La noche había llegado y Simona estaba encerrada en aquel frío departamento, pensó en los acontecimientos ocurridos durante las últimas horas pero no sacó ninguna conclusión, todo era lógico, en algún momento había oído acerca de los hombres que compraban por uno o dos días a las mujeres, y en la mayoría de los casos ellas terminaban desapareciendo, hallándose sus cuerpos un tiempo después, o simplemente esfumándose por completo como si nunca hubieran existido. Aquellos pensamientos erizó su piel, ella estaba abrumada por ello, por Oliver, debía encontrarlo, no se podía permitir desaparecer como el resto de las mujeres a las que alguna vez conoció. Caminaba de un lugar a otro, los nervios la consumían, el miedo la invadía lentamente, arrancándole las pocas esperanzas, y ella empezaba a temblar. Oscuras reflexiones irrumpían su mente, tal vez producto de la falta de drogas que calmen su
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