—Me llenaste con promesas vacías, me dejaste caer más de una vez, me engañaste, rompiste mi corazón, me quebraste… no había que amarnos para que pasará todo esto —los dos se venían mutuamente, destruidos por todo lo que les ha pasado en la vida, sabían ambos que no podían más, que era el fin, que era la despedida de tanto odio, de un insano amor que los condujo a la peor de sus pesadillas y uniendo las desgracias de ambos —. Aquí nos encontramos nuevamente con el corazón en mano y todo nuestro alrededor quebrantado. ¿Era justo tanto daño?, ¿Y para qué? El pelinegro respiro profundamente, tragándose el nudo que se le formó en la garganta por cada palabra que soltaba la chica, porque eso tenía ella; te destruía con palabras filosas llenas de una sinceridad dolorosa. —Mírate, mírame, míranos —prosiguió ella que intentaba no desplomarse cada que soltaba una palabra, sabía el daño que creaba, pero estaba ca
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