Recorremos las instalaciones que por supuesto son una pasada, el lugar es gigantesco y tenemos todas las comodidades que podemos necesitar.
—¿Irán a la carreras hoy?— pregunta Rose, le miro frunciendo el cejo.
—¿A qué carreras te refieres?— pregunto curioso.
—Si... Si... Ya lo sé soy una agente de la puta CIA ¿Pero acaso no puedo divertirme?— nos mira a cada uno —sé que son nuevos y quizás lo vean mal, pero nosotros participamos en carreras ilegales— se encoge de hombros y yo por mi parte me recuesto al respaldar de mi silla y le miro con total atención, si algo tengo yo es que me divierto siempre que puedo —son una pasada, además nos ayuda a conocer a personas que están metidas en toda clase de m****a y eso es beneficioso para nuestro trabajo— escucho reír a Dominic.
—Y es así como ella camufla lo malo— se encoge de hombros.
—Iremos— dice Filipo —somos buenos en las carreras— le sonríe.
—Será bueno una bienvenida así, después de todo no hablaremos de la misión hasta mañana— opina William.
—De acuerdo, iremos— sonrío yo finalmente.
—Pero mucho cuidado— nos advierte Rudy —nombres falsos siempre y nada que los identifiquen, porque de ser así la podemos pasar muy mal, hay mafiosos muy reconocidos en estos lugares— enarco una ceja.
—Esto si que me va a gustar, me fascina el peligro— sonrío y sigo la comida mientras mis nuevos colegas creen que soy un ángel.
—¿No pudiste comprar la casa en un lado más céntrico?— le gruño a William.
—Cálmate amigo, vamos pasa que te voy a mostrar algo que te explotará la puta cabeza— casi arrastrándome entramos —mira— en la pantalla veo todo lo que planeamos para mí venganza.
—¿Y?— pregunto sin saber a dónde quiere llegar.
—Mira esta foto— me señala la foto de una chica —es justo por dónde podemos iniciar y no es todo, la tía está en la puta casa de al lado— sonríe mi amigo emocionado —él destino te está dando otra oportunidad tío, Filipo y yo investigamos esto, pero no queríamos decirte nada hasta no estar seguros, al llegar aquí la información salió más completa, ese maldito idiota es un supuesto abogado muy reconocido y por ello salió toda información de él y de su hija, claramente información buena— me da algunas palmadas en mi espalda.
—Debes ir ya mismo amigo— me anima Filipo —debes conocerla y ver cómo podemos poner las cosas que necesitamos— casi sin saber que hacer por la gran noticia que me han dado, despeino mi cabello, podré hacer mi venganza... Me lo han puesto muy fácil. Levantándome miro a mis dos amigos y sonrío.
—No sé que haría sin ustedes, gracias...— dejando mi arma y quitando la batería de mi móvil respiro profundo —es hora de conocer a quien me pagará todo lo que me han hecho, será el primer paso de todo lo planeado— sonrío con malicia y tomo los micros que me tiende Filipo. Mis amigos me dan la buena suerte y yo decidido salgo de la casa con rapidez para que no me vean, una vez en la puerta la toco.
—No me jodan... Han llegado al fin— grita Rachel sin saber que lo que le esperaba tras la puerta sería el inicio de algo realmente fuera de su control, frunciendo el cejo mira a su visitante —anda... El cielo queda hacía riba— dice sería, la sonrisa de aquel guaperas era de un canalla, solo le bastó ese gesto para odiarlo.
—Soy más del infierno gracias— le responde Paolo con chulería.
—Pues bienvenido a mi casa— Rachel que no era de fiarse se cruza de brazos y no le deja ver el interior de su casa —¿Qué hace aquí? ¿Se ha perdido?— por la cabeza de Paolo se pasaban mil y una cosa, al fin tenía a la hija de quién le hizo tanto daño, al fin estaba a nada de destruir a ese bastardo.
—Soy tu vecino, vivo frente a ti y la verdad me he venido antes y no tengo las llaves, no me la traen hasta muy tarde y venía a pedirte tu teléfono— Paolo sonriendo con coquetería le muestra su móvil apagado, Rachel pasando de lo que dijo ladea la cabeza para ver tras de él.
—Al contrario de un ángel o un demonio me has salido Aquaman— sonríe volviendo su atención a él, Paolo sin saber a qué se refería le mira con la confusión reflejada en su cara —has dicho que vivirás frente a mi y ahí solo veo mar, supongo eres aquaman— sonríe ella con un grado de burla, él apenado y sintiéndose estúpido trata de no cambiar su sonrisa.
—Seria más fácil para mí, así tú serías mi sirenita ¿No crees?— aquel intercambio de palabras por alguna razón les hacia sentir bien a los dos, pero como todo cabezotas pasaban de todo eso y se centraban en lo malo, el agrado a primera vista para estos tiempos no existía.
—No gracias, mi reinado es aquí en tierra, te dejo los moluscos a ti— Paolo casi cabreado por como aquella mujer no le prestaba la atención que él estaba acostumbrado gruñe, era un tonto al pensar que ella caería ante él, eso pensó.
—¿Puedes prestarme tu teléfono o no?— Rachel sonríe, sabía que le había dejado sin contestación.
—De acuerdo, pasa— le invita echándose a un lado para darle paso —sugiero que te quedes justo aquí— Paolo le mira irse, era su momentos de mirarlo todo, cómo era de esperarse aquella mansión era estúpidamente lujosa, echando un vistazo para asegurarse de que está solo se apresura a poner varios micro audífonos —aquí tienes— Rachel le tiende el teléfono, con el corazón acelerado lo acepta, no sabía por qué ahora que estaba frente a ese mujer se sentía así, eso era lo que él más deseaba en el mundo y ahora no se sentía como creía —puedes llamar a tu caballería— se cruza de brazos cuando él toma el teléfono en sus manos.
—Muchas gracias sirenita— por alguna razón ese tono y esa media sonrisa hicieron sonreír a Rachel.
—Cálmate Aquaman, llama de una buena vez para que salgas de mi casa— Paolo dando un suspiro asiente ahora un poco más serio, no le agradaba que aquella bebita de mami y papi fuera tan desinteresada a su presencia, apartándose de ella marca.
—Ya estoy aquí y todo está listo— dice Paolo mientras miraba a aquella mujer de pelo negro y tatuajes —puedes traerme las llaves antes, no quiero quedarme fuera de casa hasta muy tarde— resopla.
—Joder hasta Italiano es— gruñe Rachel con desagrado, Paolo quien logró escucharla enarca una ceja ¿Por qué odiaría ella a los italianos? Se preguntó curioso. Al terminar de hablar con Filipo quien activaría los micros le pasa el teléfono.
—Un italiano sexy, amoroso, fogoso y que puede dar mucho placer— si bien no le gustaba alardear cuando se ponía arrogante no había quien lo sacara de ahí.
—Puta...— ríe Rachel en una carcajada —lastimosamente para ti esas cualidades no son las que me gustan— le mira de arriba hacia abajo y viceversa —me gustan mas inteligentes, con ingenio y que razonen— se encoje de hombros, Paolo casi con ganas de gritar y preguntar qué coño le pasaba decide marcharse de ahí.
—Gracias por el teléfono sirenita— suelta con desagrado.
—Fue un placer aquaman— ríe ella para el disgusto de él, caminando hacia la puerta se la abre —diría que algún día te visitaría... Pero no puedo respirar bajo el agua— su burla estaban colmando la paciencia de Paolo, realmente creía que la mataría antes del tiempo adecuado.—Sé supone que las sirenas pueden hacerlo todo, pero claro no te culpo, hay unas que vienen defectuosas— para su asombro ella ríe como si él fuera un payaso, Paolo tremendamente ofendido y sintiéndose nada se va de aquella casa donde estaba esa insufrible.—¿Qué te pasa?— pregunta Filipo viendo el estado en el que llegué.—Esa tía es una maldita insufrible, su chulería no es normal— gruño de inmediato —creo que la voy a matar antes de tiempo— grito.—Wepa macho calma— le tranquil
Las horas pasaban y a Paolo no se le metía en la cabeza que aquella mujer la conocía, esa manera de ser y actuar se le hacían muy interesantes, por su lado Rachel se esforzaba por pasar de él, tener su constante mirada sobre ella le hacían sentir incómoda, nunca nadie desde que era la temida “tormenta" ningún hombre la miraba más de dos segundos sin temer por su vida.La hora de la carrera llega y por supuesto Rachel participaría, lista en la pista y con la confianza por las nubes sonríe, ella jamás perdía una carrera era muy buena.—Ya saben pequeños amores— dice la chica encargada de dar la salida —estamos en el norte y aquí todo se vale, esto es ganar y no perder— dando una última sonrisa grita el go, solo escuchar el disparo acelera a fondo, todo marchaba bien, las curvas era un poco peligrosas, pero nada de lo que debí
La noche para Rachel no fue tan agradable, los golpes en su pierna y cuerpo le hicieron la vida imposible. Al despertar mira la enorme habitación ¿Dónde se había metido aquel idiota que no le dio nada para aliviar el dolor?—Aquaman...— le llama en grito, ese idiota se había burlado de ella la noche anterior y lo pagaría una vez pudiera patearle el culo —joder tío, quiero irme ahora— grita más alto, quería ir a su casa y él se negó a llevarla. Paolo la escucha desde su habitación, se burlaba de aquella chiquilla caprichosa, sin comprender por qué la soportaba, pues sin duda alguna si esas escenas se las hiciera Douglas, desde hace mucho la habría mandado a freír espárragos.—Quieres dejar ya de gritar como si te estuvieran haciendo algo— dice en tono seco y casi irritado al llegar a la habitación donde estaba esa muj
Mientras tanto Rachel después de las horas en el baño de cera decide salir de la bañera, rompe la cera y sale bastante recuperada, debía investigar a ese tipo, no es normal que una persona sepa lo que hace la cera, para tenerla debes meterte en muchos problemas, eso debía investigarse.—Maldito idiota— gruñe al saber que no había nada para envolverse, recordando que su ventana quedaba junto a la de él sale del baño y mira que no esté, no se quedaría ahí. Al salir al porch mira que nadie esté y desnuda salta la banda para llegar al porch de su habitación, por el agua se resbala pero logra sujetarse —maldito Aquaman de mierda, me la vas a pagar por idiota, esa mirada que hoy demostraste voy a averiguar qué es eso que te atormenta— cuando entra
—No me digas... ¿Paga? ¿De un favor? —sonríe y escucha sin quitarle los ojos de los de ella, sin dejarla terminar se lanza a besarla apasionadamente, pero sin ser agresivo ni brusco, sus manos recorren su cuerpo y entre besos responde —si quieres que te trate como una mujer comportarte como una— su beso la toma desprevenida, pero era algo que en el fondo deseaba, no era la primera vez que tenía sexo sin compromiso, así que decide disfrutar, ya le dejaría las cosas claras después, le corresponde ese beso con la misma intensidad, pero escuchar eso que le dice le molesta —¿Que quieres decir?— pregunta en un gruñido, pero sus besos la dominaban —hablas como si me comportara como una niña y no es así— sus manos van a su cuello y le abraza para intensificar el beso, el calor estaba subiendo por su cuerpo y el deseo se estaba abriendo paso con más rapidez.
Tras esa deliciosa experiencia que tanto había deseado desde el momento en que esa chiquilla se paró frente a él, vuelve a su casa recordando que ese par seguía ahí por lo cual debía encontrar una excusa para disculparse...—Les pido mis disculpas, pero al parecer su tulipán ha desaparecido...— sonrío al llegar, los chicos que la estaban pasándola fenomenal con mis colegas me miran.—¿De qué hablas?— se levanta el más alto, su preocupación llama fuertemente mi atención —¿No está contigo?— mira a su amigo.—No creo que lo haya hecho— dice el rubio mirando a su amigo con el cejo fruncid
—Como no piensas presentarme a tus amigos me presentaré yo, soy Cassy un placer— sonríe mirando a los dos hombres que acompañaban a aquel que la ponía loca por su estúpida manera de ser. Paolo al escucharla solo sonríe.—Bueno, tu tampoco nos presentaste a los tuyos— enarca una ceja apreciando a esa mujer frente a él, ella le ignora al centrarse en quien habla después.—Soy Fabricio, un placer señorita— se presenta Filipo.—Y yo soy Kowalsky— sonríe Williams —lo sé, no tengo ni acento ni cara de ruso, soy una mezcla— dice mientras le da la mano. Rachel sonríe al escuchar esos nombres que
—Solo admiraba la magnífica belleza que está frente a mí— nota como una muy ligera sonrisa se dibuja en el rostro de ella y entonces continúa —sí, es una excelente construcción sin duda una casa hermosa, lastima de los modales de la dueña— sin poder contenerlo Rachel ríe como si fuera un chiste, Pet tenía razón él era distinto.—Eres un idiota ¿Lo sabías?— aun riendo muerde su labio, debía hacer las cosas bien, así que mirándole suspira —¿Me invitas a la tuya?— señala el jacuzzi ya preparado. Ahora el que ríe era él.—Me insultas y acusas de torturarte ¿Y ahora pretendes que te invite a mi casa? ¿Por qué haría eso? —dice esta vez ignorándola. Ella se encoje de hombros.—No tengo vergüenza, se puede decir así&mdash