CAPÍTULO 3. AMBICIOSOS

Marcia se quedó congelada ante la reprimenda de su tío, esperó poder entrar de forma silenciosa, sin ser vista por ninguno de los habitantes de la casa y mucho menos de sus tíos, quienes la estaban esperando, pero al parecer la providencia no había estado a su favor, tragó grueso, mientras observaba a su tío con cierto temor, tomó la punta de la camisa de José Luis y la apretó con fuerza entre sus dedos, como si la prenda pudiera darle ánimos para salir airosa de la situación en la cual se encontraba.

Intentó proferir algunas palabras, no obstante, estas se quedaron atragantadas en su garganta y cuando lo quiso hacer, solo salió como una especie de ahogo.

—¿Eres sorda? ¿Acaso no has escuchado mis palabras? Te hice una pregunta Marcia y quiero la verdad ¡Ahora mismo! ¿Cómo te atreves a ser tan descarada? ¡¿Tus padres no te enseñaron respeto?! —las preguntas de su tío salían a borbotones de la boca, mientras ella se sentía tan pequeña e insignificante, no podía controlar el rubor de sus mejillas. Mientras él seguía reprendiéndola.

» ¿Qué voy a decirle a tu padre si llegas a salir con una barriga? Estás bajo mi responsabilidad, muchachita loca. Tú no me harás ser el hazmerreír de este pueblo con tu comportamiento desvergonzado, porque, si no te me regresas ya mismo a la casa de tus padres, no voy a tener en mi techo a ninguna mujer de cascos ligeros. Así que te sugiero, empieces a decirme de una vez ¿Dónde y con quién has estado?

Marcia, estaba a punto de llorar, no quería que su tío llevara a cabo sus amenazas de regresarla a la ciudad y menos ahora, cuando acababa de conocer al hombre más encantador de todos.

Lo miró de nuevo, aunque esta vez con una cara de terror al caer en cuenta que no habían usado ningún método para evitar un embarazo. Su rostro palideció, pero recordó la propuesta de José Luis y decidió no dejarse amedrentar por su tío.

—Estuve con José Luis Salvatierra —susurró.

La expresión de su tío cambio de repente, pasó en milésimas de segundos del enojo a una ancha sonrisa.

—¿El dueño del Hato El Paraíso? —Marcia asintió. Esperando una nueva explosión de su tío, mas esta nunca llegó en su lugar, su tío amplió mucho más la sonrisa en su rostro.

—¡Ay mija! Está bien, debes estar cansada, mejor date una ducha y duerme, es tarde ya —manifestó el hombre en un tono de condescendencia.

Marcia estaba por completo sorprendida ante el cambio drástico de su tío, por un momento creyó que le daría una bofetada, para su alivio, no fue así, la mandó a dormir sin hacerle ninguna recriminación. Sin esperar ni un minuto más, ella aprovechó y salió corriendo, bajo las miradas atentas de sus tíos.

—¿Has escuchado Leonor? Tu sobrina sí que pega alto, no vamos a dejar pasar esta oportunidad de emparentar con los Salvatierra, la familia más rica no solo de la región, sino de todo el país. No puedo esperar para presumir por el pueblo nuestra suerte —Pedro Barrientos sonrió, se sentó en el sillón de su casa, mientras su esposa también tomó asiento a su lado.

—¡No puedo creerlo! Esta es la mejor noticia que he podido recibir, me imagino la cara de todas las pueblerinas de mis amigas, cuando me vean a mí Leonor Miranda de Barrientos, sentada en la casa principal de la Hacienda El Paraíso, conversando nada y nada menos que con Cristina Salvatierra. Te juro Pedro, si la niña me sale con barriga, seré la primera en apoyar y exigir un matrimonio entre ellos y si debo defenderla incluso de mi primo hermano ¡Lo haré! —exclamó emocionada.

La avaricia de la familia Barrientos Miranda, era conocida por todos en la región, siempre buscaban emparentar con las familias más adineradas de la zona, mas ahora cuando tenían una oportunidad de lograrlo, no la dejarían escapar, todo lo contrario, buscarían la forma de que su sobrina, pudiera llegar a ser la nueva señora de la Hacienda El Paraíso.

*****

Marcia entró a la habitación que compartía con su prima Alba, la joven se movió inquieta sobre la cama, sus mantas estaban tiradas en el piso. Por eso la jovencita, se acercó sonriendo, las recogió y la cubrió. Después tomó la toalla y su camisón de dormir, para irse a duchar, ya en la mañana tendría que darle algunas explicaciones a la luz del día, pues la dejó sin ningún aviso, esa tarde en los toros coleados.

Una vez en la ducha abrió la grifería y dejo que la lluvia artificial recorriera su cuerpo, se limpió los rastros de fluidos y la muestra clara de su virginidad, dio un respingo al sentirse un poco irritada. Sonrió al recordar la manera tan posesiva como José Luis la hizo suya. Su cuerpo se encendió de nuevo ante esos recuerdos, amenazando con despertarla de nuevo a la vida, pasó sus manos entre los pechos y estos se irguieron orgullosos, por un rato cerró los ojos imaginándose que eran las manos de José Luis las cuales la estaban recorriendo, tocó su suave, ardiente e hinchado sex0 y sin imaginarse, terminó en un explosivo orgasmo.

Sin embargo, eso no era suficiente, lo necesitaba, quería estar de nuevo con él, estaba ansiosa porque amaneciera y pudiera verse de nuevo con su salvaje y posesivo semental. Después de la ducha, se secó el cuerpo y el cabello se colocó un camisón ligero y ninguna prenda sobre su intimidad, porque aún su sex0 lo sentía un poco hinchado y sensible por el placer recibido. Se metió a la cama, enseguida el sueño la envolvió y la llevó de nuevo a los brazos de su hombre, donde no dejó de sentir placer y deleitarse con sus caricias.

*****

José Luis levantó la mirada al sol, estaba desde las cuatro de la mañana, vacunando ganado, transportándolos a otro sector donde el pasto estaba más alto, arreglando la cerca que daba hacia los linderos de los Montes de Oca, la cual se había caído y buscando el ganado que se escapó, vendieron varias cabezas de ganado para el matadero, en fin tenía casi cuatro horas de arduo trabajo sin parar.

Sin embargo, lo ganaba la ansiedad por salir de allí, necesitaba ir a buscar a su potra, estaba loco por volverla a tener entre sus brazos y empotrarla contra cualquier superficie, con solo pensar en Marcia, su pene se erguía orgulloso.

Desde el momento cuando se levantó, quiso ir a correr tras ella, pese a ello, tampoco podía ir a incordiar a esa familia desde las cuatro de la mañana. También necesitaba hablar con su madre sobre el comportamiento de Clara. Sabía que eso le costaría otra discusión, pero debía acabar de una vez con esa mala costumbre de esa chica de estar acosándolo, lo más molesto, era la doble cara de la mujer, se mostraba sumisa, complaciente y decente ante sus padres y cuando ellos daban la espalda era irreverente, acosadora y atrevida, algo que sin duda le molestaba de la mujer.

—¿Todo bien patrón? —preguntó uno de sus peones, al verlo detenerse abruptamente sobre su montura.

—¡Todo está bien Eusebio! Ocúpate de que todo esté en perfecto orden, tengo cosas por hacer, voy a volver a la casa grande —el hombre asintió, sin embargo, dibujó en su rostro una expresión de desconcierto, porque era la primera vez que su patrón, salía de manera intempestiva abandonando el trabajo.

A José Luis, no le importó, lo que pensaran, después de todo, ahora tenía otras prioridades en su vida.

*****

Marcia abrió los ojos, cuando sintió entrar los primeros rayos del sol, se paró de prisa, porque desde el momento en que había llegado a Elorza, se levantaba antes del amanecer, pero al parecer ese día, las sábanas se le habían pegado.

Cuando iba a mover sus pies, estaba su prima Alba, sentada en la orilla de la cama mirándola con intensidad.

—Al fin se despierta la bella durmiente, ¿No me vas a decir con quién estuviste anoche? —inquirió Alba, levantándose y yendo hasta su cama para arreglarla.

En ese momento, se escuchó la voz de Leonor llamándolas desde el comedor para que fueran a desayunar, eran más de las siete de la mañana.

“—¡Alba, Marcia, vengan a desayunar! Se va a enfriar la comida y las moscas van a comer primero que ustedes.”

—Te lo diré, aunque no sé por donde comenzar prima. Nunca me sentí tan cautivada por un hombre, José Luis es en todo el sentido de la palabra el semental que tanto esperé.

—¿El hijo mayor de la familia Salvatierra? —preguntó Alba.

Dudaba que se tratará del heredero de la familia más rica de la región, porque hasta donde sabía de los rumores, ese hombre estaba comprometido y destinado a casarse con Clara Solórzano, por un momento creyó se trataba de Andrés, porque la vio charlar con él durante todo la tarde de toros coleados.

—Si ¿Sucede algo con él? —Marcia término de acomodar las almohadas esperando a que su prima le dijera algo.

—Nada, creí que tu interés estaba en Andrés, es guapo y un hombre bastante amable —expresó, sin querer decirle nada respecto a Clara, se veía tan feliz y no quería opacar su felicidad.

Marcia sonrió, pues Andrés se había portado como un verdadero caballero e incluso dejó una amenaza sobre José Luis, pero confiaba en que su adorado semental no la descuidará, así su amigo, no cumpliría con su ultimátum.

—No voy a negarte, es un hombre guapo y amable, quizás si mi mirada y la de José Luis no se hubiesen encontrado, no habría dudado en prestar interés en él, aunque no fue así —Marcia se arregló el cabello en una cola de caballo, abrió la puerta y salieron juntas hacia el comedor.

—¡Buenos días! —saludaron las dos al unísono, mientras se sentaban a la mesa.

—Te verás hoy con José Luis —preguntó su tío y Alba observó con desagrado a su padre.

—Por favor papá, apenas se están conociendo —intervino a favor de su prima. Sabía que su padre la consideraba una inútil por no poder conseguir un novio de buena familia, sin embargo, ella no era ninguna interesada, a diferencia de toda su familia, a quienes solo les movía el interés.

—¡Tú cállate Alba! Deberías aprender de Marcia. Ella si sabe dónde poner los ojos, no como tú que solo pones los tuyos en puros muertos de hambre —manifestó con desprecio a su hermana, Álvaro el hijo mayor de la familia.

Alba, solo volteó los ojos e ignoró las palabras de su hermano, no obstante, segundos después, habló su segundo hermano.

—Álvaro tiene razón Alba, deberías aprender de Marcia, si ella logra casarse con el Salvatierra, puede ser la puerta para nosotros poder conocer mujeres hermosas y de buena familia ¿Puedes imaginarlo papá? Tus hijos casados con bellas, pero sobre todo ricas jóvenes, codeándonos con los más pudientes de la región —. Aníbal se llevó la taza de café sus labios con una sonrisa.

—Pues eso puede hacerse realidad, José Luis me ha pedido matrimonio y he aceptado, nos casamos en dos semanas. Así que no son descabellados tus pensamientos primito, entretanto yo haré todo lo que esté al alcance de mis manos, para que ustedes puedan conocer chica guapas y ricas —dijo Marcia con una sonrisa en los labios, ante la expresión de molestia de su prima.

Justo en ese momento, se escuchó en la puerta varios bocinazos altos de un auto, todos se miraron extrañados unos a otro, el primero en levantarse de la mesa fue don Pedro, quien caminó hacia la entrada con una expresión de rabia, iba dispuesto a reclamar a la persona que perturbaba la tranquilidad de su hogar de esa manera.

—¡¿Quién se atreve a hacer esos escándalos?! Me va a oír, porque eso no se lo permito a nadie —expresó rojo de la indignación.

Cuando abrió la puerta, sus ojos se abrieron de par en par producto de la sorpresa, al ver allí frente a su casa, a nada más y nada menos que José Luis Salvatierra, quien de inmediato esbozó una sonrisa.

—Disculpe señor, lamento mucho haber llegado con tanto escándalo, lo que sucede es que la corneta de mi camioneta se…—no continúo hablando porque el hombre lo interrumpió.

—Tranquilo mijo, no se preocupe, ni siquiera se escuchó casi, me imagino que estás buscando a mi niña Marcia, pase adelante que ella está desayunando. Por cierto, soy Pedro Barrientos para servirle, su tío —dijo el hombre con amabilidad.

José Luis bajó la cabeza, para poder pasar por la puerta porque era un hombre de gran tamaño, medía uno noventa de estatura, en ese momento Marcia salió, se paró a un lado de la entrada del comedor con timidez, ambos se miraron en silencio, recorriéndose de pies a cabeza, sus mejillas se tiñeron un poco de rojo, pues al verse, los recuerdos de la noche anterior los invadió.

—Hijita, venga a saludar a su novio, no lo haga esperar —la instó su tío.

Ella caminó lentamente y cuando llegó a su lado, él no pudo esperarse más, la haló por un brazo y la levantó tomándola por la cintura acercándola a su cuerpo.

—Hola mi amor, te extrañé tanto, no he podido dejar de pensar en ti ni un solo segundo, estaba loco porque amaneciera para volver a verte —le susurró en un suave tono de voz—. Además quería venir a pedir tu mano, no puedo esperar más para que nos casemos.

Ella se emocionó ante sus palabras, tomándose de su cuello, se lo besó.

—Yo también mi amor, pasé toda la noche soñando contigo y reviviendo todo lo que vivimos. Y me parece bien que le pidas mi mano a mis tíos como no están mis padres, aunque yo le hablé un poco de nuestra relación —mencionó la joven emocionada en un susurro.

—Señor Pedro —comenzó a decir en voz alta José Luis, un poco nervioso—, quisiera que me diera autorización para cortejar a Marcia y para casarme con ella dentro de dos semanas.

“El apresuramiento es padre del fracaso.”Heródoto de Halicarnaso.

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