Ojalá estuviesen en los tiempos dorados de los Centuriones Celestiales, en sus inicios, en la cuna del poder… Como Centuriones Celestiales, en especial los de alto rango, ostentaban el don de la luz divina y sus poderes y apariencias angelicales habían sido otorgados por las deidades de tiempos inmemoriales, aquellos que, años atrás moraban en la tierra y se camuflaban con los mortales comunes. Siglos atrás, algunas de las divinidades más poderosas de antiguos y nuevos credos religiosos como Demeter (el dios griego de la cosecha), Athenea (la diosa griega de la estrategia), Saturno (el dios romano del tiempo), Tellus (el dios romano de la tierra), Balder (el dios nórdico de la luz), Odín (dios nórdico del conocimiento), Kauil (dios maya del fuego), Itzamná (dios maya del cielo) u Omoikane (dios japonés de la inteligencia y la reflexión), entre muchos otros; bajaron de sus extensos reinos para conocer, de primera mano, a aquellos que habían creado y protegido con tanto ahínco, a sus h
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