Capítulo 2

Hoy me levanté un poco tarde porque ayer me dormí hasta en horas de la madrugada pensando en ese hombre que conocí ayer.

Yo que juré no volver a tener sentimientos por un hombre, y ahora se atraviesa en mi camino semejante obra de arte creada a la perfección por todos los dioses de la belleza que existen. ¿No es justo, verdad?

Me intriga saber qué pasa con la madre de la pequeña Eliana, su padre es muy raro, no dice nada de ella y al parecer la niña no la conoce.

¿Será que está muerta? Hay no, Dios quiera que no, porque eso debe ser muy triste crecer sin su madre.

 A las siete de la mañana me dirijo al instituto "Sagrado Corazón de Jesús", Allí trabajo de consejera y doy un par de clases a varios cursos también.

 Trabajo la jornada completa, mañana y tarde. Me estoy postulando para ser la directora general de esta institución educativa, porque el director actual está a punto de jubilarse y me sugirió que concursara para poder tomar su lugar, él es muy bueno conmigo, me trata como a su propia hija.

 Aunque dudo que me den ese cargo porque dentro de los aspirantes está la supuesta amante de uno de los diputados de este distrito y él se cree el mandamás por eso.

En ocasiones el dinero y el poder político puede más que la inteligencia y la preparación académica y personal.

Al finalizar con mi jornada laboral, me dirijo hacia la salida, espero que el señor Montoya ya esté allí.

Y en efecto, yo que salgo del portón y la pequeña Eliana corre hacia mí gritando, ¡mamá! ¡Mamá!

― Hola preciosa, que bueno verte de nuevo. ― Le digo, tomándola en brazos y besando sus mejillas coloradas y rellenitas.

  ― Vamos, allá está papi. ― Me señala un auto diferente al de ayer y veo al señor Montoya recostado fuera de este.

― Buenas tardes, Wilmer.

― Buenas tardes, Marleny. ¿Cómo fue tu día de trabajo?

― Excelente, como siempre diría yo.

Wilmer le dice a su chofer que nos lleve a su casa.

― Señor, pensé que iríamos a la mía.

― No. Vamos a la mía mejor para que la conozca, nosotros ya estuvimos en la suya, además, no le quiero poner gastos económicos a usted por prepararle algo a mi hija.

― ¿O es que le da repulsión estar en mi casa? Pues por lo que veo usted tiene un buen trabajo.

― ¿Cómo puede pensar eso de mí, señorita? Es más, para que vea que no es así, vayamos a su hogar.

El chofer cambia de dirección y se dirige a mi apartamento.

― Princesa, ya llegamos. ― Le digo a la niña que está dormida con sus pies en las piernas de su padre y su cabecita recostada en las mías. 

Ella se despierta y salta emocionada. Cuando le pregunto si está lista para que me ayude con el pastel, responde, ― Claro que si mami yo te ayudaré.

― Papi, ya escuchaste, yo ayudaré a mamá a hacer mi pastel de cumpleaños.

― Si mi bebé ve a ayudarle a tu madre, yo me quedaré en la sala viendo un partido y terminando un trabajo pendiente.

― La nena y yo comenzamos a hacer el pastel, ella está subida en la barra del desayunador con un cuenco aparte agregando cada uno de los ingredientes que yo utilizo para la elaboración del pastel.

Estábamos jugando y riéndonos, la verdad a mí me encantan los niños era mi sueño tener un hijo, pero con la persona adecuada, lastimosamente desde hace un tiempo perdí todas las esperanzas de ser mamá.

Gracias a Dios, tengo sobrinos y los amo como si fuesen míos.

Estaba tan concentrada en un baile que estábamos haciendo, mientras esperábamos a que la torta se cocinara. Y no me había percatado de que Wilmer estaba recostado en la puerta de la cocina, observando lo que hacíamos, y con una sonrisa en su rostro.

Mientras la niña era ajena a que su padre nos estaba observando, yo me detengo y apenada le digo.

― Lo siento, señor, solo quería que su hija se divirtiera.

― No se preocupe Marleny, yo vine a echar un vistazo porque escuchaba las risas de la niña y vaya que buena sorpresa me he llevado al ver a mi hija tan feliz.

Sin temor a equivocarme este ha sido el día más feliz de su vida y eso se lo atribuyo a usted señorita.

― Papi acércate, bailemos con mamá, es muy divertido y mira, mamá tiene una sonrisa muy linda.

― Sí, hija, tu mami tiene una sonrisa muy linda y ella también es muy hermosa, ¿no crees?.

― Si papi, mi mami es linda, mucho, mucho.

Wilmer se acerca a nosotros y extiende su mano para que yo la pueda tomar y comenzamos a bailar los tres.

Él coloca una mano en mi cintura, y yo me estremezco al sentir como va bajando su mano al comienzo de mis nalgas y deja su mano ahí y seguimos bailando.

 La niña aplaude y brinca emocionada al vernos bailar juntos, y yo estoy deseando que la tierra me trague. Este hombre hace que lo desee todo a él y no solo a sus manos tocando mis nalgas. Siento calor, mucho calor.

Justo a tiempo la niña se mete en medio de los dos y nos toca separarnos.

― Mamá, ¿ya estará mi pastel? ― Pregunta la niña.

 En eso Wilmer me ve y yo me muerdo el labio, él sonríe y sale de la cocina con una sonrisa que promete mucho.

Cuando la torta estuvo la decoramos juntas y cuando ya estaba lista la llevé al comedor y entre los dos le cantamos el feliz cumpleaños a la niña, y ella muy encantada apagó las cuatro velitas que significaban sus cuatro añitos de vida.

 A la hora de marcharse, la niña no se quería ir de mi casa.

― Pero papá, tú me dijiste que hoy me podía quedar con mamá. ― Reclama a su padre, la niña, llorando a mares.

Su padre preocupado y con tristeza me volteaba a ver, a mí me dolía el corazón al ver como la criatura lloraba por quedarse con su mamá.

 Yo no me aguanté las ganas de saber qué pasaba en esa familia. Así que, me acerqué a Wilmer y le pregunté que dónde estaba la mamá de la niña.

  ― Es una historia muy larga, por el momento solo le puedo decir que ella nos abandonó cuando la niña tenía dos meses de nacida.

 Respondió el hombre y a mí se me estrujó el corazón y se me rodaron las lágrimas, ¿qué clase de mujer abandona a su hija?

― Lo entiendo y lo lamento mucho Wilmer, déjeme felicitarlo porque ha criado a una niña muy obediente y educada.

― Gracias Marleny, no es fácil, créame que no es fácil no tener a quién acudir en estos casos, pero gracias a Dios hemos logrado salir adelante juntos.

― Puede dejarme a la niña para que se quede conmigo esta noche. Mañana la viene a recoger temprano.

― ¿Pero, y si su novio o su esposo llega y encuentra mi hija, aquí no se molestará?

― Señor, yo no tengo esposo, ni mucho menos novio. Yo aquí vivo sola, no se preocupe que conmigo no le pasará nada a su hija, se lo prometo.

Puede dejar a su guardaespaldas vigilando para que vea que no pasará nada.

― Princesa mía, ¿tú te quieres quedar entonces?

― Sí, papá, quiero dormir con mi mamita y contigo también, los tres juntos.

― Verás princesa, tú te quedarás, pero yo no puedo porque tengo que volver a casa a hacer un trabajo que tengo pendiente. Pórtate bien y no hagas molestar a tu mamá.

Te amo preciosa.

― Te amo papi.  ―Yo salgo a la puerta a despedir a Wilmer después de que él y su hija lo han hecho.

― Cuide bien de mi hija, Marleny. Ella nunca se ha separado de mí por las noches.

― Descuide Wilmer, que tenga buenas noches.

― Buenas noches para ustedes.  ― Me dice, se acerca y me da un beso en la mejilla, se da la vuelta y sale sin decir una palabra.

¿Qué me está pasando con este hombre, Dios mío, que con solo su presencia me vuelve loca? ¿Me estaré enamorando de él?

No, me regaño a mí misma. Tú juraste que no volverías a caer ante los hombres, recuerda que todos son iguales. Además, apenas lo conoces. 

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