A La Deriva 30

A La Deriva 30

Así entraron al inmenso living, donde quedaron aún más anonadados.

Pero el asombro de todos fue aún mayor al ver bajar de las inmensas escaleras de mármol a una hermosa pareja seguida de 3 adolescentes y 5 niñas pequeñas.

Al verlos Laurine no pudo evitar asustarse y emocionarse al mismo tiempo pero sin dudarlo corrió hacia ellos los cuales la recibieron con un muy cálido abrazo…

El encuentro fue muy emotivo.

—bien, creo que lo mejor será darles su espacio en estos momentos— dijo Edgar a los demás haciéndoles señas para que lo siguieran.

Sin decir una palabra todos lo siguieron a otra gran sala contigua muy lujosa también con cómodos sillones y varias mesitas ratonas. La luminiscencia amarillenta de las lamparillas que colgaban de la gran araña que se encontraba en el centro del techo contrastaba perfectamente con el empapelado de las paredes, el cual era beige con pequeñas flores rojas.

—bien, pónganse cómodos en un momento traerán café y té— dijo Edgar sonriendo y saliendo junto a su padre por una gran puerta la cual estaba opuesta de la que habían ingresado.

Con una sensación de incomodidad Leo y sus compañeros se sentaron en uno de los sillones.

—como que hay algo raro aquí—dijo él dudoso.

—ya empezó a hablar pavadas este— se quejó Theo acomodándose en un sillón.

—¡ay capi! ¿Que dice?  De seguro usted también siente algo— dijo Leo nervioso.

Theo solo lo ignoró mirando para otro lado.

—yo no sé, pero después de la experiencia de m****a que tuvimos con el Pietro ese ya no puedo estar tranquilo en este tipo de lugares—dijo Osvaldo serio.

Ante ese comentario y la atmósfera de tensión todos quedaron en silencio…

En tanto en la cocina Sigmund reprendía a Edgar:

—¡hijo esto es una completa locura!hasta me asusta la manera en la que te vinculaste con las sombras—

—papá, no es para tanto, todo salió perfectamente. Además en la guerra y el amor todo vale— dijo Edgar muy seguro.

—¿qué dices hijo?eso no es amor, es un capricho, es lo que es—

—claro que no, no todos los días uno se encuentra a una sirena y logra conquistarla. Además Theodore no la merece, ella es demasiado para el. No la valora tampoco— dijo muy molesto.

—¿ pero que dices hijo?—

—papá, él tiene un romance con Bonnie y todos lo saben, eso es lo peor—

Ante eso Sigmund quedó anonadado.

—esas son las razones de mi actuar de esta forma, además ella también me corresponde—

  • —solo espero que esto no se te vaya de las manos y sigo en desacuerdo. Sea como sea no es la manera—

Edgar solo puso los ojos en blanco e hizo señas para que lleven el té y el café, mientras se dirigía rápidamente donde Laurine.

Al entrar la risueña familia desapareció dando paso a las sombras…

Ante esto Laurine se sobresaltó.

Inmediatamente él la abrazó.

—tranquila, fue lo mejor que se me ocurrió y creo que salió a la perfección— dijo él besándole el cuello sensualmente.

  • —pues si, demasiado diría, por un momento no pude evitar pensar que podían ser ellos realmente— dijo ella afligida.
  • —Lo sé, pude notarlo en tus ojos.

Pero te prometo que te ayudaré con el asunto de tu familia— dijo él abrazándola.

En tanto Theo salía al balcón contiguo de la gran sala a fumar su pipa.

Leo lo siguió.

—yo no sé usted capi, pero nosotros vamos a averiguar que pedos sucede aquí.

¿de veras que no siente unas presencias extrañas?—

Theo suspiró profundamente.

—pues si, pero no se que m****a sea, solo se que debemos estar alerta. Ya tuvimos, bueno tuvieron una experiencia desagradable con otro vampiro platudo como este. Pero ahora estoy yo y bueno ustedes y el doctor ese. Así que estaremos bien. Además es mi deber proteger a Laurine y Francis. Así que no hay de que preocuparse.

Bonnie me advertirá también. Al parecer ella conoce muy bien a este sujeto—

Leo lo miró asombrado ante todo eso. Pero aún así mantuvo su postura.

—pues si que tiene razón en todo eso y por eso le estoy avisando, de todas formas nosotros vamos a ver que chingos pasa aquí—

Theo solo se hundió de hombros.

—y bueno, como quieras, solo no quiero problemas y si en serio ven algo raro avisáme a mi primero— advirtió Theo severamente.

Leo asintió en silencio y fue con sus compañeros.

Así estaba Theo fumando su pipa amenamente hasta que la presencia de Edgar lo sobresaltó en el lugar.

—bien capitán, lo prometido es deuda— dijo él acercándose con una cajita de terciopelo turquesa.

Theo la tomó inmediatamente y la abrió.

Dentro había un único pendiente pequeño de plata en forma de ancla con una pequeña incrustación de zafiro. Era tan pequeño que sólo medía unos 2 o 3 milímetros. Pero estaba bien detallado y el metal era grueso.

—¡increíble!— fue lo único que Theo pudo decir de lo maravillado que había quedado.

—Bueno, con mi padre nos aseguramos de que todas las piezas de joyería sean de una excelente calidad, eso hace que nuestra empresa se destaque del resto. Bueno también por las propiedades mágicas con las que cuentan las joyas por supuesto.

Inmediatamente Theo se colocó el pendiente.

—la traba es muy segura así que es muy difícil que lo pierdas.

Bien, entrégame la cruz— dijo Edgar ansioso extendiendo la mano.

—ah sí, cierto. De todas formas esta es muy llamativa y poco práctica. Pero bueno si que me sacó del paso para salir de esa isla y hacer todo este viaje— dijo él entregándole la cruz.

Rápidamente Edgar la metió en una bolsita de terciopelo rojo  y la guardó en uno de los bolsillos internos de su elegante saco.

—gracias, mañana mismo se lo devolveré al propietario.

Bien, espero que se sientan cómodos en mi morada. En tanto pueden relajarse hasta la hora de la cena. Tendremos la agradable visita de unos amigos— dijo él sonriendo.

Theo solo lo miró sorprendido ante lo último.

"Lo que faltaba, más gente extraña" se dijo pensando.

—ah bueno, dale yo creo que mientras voy a ir a dormir un poco, de repente estoy como cansado— dijo Theo desperezandose.

—perfecto, la cena se sirve a las 20— dijo Edgar con una sonrisa retirándose del lugar.

Inmediatamente Theo fue a su habitación y sin pensarlo se tiró en la inmensa cama la cual era muy cómoda.

Quedó mirando por un momento el techo pero sus párpados le pesaban demasiado. Así al instante se quedó profundamente dormido…

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