CAPÍTULO 4

Esa noche cuando Alanna llegó a su apartamento fue recibida por sus efusivos pequeños.

            –Mamita hermosa, ¿cómo estuvo tu día?

            –Muy bien mi pequeña, ¿tú cómo estás?

            –Bastante mejor, hoy no pude ir a clases porque él estómago me rechinaba.

            –Creo que fue algo viral mamita linda, porque yo me sentía igual, Penny nos mantuvo con dieta suave y ya yo también estoy mejor.

            –Me alegro mucho mis tesoros, me hubieran llamado.

            –No lo creímos necesario, te hubiéramos preocupado por nada.

            –Bien, voy a darme una ducha, ¿ya cenaron?

            –Te estábamos esperando, ve a ducharte y comeremos juntos.

Alanna entró a la ducha y dejó que el agua tibia recorriera su cuerpo, estaba agotada, realmente exhausta, pero rendirse no era una opción, debía seguir luchando por sus hijos, cada día era una batalla campal de una guerra en la que solo deseaba ganar bien para mantener a sus hijos a salvo y seguros.

Su mente nunca dejaba de traerle al presente los terribles recuerdos del día en que su padre se enteró de su embarazo. Con solo cerrar los ojos revivía la dura expresión de su padre mientras pronunciaba las palabras que le arrebataron todo con lo que había crecido, siempre se formaba un nudo en su garganta y el escozor en sus ojos la hacía respirar profundamente para no llorar.

            –Mamita, ¿te dormiste bajo la ducha? –una vocecita la sacó de sus reflexiones.

            –No, no mi cielo, ya salgo, es que el agua calientita estaba muy reconfortante.

            –Te entiendo, pero date prisa, ya servimos todo.

Sonrió, suspiró y se secó rápidamente para acompañar a sus mellizos, quienes simplemente se habían convertido en su bendición más grande.

***

A la mañana siguiente, como siempre, todos iban de un lado a otro arreglando las cosas para enfrentar un nuevo día.

Ella se fue al centro de rehabilitación donde trabajaba por las mañanas luego de darle un beso a cada uno de sus hijos y subirlos al transporte que utilizaban, para ir a su colegio.

Puntualmente sonó el timbre de salida a las cuatro de la tarde, los niños se miraron con complicidad, se acercaron al chofer del transporte y le dijeron que, “su padre había ido por ellos”, seguidamente enfilaron sus pasos hacia el lujoso automóvil donde los esperaba Kurt Hogdman.

            –Buenas tardes señor Hogdman –saludó Zak.

            –¿Cómo estuvo su día señor Hogdman? –preguntó Erin.

            –Buenas tardes pequeños, estuve bastante ocupado, así que esta ida a la heladería me permitirá relajarme un poco.

Llegaron al lugar, Kurt llamó la atención de las madres que estaban allí y los niños astutamente se colocaron a cada lado de él y lo tomaron de las manos.

Una vez frente al mostrador, los tres dijeron al mismo tiempo:

          –Un helado de yogurt con frutos rojos por favor –se vieron y rieron por la casualidad.

          –¿Quieren lluvia de maní? –preguntó la chica que los atendía.

          –No, por favor, somos alérgicos –respondió Zak.

          –Yo también –agregó Kurt–, ya intrigado por las similitudes entre ellos.

Tomaron asiento y luego de degustar un poco de helado, Kurt les dijo:

            –Bueno niños, ahora, por favor díganme qué debo hacer el día del evento.

            –Comenzará a las nueve de la mañana, aquí tengo el programa, primero nos reuniremos en cada salón donde los padres hablarán de sus ocupaciones.

            –¿Cómo se les ocurrió la idea de buscar un papá para ese día?

            –Nuestra madre nunca ha ido a nuestro colegio, de verdad no sabemos la razón, pero de lo que sí estamos seguros es de que, si ese día no aparece nuestro papá seremos la burla de todos, ya que más de una vez han insinuado que somos huérfanos porque no han visto a nuestros padres.

            –¿Se lo han comentado a ella?

            –No queremos preocuparla, ella realmente se esfuerza mucho trabajando de lunes a viernes, los sábados la dejamos dormir hasta tarde y luego de despertar nos dedicamos a pasar tiempo de calidad juntos.

            –¿No visitan a sus abuelos?

            –No tenemos –Kurt entendió que ella no les había hablado de su abuelo, quien aún vivía.

            –¿Le han preguntado a su madre sobre su papá?

            –Ella se sonroja mucho cuando le preguntamos, así que debe ser algo que le avergüenza contar, entonces lo dejamos así, porque no queremos hacerla sentir mal.

            –¿Saben? Admiro mucho el amor y el respeto que demuestran por su madre, debe sentirse muy orgullosa de ustedes.

            –Nosotros estamos orgullosos de ella, ¿usted es casado?

            –No, estoy soltero.

            –¿Le gustaría conocer a nuestra madre?

            –Me encantaría.

            –Pero mucho cuidado con malas intenciones, solo permitiríamos que la conozca para que confirme que es maravillosa –advirtió Zak, mirándolo seriamente.

            –No se preocupen, estoy lo suficientemente ocupado como para querer complicarme la vida con una relación sentimental. ¿Qué más debo saber del día del evento?

            –Cuando hable de sus ocupaciones y de lo que hace en su trabajo, agregue que nos ama mucho y que está muy orgulloso de nosotros.

            –Desde hoy hasta el evento, les propongo que pasemos tiempo juntos para conocerlos más y poder responder con seguridad cualquier pregunta que me hagan sobre ustedes.

            –¿En serio?, pero no podemos venir todos los días a la heladería.

            –Hay muchos sitios a los cuales podemos ir y pasar el rato, también hay pizzerías, ventas de hamburguesa, ¿cuál es su favorita?

            –Comemos pizza sin queso por la intolerancia a la lactosa. Yo como hamburguesa de carne y mi hermanita de pollo, a los dos nos encantan las alitas con miel, la pasta y la crema de verduras.

            –¿Con qué se distraen?

            –Mami nos lleva a museos de arte y de ciencias; vamos al teatro y al ballet; nos llevó una vez al parque de diversiones, pero no teníamos la altura suficiente, así que tenemos que esperar a crecer un poco más, ya estamos cerca porque la estatura mínima es 1,20.

            –Me alegra saber que se ocupa de que tengan una educación cultural muy amplia.

            –Nuestra madre es la mejor, ella también es muy educada y elegante –dijo Erin.

            –Ya hermana, no le hagas tanta publicidad –protestó Zak.

Kurt no pudo evitar reír ante la protesta de Zak, al mismo tiempo la curiosidad sobre Alanna crecía en su interior. Lamentó no haber pedido fotos de ella a su investigador, pero pensó que aún tenía oportunidad de hacerlo.

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