Capítulo 2

Cuando el taxi se detiene en la entrada, salen a recibirla las chicas nuevas de servicio, le paga al taxista y entra a su lugar favorito en el mundo. Allí se encuentra todo igual que hace tres años, excepto por algunas imágenes nuevas.

A las fotografías de su madre biológica y las de la boda de sus padres, se le han sumado las de sus hermanos menores, su graduación y cada logro de los cinco hijos de los Finnick, porque en aquella familia no hay un tesoro más grandes que ellos.

Sube a su habitación y la encuentra tal como la dejó.

—Se nota que me extrañaron…

De otra manera, esa habitación sería muy diferente, más apegada a su carácter y sus gustos. Pero no los culpa, se fue siendo muy joven. Saca algunas de aquellas cosas que adornan el espacio y las coloca en una caja que encuentra en el closet, hasta hace cinco años era fanática de los peluches, pero ya no es algo que le guste tener en su habitación.

El único que se queda allí es el elefante enorme que le regaló Matías en su cumpleaños trece.

Deja todo al lado de la puerta, se va a su closet y la ropa que allí tiene sigue siendo su estilo, aunque ahora deberá agregar los trajes de oficina.

Busca algo que le quede, aunque solo creció unos cuantos centímetros más, quedando casi en el metro setenta. Se mete a la ducha para quitarse el viaje del cuerpo, se cambia de ropa y decide hacer una visita sorpresa a la oficina de sus padres.

Toma uno de los autos de la casa y se va en dirección a la oficina, decide escribirle a su amiga Ava, con la que mantuvo contacto, para salir por la noche y la acompañe a beber algo por ahí, aunque no tiene mucho sentido, porque no tiene la edad para beber aún.

Por estar en eso, no se da cuenta que se pasa un semáforo en rojo y una patrulla comienza a seguirla. El hombre en ella es nada más ni nada menos que el sargento, a quien no le gusta que se salten las señales de tránsito.

—Relájate, Méndez, el vehículo ni siquiera va rápido, para mí que es un conductor distraído —le dice su compañera.

—Como sea, pudo provocar un accidente.

Le hace las señas para que se detenga, pero el vehículo no lo hace, va a adelantar para obligarlo a detenerse, pero desde la central les llega la notificación de un disturbio en una gasolinera y que requieren de refuerzos urgentemente, porque la situación de está tornando hostil.

—Me temo que esto es más importante, de todas maneras tenemos la patente y le llegará la notificación a casa.

Matías desiste de perseguir al infractor y dobla en una intersección para ir a apoyar al otro incidente.

Charlize, al llegar a Finnick & Abbot, se baja sin dejar de ver el edificio, recordando la primera vez que fue con Luz y pensando si trabajará con sus padres o hará algo por cuenta propia. Todo dependerá de las ofertas que tenga.

Se acerca a la recepción, donde se encuentra a un chico bastante guapo, que se la queda viendo descaradamente y la saluda coqueto.

—Buenas tardes, señorita, ¿en qué puedo ayudarle?

—Busco a los señores Finnick —le responde con tranquilidad, tratando de aguantar la risa.

—Ellos se encuentran en una reunión, ¿tiene cita?

—La verdad es que no la necesito — le dice ella, sonriendo porque el chico no tiene idea de quién tiene en frente —.

—Me temo que no la puedo dejar subir —le responde él con estudiada educación —, pero podría anunciar que vino y…

—Mmm… Robert — dice mirando su gafete —. Verás, soy Charlize Finnick, la hija de los señores Finnick y llegué de sorpresa, ¿me puedes ayudar? —el muchacho se la queda viendo unos segundos y luego abre los ojos.

—¡Oh, por supuesto! No diré nada, solo pase, por favor… —salta del asiento y corre para llamar el ascensor —. Deben estar en la sala de juntas.

—Sé dónde es, gracias… —se lleva un dedo a la boca en señal de que guarde silencio y él hace el gesto de que no la abrirá —, que no lo sepan.

Sube al ascensor y en cuanto se abren las puertas puede sentir ese aroma que le encanta, a documentos recién impresos, ese bullicio entre llamadas y problemas. Camina pensando en todos los cambios que haría ella, porque el sistema de su padre es bueno, pero podría ser mejor.

Se acerca a la sala de juntas, cuidando que no la vean, y decide que mejor espera en la oficina de su padre, porque lo que allí se está hablando parece bastante serio.

La oficina está perfectamente ordenada, excepto por el escritorio, que está lleno de papeles y carpetas. Toma uno de los libros de su padre y se sienta a leer en uno de los sillones que da la espalda a la entrada. El tiempo se pasa sin que se dé cuenta, hasta que escucha a sus padres entrar.

—No puedo creer lo que ese idiota me dijo — escucha a su madre alegar —. «Usted no puede opinar, porque ni siquiera ha crecido lo suficiente», ¡imbécil!

—Tranquila, mi amor… yo sé cómo quitarte esa frustración… — Charlize abre los ojos cuando escucha un jadeo de su madre y se pone de pie con los ojos cerrados —.

—¡Alto, hija mayor presente! — grita, haciendo que Gerard se suba la cremallera del pantalón y Luz se baje el vestido —.

—¡Hija! — grita él todo sonrojado —. No… no nos dijiste que vendrías, mi amor…

—Porque era una sorpresa — dice ella sin abrir los ojos —. Pero casi me la llevo yo, no puedo creer que hagan eso en el trabajo…

Luz se acerca a ella y la abraza. Sin abrir los ojos, Charlize se deja llevar por ese dulce aroma de mamá y sonríe.

—Te extrañe, mami.

—Y yo a ti, mi niña — se apartan, pero Gerard las abraza a las dos juntas —. ¿Al fin podremos tenerte aquí?

—Eso creo, mientras termino mi maestría al menos, voy a necesitar de toda su ayuda.

—Lo que quieras, mi preciosa niña — le dice Gerard, dejando un beso en su cabello —. Ahora vuelvo a ser un hombre completo, con toda mi familia reunida otra vez.

—Hace un minuto no estabas tan triste —Charlize levanta una ceja divertida.

—No querrás hablar de eso — Charlize se ríe y Gerard ve la hora —. Se nos pasó la hora de comer, vamos por algo y luego vamos a buscar a tus hermanos al colegio, estarán felices.

De camino al restaurante, hablan del vuelo, de las cosas que Charlize quiere hacer y de la salida de la noche. Pero nada de eso la lleva a saber de lo que realmente le interesa.

—Uno de los guardaespaldas te acompañará —sentencia Gerard y Charlize se cruza de brazos.

—Ni lo sueñes. Sobreviví perfectamente sin uno estos cinco años lejos de casa, no me vas a cuidar ahora que ya cumplí veinte — Gerard se pone nervioso y ella abre la boca escandalizada —. ¡Sí lo hiciste!

—Eres mi niña preciosa, no podía dejar que nada te pasara… —trata de conciliar, pero Charlie frunce el ceño.

—Haré de cuenta que no oí eso, pero desde ya te digo, aquí no quiero niñeras —lo amenaza con el tenedor —. Hoy me iré a divertir con una amiga y no quiero que me estén vigilando.

—Pero si te asaltan o…؅ —trata de insistir Gerard, pero la respuesta de su hija lo deja en silencio.

—Papi, llegué a cinturón rojo… no me subestimes.

—Ok — dice él levantando las manos y Luz se ríe —. Tú no te rías, mujer, ustedes me tienen por completo dominado.

—Pero te gusta que así sea — le dice Luz acercándose a él para darle un beso y Charlize mira a otro lado —.

Se para al baño y su madre la sigue, mientras se lavan las manos, Charlize le pregunta por Matías.

—¿Sigue solo?

—Tan solo como siempre, con sus conquistas de una noche —le dice ella con desesperanza—. Me temo que mi hermano se quedará para vestir santos.

—Lo dudo… los santos le huirían en seguida.

Luz se ríe de las ocurrencias de su princesa, la mira a través del espejo y ella solo asiente a esa pregunta que le ha hecho en silencio.

Sí, todavía lo quiere y no deja de soñar con que pueda llegar a conquistarlo.

Se reúnen con Gerard y deciden ir por los más pequeños de la familia a la escuela, quienes se alegran de ver a su hermana mayor, hasta el punto de tirarla al césped. Ella solo ríe feliz, porque ese es el calor de familia que extrañó y que tanto le gusta.

Así, disfrutan las horas de una tarde familiar, hasta que llega la hora de la cena, donde Charlize se excusa del postre, para ir a prepararse para su primera noche neoyorquina como mayor de edad.

Sin imaginar con quién podría encontrarse por allí…

Capítulos gratis disponibles en la App >

Capítulos relacionados

Último capítulo