V

La reunión avanzó normal, con tanta formalidad de parte de Collette que me sentí tan fuera de lugar con ganas de retroceder en el tiempo y haber aprendido o buscado muchas más palabras que me ayuden a expresarme correctamente. Es que no encajo aquí, hasta mi tío lo sabe.

¿Cuándo en la vida llegue yo, la que accidentalmente le cortó el cabello a una compañera en primaria, a ocupar tantos modales y ser tan elegante? ¡Jamás!

Hablaba cuando era necesario o se referían a mí directamente, cosa que en muchas ocasiones me distraía. Estoy haciendo la mejor actuación de niña bien portada, posible y aun así siento el nerviosismo de mi tío como si fuera un huracán llevándome por los cielos. ¿Tanto desconfía de mí?

—Entiendo que has iniciado tu año escolar ¿Te sientes segura que no habrá problema alguno en hacer este cambio repentino?

Me quedo unos segundos analizando lo que me dijo... ¿Qué pasa si digo que no? ¿Estaré tardando mucho en responder? ¿Me regresaran? ¿Y si digo que sí y me meten con todo al estudio?

No es algo nuevo para mi irme abruptamente de un colegio y empezar en otro, a mitad de mis estudios. Claro que no es algo fácil, pero puedo adaptarme. Además, traigo un cuento de hadas instalado en mi celular, no hay problema.

Mi tío se aclara la garganta tan disimuladamente para decirme que responda bien o me colgara de las orejas.

—No, no tengo problema ¿Por qué? ¿Hay diferencia entre la educación normal y la real?

Collette sólo inclina la cabeza con una sonrisa de esos labios muy bien perfilados ¡Es que quiero madurar como ella! No saben la vibra que transmite esta mujer, su cabello corto completamente liso, su traje gris sin arrugas y unos ojos verdes tan cálidos.

Los tres nos reímos nerviosamente. Miro a mi tío y me sorprendo al ver que se había sonrojado. ¡Incluso agachó su cabeza muy tímido! ¿Será?

Los veo, primero a Collette, luego a William y viceversa. Ahora entiendo. Antes de que Collette retomará la palabra alzó la mano nerviosa para preguntar algo, es de mala educación interrumpir a la otra persona ¿no?

—Si, Mademoiselle, Raquel

¡Uf! ese francés.

—¿Usted es casada, Collette?

Mi tío por poco y escupe el agua que estaba bebiendo, dándome una patada por debajo del escritorio.

¡AUCH!

—Aún no he tenido la oportunidad de vivir la experiencia, pero tampoco soy rival de la idea— me brinda una sonrisa sonrojándose un poco antes de tomar algunas carpetas — D'accord, retomando el tema, en nuestro cronograma de estudio detalla claramente las materias que deberías estudiar según tu grado de escolaridad y según recuerdo no deriva tanta diferencia o ¿sientes que es mucho para ti? —mi mente se queda procesando la información.

¿Es francesa? Su acento es tan hermoso ¿Lo anterior fue una indirecta? Me parece que William ya me está presentando a mi nueva tía...lo que me lleva de regreso ¿Porque no viste el simple folleto, Raquel? Me reclaman mis dos neuronas, la inocente y la malvada. Estoy tan perdida en esta entrevista.

Vuelvo a procesar todo lo que me había dicho analizando cada palabra sin lograr obtener un poquito de conocimiento acerca de lo que dijo.

—Me siento lista, señorita— sonrió sin idea aun de porqué dije eso.

—Parfait. Mi secretaria, la señorita Vaughan, te dará un breve recorrido y te llevará a las instalaciones de nuestra escuela en mi lugar. Conversare los últimos detalles con tu tío ¿Te parece la idea?

—Si, por supuesto. Quédese tranquila con él. Fue un placer, Collette—agrando mi sonrisa como el gato de Alicia en el país de las maravillas. Me levanto de mi silla tratando de no tropezar en el intento.

Ella me tendió la mano, la cual estrechó, apenada. Preguntándome qué estará pensando de mí. Le prometo ser una buena sobrina.

Le doy una mirada rápida a mi tío, sin saber muy bien lo que estoy haciendo, pero si lo que le diré cuando lo vea después.

Al salir de la oficina pude sentir como mis pulmones al fin funcionaban, pero mi nerviosismo crecía aún más. La secretaria me recibió con una elegante sonrisa, radiante de felicidad.

—Hola— le digo retorciendo mis dedos.

—Acompáñeme por aquí, señorita Blake.

Ella se dirige hacia el pasillo por donde ingresamos, llevándome a otra sala o edificio, así lo sentí al recorrer tantas habitaciones. De pronto mi mente comenzó a volar ¿Habré empacado la ropa correcta? Llevo mis manos instintivamente a mi cabello...debí bañarme dos veces, por si acaso. Y mis uñas. ¡Ahhh!

Salimos del palacio por una clase de puerta trasera, la verdad no sé qué puerta es trasera o delantera, lateral o que, porque todo esto parece un laberinto.

Llegamos a un jardín hermoso, lleno de fuentes y rosales. Fue lo único que logré observar antes que el sol golpeara mi cara con intensidad.

—Esta es una ruta de acceso a la escuela, está anexada junto a unos de los jardines del palacio. Es prohibido para usted ingresar a los aposentos del palacio sin autorización real o de Collette.

Asiento con mi cabeza tratando de tapar mi rostro con mis manos. Quiero correr para terminar de bajar estos escalones y librarme de este sol molesto. Pero ¿sería de mala educación dejarla atrás mientras me tomo la delantera?

—Tengo entendido que su familiar ya notificó las medidas para su uniforme, el cual estará en dos horas en su habitación— Vaughan se detiene en medio de la escalinata justo en el mejor momento posible, anota algo en su tableta y dirige su mirada hacia el gran edificio que nos espera después de cruzar esos arbustos ¿Como qué habitación? ¿Viviré aquí? — ¡Oh! Está de suerte, señorita. Si voltea por allá podrá ver al príncipe y su madre, no podremos acercarnos.

¿Qué hay que? Volteó inmediatamente olvidándome paulatinamente del sol rostizando mis ojos y tropezando con la alfombra, doblándome el pie por el giro dramático que hice.

—¡RAQUEL! — grita Vaughan al ver que quedó en el aire a punto de rodar por los escalones. ¡Ay, que me va a mirar la reina y su hijo!

Consigo tomarla del hombro haciéndola tambalear a ella también, siento como toda la gravedad de este bendito planeta me arrastra para que caiga de trasero en el suelo. A Vaughan le vuelve a dar otro paro cuando ve que ahora su tableta también está en peligro de caer junto conmigo. ¡Ayuda!

Mi dignidad está pendiendo de un hilo ahora mismo.

En los últimos microsegundos que estuve sosteniéndome de un ser humano en tacones y una tableta más costosa que mi pulmón, pude ver como un señor con traje se aproximaba a nosotras con charola en mano. Al igual que varios pasos del equipo de seguridad como a millares de distancia, con la esperanza compartida de que llegaran antes de que besáramos el suelo.

Pero fue muy tarde.

—Ya me fui— Es lo último que digo cuando ya estoy cayendo. El pobre señor reacciona rápido atrapándome en el aire, pero botando su charola junto con todo lo demás— Ay, discúlpeme—le digo al ya sentirme a salvo.

Si tuviera unos años menos hasta podría ser romántico.

—¿Estás bien? — pregunta Vaughan con dos tipos de seguridad sosteniéndola por los hombros y ella abrazando su tableta. ¿Cómo no te caíste con esos tacones, mujer?

—Si, gracias— vocalizo entre risas. Hasta que recuerdo ¡El príncipe y la reina!

Volteo aun en los brazos del señor, escondida del sol y capaz de observar con claridad sus siluetas a los lejos.

Me pongo en pie agradeciendo a mi salvador y mirando disimuladamente a la familia real. El señor se agacha al mismo tiempo que yo. Lo menos que puedo hacer es besar sus pies y ayudarle a recoger las cosas mientras trato de verle disimuladamente el rostro al dichoso príncipe, sin que él me vea a mí.

—¿Desea llamar la atención del príncipe? — me desconcentra el señor calvito.

—No diga eso, usted. Perdóneme fue un accidente.

El señor se levanta, voltea y luego me dice.

— Efectivamente está viendo para acá. Y eso que usted es joven, señorita, yo ya tengo cincuenta años y tengo mejor visión que usted.

Me quita su charola y me deja abandonada sin poder gritarle.

¡No me diga ciega, señor!

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