Capítulo 4

La semana pasó sin pena ni gloria, todo se cumplió tal y como lo tenía previsto. He contratado los servicios de catering, las invitaciones se han enviado y la decoración fue contratada como la solicitaron, también a la espera de la fecha para ponerlo todo a punto.

Me gusta trabajar para Viktor, cada día me envía un sin número de tareas, algunas más complicadas que otras y me reta de forma constante, todavía y durante la semana, sigue estando seco, incluso hosco en ocasiones, cosa que agradezco, porque después de la video llamada las mariposas dormidas en mi estómago comenzaban a despertar. Y eso no es bueno.

Un nuevo crisantemo reemplaza al anterior, esta vez es azul, de nuevo sin remitente, ni nota, nada que me diga quién los envía, pero me encanta, me fascina esté misterio.

Es sábado y me despierta una llamada que podría considerar indecente al ser tan temprano.

—¿Hola? —contesto si mirar quién es.

He… Sí, hola. ¿McKenzie…? ¿McKenzie Karlson? —Una voz de mujer me responde, y es una voz que no reconozco.

—Sí, soy yo. ¿Quién eres tú?

Soy Irina Novikov, la hermana de Viktor. Discúlpame por llamar tan temprano, pero es una emergencia —Mis alarmas se activan y por poco caigo redonda al suelo, al saber de quién se trata y su tono desesperado—. Y tranquila —continúa hablando como sí nada—, que no le paso nada a tu jefe y la emergencia no es en realidad una emergencia —me informa y vuelvo a respirar—, sin embargo, sí es importante para mí, ¿podríamos reunirnos donde quieras y a la hora que quieras, por favor? Necesito hablar contigo y pedirte un inmenso favor, sé que no nos conocemos, Y es algo raro que te esté pidiendo una reunión, pero… verdad, verdad, verdad es importantísimo.

Me he quedado muda, ella suelta palabras tan rápido como su hermano, con la diferencia de que ella sí pide las cosas por favor y no tiene tan marcado su acento ruso. De seguro es una táctica disuasoria para dejar aturdidos a su interlocutor y de esa forma salirse con la suya.

—¿Hola? ¿Sigues ahí? Sé que hablo sin parar, Viktor se queja de eso todo el tiempo y sé también como trabajas, solo por teléfono y correos, pero esto no puedo tratarlo por teléfono y no es cosa de trabajo. ¡Por favor, por favor, por favor! ¡Di que sí!

—Eh… Mm… Sí, está bien. Si es tan importante para usted, lo haré —No trabajo para ella, así que no estoy quebrantando ninguna de mis premisas—. ¿El señor Novikov, sabe que me está llamando? —Dudo mucho que le cause gracia nuestra reunión —respondo un tanto dudosa y apenada, sin ganas de retractarme.

Por él no te preocupes, yo me encargo. Dime, ¿dónde nos vemos? O ¿voy a tu casa, si me das la dirección? —responde con total desfachatez, restándole importancia a la opinión de Viktor, y estoy segura de que él tendrá algo que decir al respecto.

—¿Conoces la cafetería The Pink Panter?

—¡Claro que sí! Está frente a las oficinas de Novikov Enterprise. ¿Te parece bien en una hora? —menciona entusiasmada ante mi confirmación.

—Por supuesto. Es tiempo más que suficiente.

Entro en la cafetería y me invade una sensación un tanto extraña y olvidada. Ansiedad, desde que decidí aislarme y seguir mi rutina hasta hoy implantada, no me sentía así. Llevo puestos unos jeans cómodos, mis botas altas, un suéter de lana blanco y mi chaqueta roja.

Traigo recogida la cabellera negra y lisa en una coleta, arreglé el flequillo para que no me estorbe en la frente y me puse mis lentes de pasta, ya que, trabaje hasta tarde y la llamada de Irina, me despertó con escasas cuatro horas de sueño, así que, si me pongo los lentes de contacto, mis ojos dolerán en el trascurso del día y prefiero evitarlo.

Me siento en la mesa habitual, faltan quince minutos para la hora acordada, decido pedir un té negro mientras la espero.

Siendo un sábado en la mañana, esta algo más relajado el tráfico, por lo que hay menos gente en el local. A través del cristal, veo a una chica rubia con un cuerpo de infarto que sale de una puerta blindada del lateral del edificio del señor, Novikov, por las fotos que busqué de su hermana, confirmo que es Irina Novikov. En definitiva, las fotos no le hacen justicia, es hermosísima.

Entra al café examinando a todos, tratando de ubicarme, y no lo consigue, fue algo que omitió preguntar; ¿cómo haría para reconocerme? Sin embargo, yo sí sé de ella, por lo que me levanto y subo mi mano y para hacerle señas. Ella nota el intento de llamar su atención y viene a mi encuentro.

—¡Oh, Dios mío! —exclama emocionada cuando llega a la mesa, de cerca es mucho más impactante su rostro tan llamativo y expresivo con sus ojos verde claros y sus cejas gruesas, arqueadas y perfiladas—. Ahora lo entiendo todo —Termina de hablar, se abalanza hacía mí, me apachurra en un abrazo, y me quedó en shock, porque ella sola lo entiende, yo ignoró que es lo que comprende. Me suelta de su abrazo constrictor y deja que el oxígeno regrese a mis pulmones.

—Eh… Hola —respondo un tanto sorprendida a su saludo nada convencional.

—¡Oh! Sí, lo siento. Es que…, eres preciosa y al verte todo encajó más fácil en mi cerebro. Sentémonos, te explico para que te hice venir a esta reunión.

¡Sí, por favor! grito para mis adentros, cosa que es difícil. Ya que la voz que escuchamos como conciencia, jamás podría estar en tono de grito, por mucho que te lo imagines. Y es tal mi nivel de nerviosismo que juro que me escucho a mí misma gritar.

El chico que nos atiende toma nuestros pedidos y tarda unos minutos en traer la comida, minutos que decidimos esperar sin hablar para evitar interrupciones. Una vez que nos sirven, ella inicia la conversación.

—Bien, por dónde empiezo… —menciona tocándose la barbilla con el dedo índice como queriendo arreglar las ideas en su cabeza, con rapidez se siente segura de qué dirá, apoya las manos en su regazo y prosigue—; Verás, mi adorado hermano quiere cancelar la fiesta, dice que no está para festejos y sé por qué y lo entiendo; la verdad es que está pasando por ciertos problemas personales, pero no me importa mucho su estado de ánimo. En realidad, yo sí quiero esta fiesta. Es una cuestión de necesidad, más bien. Ya se ha confirmado la asistencia de todos y en especial la de una persona que me interesa mucho. Se llama Alexey Ivanov y viene solo para la fiesta, en cuanto termine, regresa a Rusia de manera inmediata, así que como comprenderás, es la única oportunidad que tengo de verlo. —Creo recordar que ese Alexey, pertenece a la plantilla de una sucursal de Novikov Enterprise, que se encuentra en Rusia.

—Entiendo. Lo primero que debe de hacer es mantener la calma y respirar, ya que puede llegar a desmayarse —digo en tono de broma para que se relaje y le regalo una sonrisa enseguida.

Sé, que tiene veinte años, cinco más joven que yo, sin embargo, ella está acelerada y menos madura por lo que puedo notar, o quizás así deben ser todas las chicas de mi edad, ¡no lo sé! Cuando la percibo más tranquila, continuo diciendo—; Aclaremos el panorama, usted necesita que su hermano dé la fiesta, misma que ha desistido en hacer y, por lo que deduzco, va a perder lo invertido por la cancelación, ya que se realizará con tan poco tiempo de aviso, porque se tiene contemplada para éste viernes, seis días apenas a partir de hoy y de lo cual no se me ha notificado, pero en fin… —menciono dubitativa, suspiro y observo que en su mirada hay un dejo de esperanza para que haga algo con tal de que se lleve a cabo el evento, así que me animo y pregunto—; ¿En qué puedo ayudarle, señorita? No sé cómo puedo solucionar sus problemas. Además, me gustaría mucho que me explicara ¿qué es lo que ha encajado en su cerebro al verme?

—Primero que nada, y te lo pido con desesperación, tutéame, que somos casi de la misma edad y eso de «señorita» es muy del siglo pasado. Segundo, tu ayuda se basa en convencer a Viktor para que no cambie los planes de la fiesta. Sé que puedes, y no se te ha notificado porque me lo dijo esta mañana, justo antes de que te llamara. Y tercero, dime; ¿alguna vez Viktor te ha visto?

—Está bien, a partir de ahora nada de «señorita», sin embargo, dudo mucho poder convencer al señor, Novikov, apenas llevo dos semanas trabajando para él y…

—¡Y… eres la causante de que en esas dos semanas parezca modelo de anuncio de dentífrico! —Me interrumpe, afirmando algo que me causa sorpresa y prosigue su discurso—; Y si ya vio tu aspecto, todo me cuadra, McKenzie. —Me quedo catatónica, con los ojos a punto de salirse de mis cuencas, mis oídos pitan con lo que Irina acaba de contarme, no puedo creer que sea yo la causante de sus sonrisas.

—Yo… No…

—¡Calla! Tú sí. Eres lo único que ha cambiado en su entorno desde hace años; no sé si sabes, pero llevamos diez años viviendo aquí, después de la muerte de… nuestros padres y, desde entonces, mi hermano cambió, fue un golpe duro el perderlos, pero para Viktor que en ese entonces tenía veinte años, lo fue más. Tuvo que hacerse cargo de mí, se volvió serio, responsable, no solo de su futuro, sino del mío y, a medida que el tiempo pasaba, sus sonrisas fueron disminuyendo al punto de casi extinguirse. Desde que tú trabajas para él, están regresando y verlo sonreír, créeme, es como encontrar oro. —estoy que me cortan y no sangro. No creo lo que ella está contándome.

»Lo amo, es lo único que me queda —continúa diciendo con un dejo de melancolía—, pero también es un cabezota, intransigente, dominante y dictador —y cambia su tono de voz a uno más desesperado—, es por eso por lo que necesito esta fiesta, Alexey es mi boleto de salida y si Viktor la cancela, no vendrá y no podré irme. Quiero viajar a Rusia con él, además de que no hay nada romántico entre nosotros, y quiero que eso cambie. ¡Es la oportunidad perfecta y mi hermano no me dejará ir sola! Lo siento si es mucha información{ para procesar, desde que te vi, sentí una fuerte conexión de confianza contigo y estoy consciente de que hablo hasta por los codos, no obstante, eres mi último recurso. Discutí con él hasta gritarnos y ningún alegato funcionó. Lo he visto hablando contigo y algo cambia no sé qué es, pero sé que está ahí, ese algo es lo que me lleva a hablar contigo ahora.

Las benditas mariposas no paran de revolotearme en el estómago mientras más palabras salen de la boca de la rusa.

»Por otro lado, me gustaría que vinieras a la fiesta, todos los empleados de Novikov Enterprise, vendrán y tú perteneces a la empresa. Serás mi as bajo la manga. No sé qué será de mí, si no logras convencerlo. Y de verdad, de verdad, de verdad, lo siento mucho por involucrarte.

—Yo… no sé qué decir. —Me quedo sin palabras ante la petición de Irina. Mí comida queda descartada, después de tantas revelaciones.

—Está bien hagamos esto. Voy a decirle que te conocí aquí, por mera casualidad y que te invité a la fiesta, así que no va a poder echarse para atrás. Pero si insiste en lo mismo y el lunes a primera hora te llama para notificarte de la cancelación, tú aprovecharás el momento para tratar de convencerlo con los costos que has mencionado, si eso no lo hace desistir, te llegará la invitación a mi funeral, porque moriré. —Sentencia con una memorable cara de aflicción. Lo que hace que, junto con mis nervios, suelte una carcajada que tardó años en volver salir. Por fortuna, Irina no se lo toma a mal y se ríe conmigo.

—Lo tenías todo planeado, ¿verdad? —inquiero al ver un brillo malicioso en sus ojos.

—Juro que todo ha salido sobre la marcha, te dije que apenas hace unas horas que se negó a ofrecer la fiesta —contesta con una sonrisa que me recuerda a cierto ruso mandón y «dictador» como ella misma dice.

Capítulos gratis disponibles en la App >

Capítulos relacionados

Último capítulo