II. Lágrimas de dolor
El silencio seguía presente hasta que la señora Javiera observo a una alegre Liz señalar a una cabizbaja pelinegra. —Se llama Lucia —susurro Liz —Es un gusto conocerte, Lucia —la señora Javiera tenía una mirada dulce y triste, sus labios formaban una pequeña sonrisa mientras que en su rostro arrugas marcaban el tiempo que ella poseía —Gracias, señora Javiera —susurro Lucia con voz trémula —Ahora que tus compañeras ya te informaron que voy a decir algo, es momento de anunciarlo. —borro su sonrisa formando una perfecta línea en sus labios, la preocupación y tristeza eran visibles en su rostro. Lucia con disimulo la observo, los cabellos cubiertos de canas y como sus manos se apretaban sobre su vientre— Nuestro rey regresa y como sabrán no con buenas noticias, —las mujeres soltaron suaves suspiros de tristeza— aún no hay salvación para su enfermedad, por eso necesito que se mantengan calmadas. Han sido de buena ayuda para él y al menos hay que cuidarlo h
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