Capítulo 3

Nina:

Isadora me ha dejado frente a una puerta de dos hojas. Ha dicho que llame antes de entrar, pero no estoy convencida de hacer nada en este momento.

Miro hacia los lados y los largos pasillos están solitarios, doy la espalda a la puerta y comienzo a caminar. Quiero salir de aquí. Me da miedo estar rodeada de esta gente tan extraña y sigo dudando de que esto sea real. Tomo mi vestido para evitar tropezar mientras doy zancadas grandes para encontrar alguna salida pronto.

El final del pasillo muestra una escalera. Bajo lentamente para evitar que alguien me vea, cuando, escucho un par de pasos y me oculto tras un enorme mueble lleno de lo que parecen ser libros con cubiertas extrañas, como de piel. 

Al convencerme de que los pasos se han alejado lo suficiente continuó bajando, 20, 25, 30 escalones. Mis piernas ya no pueden más, estoy exhausta. Doy media vuelta y ya no hay más escaleras así que me voy por el último pasillo.

La decoración cambia por completo, ahora las paredes son de madera. Me encuentro con varios sacos de harina y trigo, debe ser la bodega. Escucho más pasos y voces, decido que lo mejor es ocultarme entre dos paredes.

—Se rumora que la mujer de nuestro señor ha llegado, tenemos que preparar un banquete para su bienvenida —dice una mujer, ¿estarán hablando de mí?

Los pasos se alejan y salgo con precaución. Encuentro una puerta que parece dar hacia afuera del lugar y la cruzo. Me apresuro a caminar y es cuando escucho gritos.

—¡ENCUENTRALA SI NO QUIERES PERDER LA CABEZA! —es la voz de Anker, estoy segura, niego espantada y corro torpemente hacia ningún lugar, porque no tengo ni idea en donde estoy. Agradezco que no haya ninguna persona cerca, es cuanto alzo la cabeza que visualizo un carruaje cargado de comida y un portón enorme abierto de par en par. Estoy a punto de subir cuando un hombre de ropas sucias y cabello despeinado me toma de la mano.

—¿Quién es esta bella dama? —trato de zafarme de su sucio tacto, tengo el corazón como loco y es cuando apenas mi voz logra salir.

—Suélteme —niega y acerca su rostro a mí.

—¿Qué hace una mujer tan fina en esta zona?, no sabes que aquí solo podemos estar los… sirvientes —trato vanamente de soltarme pero el hombre aprieta más mi muñeca haciéndome gritar.

—¡SUELTEME!, ¡SUELTME!, ¡ME ESTÁ LASTIMANDO! —y es cuando varias pisadas de caballos se hacen presentes. El hombre me suelta de golpe haciendo que por poco caiga al suelo y corre, pero, dos hombres con extrañas armaduras lo toman por los hombros.

Doy varios pasos hacia atrás hasta chocar con el cuerpo de alguien… ese olor.

—¿Qué estás haciendo aquí? —pregunta su voz ronca, mis ojos se abren como platos y me giro para verlo.

—Yo…

—¡TE DI UNA ORDEN! —mi cuerpo tiembla y cierro los ojos dejándome caer a sus pies. Las lágrimas comienzan a salir y mi cuerpo revive todas aquellas tardes en las que mi padre volvía a casa exigiendo comida, ropa limpia o… simplemente de mal humor. Mis lágrimas caen en sus pies descubiertos—. ¡MADRE!.

Alzo la mirada y me encuentro con Isadora quien me dedica una mirada llena de preocupación. Ayuda a ponerme de pie susurrando que todo estará bien a mi oído e indica el camino a seguir, pero la mano de Anker me detiene.

—Vale más que ahora sí me obedezcas —no tengo la valentía de mirarle a los ojos pero puedo sentir que está furioso, y puede que tenga sus razones, pero yo tengo las mías, no quiero estar aquí y sigo sin entender porque me ha traído como su prisionera. Me libera de golpe, es cuando Isadora coloca una manta cubriendo todo mi cuerpo.

—No te la quites, tiene que ser así —continuo llorando mientras me conduce con un leve tacto. Puedo ver mis pies siendo cubiertos por la fina tierra de aquel extraño lugar y al alzar la mirada me encuentro con que hay mucha gente mirándonos, mujeres mayores y jóvenes también. En su rostro puedo percibir preocupación.

Continuamos caminando hasta entrar a lo que creo yo es una casa pero su estructura me hace dudar, es extraña. Subimos un par de escaleras y pronto nos encontramos en la misma habitación en la que estaba antes. Isadora me libera de la manta.

—No debiste de hacer eso —mis cejas se juntan y no puedo creer que me esté diciendo esto, fui traída aquí a la fuerza por una banda de hombres salvajes y extraños y ahora me reprenden por hacer tratado de escapar de ellos.

—¡Yo no quiero estar aquí!  —digo de forma desesperada, puedo notar como su mirada se ha suavizado, sus labios están bien apretados y cierra los ojos negando varias veces luciendo bastante cansada. Sus facciones son muy delicadas y naturales, su belleza es evidente y su bondad, pero ese hombre la contiene…

—No tienes opción, no debes de hacer eso, no debes de desafiar a tu señor —niego varias veces desesperada y siento como el palpitar de mi corazón se acelera. Ese hombre me da miedo.

—Déjame ir —suplico pero ella sigue sin mirarme.

—No puedo —tomo sus manos y me hinco en el suelo

—Por favor Isadora, déjame ir, le tengo miedo a ese hombre —Isadora niega con la cabeza y puedo ver en sus ojos cierta tristeza.

—Todo va a estar bien, todo se va a arreglar ya verás, Anker no es tan malo y… —comienzo a llorar con más fuerza hasta dejarme caer en el suelo—. Vamos, por favor ponte de pie.

Ofrece su mano y termina por sostenerme de los hombros. La miro por última vez y muerdo mis labios para no llorar más. Es inútil, nunca va a dejarme ir.

Caminamos hasta el baño casi siendo dirigida por ella a ligeros empujones y volvemos al principio. Desvisto mi cuerpo y vuelvo a ducharme, está vez con coraje, con miedo y con desesperación. ¿Por qué tengo que quedarme aquí?, ¿por qué no solo puedo irme si no quiero estar cerca de él? Camino hasta meterme en la tina y volver a sentir el agua ahogarme.

—Déjame sola, no saltaré por la ventana —digo con la voz más fuerte que tengo, aunque después de todo esto no me queda tanta. Esboza una sonrisa y sale del cuarto de baño a paso lento.

Cierro los ojos y no puedo evitar seguir llorando. No tengo ni idea del por qué estoy aquí, no tengo idea de por qué ha sucedido esto. Hundo mi cuerpo hasta mi nariz y escucho la voz de Anker.

—¿Dónde está? —pregunta y mi cuerpo se estremece

—Tomando un baño.

—Pues quiero que salga ahora mismo, quiero hablar con ella—mi sangre hierve me reacomodo en la tina y escucho como va acercándose.

—El señor…

—No, no quiero verlo —Isadora me mira con los ojos bien abiertos.

—Pero tienes que…

—No —y es cuando escucho sus pasos más apresurados.

—Déjanos solos madre —Isadora me mira preocupada y luego sale sin decir nada.

Trago saliva para ocultar mi nerviosismo, sigo dentro de la tina y no pienso moverme. No quiero mirarlo, pero noto como toma asiento en un fino sillón que está justo frente a la tina, mi cuerpo tiembla.

—No quiero que vuelvas a hacer eso, estás poniendo en riesgo tu vida y provocas que quiera matar gente—. Mis ojos se abren como platos, ¿Qué está diciendo este loco?

—Sí… lo he matado, no sin antes cortarle las manos —pestañeo varias veces sin poder creerlo, luego miro sus enormes y cuadradas manos—. Es lo que provocas, y te voy a decir algo, a todo hombre que te mire, te toque o… te lo juro, lo voy a matar. Eres mía ahora. Tú sabes si quieres que siga asesinando gente.

—¡¿Qué m****a es esto?! —grito desesperada

—Lo que es…

—¡No quiero ser tuya! —grito desesperada y él bufa

—No te pregunté, solo lo serás y ya —frunzo el ceño y empuño mis manos bajo el agua.

—¿Y qué si no quiero?, esto no es sano, ni siquiera hay amor… —las últimas palabras las digo casi en forma de susurro.

—Lo habrá, dime tu nombre —no puedo creer lo que está diciendo, ¿de verdad cree eso posible?, es sumamente atractivo pero… es terrorífico. Suspiro derrotada

—Nina —asiente y cierro los ojos, no puedo creerlo que me haya metido en esto. Sumerjo mi cuerpo hasta la nariz.

—¡Detente Nina! —fijo la mirada en sus ojos y me sumerjo un poco más —.¡Basta Nina!

Saco mi rostro del agua y puedo percibir cuán nervioso se ha puesto, pero, ¿Por qué?

—He terminado, necesito cambiarme —digo un poco más tranquila.

—Hazlo —lo miro confundida, cruza una pierna dejando ver su pantorrillas y glúteos bien ejercitados.

—Tienes que salir —niega, pasa su brazo por detrás de su cabeza y se recarga en el sillón.

—No saldré, no pienso dejar que te escapes de nuevo y me dejes en vergüenza, así que, sal y prepárate, que están haciendo una cena de bienvenida —frunzo el ceño.

—Necesito privacidad —pero él niega de nuevo.

—Yo no me iré, acostúmbrate —bufo y cierro los ojos, este día me ha visto más gente desnuda que durante toda mi vida. Visualizo la bata de baño de seda a unos cuantos pasos.

—Me puedes pasar… —niega y maldigo entre dientes, No puedo dejar que esto me asuste, si este hombre quiere mantenerme aquí tengo que ser fuerte… más de lo que nunca he sido y encontrar una manera de escapar. Reúno todo el valor que puedo y me pongo de pie en la bañera.

El agua escurre por mi piel y puedo sentir sus ojos mirándome de arriba abajo, Cubro con las manos mis partes íntimas y coloco los pies fuera. Voy caminando en dirección a la bata de baño cuando su voz me sobresalta

—Ven aquí —aprieto la mandíbula y cierro los ojos de golpe. No, no, no.

—No me hagas esto por favor —suplico

—Ven aquí —mis piernas tiemblan, ¿y ahora qué?, hace un par de horas que estoy aquí y este hombre tan atemorizante quiere tenerme de frente a él. Desnuda y que yo actúe de la manera más natural posible.

Doy media vuelta y fijo la mirada en el suelo. Una lágrima comienza a caer por mi mejilla, me siento muy avergonzada. Probablemente me haga daño, pero ha dicho que… él se ha preocupado por mí.

Me detengo justo frente a él, mis ojos están completamente cerrados, no quiero saber su reacción al ver mi piel pálida y mi figura escuálida decorada con diversos hematomas, no creo que le provoque otra cosa, más que asco.

—Date la vuelta —muerdo mi lengua y ahogo un sollozo dándome la vuelta. Escucho como se pone de pie y luego sus pasos.

Al abrir los ojos me encuentro que ha ido por la bata de seda y ahora camina hacia mí. Alza sus manos para terminar  cubriéndome con ella.

—¿Qué es esto? —dice acariciando mi labio inferior y el enorme moretón en mi ojo derecho.

—Golpes —su rostro está completamente inexpresivo

—¿Quién los hizo?, ¿por qué estabas así cuando te encontré? —carraspeo y miro hacia todos lados, trato de fijar la mirada en algo pero su aliento golpea mis labios, me saca una cabeza y media de altura pero se ha encorvado un poco para mirarme.

Al no recibir respuesta me toma de la mano y salimos del cuarto de baño, hacia la habitación. Apunta hacia la cama y tomo asiento.

—Dime —niego—. Necesito que lo hagas, esa sociedad en la que tú vivías… no es muy confiable.

—¿Mi sociedad?, ¿Quiénes son ustedes? nunca… había visto algo parecido, no sé donde estoy… —todas las palabras salen disparadas sin permiso, frunce el ceño.

—Contéstame lo que te he pedido y tú recibirás tus respuestas también —muerdo mi labio inferior, tengo que saber dónde estoy, tengo que saber cómo haré para salir de aquí y sobre todo ganar la confianza de él.

—Mi padre y yo tuvimos una discusión.

—¿Tienes padre? —encojo mis hombros

—Eso hasta hoy, me dejó—frunce el ceño

—¿Quién te hace esto?

—Eso no debe de importar…

—Claro que importa, y bastante, quiero que me lo digas Nina —mis ojos se abren como platos al sentir sus enormes manos cubriendo las mías.

—Mi… padre —apenas termino la oración cuando me interrumpe.

—¿¡TU PADRE!? ¿¡ÉL TE HIZO ESTO!?, ¿CON QUE DERECHO? —su voz ha subido demasiado de tono. Miro hacia todos lados y siento como el corazón se me dispara, miedo. Caigo al suelo instintivamente como lo hacía con mi padre para evitar que me golpeara, cubro mi rostro con las manos y me hago un ovillo, contengo la respiración, espero el golpe pero nunca llega—. ¿Nina?, ¿qué… estás haciendo?

Siento sus manos rasposas en mi piel y me estremezco, después con facilidad me carga y coloca mi cuerpo en el colchón de nuevo.

—Lo siento… —dice con su ronca voz, lo miro aun asustada—. No te haré daño.

Acomoda los mechones de cabello empapados que caen por mi rostro, no puedo apartar mis ojos de los suyos, se han convertido en algo… tan abrumador.

—No vuelvas a escaparte y esto será sencillo, de verdad no puedo dejarte ir Nina —hago un puchero.

—¿Por qué?, no sé qué quieres de mí, ¿Qué son ustedes?, ¿qué es este lugar?, no sé quién eres tu… Anker —sus ojos no se despegan de los míos.

—Somos un pueblo… somos guerreros, no dependientes del gobierno, de tu gobierno, tenemos nuestras formas. Soy… el encargado de este pueblo, mi familia ha estado al mando por bastante tiempo y sobre que quiero de ti… —una pequeña sonrisa aparece en su rostro tomándome por sorpresa—. Quiero todo.

¿Qué?, mi mirada debe de reflejar toda mi confusión, muerdo mis labios y empuño mis manos.

—Yo… no sé qué hacer —digo sin saber qué más puedo decir.

—Sólo quédate conmigo, no vuelvas a escapar, obedece mis reglas, todo lo tendrás, nadie más volverá a tocarte… tendrás comida, lujos, yo mismo me encargaré de que disfrutes tu vida —pestañeo varias veces, esto no puede estar pasando—. Te dejaré para que te vistas, quiero que bajes cuanto antes.

Anker se pone de pie y por primera vez me detengo a observar ese enorme cuerpo atlético cubierto por pieles y extrañas correas. ¿Guerreros?

Casi de inmediato Isadora entra a la habitación y me examina de arriba abajo, a los pocos segundos suspira.

—Yo… —niega

—No tenemos tiempo para charlas —asiento y me pongo de pie siguiéndola.

Ahora me entrega un vestido color piel con muchas piedras color dorado, tiene unos tirantes delgados, una pequeña correa en la cintura y el resto cae al suelo.

—¿De dónde sacan estos vestidos? —me atrevo a preguntar

—Han estado en la familia por años, otros más los ha comprado Anker —frunzo el ceño.

—¿Para quién? —digo un poco molesta, sin entender por qué.

—Para ti, sólo que no habías llegado —sus palabras me dejan aún más confundida. Esta familia me volverá loca.

Isadora se dedica a cepillar mi cabello negro una y otra vez mientras coloca pequeñas flores doradas haciéndome parecer una princesa medieval.  Después del ligero maquillaje me guía escaleras abajo hasta llegar a lo que parece ser un comedor enorme. Me escondo detrás de la pared debido a la vergüenza, y puedo escuchar voces.

—Hija… —dice Isadora invitándome a caminar pero yo me niego—. Anker te está esperando.

—No puedo… es mucha gente.

—Es solo la familia —siento el corazón en mi garganta. Toma mi mano y me pone frente a la entrada de madera. La mirada de Anker me congela de inmediato. Se pone de pie y alza una mano. Siento como mis piernas tiemblan, mi respiración se acelera y ahora todos me ven.

Deben ser 10 personas por lo menos, ni siquiera puedo detenerme a mirarlos, bajo la mirada casi de inmediato y comienzo a caminar hacia donde está Anker. Me detengo frente a él pero no logro alzar la mirada, escucho como carraspea.

—Familia ella es Nina, mi mujer —al escuchar sus palabras mis ojos se abren, ¿su mujer?, lo miro confundida mientras él muestra una amplia sonrisa. M****a Nina ya lo sabías… —. Siéntate, ya tendremos tiempo de hablar.

Asiento varias veces y Anker me indica la otra punta de la mesa, la silla está desocupada, genial, ahora tengo que caminar hasta aquel punto. Arrastro mis pies hasta allá y agradezco llevar cómodas sandalias tipo alpargatas.

Una mujer de cabello cano me ayuda a sentarme y es cuando varias mujeres más comienzan a salir de una enorme puerta con varios platillos y botellas de vino.

Cuando menos pienso tengo frente a mí un banquete pero mi barriga no reclama por alimento.

—¿Pollo Señora? —pregunta un joven, Anker carraspea

—No, la va a atender Jeno —el joven se disculpa y se retira a otro lado de la mesa. Miro confundida a mí alrededor y el chico más joven de los acompañantes a la mesa no me separa la mirada. Es muy atractivo e idéntico a Anker, agacho la mirada y la mujer de cabello cano se pone a mi lado.

—¿Pollo señora? —niego—. ¿Verduras?

Asiento y coloca las verduras poco a poco. Después sirve vino en la copa que hay frente a mí y en la de al lado agua. Me decido por el agua, el ambiente está demasiado callado y de vez en cuando recibo varias miradas.

Tomo un sorbo y luego un tenedor, pincho un pequeño tomate y lo llevo a mi boca. Comienzo a masticarlo con mucha fuerza ya que no tengo hambre, mi estómago está hecho un nudo. Alzo la mirada y ahora me encuentro con una joven de cabello rubio y piel tostada, tiene los ojos idénticos a los de Isadora así que doy por hecho que es su hija.

Está me sonríe y yo hago lo mismo pero rápidamente y vuelvo a ver mi ensalada. La comida continúa en silencio y esto no me permite relajarme ni un poco. por mi cabeza pasan las palabras de Anker, ¿su mujer? yo solo quiero salir de aquí.

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