rostro con una sonrisa, le señalo que se acercara a él con su mano, algo que hizo torpemente Olivia mientras suponía que su muerte sería rápida. La sentó sobre sus piernas sintiendo como ella temblaba, algo que le parecía curioso, nunca nadie sintió tanto miedo como ella.

— Sabes, te iba a secuestrar y llevar a una cueva en lo más alto de una montaña para hacer lo que quiera contigo, nadie sabría de tu existencia ni de que hubieras existido alguna vez. Pregúntame ¿por qué no lo hice?, coneja —miro la poca decoración de la casa, estando aún más curioso del porqué ella era así —. Eres algo interesante.

Los labios de Olivia temblaron, sintió un agarre delicado en su cabellera, algo sorprendente, siendo que en aquellas no parecía tener la fuerza que estaba usando con ella. Aunque Dmitry pareciera no utilizar toda su fuerza, él únicamente se estaba conteniendo a no hacerle algo peor, ya que quería divertirse un poco antes de lastimarla.

Olivia lo miro con ojos brillosos dejando ver su lado tierno después de tanto tiempo, sus ojos de ese color igual al de un durazno miraron atentos al Alfa enfrente suyo, parecía comer aquel ser débil que ella era con esa mirada dominante que Dmitry tenía.

— ¿P-por qué no lo hiciste, Dmitry? — Tartamudeo nerviosa.

Con una sonrisa maliciosa, Dmitry tomo el mentón de Olivia para que no apartara su vista de él, ver aquellos ojos de un naranja claro parecía único y ahora quería que esos ojos lo miraran en cada momento.

— Pensé que era mejor no ser tan crudo con alguien bondadoso, ángel guardián —Olivia trago con dureza el nuevo nudo en su garganta, se tensó cuando Dmitry agarro su cuello. Pensó que estaba perdida, en ese momento. Pero la respiración cálida de ese felino rozo con sus mejillas llamando su atención —. Pero mi ángel guardián colmo mi paciencia al faltar a su primera cita. Así que para que no vuelva a suceder a partir de ahora vivirás conmigo, para que no vuelvas a cometer un error.

Cerro con más fuerzas sus ojos mientras él reía al ver como sufría, ¿cómo podía vivir con aquel asesino?, ¿su madre la mataría?, ¿y su hermano se volvería a burlar por ser débil?, abrió sus ojos con firmeza, creyendo correctamente en lo que diría para no desvergonzar a su familia. Aunque Olivia no era importante para nadie, solamente ella seguía pensando que al menos su familia se sentiría mal por lo que hicieron y la querrían de nuevo.

Con una mirada llena de nueva energía y con una valentía tomo la muñeca de Dmitry callando aquella risa de él —. No haré lo que tú digas —llamo la atención de un felino que no dudo en poner más fuerza en su agarre —. No iré contigo a ningún lado, tengo derechos y puedo ir hacia la guardia de Bylsorm.

La risa de Dmitry la hizo volver a sentirse insegura y aquella valentía abandono a Olivia que dentro de ella su naturaleza se escondía de las garras de aquel jaguar. El Alfa felino la dejo caer de nuevo al suelo sin creer lo que había escuchado en ese momento, nadie lo había desafiado como la coneja que estaba acabando con su paciencia. Cuando bajó su mirada observo aquellos ojos del color de un durazno maduro y jugoso, unos ojos que lo calmaron antes de estallar en ira pura.

— ¿No? —inclino su cuerpo hacia la coneja —. Crees que alguien te ayudará estando en esta situación, entiende algo desde ahora... —respiro con fuerza conteniéndose al ver la poca inteligencia de la coneja —. Estando en mis tierras nadie te podrá ayudar, entiende desde ahora que tú me perteneces, coneja miedosa.

Río aterradoramente, una risa que nadie más ha escuchado solo Olivia. Aun así, ella se armó de valor, volviendo a desafiar a Dmitry, que pensaba sería fácil al haber visto que ese mamífero lagomorfo lo retaba a mostrar lo más oscuro de su ser.

— No, no haré lo que tú digas —espeto furiosa mostrando algo nuevo para Dmitry.— ¡Estás loco si crees que viviré en el mismo techo que tú y que soportaré tu comportamiento! ¡No eres nadie como para venir a decirme que ahora soy una de tus pertenencias!

Digo con fuerza volviendo a ponerse de pie sin perder la mirada rojiza de aquel felino que parecía querer acabar con ella en ese preciso momento. Ambos respiraron con fuerza sin apartar su mirada del otro, Dmitry retrocedió, negó sin creer que tener a esa coneja sería aún más difícil de lo que creía.

— No es para nada lo que quería escuchar de ti —la miro sin expresión alguna, sacando algo de su saco, atrayendo la mirada de Olivia —. A partir de ahora te dirigirás a mí como "amo".

Con una inyección logro adormecer el cuerpo delicado de aquella coneja, la miro caer en sus brazos y sonrió fríamente al fin teniéndola para él, las palabras de su asistente Kurk solo fallaron, sus ideas fueron un asco que no ayudaron ni siquiera a que ella pensara que estaba siendo amable en venir y hablar para no hacerla tener miedo de un ser como él. Estaba claro que aunque intentara ser amable, sabía que nadie se daba el tiempo para ver que era amable y ni siquiera le agradecían por intentar serlo. Miro a la rubia en sus brazos tratando de creer como logro que con únicamente decirle Alfa su interior se revolviera de una forma extraña.

Sin duda para Dmitry esa coneja de ojos color durazno se estaba volviendo más interesante, el retarlo y tratar de verse valiente era algo que degustaba fríamente, nadie lo había hecho o más bien nadie vivía mientras le daba la contraría a lo que pedía.

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