Capítulo 1 - Recuerdos

5 años después en Florencia, Italia.

Angelina despertó lentamente, escuchó una respiración suave a su lado y miró al hombre desnudo que estaba acostado.

Ángelo era muy guapo, lo conoció dos semanas antes, en una exposición en la que había participado Fran.

Era un excelente amante y no le pedía más de lo que ella podía dar. Conversaron de sus familias, él era un buen amigo y, lo que agradecía, un soltero empedernido. A pesar de haber intimado con varios hombres a lo largo de los años, aún anhelaba sentir esa pasión irrefrenable y amor que había sentido por Ryan. 

Ryan, quien había roto su corazón sin pensárselo dos veces. 

Luego de haberlo visto con aquella chica, besándolo; se fue inmediatamente a su casa. Su madre estaba allí y preocupada le había preguntado que le había sucedido. Gina le contó lo que había presenciado y luego de escucharla llorar largo rato, su madre la consoló diciendo que todo era aprendizaje. Primero le preguntó si estaba segura de lo que vio, que tal vez había interpretado mal las cosas. Gina le relató con lujo de detalle lo que había escuchado el día anterior y Olivia se quedó anonadada. De todas formas, le dijo que él se lo perdía, que nada sucedía porque si, que Ryan constituía tan solo su primer escalón al verdadero amor.

Horas después de haberlo visto con su nueva conquista, Ryan fue a verla, Gina le pidió a su madre que no lo dejara pasar, que nada le haría cambiar de opinión. Dylan y su padre no se enteraron de nada ya que ambos habían ido a pescar y generalmente llegaban tarde.

Ella le había dicho a su madre que luego de pensarlo mucho, pediría una plaza en la universidad de Bellas Artes en Italia. No le sería difícil entrar, ya que sus notas eran muy buenas.

Sin embargo, Ryan la abordó en la universidad y le pidió que dejara explicarse. Ella lo ignoró y dejó de hablarle. Cada vez que trataba de acercarse ella se iba o hacía como que no estaba. No le contó lo que pasó a Dylan, no sería justo que terminaran su amistad por haberle fallado a ella. 

Luego de un mes, para sorpresa de todos, a excepción de su madre, Gina se estaba yendo a Italia a cumplir sus sueños. Sus amigas le hicieron una fiesta de despedida y luego de prometer que se mantendría en contacto fue rumbo a su destino.

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En puntillas de pie, se bajó de la cama y se dirigió al baño, hizo sus necesidades y luego busco su ropa que estaba desperdigada por el piso. Se la colocó y se fue, cerrando muy despacio la puerta para no despertarlo. Así le gustaba a ella, no quería mantener sexo en su departamento, prefería hacerlo en el de su amante, así podía escapar cuando quisiera.

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Llegó a su departamento y fue a su estudio. Allí tenía todo su material, debía empaquetarlo todo, ya que lo enviaría a chicago. Volvería en dos días a Estados Unidos. Allí la esperaban sus padres, su hermano y sus amigos.

Las veces que regresó lo hizo por no más de dos o tres días. Ignoraba a Ryan, aunque el siempre intentaba sacarle conversación y charlar como antaño, pero ella le huía ya que aún le dolía.

Sus padres le insistían en que ya era hora de volver y ella también estaba de acuerdo. Había pasado los últimos cinco años en Italia, hizo varios amigos y aprendió muchísimo de arte. Sus cuadros se vendían muy bien. Tendría que hablar de los pormenores de las ventas con el representante de su madre.

Su madre... Bueno, su otra madre. Francesca era muy dulce con ella, cuando se conocieron, ella sintió un cosquilleo especial. La veía tan hermosa, perfecta, talentosa. 

Conoció a Francesca, durante una master class que realizó en su instituto. Francesca se acercó a ella y a otros chicos a observar su trabajo, cuando llegó su turno; Gina se sorprendió que la mujer la miraba a ella y a su obra con emoción. Cuando finalizó la clase Francesca se dirigió a ella y le pidió para hablar. Gina la admiraba, durante la clase, la mujer contó su historia, como había llegado a ser una artista tan reputada. Niccola y Alina la animaron a ir, le dijeron que conocer y relacionarse a Francesca era muy bueno para su carrera. 

Recordó que para ingresar al instituto de bellas artes tuvo que presentar un book con sus mejores trabajos y fue aceptada de inmediato. Hizo varios amigos, pero con quien más se relacionó fue con Niccola y Alina, quienes tenían su misma edad. Conversaban todo el tiempo y salían a tomar y bailar frecuentemente. Luego de meses, Niccola se mudó con ella para reducir gastos. Sus estilos eran totalmente diferentes, pero ellas se entendían de maravilla. Niccola era una chica bajita, rubia, ojos oscuros y un humor bastante particular, solo tenía unos tíos, que no la apoyaban en su decisión de ser artista. Por eso mismo, trabajaba a medio tiempo en una cafetería. Y Alina, por el contrario, tenía unos rizos rubios y ojos claros que volvían locos a los chicos. Sin embargo, ella no les hacía caso, era la más romántica de las tres y vivía con su novio, Dante. Amaba la historia de ellos dos, se habían conocido de niños y él había esperado por ella. Eran el primer y único amante, uno de otro. Dante pasó a convertirse en un miembro más de ellos, eran amigos y se cuidaban siempre. 

Luego de varias veces de comer y cenar juntas Francesca le comentó.

—Mi marido quiere conocerte, le he hablado mucho de ti y me encantaría que lo conocieras. ¿Puedo recogerte después de clases?

—Claro, ¿puedo llevar a mis amigas? Ellas también te admiran mucho.

—Mmm… claro, por qué no? ¿Eres muy amiga de ellas?

—Si. Son mis mejores amigas. Somos como hermanas.

—Hermanas… bien. Está bien.

Cuando las chicas llegaron a la casa de la artista, se quedaron sorprendidas. Era hermosa, con un gran jardín y una fuente esplendorosa. Tenían dos perros que apenas ellas cruzaron las rejas, se subieron encima de ellas y las lamieron.

A partir de ese momento, Gina los invitaba al departamento con frecuencia. Sus amigas se sorprendían por el interés que la mujer tenía en ella, pero estaban muy contentas porque Francesca solía hacerles recomendaciones o tips para sus pinturas. Aunque había una diferencia considerable de edad, se convirtieron en confidentes. El marido de Francesca, Dominic, era un hombre muy guapo. Se veía como se amaban y se admiraban. El miraba a su esposa como si no quisiera perderla de vista un momento. El hombre era un doctor muy conocido en Florencia y era director de su clínica. Tenían un hijo de doce años que era una hermosura y también bastante travieso.

Un día, cuando estaba charlando con Fran, Nicola y Alina sobre unos trazos de sus pinturas, comenzó a sentirse mal, a latirle muy fuerte el corazón y a nublársele la vista. No supo que ocurrió ya que perdió el conocimiento. 

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