II.

HUXLEY.

29 de abril de 2032.

A veces la vida es... ¿Cómo decirlo?

¡Ah, ya sé!

A veces la vida es... UNA M****A.

SOBRE TODO SI SE TRATA DE LA MÍA.

Tengo tanto tiempo en este mundo solo que no dudo que si pudiera morir mi lápida diría "la soledad fue su mejor amigo" o "ahora descansa en paz con la soledad" o algo parecido.

—Señor —me habla Bob, mi mayordomo— ¿Va a almorzar?

—No —le contesto viendo unos documentos.

Bob hace una reverencia antes de salir de mi oficina dejándome solo nuevamente con los malditos documentos que tratan sobre los posibles castigos que deberían de recibir las escorias por sus crímenes según el acto que cometieron.

Para las escorias que cometieron abuso sexual está la posibilidad de quitarles sus aparatos reproductivos y sus brazos para que nunca puedan volver a cometer este crimen (lo cual es imposible porque todos ellos tienen cadena perpetua) pero creo que esto no es justo, ya que todos ellos merecen algo mucho peor que no sea la muerte, porque la muerte para ellos sería más un regalo que un castigo. Así que lo que voy a hacer –además de apuntarles esas partes del cuerpo– es a hacer que sufran cada día de sus vidas por medios de torturas diarias a tal grado que su sueño más grande sea la muerte, pero también voy a hacer que en ese momento ellos sigan sufriendo a pesar de que saben que se están muriendo.

A los que cometieron asesinato voy a hacer que unas brujas les pongan un hechizo en donde ellos y ellas crean ver a sus víctimas de una forma macabra para que se vuelvan locos a tal punto que quieran intenten terminar con su vida –lo cual no voy a permitir– hasta el día que den su último suspiro.

A los ladrones... bueno, ellos son muy pocos y son lo únicos que algún día podrán salir de la cárcel, así que solo voy a seguir haciendo lo mismo, lo cual es enseñarles otras maneras de vida y ayudarlos a salir adelante dejando el pasado atrás, ya que me encargue de que todo lo que robaron fuera devuelto, además de que ellos no cometieron algo tan grave como asesinar o violar. Aunque claro que dependerá de ellos salir de prisión porque no soy tan estúpido como para dejar que personas que no han cambiado o que no se lo merezcan salgan nuevamente al mundo.

La puerta de mi oficina es rascada varias veces antes de que Chispa entre a mi oficina moviendo su cola muy alegremente.

 —¿Qué tal el paseo? —ella se sienta enfrente de mí y ladra alegremente—. Me alegro.

Acaricio su cabeza antes de volver a leer los documentos que tengo en mis manos.

Siento unos brazos abrazarme por detrás y no me hace falta girar ni escuchar los ladridos de Chispa para saber de quién se trata.

—Ahora no, Angela —le pido.

—Pero, amor...

—No me digas "amor", por favor —la interrumpo—. Tú y yo no somos nada.

Ella se aleja y se pone adelante mío.

—Claro que somos al... —voltea a ver a Chispa molesta por sus ladridos— ¡Deja de ladrar, pulgosa!

La veo un poco molesto.

—A Chispa no le hablas así —la regaño y hago una seña con mi mano para que mi amiga se siente tranquila a mi lado—. Si vienes a molestarme a mí o a ella lárgate de una vez.

Angela se cruza de brazos y hace un puchero.

—Pero ella empezó —la veo mal y ella suspira—. Bien, perdón, pulgosa.

—Se llama Chispa.

—Ok —me dice de mala gana y ve a mi perra—. Lo siento, Chispa, no debí de ofenderte.

—Mucho mejor —la felicito y voy a sentarme en la silla de mi escritorio— ¿Qué se te ofrece?

—Nada, solo quería venir a ver a mi amor —se sienta en mi escritorio—. Y también a pasar un momento romántico con él.

Suspiro y la veo cansado.

—Angela, ya te he dicho una infinidad de veces que tú y yo no somos, ni fuimos, ni seremos nada —le recuerdo— ¿Cuándo lo entenderás?

—Nunca —me contesta—. Anda, vamos a una cita.

—No.

—Entonces nos quedamos aquí juntitos dándonos a... —se intenta sentar en mis piernas, pero yo me alejo—. No te alejes.

—Bien. 

Me levanto de la silla y me alejo de ella para que Angela pueda tomar asiento, pero en vez de sentarse la pelinegra se acerca a mí y me abraza.

Quito sus brazos de mi cuerpo y me alejo de ella, causando que me vea triste.

—No te cuesta nada demostrarme un poco de amor, ¿sabes?

—No te puedo demostrar algo que no siento —le digo.

—¿Pero por qué? —me cuestiona— ¿Acaso no soy lo suficiente buena para ti?

—No es eso —le respondo.

—¿Entonces qué es?

Suspiro y la veo cansado,

—Yo no te amo o siento algún interés por ti —ella me mira más triste—. Y estoy completamente seguro de que eso nunca cambiara no importa si eres la última mujer de la tierra o si estamos en cualquier otra circunstancia. A la única o único que voy a poder a amar en este mundo es a...

—Déjame adivinar ¿a tu alma gemela, verdad? —me interrumpe

—Sí —le contesto decidido.

—Pero nunca la vas a encontrar.

—Lo sé.

—¿¡Entonces por qué no me das una oportunidad a mí!? —me cuestiona llorando furiosamente— ¿¡Qué más tengo que hacer para que te des cuenta de que te AMO con todo mi ser y que te puedo hacer el hombre más feliz del mundo!?

—No tienes que hacer absolutamente nada —le digo—. Puedes hacer hechizos, amarres, pociones y todo lo que quieras, pero nunca te voy a llegar a amar.

—No, eso es mentira —me dice llorando—. Y te lo voy a demostrar.

Lleva sus manos al moño de su vestido y lo estira para quedar totalmente desnuda enfrente mío.

Se acerca a mí e intenta tocarme, pero yo la esquivo y voy por su prenda tirada en el suelo.

—No vuelvas a hacer eso, por favor —le pido.

Le doy su vestido e ignoro el hecho de que está desnuda.

—No me importa hacerlo si es por ti.

—Ese es el problema —le digo.

—¿Quieres que hagas más que esto?

—No.

—¿Entonces cuál es el problema?

—Nunca debes hacer este tipo de cosas por nada y mucho menos por alguien —le digo—. Por la única razón por las que debes hacer estas cosas es por ti.

—Entonces no hay problema porque tú eres el amor de mi vida y, por lo tanto, parte de mí.

Suspiro frustrado.

—Angela, ya te he dicho que nunca voy a sentir algo por ti por más que te esfuerces, por favor, entiéndelo de una buena vez.

—No, no lo voy a entender —me dice y yo suspiro—. Sé que nunca me vas a amar como yo te amo a ti, pero no me importa, porque nunca vas a encontrar a tu destinada y estoy completamente segura de que en algún momento vas a buscar a alguien para llenar ese hueco sin importar nada.

—Eso nunca va a suceder —le digo firme.

—Oh, claro que va a suceder —me dice segura.

—No, no va a suceder —le digo un poco cabreado—. Porque nunca voy a utilizar a alguien para eso.

—Solo a mí, ¿no? —me cuestiona molesta.

—Nunca te he usado de ningún modo y lo sabes perfectamente.

—¿Y la vez que nos íbamos a besar?

—Hasta donde recuerdo, tú me ibas a besar a mí, no yo a ti —le digo—. Así que no inventes tonterías.

—¿Tonterías? —me pregunta en un tono sarcástico— ¿Sabes lo que realmente es una "tontería"? Es que no quieras a amar a nadie más que un ser que NUNCA va a existir o vas a encontrar.

—Ese es mi problema, no el tuyo —le digo molesto—. Ahora vete que estoy ocupado.

—¿Con qué? ¿Esperando un amor imposible?

—Angela...

—Ok, ok —se pone el vestido rápidamente—. Ya me voy, pero recuerda que tengo razón y aunque no la tuviera, a NADIE que no sea yo le gustaría ser la pareja de un MONSTRUO como tú.

Sale de la oficina cerrando la puerta enojada.

Agarro un lapicero del escritorio y lo lanzo furiosamente al suelo asustando a Chispa.

—Lo siento —me disculpo—. Me dejé llevar.

Ella solo ladra y se acerca a mí para que la acaricie.

Sé que nunca voy a encontrar a mi alma gemela, pero nunca voy a usar a alguien más para llenar ese hueco, ya que no sería justo para ninguno de los dos.

Capítulos gratis disponibles en la App >

Capítulos relacionados

Último capítulo