Dios sálvame de ese monstruo

El coche se detuvo de repente con el sonido de la cachetada. 

El sonido fue tan fuerte que incluso yo me sobresalte de mi propia fuerza. 

Su rostro cambió, me miró fijamente. 

Su mandíbula se apretó y sus nudillos se pusieron blancos.

—Vas a ser castigada por esto, mujer que  no te alcanzará la vida para contarlo…. ¡AHORA VETE AFUERA! —gritó y me estremecí ante su tono.

Sus fosas nasales estaban dilatadas de la ira. Él estaba tratando de controlar su ira.

¡Maldito psicópata! Me estaba dejando en medio de la nada, pero prefería estar en medio de la nada que estar un segundo más con este sicópata.

Sus fosas nasales estaban dilatadas de la ira. Estaba tratando de controlar su ira. Estaba a punto de salir del vehículo pero me tomó de la mano.

—Nunca pienses que esto termina aquí. No ni siquiera ha comenzado todavía —anunció.

Salí del auto y observé cómo su auto se alejaba de mi vista. Estaba parada sola en medio del camino y solo una palabra resonaba en mi cabeza y ese era…. Estoy condenada.

—Vaya, ella es una luchadora. Ella ya te abofeteó dos veces en dos jodidos días  —Mario dijo impresionado.

—Bueno en ambas ocasiones fue culpa de nuestro amigo —dijo Daniel con frialdad, mirando a Alexander desde el espejo retrovisor.

Alexander miró la expresión fría de Daniel desde el espejo frontal y levantó una ceja.

—¿Qué acabas de decir? —preguntó Alexander.

—Dije que es tu culpa, lo merecías. 

—En primer lugar, no cruces los límites. Y  en segundo lugar, no actúes como un Ángel cuando fuiste tú quien me sugirió la idea de destruirla —Alexander apretó los dientes y murmuró.

—Te dije que la obligaría a someterse y que no la obligues en contra de su voluntad. Y si la besaste a la fuerza porque yo te sugerí la idea, entonces retractó mis palabras —respondió Daniel.

—Vaya así que ahora te pones de su lado, ¿Eh? —Alexander levantó una ceja e inclinó ligeramente su cabeza.

—Estaba equivocado, así que no esperes a que te favorezca —Daniel dijo con la mandíbula apretada.

—¡Basta! —dijo Mario, en voz alta —.Ustedes dos deténgase ahora. Nadie dirá una palabra hasta que lleguemos a casa —Mario miró a Alexander y luego a Daniel.

Alexander se burló y comenzó a mirar por la ventana. 

Estos putos  obstinados; pensó y sacudió la cabeza y suspiró drásticamente.

Al día siguiente.

¿Quién es realmente este Alexander? ¿Por qué mató a ese hombre? ¿Es un criminal?

Había tantos pensamientos corriendo por la mente de Angelina que no pudo dormir en toda la noche, cada vez que cerraba los ojos, esa horrible escena pasaba por sus ojos. 

Pero lo que la molesta es si él trató de lastimarme. 

Él mismo le había dicho que el asunto no acabó aquí. 

¿Y si la mataba de la misma forma que mató esa persona? Ella no podía conseguir ayuda de nadie también. 

Por favor, Dios sálvame de ese monstruo -murmuró en voz alta.

—Ángel ¿En qué estaba pensando? —al escuchar la voz de Anna,  salió de sus mis pensamientos. 

Debería decirle lo que pasó anoche, reflexiono ella aun dudoso si decirle o no.

—Ángel ¿Estás bien? —Anna sacudió un poco a Angelina.

—Vaya …. Si … si estoy bien —dijo y comenzó a concentrarse en su trabajo.

Unos minutos después la puerta del café se abrió y una joven entró. 

Llevaba un hermoso vestido azul oscuro con tacones altos. 

Su cabello estaba atado en una perfecta coleta de caballo y usaba gafas de sol. 

Parecía una verdadera delicada belleza.

Angelina evitó rodar los ojos. 

—¿Qué le gustaría tomar, señora? —le pregunto sarcásticamente, presionando la palabra señora.

—Corten el drama y escúchame con atención —respondió Jennifer quitándose las gafas de sol.

—Adelante —dijo Angelina y rio.

—¿De verdad pensaste que no encontraría el lugar donde comenzaste tu nuevo trabajo, eh? —inquirió Jenny con su linda cara de enojo.

—Nunca me escondí —se encogió de hombros.

—Pero ni siquiera me informaste —Jennifer murmuró.

—No soy un niño de cinco años que debe informar a su mamá antes de salir —protestó en respuesta Ángel con una sonrisa para que la mirara.

—Papa te dará una lección, solo espera y mira —amenazó infantilmente Jennifer y Angelina reí de su linda y pequeña amenaza.

—¿Y por qué tu móvil está apagado?  He estado tratando de llamarte desde la mañana —preguntó Jennifer levantando una ceja..

—La batería estaba agotada, y no tuve tiempo de cargarla —mintió Ángel porque no quería decirle y mucho menos hablar con nadie sobre lo que pasó anoche y mucho menos con ella.

—¿Cómo se conocen? —Anna preguntó uniéndose a las dos chicas.

—Si, la chica a tu lado es mi estúpida amiga. Por cierto soy Jennifer Torres, la hija del señor Ewduar Torres.

Angelina rodó los ojos. 

¿Era realmente necesario decir de quien era hija? Se preguntó internamente.

—Dios mío, ¿eres la hija del famoso hombre de negocios de nuestro país el señor Torres? —preguntó Anna con los ojos muy abiertos.

—Sí —dijo Jennifer.

—Soy Anna, es muy agradable tenerte en nuestro café —Anna extendió su mano para un apretón de manos que Jennifer tomó con una sonrisa.

Angelina sonrió al verla a ambas, si una cosa era lo que le gustaba de su amiga era eso. 

Que a ella no le importaba el estado económico de nadie y se hacía amigas de todos.

—Angelina y yo iremos al centro comercial mañana para las compras de mi boda y quiero que nos acompañe para que nos conozcamos mejor —le dijo Jennifer a Anna.

—Yo.. —Anna vaciló.

—La traeré —dijo Angelina y Jennifer finalmente sonrió.

—Esas son mis chicas ahora es momento de un abrazo grupal.

Jennifer las rodeó en un abrazo a ambas chicas, sin darle oportunidad de pensárselo.

Angelina pensó que honestamente esta chica estaba loca, ni siquiera le importaba el lugar o las situaciones. 

Ella moría de vergüenza porque todos en el café nos miraban con miradas raras.

Jennifer salió del café después de hablar con Ángel.

Iba de camino a su coche y estaba revisando las notificaciones en su móvil, cuando de repente choco con alguien. 

Su móvil se resbaló y se le cayó de sus manos. 

Miró al suelo y encontró su móvil roto.

Ella levantó la vista para ver a la persona, pero lo que se sorprendió fue que se alejaba con el móvil pegado a la oreja derecha. 

Ella instantáneamente echaba humo de ira y marchó hacia él.

—Oh, hola señor —gritó a todo pulmón.

Él se dio la vuelta y la miró.

Ella jadeó.

Tan guapo, pensó e inmediatamente se abofeteó internamente y volvió a mirarlo con enojo.

—No tienes ojos —reprochó ella que estaba echando humo de ira.

—Cuéntame tu problema ya, definitivamente serás libre, pero tengo mucho trabajo que hacer —dijo el aburridamente.

Ella se quedó boquiabierta ¿Cómo se atreve? se preguntó a sí misma.

—Me rompiste el móvil —dijo después de unos segundos señalando su móvil.

Estos buscadores de oro; pensó el hombre.

Se burló y sacó su billetera. 

Tomó un montón de dinero, agarró la mano de Jennifer y puso el dinero en ella.

—Feliz ahora —dijo levantando las cejas.

Ella estaba congelada en su lugar, si mente no procesaba nada. 

Nadie en su vida la había humillado tanto.

Cuando ella no le respondió y permaneció en silencio. 

Daniel pensó que no era su culpa y cada buscador de oro se congelaría después de ver tanto dinero.  

Detestaba a todas las chicas todo lo que quieren es dinero.

Puso los ojos en blanco y siguió caminando de nuevo.

—¿Sigues ahí? —le preguntó a Mario que estaba en la otra línea del teléfono.

—Si todavía estoy en línea. ¿Pero dime que paso? ¿Quién era ella? —preguntó con curiosidad.

—Solo un buscador de oro. Le cerré la boca con un montón de dinero, como sabes todo lo que quieren es dinero —respondió sarcásticamente.

—No todos….

Sus palabras fueron interrumpidas cuando alguien lo giró bruscamente, su móvil estaba a punto de caerse, pero lo agarró de inmediato. 

La miró. Ella le devolvió la mirada y estaba echando humo de ira.

¿Qué quiere ella ahora?, pensó.

Antes de que dijera algo ella escupió de nuevo.

—El dinero no siempre resuelve el problema. A veces, incluso un simple lo siento también puede funcionar ¡ESTUPIDO BASTARDO! —dijo ella y le tiró el dinero en la cara y comencé a caminar hacia su auto.

—¿Estabas diciéndome algo? — preguntó Daniel a Mario.

—Bueno estaba diciendo que todas las chicas no son iguales. 

Estaba pensando en ella como una cazafortunas, pero mira no lo era… 

Daniel estaba de humor para su conferencia así que le colgó.

Mordió su labio inferior sin dejar de ver por donde se había ido, aunque ella ya no estaba a la vista.

Él gimió internamente y pensó que esa chica realmente estaba loca.

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