Capítulo 2

Recorremos las instalaciones que por supuesto son una pasada, el lugar es gigantesco y tenemos todas las comodidades que podemos necesitar.

—¿Irán a la carreras hoy?— pregunta Rose, le miro frunciendo el cejo.

—¿A qué carreras te refieres?— pregunto curioso.

—Si... Si... Ya lo sé soy una agente de la puta CIA ¿Pero acaso no puedo divertirme?— nos mira a cada uno —sé que son nuevos y quizás lo vean mal, pero nosotros participamos en carreras ilegales— se encoge de hombros y yo por mi parte me recuesto al respaldar de mi silla y le miro con total atención, si algo tengo yo es que me divierto siempre que puedo —son una pasada, además nos ayuda a conocer a personas que están metidas en toda clase de m****a y eso es beneficioso para nuestro trabajo— escucho reír a Dominic.

—Y es así como ella camufla lo malo— se encoge de hombros.

—Iremos— dice Filipo —somos buenos en las carreras— le sonríe.

—Será bueno una bienvenida así, después de todo no hablaremos de la misión hasta mañana— opina William.

—De acuerdo, iremos— sonrío yo finalmente.

—Pero mucho cuidado— nos advierte Rudy —nombres falsos siempre y nada que los identifiquen, porque de ser así la podemos pasar muy mal, hay mafiosos muy reconocidos en estos lugares— enarco una ceja.

—Esto si que me va a gustar, me fascina el peligro— sonrío y sigo la comida mientras mis nuevos colegas creen que soy un ángel.

—¿No pudiste comprar la casa en un lado más céntrico?— le gruño a William.

—Cálmate amigo, vamos pasa que te voy a mostrar algo que te explotará la puta cabeza— casi arrastrándome entramos —mira— en la pantalla veo todo lo que planeamos para mí venganza.

—¿Y?— pregunto sin saber a dónde quiere llegar.

—Mira esta foto— me señala la foto de una chica —es justo por dónde podemos iniciar y no es todo, la tía está en la puta casa de al lado— sonríe mi amigo emocionado —él destino te está dando otra oportunidad tío, Filipo y yo investigamos esto, pero no queríamos decirte nada hasta no estar seguros, al llegar aquí la información salió más completa, ese maldito idiota es un supuesto abogado muy reconocido y por ello salió toda información de él y de su hija, claramente información buena— me da algunas palmadas en mi espalda.

—Debes ir ya mismo amigo— me anima Filipo —debes conocerla y ver cómo podemos poner las cosas que necesitamos— casi sin saber que hacer por la gran noticia que me han dado, despeino mi cabello, podré hacer mi venganza... Me lo han puesto muy fácil. Levantándome miro a mis dos amigos y sonrío.

—No sé que haría sin ustedes, gracias...— dejando mi arma y quitando la batería de mi móvil respiro profundo —es hora de conocer a quien me pagará todo lo que me han hecho, será el primer paso de todo lo planeado— sonrío con malicia y tomo los micros que me tiende Filipo. Mis amigos me dan la buena suerte y yo decidido salgo de la casa con rapidez para que no me vean, una vez en la puerta la toco.

—No me jodan... Han llegado al fin— grita Rachel sin saber que lo que le esperaba tras la puerta sería el inicio de algo realmente fuera de su control, frunciendo el cejo mira a su visitante —anda... El cielo queda hacía riba— dice sería, la sonrisa de aquel guaperas era de un canalla, solo le bastó ese gesto para odiarlo.

—Soy más del infierno gracias— le responde Paolo con chulería.

—Pues bienvenido a mi casa— Rachel que no era de fiarse se cruza de brazos y no le deja ver el interior de su casa —¿Qué hace aquí? ¿Se ha perdido?— por la cabeza de Paolo se pasaban mil y una cosa, al fin tenía a la hija de quién le hizo tanto daño, al fin estaba a nada de destruir a ese bastardo.

—Soy tu vecino, vivo frente a ti y la verdad me he venido antes y no tengo las llaves, no me la traen hasta muy tarde y venía a pedirte tu teléfono— Paolo sonriendo con coquetería le muestra su móvil apagado, Rachel pasando de lo que dijo ladea la cabeza para ver tras de él.

—Al contrario de un ángel o un demonio me has salido Aquaman— sonríe volviendo su atención a él, Paolo sin saber a qué se refería le mira con la confusión reflejada en su cara —has dicho que vivirás frente a mi y ahí solo veo mar, supongo eres aquaman— sonríe ella con un grado de burla, él apenado y sintiéndose estúpido trata de no cambiar su sonrisa.

—Seria más fácil para mí, así tú serías mi sirenita ¿No crees?— aquel intercambio de palabras por alguna razón les hacia sentir bien a los dos, pero como todo cabezotas pasaban de todo eso y se centraban en lo malo, el agrado a primera vista para estos tiempos no existía.

—No gracias, mi reinado es aquí en tierra, te dejo los moluscos a ti— Paolo casi cabreado por como aquella mujer no le prestaba la atención que él estaba acostumbrado gruñe, era un tonto al pensar que ella caería ante él, eso pensó.

—¿Puedes prestarme tu teléfono o no?— Rachel sonríe, sabía que le había dejado sin contestación.

—De acuerdo, pasa— le invita echándose a un lado para darle paso —sugiero que te quedes justo aquí— Paolo le mira irse, era su momentos de mirarlo todo, cómo era de esperarse aquella mansión era estúpidamente lujosa, echando un vistazo para asegurarse de que está solo se apresura a poner varios micro audífonos —aquí tienes— Rachel le tiende el teléfono, con el corazón acelerado lo acepta, no sabía por qué ahora que estaba frente a ese mujer se sentía así, eso era lo que él más deseaba en el mundo y ahora no se sentía como creía —puedes llamar a tu caballería— se cruza de brazos cuando él toma el teléfono en sus manos.

—Muchas gracias sirenita— por alguna razón ese tono y esa media sonrisa hicieron sonreír a Rachel.

—Cálmate Aquaman, llama de una buena vez para que salgas de mi casa— Paolo dando un suspiro asiente ahora un poco más serio, no le agradaba que aquella bebita de mami y papi fuera tan desinteresada a su presencia, apartándose de ella marca.

—Ya estoy aquí y todo está listo— dice Paolo mientras miraba a aquella mujer de pelo negro y tatuajes —puedes traerme las llaves antes, no quiero quedarme fuera de casa hasta muy tarde— resopla.

—Joder hasta Italiano es— gruñe Rachel con desagrado, Paolo quien logró escucharla enarca una ceja ¿Por qué odiaría ella a los italianos? Se preguntó curioso. Al terminar de hablar con Filipo quien activaría los micros le pasa el teléfono.

—Un italiano sexy, amoroso, fogoso y que puede dar mucho placer— si bien no le gustaba alardear cuando se ponía arrogante no había quien lo sacara de ahí.

—Puta...— ríe Rachel en una carcajada —lastimosamente para ti esas cualidades no son las que me gustan— le mira de arriba hacia abajo y viceversa —me gustan mas inteligentes, con ingenio y que razonen— se encoje de hombros, Paolo casi con ganas de gritar y preguntar qué coño le pasaba decide marcharse de ahí.

—Gracias por el teléfono sirenita— suelta con desagrado.

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