Capítulo 2

Kareelle:

Después del almuerzo, nos toca clase de deportes con Belle; después biología con Jim, en seguida literatura con Alexander y por último, química con el profesor Reginald.

El día transcurre normal; cuando podía, platicaba con Daied. Cuando las clases terminan, me despido de mis amigas y me voy con Daied a la biblioteca.

Después de un buen rato de estar explicándome, Daied me pone a realizar los dos primeros ejercicios. Es sorprendente como los respondo sin problemas, él sí que es bueno explicando; aunque claro, en lo que yo resuelvo uno, el resuelve cuatro.

Para los ejercicios tres y cuatro, vuelve a explicarme; después de la explicación, comienzo a resolverlos. La forma en que me explica, lo hace ver todo tan fácil.

Intento resolver el quinto por mí misma, pero me equivoco en una variante x, así que Daied comienza a explicarme como puedo resolver los ejercicios cinco, seis y siete. Como ya es tarde, decidí terminar en casa los ejercicios.

- Mañana te muestro como resolver los ejercicios restantes –dice guardando sus cosas.

- Claro, gracias –digo imitándolo.

Al llegar a casa me preparo algo de comer; después termino los ejercicios. Al terminar, me pongo a ver televisión un rato. Están pasando la película de Heavenly creatures[1]. Justo llega al final, cuando el teléfono suena, con un puchero apago el televisor y contesto, son mis padres. Ellos trabajan como vendedores para la compañía Kearney's Bienes Raíces y Asociados, una empresa que lleva dieciocho años en el mercado; por lo que se la pasan viajando la mayor parte del tiempo, así que cuando están fuera, llaman para asegurarse de que estoy bien. Después de una larga charla, cuelgo y me dirijo a la cocina para cenar e irme a dormir.

No tiene ningún caso encender el televisor, es obvio que la película ha terminado.

Cuando termino de cenar, subo a mi cuarto a ducharme, cepillarme los dientes e irme a dormir, mi último pensamiento es Daied y sus hermosos ojos grises.

Al día siguiente, todo transcurre normal, platico a ratos con mis amigas y a ratos con Daied.

Al término de las clases nos reunimos para terminar los ejercicios; tengo que pensar en alguna forma de agradecerle que pierda su tiempo conmigo, y aún más, su paciencia. Como solo faltaban tres ejercicios, nos fuimos más temprano que ayer.

Cuando llego a mi casa, prendo el ordenador para elaborar la portada y la imprimo; subo a mi cuarto a cambiarme. Salgo de mi casa para comprar una carpeta para mi trabajo.

Al regresar, voy a la cocina a prepararme unos sándwiches; me los llevo al sofá y prendo el televisor, esta vez están pasando The good son[2], a decir verdad, es bastante interesante. Al principio, todo parece indicar que el chico es un pan de Dios; cuál es mi sorpresa cuando el niño intenta matar a su hermana y también a su mama. Esto me hizo recordar lo que Daied me dijo ayer: «las cosas no siempre son lo que parecen», veo que tiene mucha razón. Sólo espero que mis padres no llamen antes del final.

Justo acaba la película, cuando el fijo suena; apago el televisor y me levanto a contestar; mi madre pasó media hora al teléfono contándome hasta el mínimo detalle de la cena a beneficio del orfanato de Newcastle. Con un falso bostezo, le hago saber que es tarde y que se tienen que ir.

Al colgar, me voy a la cocina y tomo un poco de cereal. Cuando termino, enjuago el bowl y me dirijo a mi cuarto, ahí, me pongo el pijama, me lavo los dientes y me acuesto, mi último pensamiento es... Daied.

Al día siguiente entregamos los trabajos; me siento tan bien, y sé que en parte se debe a la ayuda de Daied, en definitiva, tengo que compensarlo de alguna manera.

En clase de biología, Daied se ofrece a darme tutoría de cálculo dos horas al día, cosa que agradezco.

En el día, me encanta el tiempo que paso con él, ya que por las noches, todo lo que hago es pensar en Daied antes de dormir, para después soñar con él. Lo sé, me estoy enamorando de Daied, pero él parece tan distante, que me hace pensar que tal vez, será un amor no correspondido... pero claro, la vida no es lo que parece.

Daied:

Después del almuerzo, toca clase de deportes con la profesora McCallan; después biología con el profesor Sloan; después literatura con el profesor Michel's y, por último, química con el profesor Reginald. A decir verdad, deportes es la clase que menos tolero, me recuerda a los viejos tiempos en Verona; cuando los chicos me molestaban. Así que lo que hago, (aunque sé que está mal); le hago creer a la profesora McCallan que tengo una enfermedad respiratoria, y así, evitar la clase práctica.

El día transcurre normal, o lo que para los humanos puede considerarse normal.

Kareelle se divide entre sus amigas y yo. No sé cómo me hace sentir ese hecho, ya que para este momento, debería temerme, al menos un poco. ¿Será que ella es diferente? ¿Ella será como los humanos de los que Vapula tanto habla? Aquellos capaces de aceptarnos, e incluso, querer convivir con nosotros.

Al finalizar las clases, Kareelle se despide de sus amigas. Cuando estas se van, me acerco a ella y nos dirigimos a la biblioteca. Tras llegar, nos sentamos en una mesa que se encuentra en la parte central.

Comienzo a explicarle los dos primeros ejercicios, creo que serán más fáciles de entender, sí voy poco a poco. Cuando termino de explicarle, ella comienza a resolverlos, la imito.

De vez en cuando, volteo a ver qué tal le va, ella luce concentrada, lo que la hace ver bellissima. Me sorprendo de mis pensamientos, así que sacudo la cabeza y me concentro en lo que tengo que hacer.

Para los ejercicios tres y cuatro, vuelvo a explicarle. Ella me presta su total atención; asintiendo cuando entiende, y negando cuando algo no le ha quedado claro. Cuando termino de explicarle, ella comienza a resolver los ejercicios.

Después de un rato, la observo pensativa, y tal vez, un poco frustrada. Mueve la cabeza de forma negativa y voltea a verme. Nuestros ojos se encuentran por una breve fracción de segundo, así que la retiro antes de que lo note.

Ella me explica que intento resolver el quinto por su cuenta, pero que se ha equivocado en alguna parte, porque se ha perdido.

- El problema está, en esta variante x, la colocaste antes –digo mostrándole la parte donde se equivoco, que es cerca del final. Es sorprendente lo fácil que aprende; su error ha estado muy cerca del éxito.

- Ya veo –dice con voz neutra, observando el ejercicio de forma detenida, como si de alguna manera grabara ese error en su cabeza, para evitar cometerlo de nuevo. Sonrió, en verdad es molto intelligente.

Le explico cómo puede resolver este ejercicio, junto con el seis y el siete. Como ya es tarde, ella decide que los terminara en su casa.

- Mañana te muestro como resolver los ejercicios restantes –digo guardando mis cosas. Por alguna extraña razón, no quiero que esto termine.

- Claro, gracias –dice imitándome.

Nos ponemos de pie, y salimos de la biblioteca. La acompaño hasta la salida, donde se despide y comienza a caminar calle abajo. La observo alejarse, y una necesidad surge, la necesidad de ella.

Camino hacia el pequeño departamento donde me estoy alojando. Cuando llego y entro, hay alguien sentado ahí.

- ¿Edgar? –pregunto al ver su inconfundible porte, y cabello rubio.

- Hola Daied –dice poniéndose de pie–, espero y no te moleste que entre sin avisar.

- No, claro que no –digo acercándome a él, estrecho su mano y nos abrazamos.

- Morte me dijo que podía encontrarte aquí –dice sentándose de nuevo.

- ¿Gustas algo de beber? –pregunto antes de sentarme.

- No, gracias –dice con ese tono elegante que siempre a manejado.

- ¿Qué te trae por aquí? –pregunto en tono casual.

- Tengo un amigo y compañero, se llama Kruk. Hemos decidido asentarnos otra vez, aquí, en Inglaterra, ¿Truro es un buen lugar para vivir?

- Es muy tranquilo, no hay emociones fuertes o algo así –digo sin pensármelo mucho.

- Ya veo, te agradezco la información. Te dejo, ha sido un placer volverte a ver –dice poniéndose de pie. Lo imito, ambos caminamos a la puerta, nos despedimos y él se va.

Camino hacia mi cuarto, tomo el libro que deje sobre la mesa ayer y continuo donde me quede.

Cuando me doy cuenta la hora que es, cierro el libro y me dispongo a dormir y nada más cerrar los ojos, veo su bello rostro. Abro los ojos de golpe, ¿que ha sido eso?, ¿una señal acaso?

Sacudo la cabeza e intento volver a dormir, y esta vez, su nombre es lo que se filtra en mi mente.

Me despierto muy temprano, me alisto y me voy al instituto. Llego antes que todos, así que me voy al salón y espero, con impaciencia; a que ella llegue.

Cuando la veo atravesar la puerta, algo dentro de mí se remueve, no sé cómo catalogarla, puesto que nunca la he sentido antes, acaso será lo que muchos llaman, ¿felicidad?

Ella toma asiento, dedicándome una cálida sonrisa, que provoca que ese sentimiento se vuelva más fuerte.

La profesora Russell entra y comienza con su clase, hago como que pongo atención, pero nada más lejos de la verdad. Mis pensamientos están en definir ese extraño sentimiento, según la definición de felicidad, es el estado de satisfacción completa y ordenada de todas las tendencias. En la filosofía moral griega clásica, es el fin último del hombre, al que debe aspirar la Sabiduría. La ética cristiana, lo traslado al estado escatológico de «la Salvación», con el nombre de beatitud. Lo que induce a dicho estado. Ventura, dicha. Sacudo la cabeza, ninguna de esas descripciones se asemeja a lo que siento.

Al término de las clases, nos dirigimos a la biblioteca para terminar los ejercicios. Ella al igual que ayer, presta mucha atención. 

Ya que los ejercicios de hoy son menos, nos vamos más temprano. La verdad, es que no quiero que esto termine.

Salimos de la biblioteca y, al igual que ayer, nos separamos en la entrada del instituto.

Al día siguiente, toca entregar los trabajos, puedo ver la tranquilidad reflejada en la cara de Kareelle. Ese extraño sentimiento va en aumento con aquella acción, sé porque ella esta así, y ese extraño sentimiento también.

Las horas pasan lentas hasta la hora del almuerzo, Kareelle vuelve a extenderme la invitación, que estoy tentado de aceptar; cosa que no hago por dos razones: una, sus amigas estarían incomodas, por lo tanto, ella también; dos, necesito hablar con Vapula.

Ella se despide y la observo hasta que sale y se pierde entre la multitud. Me levanto y me dirijo a la azotea, donde Vapula ya me espera.

- Hola muchacho, ¿qué hay de nuevo? Al final, ¿vas a decirme que ocurre con la chica? –pregunta sentado en el barandal; sus pies cuelgan hacia afuera, dándome la espalda, es obvio que nadie puede verlo.

- Tenías razón –digo soltando un largo suspiro.

- ¿Con respecto a qué, con exactitud? –pregunta, y creo que se está burlando de mi.

- Los humanos son interesantes, y Kareelle, es la indicada para mí –digo con sinceridad.

No me doy cuenta de la sonrisa que tengo en el rostro, hasta que Vapula me lo hace saber.

- Estás enamorado hasta el fondo chico, sólo hay que ver tu sonrisa –dice con una sonrisa arrogante. Tiene que dejar de juntarse con Sovia.

- ¿Nunca te has enamorado? –pregunto curioso, algo tiene que saber del tema.

- De forma sincera, nunca, sólo he sentido el amor hacia la lujuria –dice sin pensárselo mucho.

- Es algo hermoso, pero también da miedo –suspiro un poco abrumado.

- El amor no es fácil, y aún menos, sí los dioses se ponen a jugar –dice girándose hacia mí por completo.

- Eros es un mimado –digo al recordar lo que sucedió con aquella demonio cambia forma–. Sus errores casi me matan.

- A mí también, pero bueno, que puedes esperar con una madre como Afrodita –dice con desprecio. Él es el único demonio que conozco, que no se siente atraído por ella.

- Tengo que irme –digo cuando escucho la campana.

- Hasta luego muchacho, mantenme informado de tus avances con la chica –dice antes de desaparecer.

Camino hacia el salón, aunque no haga deporte, tengo que presentarme a clase.

Mientras camino, pienso en una forma de pasar tiempo con Kareelle. La idea me golpea con tanta fuerza, que me sorprende no haberlo pensado antes. Camino, por primera vez feliz; a la clase de la señorita McCallan.

- ¿No juegas? –pregunta ella acercándose, luce hermosa en el uniforme deportivo.

- No, tengo problemas respiratorios –digo cruzándome de brazos.

- Ya terminé de jugar, ¿te molesta si te hago compañía? –pregunta con timidez. A lo lejos observo la cara de descontento de Morrison; sus amigos le susurran algo, este sonríe.

- Tu compañía nunca es una molestia –digo con una pequeña sonrisa, ella me la devuelve. Nos sentamos en una de las gradas y comenzamos a platicar, más que nada, de ella.

Cuando la clase termina, ambos vamos a cambiarnos. Camino hacia los vestidores de los hombres.

- Sabes que ella sólo es amable contigo porque le das lastima, ¿verdad? –dice Morrison a mi espalda.

- Ella es un ser amable, y muy amigable –digo sin voltear a verlo.

- Aléjate, ella no es para ti –dice con suficiencia.

- Sé que ella no es para mí, ella se merece a alguien mejor que yo, o tú, en todo caso –digo volteando a verlo, su rostro esta transfigurado por la rabia.

- Mira rarito –dice agarrándome por el cuello del uniforme–, tú no me vas a venir a decir estupideces, aléjate de ella –dice soltándome contra los casilleros. Me acomodo y salgo de los casilleros, a pesar de que sé que tengo que alejarme, no pienso dejarla en manos de alguien tan neandertal como Morrison.

Camino hasta el salón; cuando entro, observo a Kareelle platicando con sus amigas; ella sonríe y mi corazón se acelera.

Me acerco a mi lugar y me siento a esperar que el profesor Sloan entre.

- Buenos días chicos, necesito que se junten en binas para la siguiente investigación –dice tomando unas hojas de su escritorio.

- ¿Quieres ser mi compañero? –pregunta volteándome a ver. Esa pregunta ocasiona grandes estragos en mi alma.

- Claro –digo, y mi voz suena esperanzada. Trago saliva y volteo al frente llamando la atención del profesor, se acerca y me extiende una hoja.

- Bien, lo que van a hacer es clasificar las siguientes cadenas de ADN –dice volteándose hacia el pizarrón.

- Esta es de un mosquito –digo en cuanto la veo, asiente y comienza a anotarlo en su cuaderno; ese movimiento ocasiona que su cabello caiga por su mejilla. Un deseo irracional de estirar la mano y retirarlo, aparece; aprieto el puño conteniéndome.

- Este es de un protozoario –dice señalando al segundo, se voltea y lo anota; se acomoda el rebelde mechón y se vuelve hacia mí.

- Sí quieres, puedo darte tutoría de cálculo –digo antes de arrepentirme.

- Claro que quiero, gracias –dice con una enorme sonrisa.

- ¿Te parecen dos horas diarias? –pregunto observando al profesor.

- Sí, gracias –dice sin que esa radiante sonrisa desaparezca.

Sonrió, serán las dos mejores horas de mi vida.

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[1] Heavenly creatures: Es una película de 1994, dirigida por Peter Jackson. Protagonizada por Melanie Lynskey y Kate Winslet en los papeles principales. Basada en un caso policiaco real ocurrido en Nueva Zelanda en 1954.

[2] The good son: es un thriller del año 1993 dirigido por Joseph Rubeny protagonizado por Macaulay Culkin y Elijah Wood.

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