Capítulo 06.

Narra Logan.

Martes 22 de marzo 2022.

—¿Y Bibi? —Mi corazón se acelera cuando la voz  de Liana habla mientras balancea sus pies en el aire estando sobre la butaca —¿Por qué ya no hablas de ella?

Me alzo de hombros mientras busco en mi mente una respuesta que pueda entender, pero no la consigo. La verdad es que no quiero seguir ilusionándome. Y siento que es suficiente con solo pensarla y amarla en silencio.

—Eh… es complicado.

—¿Ya no la quieres? —Muerde el sándwich que prefirió comerse  aquí ya que por alguna razón los dos nos levantamos muy temprano.

—Deja las preguntas para tus profesores, Liana —Me siento a su lado para comer también, y me sorprendo cuando ella suelta su comida  y con sus manitos toma mi cara haciendo que la vea a los ojos, tal como suelo hacer con ella.

—Estás enamorado.

—Nah —Me rio, nervioso.

—Bueno… —Me suelta y sonríe —Tu amigo Noah sí que lo está.

—¡Hey! —La codeo —¿Tú cómo sabes eso eh?

—Instagram —Se alza de hombros.

—¿Y desde cuándo tienes permitido tener I*******m, Liana? —Le regaño, porque mi acuerdo con ella fue hasta que llegara a los 12.

—No fui yo, fue mamá…

—Es cierto… —Mamá se aparece de repente tomando asiento a nuestro lado mientras toma un vaso de agua. Y le echo un vistazo rápido dándome cuenta que está bien —De esta chica que él le enviaba cartas ¿te acuerdas? La hija del Doctor Campbell.

—Cómo no voy a saber…

Si es el diablo sin cachos y en persona.

Hace una semana lo confirmé. Recuerdo que estaba, como siempre, cambiando mi turno de barman a mesero cuando aquella silueta curvilínea con ojos verde agua tan maliciosos, alzó su mano a mi dirección. Cómo hubiese querido que no estuviera sola, pero lo estaba.

—Dime algo, Logan… —Parpadeó después de recorrer mis brazos —¿Crees que la vida está hecha para divertirse o trabajar?

—Creo que deberías ordenar algo o si no tendré que pedirte que te vayas por donde llegaste.

Se levantó de la silla, quedando frente a mí e intimidándome, aunque no moví ni un pelo. Llevaba puesta una blusa transparente, podía ver a la perfección su abdomen y el color intenso de su bra descotado.

—¿Qué es lo que quieres, Campbell?

Sus labios se entreabrieron y luego se mordió el labio inferior. No quería mirarla, pero si dejaba de hacerlo creería que le tenía miedo, o me intimidaba en demasía.

—Saber si causo un efecto en ti… —Soltó, pasando para mi sorpresa una de sus uñas desde mi cuello hasta mi ombligo.

Fue inevitable que no me desestabilizara, hasta tuve que cerrar los ojos con fuerza, pero por la rabia que estaba creciendo en mi interior.

—¡Ellis!

Cuando aún molesto volteé hacia mi jefe por su llamado, ya ella no estaba.

Abigail se había encargado de dejarme claro que quería tenerme entre sus piernas, fue obvio ese día como tres días después a ese, cuando salí del trabajo y sentí cómo alguien tapó mis ojos. Al principio sonreí, pensando que se trataba de Bibiana, pero al respirar profundo y oler su perfume característico solo pude zafarme de ella con fuerza antes de que su mano se metiera bajo mis pantalones. Yo solo pude alejarme mientras me pasaba las manos por la cara, con desprecio, porque fue lo que sentí.

—¡Estás loca, Abigail!

Su risa era maliciosa y llena de coquetería. Y sin que me quede nada por dentro: como una fiera en celo.

—Dímelo otra vez, Logan…

Sus pasos eran seguros mientras me acorralaba. Yo no hallaba cómo escapar porque había mucha gente y sabía que si hacía algo extraño pensarían que estaba haciéndole daño a ella.

Sus manos tocaron mi abdomen con desespero y di un vistazo a todos lados para poder tomarla con fuerza de sus antebrazos, deteniéndola.

—Estás demente… —Gruñí, deseando que todos se fueran.

—Me calientas cuando te resistes, Logan… —Casi jadeó encantada cuando apreté mi agarre —Vamos, no lo pienses más eh.

—Si no paras le diré a los chicos, Campbell…

—Y si no dejas que haga lo que me plazca le diré a mi padre que deje de darle consultas gratis a tu mami  —Sonrió en burla —¿Qué te parece?

—Que estás demente y que debes medicarte —Solté, zafándome de ella sin importarme la fuerza que usé y que varias personas me siguieran con la mirada.

Deseé que algo le pasara, y que no pudiera seguir con su juego nunca más, así como lo estoy deseando ahora mientras ella está riéndose discretamente de la escena que me tiene molesto y con los nervios al borde. Mis dos mejores amigos están dándose a puños por alguien que no vale ni la cuarta parte de pena.

Sí tan solo les dijera…

No sé en qué carajos estaba pensando Noah al traerla. Se supone que era una reunión para mejores amigos, pero él se empeña en querer involucrarla.

¿A caso no se da cuenta de lo mucho que a Bibi le afecta la presencia de esa mujer?  ¿A caso tampoco se da cuenta de que está siendo demasiado descarada?  Me espero esto de Peitton, ¿pero qué es lo que esa chica le ha hecho al Noah que conozco?

—¡¿Qué rayos ocurre con ustedes?! —Grito en cuanto Bibiana, alterada, no logra separarlos.

Quiero tomar a Peitton, pues es el que menos sabe controlar su ira, pero por la posición en la que se encuentran: ahora Noah encima de él, de un empujón logro zafarlo del rubio.

—¡Ya basta! —Me pongo en medio tocando ahora los pechos acelerados de ambos con la palma de mis manos. Sabía que en algún momento iban a explotar —¿Qué les sucede? ¿Desde cuándo nos damos el derecho de interferir de esa manera en la vida de nuestra hermandad, Peitton?

Estuvo mal todo, pero que lo haya provocado soltándole de esa manera lo de sus padres no habla muy bien de él. Sin embargo, me enfoco en él porque su respiración no es normal, y gruñe algo hacia Noah que no entiendo.

Todo es culpa de esa chica, todo.

Busco con la mirada a Bibi para que se lleve a Noah pero la veo irse tras Abigail por los pasillos del baño. Mis latidos aumentan.

—Noah…—Lo llamo cuando se da vuelta y se lleva las manos al cuello. Parece que quiere llorar.

—Déjame solucionarlo —Es lo que dice.

Y sin que pueda accionar antes, el chico toma a mi rubio amigo del brazo, como un niño, y se pierden también por los pasillos del baño.

Intento desaparecer la sensación de angustia que crece en mí, caminando de un lado a otro. Veo a las personas que ni se preocuparon ante la pelea, disfrutando del ambiente como debíamos hacerlo nosotros; incluso escucho un grito proveniente de la segunda planta. Una persona se ha lanzado a la piscina que está en medio de todo el lugar y a todos parece excitarles la idea por lo que alzan sus copas y siguen bailando.

¿Qué se supone que debo hacer? ¿Espero que salgan o entro para verificar que todo está bien? ¿Debería ir con Noah y Peitton o con Bibi y Abigail?

Suelto un exhalo más tranquilo cuando después de minutos tan largos veo a Bibiana entre la multitud. Ella podría incluso usar gorras o máscaras, pero la reconocería como fuera y todavía no sé por qué, así que me apresuro en llegar hasta ella tomándola desprevenida.

Tiembla y luce pálida.

—Hey, ¿todo está bien? —La tomo de los hombros, sus ojos no se encuentran con los míos y arrugo el entrecejo —¿Bibi?

—Yo… Logan… —Abre la boca para hablar pero luce tan desorientada que solo intento abrazarla teniendo la esperanza de que como en los viejos tiempos ella solo se calme. Pero me aleja y mi corazón punza —No puedo seguir aquí.

Huye de mí generándome ansiedad ¿qué fue lo que pasó en el baño?

Sin darme cuenta me he dejado llevar por la angustia en mi pecho por lo que al estar cerca de los pasillos me encuentro con una silueta peor de desorientada que de la chica que me gusta.

—Ou, Logan…

Veo a todos lados tratando de ubicar a los chicos y suelto un bufido cansado.

—Ven conmigo —Rodeo los hombros de la pelinegra con mi brazo para guiarla.

No debería ayudarla, después de todo por su culpa sucede esto, pero por más que alguien me desagrade: no soy capaz de ir más allá de los límites de mi sarcasmo.

Si espero que los chicos salgan, su estado solo hará que se peleen ya que querrán los dos ser su héroe, así que me enfoco en el problema que les estoy evitando.

Logro que salgamos ilesos entre tanta gente y el agua chispeando por todos lados. A veces tengo un poco de envidia hacia las personas que tienen la capacidad de hacer como si nada les ocurriera, esos que pueden salir de fiesta y olvidar sus preocupaciones, porque simplemente yo no puedo.

Al llegar al parquímetro le quito el seguro a mi auto y escucho una queja cerca de mi cuello, por lo que me incómodo. Realmente luce terrible, al punto en que ni en mis peores deseos hacia ella la imaginaba así.

—Logan, hueles tan rico… como un delicioso chocolate —Sus pasos no son firmes y se me dificulta ingresarla al auto —Llévame como una niña buena —Alza sus brazos para que la cargue y entre un gruñido, sin decir nada, solo le cargo en mis brazos y la coloco con éxito en el asiento del pasajero.

Cierro la puerta al mismo tiempo en que siento una mirada sobre mí y al levantar la mirada y no ver a nadie, solo voy a mi lado.

Luego de dejarla en su casa debo llamar a los chicos.

Exhalo al poner andar el auto y veo de reojo cómo Abigail se frota constantemente la cien con los ojos cerrados. También luce pálida como Bibi así que espero solo hayan pasado un mal susto y no que hayan discutido porque conozco a Bibiana y sé que puede llegar a ser demasiado impulsiva.

—¿No preguntarás qué me pasó?

Me muero de las ganas por saber, pero no de su boca.

—No me importas, Abigail.

—Oh, claro que sí… —Su cuerpo está tan relajado sobre el asiento, como si estuviera drogada o algo parecido; su vestido rosa está muy por encima de sus muslos y se me tranca la respiración cuando con su mano, mientras enfoca su mirada verde en mi cuerpo, hace una línea dispareja desde su rodilla hasta la cadera, apretándola.

—Para… —Le pido entre dientes. No me excita, me molesta demasiado que intente seducirme. Me parece increíble y terrible su capacidad para obviar que sus acciones son malas, que hace daño.

Me concentro en la carretera pero me pone histérico lo que pueda hacer a mi lado, así que cada cierto tiempo la veo de reojo. Ella  hace el intento de sonreír pero aún parece ida, sin embargo, eso no le impide abrir un poco las piernas mientras sus manos amasan sus propios muslos dejándolos rojos.

¿Qué piensa hacer? ¡¿Qué está pensando hacer esta loca?!

La tensión aumenta cuando paro en un semáforo en rojo, los segundos pasan lentos y no puedo evitar verla. Ella se da cuenta de eso y con los jadeos saliendo de su boca veo su mano derecha perderse entre sus piernas.

—¡Para, Abigail! —Tomo su muñeca derecha mientras mi mano izquierda está en el volante, la aprieto intentando detenerla pero ella usa esa fuerza en mi contra y se hunde dentro haciendo que mi mano toque su entrepierna —¡Detente ya! —Mi respiración se agita haciéndome tensar más que antes.

Ella gime fuerte, y no precisamente porque le causa placer. Creo que he fracturado su muñeca.

El semáforo cambia de color y sigo. Por suerte se mantiene quieta y en silencio después de ello. Aunque no puedo evitar sentirme mal porque la he lastimado.

¡Carajos! ¿Qué rayos es lo que pasa por su cabeza?

—Creo que me cayó mal el coctel.

No recuerdo que haya bebido en algún momento, pero la ignoro.

—¿Cómo sabes en donde vivo? —Me pregunta después con una sonrisa socarrona.

Evito la respuesta por unos segundos cuando estaciono frente a la mansión Campbell, tan opaca y lujosa como los habitantes en ella.

—Noah te enviaba postales —Respondo.

Recuerdo la imagen de mi amigo desde hace mucho tiempo deseando ser el príncipe de la princesa que se convirtió en villana.

—Noah… sí.

Ignoro su voz algo rota porque sé que es perfecta manipulando a los demás. Y no me sorprende que ahora intente hacerlo conmigo.

Salgo de mi auto al mismo tiempo que experimento la sensación de alguien viéndonos pero lo ignoro, solo estoy demasiado tenso. Voy por ella y afinca su cara en mi pecho mientras caminamos hasta la puerta de su casa, por lo que no puedo evitar sentirme hastiado. No la soporto.

Al ver que no ha traído cartera de mano solo tanteo la alfombra mientras ella se recuesta de la puerta y no me tardo en encontrar las llaves, se las entrego  y queriendo alejarme de esto de una vez le doy la espalda. No obstante, no puedo evitar querer dejarle claro algo.

—No vas a separarnos, Campbell —Ella alza las cejas mientras se cruza de brazos con una sonrisa que quiero apagar  —Sé que disfrutas de tu juego, pero la mayoría de las veces la reina se queda sin su rey, y cuando eso te ocurra te darás cuenta de que aunque hayas movido las piezas a tu gusto, es el fin del juego.

—Siempre se puede volver a iniciar una partida, Logan Ellis.

—No si desaparecen las piezas para jugar.

El rostro creído de la pelinegra decae y se adentra a su casa. Agradezco no tener que tenerla cerca, así que  entro a mi auto y exhalo al ver que ha dejado uno de sus tacones debajo del asiento ¡¿junto con sus bragas?!

—No puede ser —Digo entre dientes.

Pero respiro profundo controlando mi enojo, y tomo el teléfono para llamar a la persona que llega a mis pensamientos, con su cara pálida y sus ojitos cafés asustados.

No responde, me envía al buzón. Me preocupa.

Llamo a los chicos pero tampoco responden. Mi tensión aumenta.

Veo hacia la mansión Campbell  y suelto un bufido.

—Perfecto, ahora debo arreglar este desastre.

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