IV

—Aún no le veo sentido, comenzaste a salir con él de nada y dos días antes de irte de gira. Ahora se distancian y ni juntos están, parece ser adorno.

—Quizá —respondió ella, bajando la mirada ausente a un rincón.

—Suena a que parece un despecho si me preguntas. ¿Acaso lo usas de excusa para olvidar algo?

—Oye que directa, no me simpatizas —respondió fingiendo ofensa sin poder evitar burlarse al darle con el codo—, aunque… —Por un breve instante se detuvo a pensar en el detalle.

—Bueno, si no es con él, ¿dónde estabas?

—Me quedé con Haley, ella me invitó a pasar la noche. Su marido no iba a estar por algún asunto importante y me pidió que la fuera a acompañar.

—Ah, ya veo. ¿Y entonces?

—¿Y entonces qué?

—¿Solo eso hiciste?, ¿no hiciste más en tu fin de semana?

—¿Qué quieres que te diga?, tú estabas ocupada, Lucy tenía trabajo y Doria había salido por ahí con alguien, solo con ustedes trato.

—Que triste ser tú —respondió a modo de broma viéndola con cara lamentable.

—Te pasas de cruel a veces. —Además de Haley, Lana era una de las pocas personas con quien ella se tomaba tanta confianza como algo especial para ella.

—Espero no interrumpir, pero debemos volver a ponernos a producir. Sophie te necesitamos en la cabina de grabación de nuevo —habló Dante, el encargado de la consola acercándose a intervenir la conversación. Era alto y esbelto, de piel canela y ligeras rastas desordenadas que lo hacían parecer una versión más joven de Bob Marley.

—Ya voy —suspiró, levantándose de mala gana—. Aquí vamos otra vez.

En horas de la tarde volvió caminando a su departamento, se había hecho muy tarde para intentar atreverse ir a ver a Haley ese día también, debía apartar tiempo entre alguna de sus grabaciones algún día para poder volver a ir y verla más que solo en fin de semana.

Para sorpresa de ella, en la esquina antes de llegar a su departamento se hallaba allí él, Will, su novio con una expresión de desaprobación mermado, había un penetrante disgusto escrito en sus ojos oscuros.

Por un momento ella se quedó quieta al verlo y tras observar esa expresión en sus ojos ella le respondió con la misma mirada de disgusto, él estaba recostado de la pared apoyando la cintura mientras echaba el cuerpo un poco delante inclinando los hombros.

—Te estaba esperando —murmuró dando un paso al frente, despegándose de la pared quedando parado frente a ella con las manos en los bolsillos.

—Me dí cuenta —respondió ella manteniendo la guardia—, así como de los puñales que llevas en los ojos.

—Suenas cruel… —suspiró echando la mirada a un rincón—, pero sin embargo dime por qué no tendría motivo de estar disgustado. Fuiste muy desalmada la última vez que hablamos, tenía meses sin verte.

—Sin verme e impaciente que yo llegara dando brinquitos para ir tras de tí, nunca haré eso, por absolutamente nadie. ¿Recuerdas lo que dijiste hace una semana cuando nos vimos para salir?

Él arrugó la cara por un momento y se tensó incómodo y ella lo permanecía mirando de forma impasible.

—No es lo que pensaba de verdad en ese momento.

—Si lo pensabas o no da lo mismo, el hecho es que dicho está. Dijiste, que de nada te sirve mantener una relación de poca esperanza si no consigues nada conmigo. —Will tensó la mandíbula reconociendo sus propias palabras.

—Hace meses que estás conmigo, no vi nada de malo en proponerlo.

—Yo sí —respondió en voz firme y segura con una mirada fría—, podremos llevar meses, pero solo de palabra, esos meses ninguno estuvo cerca de nada al otro y aún no siento que esté completamente segura de saltar al hecho, necesito tiempo, conocernos.

Él arrugó de nuevo el entrecejo con disgusto, a pesar de sus intentos de disuasión Sophie no había resultado una mujer fácil de convencer a abandonar sus principios ni instintos de auto preservación sobre meterse con él en su cama. Esperaba para esas alturas mínimo ya lo hubiera hecho con ella, pero no había obtenido nada.

—Claro, seguro no soy lo suficientemente bueno —resopló con voz amarga, mirando con disgusto a Sophie—, talvez esperas al indicado y ese no soy yo, no te pasa por la cabeza dejarme comprobarlo.

Sophie puso cara de enojo mientras contuvo el impulso de gritarle bajo una estoica superficie.

»Cuántos no habrá que no hubieran tardado tanto contigo. —La sugerencia de Will le hizo hervir la sangre—. Estuviste lejos mucho tiempo, cómo puedo yo estar seguro de tí.

—Eres un… Sabes qué, no tengo tiempo para estar lidiando con esto, paremos hasta aquí esta charla. —Contuvo su ira y se limitó a caminar pasando a un lado de él.

—Aguarda. —En cuanto la tomó del brazo ella detuvo el paso y lo fulminó con la mirada, por un breve recuerdo le pareció un déjà vu, del mismo modo que Lucyan la había detenido antes, rechinó los dientes molesta.

Era exactamente como él, despreciaba esa forma autoritaria de algunas personas que en este caso Lucyan y Will parecían compartir de cierto modo. Personas para las cuales todo importaba menos de lugar que lo que ellos precisaban importante para ellos.

—Suéltame inmediatamente, Will —le habló con el gesto frío. En lugar de soltarla solo se afianzó más en el agarre sin dejarla ir.

—No hasta que hablemos —respondió, ella se enojó y como era de esperar la discusión continuó, y se volvió una encarnizada pelea entre ambos gritándose en medio de la calle hasta que ella se soltó de él y lo empujó para marcharse de allí.

El mal sabor de boca tras la pelea le quedó imposible de remover, sentía su piel arder en cólera de solo recordar el momento, contenía las ganas de gritar de frustración y enojo, había estado soportando mucho esos días, pronto terminaría por ceder ante la presión y estallaría.

Durante el día siguiente su mal humor no había bajado para nada y sus compañeras la notaban distante, incluso parecía que su mal humor se contagiaba, pues había tenido algunos roces ásperos durante la mañana con el sonidista y con el mismo Dante después de una sesión en la cabina en que grabó.

—Que se vayan a morder goma —farfulló con disgusto mientras estaba fuera, pensativa en su descanso, recargada de la pared contra su espalda cuando su teléfono comenzó a sonar—. Aló, habla Sophie, ¿con quién hablo?… Ah, Rose ¿cómo va todo?

Tras contestar el saludo de Rose estuvo en silencio unos segundos mientras sus ojos se entornaban, perdiendo el aliento por un segundo y recobrándolo para responderle.

»Ya voy —contestó antes de colgar mientras su expresión y ceño fruncido se hacían más notorios. Sin pensarlo salió a paso ligero de allí sin avisar a nadie de su salida.

Con prisa y sin detenerse a tocar tras haber llegado, Sophie había entrado por la puerta principal con la respiración agitada, tomó aliento solo para decir una palabra.

—¡Haley! —Se notaba la preocupación de su mirada, de inmediato cuando entró a la casa Rose había salido al pasillo para recibirla. Estaba igual de inquieta que Sophie y rebosaba de nervios.

—Señorita Sophie —habló con prisa tomándola de su mano para llevarla con ella—. La señora está arriba en su habitación, la llevaré con ella en seguida. —Subieron las escaleras con paso ligero hasta llegar a la habitación, en el camino pasaron de lado a un doctor que salía del cuarto.

Sophie era un amasijo de inquietudes tras haber recibido esa llamada de Rose, avisando que su hermana había empeorado y se hallaba en cama tras recaer, cuando llegó a la habitación de su hermana se apresuró a ir hasta ella y ver cómo se hallaba.

—Haley... Haley —la llamaba con preocupación—, ¿qué pasó?, Haley por favor Dime. —Sophie tomó asiento en la cama junto a ella. Rodeándola con un brazo, reposando la frente de Haley en su hombro. Parecía ida, distante y cansada.

Desde la puerta fuera de la habitación se hallaba Lucyan en el pasillo mirando la escena, tenía aspecto demacrado y ojos poco vivos, los vasos sanguíneos de sus cuencas eran tan notorios que se veían rojizos. Se ahogaba por dentro, apretando sus puños con fuerza.

Se sentía abatido, inútil y frustrado. Cerró los ojos con fuerza para mitigar la agonía de las ganas de gritar algo con qué expresar la miseria que estaba viviendo los últimos momentos.

Al abrir de nuevo sus ojos los enfocó en su débil esposa y volvió a bajar la mirada con tristeza y enojo devorando su alma, mientras rechina los dientes por la presión hasta que soltó la mandíbula para suspirar agotado.

Parada a un lado de él se hallaba Rose, con el gesto preocupado mirando también a las hermanas antes de voltear a mirar al cansado amo de la casa.

—Señor debería descansar —murmuró ella quedándose observando—, es lo más recomendable que se recueste un momento, lleva los últimos tres días sin dormir en absoluto. —Lucyan solo dejó escapar un nuevo suspiro mudo, con los ojos cansados.

—No me hace falta dormir... —susurró con la voz ronca—, no lo necesito —expuso de forma cortante.

—Pero no puede cargar usted solo con tanta preocupación. —Rose frunció los labios, su voz estaba ahogada y lóbrega, pero Lucyan estaba echando sus ojos a la esquina en el suelo debajo de él.

—No te preocupes de eso... Estaré en el estudio por si me necesitas, avisame si algo ocurre con Haley y búscame si es necesario —murmuró en tono perdido, retirándose por el pasillo, dándole la espalda a su preocupada ama de llaves. Estaba a punto de ceder a la presión.

Cuando llegó al estudio dejó la puerta entreabierta y fue directamente hasta el balcón con pasos lentos, llevaba la mirada hacia sus pies mientras caminaba, cabizbajo y sin fuerza llegó hasta que se halló de pie ante la intemperie.

Levantó sus ojos para ver las densas nubes que comenzaban a llenar el cielo, volviéndolo opaco y sin brillo. Dejando ir una mirada hasta lo más lejano sus ojos se volvieron sombríos.

—¿Por qué tienes que persistir en llevártela? —susurró un gruñido mirando al elevado cielo. Volvió a apretar los puños con frustración y tensó la mandíbula.

Estaba al borde del límite deseando un escape de tanta agonía que lo hacía querer poder desatar su furia y su dolor de alguna manera que dejara salir todo lo que sentía, quería poder acabar con eso, poder expresar abiertamente y arrancarse de el pecho esa abismal desesperación.

En la habitación de Haley, Sophie estaba de frente a ella hablando sobre lo que le pasó.

—Vamos Haley explícame, tienes que decirme, ¿qué fue lo que pasó? Hace días cuando vine estabas bien y me dijiste que sólo necesitabas descansar... Pero ahora... ¿Qué fue lo que sucedió para que hallas empeorado así tan de pronto? —Sophie estaba mirando con un gesto triste a su hermana, sintiendo el corazón en la garganta por verla tan frágil.

—No puedo evitar decírtelo más tiempo... Te debo la verdad. —La voz de Haley sonaba resignada, se podía escuchar lo decaída que se hallaba—. De todos modos lo sabrías en algún momento.

Sophie miraba confundida a su hermana, ¿qué podría ser lo que ella no le contaba? Sentía que le hormigueaba la piel por dentro al estar tan ansiosa.

—Esta vez cuando enfermé fue peor que antes... —comenzó diciendo—, la situación actual de mi salud es grave, me temo que esta vez es complicado, ya mi sistema inmune no lo podrá resistir mucho más. —Sophie se quedó en shock con la mirada perpleja, no tenía palabras y sólo podía susurrar.

—Pero... —Los ojos de la joven se humedecieron viendo a su hermana mientras procesaba que ella estaba a punto de morir. Las lágrimas comenzaban a bajar por sus mejillas—. Algo debe haber que se pueda hacer… ¿No? —sollozó.

—Me temo que ya no hay nada que pueda hacer respecto a esto —contestó su hermana rindiéndose—, esta vez será definitivo.

—¿Cómo...?

—Ya hemos intentado de todo...

—No quiero que te vayas... —La voz de Sophie apenas era audible entre los espasmos que había en su pecho con los sollozos—. No quiero que mueras... Dime que aún hay algo que no intentan, algún tratamiento o alguna manera.

—Una operación solo aceleraría mi deceso, he decidido no tomar el riesgo. Sé que para mí ya es inevitable. —Haley acercó su mano a secar una lágrima en la mejilla de su hermana aguantando un nudo en la garganta para no comenzar a llorar también. Veía los ojos húmedos de su gemela fijos en ella.

—No... —susurró Sophie.

—Sophie... Perdón por no decírtelo —le dijo su hermana mientras que no podía hacer absolutamente nada—, ahora mismo me siento muy débil... Volveré a dormir un poco. —Ella se recostó y pronto cayó dormida.

Sophie se levantó de la cama y fue corriendo hasta afuera a buscar al doctor que había atendido a su hermana, con suerte aún seguiría en la casa, en cuanto lo halló él estaba por irse.

—Dígame que es mentira, dígame que hay una alternativa para mi hermana, por favor le suplico, dígame que no es cierto —decía Sophie alcanzándolo, prácticamente rogándole por su hermana. El doctor bajó la mirada al suelo evadiendo los ojos de Sophie y dio un suspiro.

—Lo siento, pero tal como le he dicho al señor de la casa, he hecho todo lo posible y hemos intentado todo, pero por más que lo intentemos el estado de su hermana no mejora... Ya no hay alternativa. —Las palabras del doctor le destrozaron el corazón a Sophie, quien perdió todo el color quedando totalmente pálida.

—No, por favor tiene que haber una manera... Por favor... —Sophie sentía que estaba por ahogarse.

—Solo tengo para decirle lo mismo a usted que para el esposo de ella cuando pidió mi ayuda —contestó el doctor mirando el dolor en la mirada de ella—, es mejor dejarla que ella viva en paz el tiempo que le quede, puede que solo le queden algunos días, como mucho un par de semanas.

El doctor se retiró por la puerta dejando allí a Sophie, quién hecha un mar de dolor subió rápidamente las escaleras para buscar a Lucyan.

A pesar de las ganas de llorar y el nudo que oprimía su corazón, contuvo lo mejor que pudo las lágrimas.

—¿Y él estuvo de acuerdo con eso?... —murmuraba avanzando los escalones a paso rápido de dos en dos—, ¿no va hacer nada, piensa dejarla morir? —Cuando llegó a la planta alta, de inmediato halló al personal de servidumbre y se dirigió hacia Rose—, ¿dónde está? —preguntó sin perder tiempo—. Dime dónde está él.

—El amo se encuentra en el estudio, pero... Señorita. —Rose no alcanzó a preguntar nada cuando Sophie había ido con prisa por el pasillo—. ¡Señorita! —Rose solo pudo verla desaparecer apresuradamente alejándose de ella.

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